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Capítulo 20

Antonio tomó una pose desesperada cuando luego de tocar la puerta y timbre, casi por quince minutos, nadie abriera rápido. Él sabía que no era porque no hubiese nadie, sino porque el muy desquiciado que vivía ahí no se dignaba a mover el trasero para recibir una visita.

Liam, desde adentro de su casa, se frotaba el cabello con ganas de arrancarse la cabeza. Tenía una jaqueca terrible por la resaca, consecuencia de una borrachera anterior, que por supuesto, no lo dejó dormir bien. Y ahora esto: Abihail, tocando el maldito timbre sin parar, lo cual retumbaba horrible en sus tímpanos y cerebro.

De pronto, los timbrazos cesaron, y dejaron de oírse por un rato corto; para luego comenzar a ser golpes a mano seca contra la puerta. Se escuchaban grotescos, fuertes, y sobre todo se remarcaban molestos. Como si golpeara la puerta con rabia. Liam se sorprendió de lo fuerte que estaba tocando, ¿Esa era la fuerza de una Abihail molesta?

Pensó que, quizá una bofetada suya debía doler desorbitadamente.

Entonces, al igual que los timbrazos, el sonido comenzó a ser molesto para Liam, que dio un gruñido y gritó a voz ronca con todas sus fuerzas.

-¡Deja de tocar, Abihail, no voy a abrirte la maldita puerta! –Rugió desde el sofá donde estaba sentado.

Tal comentario hizo que alguna fibra de Antonio se sintiera extrañamente molesto: ¿Acaso Abihail lo frecuentaba a él de ese modo? En su tono se veía la seguridad de que era ella y no otra persona… Eso no le agradó para nada.

‒¡No soy Abihail! –Vociferó ahora él.

Liam frunció sus cejas, y fue en aquel momento donde cedió a levantarse y abrir la puerta. Se sorprendió de ver a Antonio, o cabellos de candela, como le apodó alguna vez.

–Vaya, ¿Qué pecado tan grande he de cometer para que… tu Dios me premie de tan abominable castigo con tu visita? –Dijo al verle, con una sonrisa.

Antonio hizo un gesto de disgusto, y le miró de pies a cabeza, notando su apariencia desaliñada, y claro, su aliento apestoso a alcohol.

–Seguramente con solo vuestra repugnante y guarra existencia ya pecáis. Pobre de vos –Respondió hostilmente, logrando calar en la molestia de Liam. Este se cruzó de brazos optando una pose más amenazadora.

–¿Qué quieres? –Inquirió con molestia en su voz.

–Me gustaría saber, ¿Qué demonios le hicisteis a Abihail? –Cuestionó con el mismo tono algo más intenso.

–¿Qué le hice? –Pronunció muy extrañado–. Y si yo le hago algo, o si hacemos algo –Insinuó con doble sentido, haciendo que Antonio tragara rasposo–, ¿En qué parte sería problema tuyo?

Antonio apretó sus manos, con ganas de cometer un acto violento contra su gran bocota; sin embargo, tomó un respiro disimuladamente, conocía muy bien a Liam y sabía que, con tal de defenderse, podía decir cualquier cosa que molestase o lastimase.

–Abihail y yo mantenemos un tipo de relación que no os incumbe, y es mi problema porque TODO lo que a ella respecta –Se atrevió a decir– me afecta a mí. Ahora decidme, ¿Qué le habéis hecho para que llorara luego de salir de tu casa?

¿La hizo llorar? Esa parte de la historia no la conocía ni él mismo. Liam repasó todo mentalmente, y recordó la discusión que tuvieron la última vez que le dirigió la palabra, quizá esa fue la razón por la que lloró.

Pero, ¿Acaso ella no tenía a Dios que la hacía vencedora de las batallas? Pura mi****, se respondió a sí mismo.

–¿Quién te dijo eso? –Preguntó, pero automáticamente recordó que la madre de Antonio era una autentica chismosa y averiguadora, seguramente ella la vio y se lo contó a su hijito lindo.

Amalia, aunque seguidora de Cristo, no se deshacía de malas costumbres como inquirir, criticar y repartir rumores ajenos, que muy lejos podían estar de ser su asunto.

–¿Qué le habéis hecho a Abihail, respondedme? –Demandó con mayor acritud en su tono.

–Pues si te apetece saber, pregúntale a ella, y deja de jod**** a mí –Masculló e instantáneamente cerró la puerta provocando un fuerte sonido.

