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Capítulo 11 [Algo especial]

~~Antes de comenzar, este capítulo es algo especial por 2 razones:

1) Porque es uno de los que escribí sintiendo grandemente la presencia del Espíritu Santo ❤ Y...

2) Porque aquí en los comentarios me gustaría interactúar un poco más con ustedes, saber de sus gustos y cosas así. Al final encontrarán un apartado para este propósito, no están obligad@s, solo espero que disfruten de ese particular tanto como seguramente lo haré yo.

¡Dios les bendiga!

Ahí vamos....

Abihail estaba en un pasillo totalmente oscuro, solo alcanzaba a ver la silueta de sus manos muy minúsculamente. No entendía nada, no recordaba nada; sin embargo comenzó a avanzar con pasos dudosos, palpando con sus pies en busca de algún relieve o agujero; sentía como su cuerpo se llenaba de una especie de grima por no saber qué estaba a su frente, pero aún así caminó lentamente, mientras que con sus manos buscaba tocar algo, pero solo sentía el vacío, no existían paredes, solo el suelo y la espesa oscuridad que la redaba.

Entonces, un foco de luz se encendió y bajo este había un ángel. El corazón de Abihail comenzó a latir con fuerza y muy rápido, cargado de algo ligado con alegría y nervios, e intentó hablar pero su boca no expulsaba palabra. Reconoció espiritualmente que había sido sellada.

Quiso ver bien al ángel, ya que este estaba de espaldas a ella, en una pose bastante firme, sus alas extendidas eran blancas y su cabello era castaño muy claro; casi rubio. Trató de caminar para acercarse pero incluso sus piernas dejaron de responder.

-Varón comprado por precio…-Dijo el ángel con una voz suave-, varón poderoso en gloria para Yahweh y Yahshúa Ha Mashíaj, varón escogido para Dios, varón que llegará a ser Santo y apartado del mal -Luego hizo silencio.

Abihail una vez más trató de hablar, quería preguntarle quien era ese varón, sentía una intriga extraña de quien anhela conocer un secreto, pero solo alcanzó a emitir sonidos guturales con su garganta.

-Pero -Agregó el ángel-, para que naciera el postrero Adán; para llegar a ser Benjamín, primero fue Benoni.

¿Qué? ¿A qué se refería ese ángel? Lo siguiente que dijo hizo que los ojos de Abihail se abrieran mucho.

-Ese será tu esposo.

Abihail despertó de golpe, con el corazón casi a la boca. En su frente se había instalado una fina capa de sudor y respiraba con la boca abierta buscando todo el oxigeno posible; cuando reconoció el techo de su habitación se dio cuenta que era solo un sueño.

O una revelación…

~0~

-A ver, cuéntamelo, ¿La dejaste quedarse porque te gusta?

Un Leonardo, que estaba muy calmado hasta que Ricardo habló, lo miró con una expresión de disgusto ligado con asombro.

-¿Qué? -Pronunció cerrando su libro, el cual ocupaba mientras estaba en el recibidor de su habitación.

-No te hagas el idiota -Argumentó Ricardo con sarcasmo-, te pregunté: ¿Dejaste que la enfermerita se quedara porque te gusta?

-Por favor… -Balbuceó con gracia sarcástica- ¿Estás en tus días acaso?

-Solo es una pregunta -Alzó Ricardo sus manos en señal de inocencia-. Solo digo… según la información que tengo, lleva aquí ya un mes y aún no las has corrido con tu… amorosa forma de tratar a todos; dudo mucho que la chica sea masoquista como para quedarse a soportarte todo este tiempo. Es extraño, ya sabes, eres totalmente desagradable.

Leonardo sonrió, como si aquellas descripciones que hacía de él fuesen un premio. A él no le preocupaba mínimamente lo que los demás pensaran o dijeran de él, y mucho menos le preocupaba las ideas mentales que tenía su hermano menor en su alocada cabeza. Sin embargo, la situación que se ideó en su cabeza le hizo ruido, y no uno muy agradable.

¿Qué carrizo le hace pensar que gusta de Abihail?

-Si sigue aquí es porque aún no he podido sacármela de encima. Tiene más paciencia de la normal, pero solo es cuestión de tiempo que se harte y se vaya -Dijo Leonardo con desinterés-. Además, ¿Recuerdas a la otra enfermera: Ana?

De inmediato Ricardo puso una cara de pura lascivia- ¿Cómo olvidarla?... Esa nena estaba pero deliciosa.

-¿Crees que puede gustarme más esta… chica común, después de haber convivido con alguien tan perfecta como Ana? -Cuestionó con un tono de obviedad, como si fuese un asunto de imposibilitada probabilidad.

-Es un buen punto -Admitió Ricardo-, pero no hay que negar que esta está muy bien, y a veces los hombres somos quisquillosos…

-El punto es que Abihail no me interesa para nada, es solo una enfermera, una de la que tengo planes de deshacerme -Argumentó Leonardo, volviendo a abrir su libro para continuar su lectura.

-Es decir que… ¿No te importaría si trato de jugar un poco con ella? -Leonardo lo miró nuevamente.

-¿Jugar? -Alzó una ceja- ¿A qué te refieres?

-Vamos, no te hagas el desentendido Leo -Sonrió Ricardo con perversidad-. Me refiero a llevarla a la cama y jugar. ¿No te molestaría?

-Por mí has lo que te de la gana con ella -Dijo Leonardo sin una pizca de remordimiento, y fijó nuevamente sus ojos en su libro-. Ahora vete, no vuelvas a entrar a mi habitación sin tocar. Sabes que no me agrada tenerte cerca.

-Chaíto -Se despidió Ricardo sarcásticamente y salió por la puerta.

Al estar tras esta, un pequeño recuerdo pasó por su mente, uno donde él, Leonardo y otro amigo estaban en una fiesta de hace tiempo, compartiendo juntos entre risas y tragos. Ricardo recordó que esa fue la ultima fiesta a la que fue con su hermano luego del accidente, la última donde lo vio sonreír, y la última donde lo trató como a un hermano. Él trató de apoyarlo, le dio sus mejores palabras de aliento, pero Leonardo, duro como una roca, lo rechazó y mandó a volar, alegando que no quería su compasión. Esa fue la primera vez que le dijo que detestaba su presencia.

Para Ricardo fue un duro golpe, uno que traspasó la barrera de amor y aprecio fraternal, y terminó dando en el orgullo de hombre. Fue entonces que Ricardo y Leonardo comenzaron a tratarse así: de lejos, con disgusto e hipocresía. Luego vino la muerte de Helena De Gibeli: de mamá, una muerte en la que todos culparon a Leo; Ricardo se sintió solo en ese momento; su padre se aisló de todos, su hermana menor se acurrucó en sus amigas y Ricardo no tenía un verdadero amigo para llegar y contarle de su dolor, creyó que lo tenía en Leonardo, pero este le demostró todo lo contrario, dejándole saber que no tenía un refugio de confianza.

Fue así, como su relación se destruyó; ninguno de los dos estaba dispuesto a recuperar al otro por