Antonio sintió arder la rabia por dentro, y le propinó una fuerte patada a la puerta como descarga de su ira.

–¡Te juro que, si le habéis hecho algo malo, te voy a romper la boca puñetazos! –Gritó, pero Liam no contestó nada, por lo que este se fue a pasos airados.

Liam recargado tras la puerta, escucho su juramento, y aunque le picaron las manos por regresar y darle unos cuantos golpes, supo que su energía no sería la suficiente. Cargaba encima una preciosa resaca y para rematar, su cuerpo estaba agotado por la mala noche que había pasado.

Recordó que, el corto tiempo que convivió con Abihail, esta había logrado hacer cambiar su estado energético notablemente, y aunque sus noches continuaron siendo pesadas, su cuerpo había mejorado. Pero todo eso se cortó de golpe, cuando volvió a su siclo de ayunos eternos y noches desveladas sin conciliar el sueño, y ahora, había retomado el salir a fiestas, emborracharse y drogarse constantemente buscando una mejoría para su ánimo. Descubrió, una vez más, que eso lo ayudaba a olvidar, y que su estado de consciencia era su peor enemigo, porque este le devolvía los recuerdos que quería quemar en su cabeza.

Así que decidió estar siempre acompañado de algunos gramos de metanfetamina en polvo, y una botella de licor variado. Solo para eclipsar lo que los recuerdos podían hacerle sentir.

Y Abihail había pasado a ser un recuerdo, aunque efímero, bueno; que para él clasificaba como malo por lo que ella se había encargado de remover en su pasado. Principalmente, porque ella le recordaba a su madre. Eso era lo más negativo. Pensar en Abihail era malo porque lo trasladaba a mamá.

Entonces, también debía olvidarla con lo que fuere.

La congregación en casa de Abihail estaba transcurriendo con tranquilidad; estaban hablando del significado o simbolismo de la muy vista levadura dentro de la Palabra de Dios. Desde hacía varios días algunas personas del barrio se habían sumado a asistir a escuchar de Dios, por lo que ahora para poder mantener a todos sentados, debían sacar sillas del comedor a la sala y acomodarse un poco más apegados unos de otros, aunque para nadie era realmente una molestia. Todos, de alguna manera, olvidaban ese detalle y se concentraban en lo interesante de escuchar de Dios a profundidad, y además de eso, les agradaba el ambiente y lo muy saciados que se sentían al salir de la reunión.

–Un verso que me gustaría que viéramos y lo exploráramos un poco es el que está en Mateos 13:33 o, en Lucas 13:21 –Todos automáticamente abrieron sus biblias y buscaron el verso–. Por favor, quien lo consiga, lo lee para todos.

Mari Alba, que llevaba algunos días asistiendo en forma, aclaró su garganta y leyó de su biblia.

–Estoy en Mateo 13:33 y dice: Otra parábola les dijo: El reino de los cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer, y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo fue leudado.

–No sé si alguna vez usted lo hayan escuchado, pero existen cristianos que predican o que creen que esta parábola es un sinónimo de algo bueno. Yo, por ejemplo, he oído que existe la interpretación que expresa que el Reino será muy grande y ancho como el efecto de la levadura, o que será hinchado, positivo y todos lo podrán ver.

>>Pero hay que tomar en cuenta que, a lo largo de toda la Escritura, la levadura representa algo malo. Y es que incluso en 1 Corintios 5:7 nos piden que renunciemos a la vieja levadura, en el Éxodo se dio la orden de no comer panes con levadura, Dios en sus ofrendas no acepta levadura alguna. Entonces, ¿Es acaso esta levadura acá presente algo bueno, cuando, en la toda la escritura se menciona como algo no bueno? –Inquirió al aire–. De ninguna manera, en esta parábola hay algo que se debe ver con ojo de águila. Además, Dios en su palabra establece que en la venida de Cristo, no todos lo verán como dice Lucas 17:20-21. Es totalmente lo contrario a lo que se dice de esta parábola.

>>Vayamos por favor al libro de Mateo, capítulo 16, verso 6, este dice: Y Yahshúa les dijo: Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos y de los saduceos. Sus discípulos pensaron que se refería al pan para comer, y se preocuparon porque no habían traído pan, pero Yahshúa, viéndolos confundidos les aclaró que no se refería a la falta de pan, sino a las enseñanzas que verían de los fariseos y saduceos. En los versos 10 y 11 lo dice de la siguiente manera: ¿Cómo es que no entendéis que no fue por el pan que os dije que os guardaseis de la levadura de los fariseos y de los saduceos? Entonces entendieron que no les había dicho que se guardasen de la levadura del pan, sino de la doctrina de los fariseos y saduceos. Ahora bien, ¿Qué entendemos por levadura?

–¿Una falsa doctrina? –Preguntó Stefany no muy segura.

–Exacto, la levadura, en la biblia es una falsa doctrina, una enseñanza que no viene de Dios. Como por ejemplo, esa insistencia de que las imágenes de dioses no son malas, o esa interpretación errónea de la Palabra, o las malversaciones que le dan a la Biblia en cuanto a temas como el machismo o la homosexualidad.

>>Entonces, ¿Será esta levadura de la parábola algo positivo o negativo?

–Creo que es algo negativo, si vemos que la levadura en varias partes de la Biblia es falsa doctrina, no creo que Dios compare su Reino con algo que ya el mismo dijo en carne que era malo –Dijo Felipe.

–Recordemos que es un simbolismo, y que a Cristo le gustaba hablar en parábolas, simbolizaciones o figuraciones, porque, como dice un proverbio: Gloria de Dios es encubrir un asunto; Pero honra del rey es escudriñarlo (25:2). Por eso es importante observar la Palabra con minucioso cuidado, porque una mala interpretación, y se convertiría en levadura, es decir, en falsa doctrina.

>>Veremos, por nosotros mismo, si esta levadura mencionada en la parábola de la levadura es buena. Y para eso, quiero que veamos un dato curioso: En el verso que les diré, hay una mujer impartiendo levadura–Dijo buscando en su Biblia–. Vayamos a Apocalips 2:20.

>>Esto es parte de lo que Dios le dijo a la iglesia en Tiatira. Primero le manifestó que conocía sus buenas obras, pero en el verso 20 menciona: Pero tengo contra ti: que toleras que esa mujer Jezabel, que se dice profetiza, enseñe y seduzca a mis siervos a fornicar y a comer cosas sacrificadas a los ídolos. Tomemos en cuenta las similitudes, esta mujer dice ser profetiza, pero enseña que la fornicación e idolatría (La infidelidad a Dios) está bien. Y en la parábola vemos que una mujer integra levadura a tres medidas de harina.

>>¿Por qué a la harina? Bueno, con ella se hace el pan, y el pan de nosotros es la Palabra de Dios, lo que nutre nuestro Espíritu, el pan de vida como dice Juan 6:63: El Espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las PALABRAS que yo os he hablado son Espíritu y son vida. ¿Por qué tres medidas de harina? Porque Dios es la trinidad, el tres en uno: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Tres medidas de harina, para el pan.

>>Es triste que siendo cristianos, toleremos la levadura que el mundo nos ofrece. Para ser idolatra no necesariamente debes postrarte a una estatua ¿Sabías mi hermano? –Hizo una pausa–, para ser idolatra solo necesita dejar que Dios y su servicio pase a un segundo plano, sea con música, internet, familia, amigos, hijos… y al llegar a ser idolatra de lo sea, te vuelves un fornicador, porque le estás siendo infiel a Dios al idolatrar.

Y así continuó la congregación. La Palabra fue algo regia, pero para construcción interna de cada quien. Hubo quienes quedaron algo confundidos, pero otros estaban siendo liberados de cegueras espirituales poco a poco.

Cuando ya todo había llegado a su fin, cada uno procedió a bendecir y despedirse de su hermano con un abrazo. Abihail, repartía abrazos alegremente a todos. Felipe, por otro lado, estaba buscando a Mari Alba, que era la última que le faltaba por abrazar. Y apenas la vio fue a ella.

Esta llegó a su encuentro, y le abrazó con cuidado.

–Dios te bendiga, Pipe.

–Amén. Dios le bendiga a usted también Sra. Mari Alba. –Le dijo al tiempo que se separaban, y sin querer, en ese movimiento, su hombro tocó la mejilla de la mujer, y esta instantáneamente chistó y llevó su mano a la mejilla aparentemente lastimada–. Oh, discúlpeme, yo… –Pero se calló al notar un moretón en su mejilla algo marcado–. ¿Sra. Mari, qué le pasó ahí?

–Ay hijo, no fue nada, me golpeé en casa –Suavizó con una fingida sonrisa.

Sin embargo, Felipe muy lejos de ser tonto, la miró e inspeccionó su mejilla. Esta se puso algo nerviosa, y trató de desviar su mirada a otro lugar, quiso tener la excusa de que alguien le faltaba por despedir, pero ya había abrazado a todos.

–No es de Dios mentir, Sra. Mari –Dijo, en un tono bajo para que nadie le escuchase.

Mari Alba suspiró y se resignó. No tenía caso mentirle, después de todo era su hermano en Cristo.

–¿Podemos hablarlo a solas, con Abihail y nadie más?

–Como le sea más cómodo –Manifestó él.

–¿¡Cómo me dice!? –Exclamó Abihail, más que asombrada, molesta.

–Fue… mi esposo quien… me hizo esto –Repitió ella queriendo que la tierra se la tragara, le ponía mal hablar de este asunto, pero también le ponía los pelos de punta el compartirlo con alguien. Su esposo ya le había manifestado las consecuencias de buscar ayuda.

–Pero, ¿Cómo fue eso? ¿Simplemente le pegó y ya? –Averiguó Felipe.

–N-no… él, tomó algunas cervezas con sus amigos y se emborrachó. Se porta violento cuando está tomado…

–Lo siento Sra. Mari, pero yo voy a poner a ese hombre en su lugar, él no puede pegarle así de ese modo ¿Qué se ha creído? –Alegó Abihail cargada de molestia–. Ese salvaje, con todo respeto, pero lo es.

–No, no, no, no, no hagas eso por favor, mi niña. Si le dices eso, empeorarán las cosas para mí con Álvaro.

–Ósea que, ¿Ya le ha amenazado con hacerle algo peor?

Mari quiso decir que no, pero sabía bien que estaba mal mentir. Álvaro era violento cuando estaba tomado, y aunque no lo compartía, también lo era estando consciente. Ya hacía un tiempo que él había dejado la violencia, pero semanas antes, habían iniciado estos sucesos nuevamente.

–Debería denunciarlo, esto no puede quedarse así.

–Sra. Mari, ¿Qué tal si usted se queda en mi casa si vuelve a amenazarla? –Propuso Abihail–. Debe hacer algo para evitarse tanto sufrimiento.

–Es mi esposo… –Sollozó ella–. No podría denunciarlo, mi Abi…

Abihail entonces le abrazó y le brindó acurruco, el cual Mari aceptó rodeandola con sus brazos.

–Usted está buscando de Dios. Manifiéstele lo que se le ha enseñado aquí, dígale que a Dios no le gustan las personas que son agresivas. De hecho, ÉL mandó a los esposos a cuidar con amor a sus esposas.

Mari asintió mientras le abrazaba. Abihail entonces le tomó por los hombros y le barrió algunas lágrimas de las mejillas.

–Confíe en que Dios le ayudará, pero usted también sea fuerte. Sé que no es fácil ponerle una denuncia a quien más se ama, pero a veces es necesario dar lecciones.

–Sí –Intervino Felipe–. Además yo creo que quien ama no hace ese tipo de cosas. El amor no es así, Sra. Mari Alba.

–Por favor no se lo digan a nadie, me da miedo que luego se corra el chisme y él… se pueda enterar de que yo se lo dije a alguien y se moleste.

–De nuestras bocas no saldrá nada –Aseguró Felipe.

Segundos después, Mari se fue y dejó a Felipe y Abihail solos. Ambos compartieron miradas tristes y preocupadas. La situación era complicada, y sobre todo delicada, pero ambos tenían una fe fuerte.

–Debemos orar, y que Dios haga –Dijo Felipe, y Abihail asintió.

Ambos se volvieron al Señor y dejaron en ÉL sus cargas y preocupaciones. Así también, dejaron la situación de Mari en sus manos y clamaron por justicia y liberación para ambos.

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¡¡Hemos llegado a 20 caps!! ¡¡AHHH!!

¡¡Dos decenas, Gracias a Dios!!

Yahweh les guarde y les bendiga.

Y aquí pregunto ... xd

¿Que opinan de esté cap?

¿Que opinan de este tema "La levadura"? ¿Alguna vez en sus iglesias o congregaciones han hablado acerca de eso? 🤔

¿Alguna vez han precenciado/escuchado de algun caso de violencia en casa?😓

¿Qué harían ustedes en una situación como esa?

Sin más. Muchas gracias por ver, comentar y/o votar. Dios se los pague, ya que eso, a la larga es ayuda para esta historia.

Espero nunca se aparten de Dios, y se limpien de todo vieja y mala levadura.

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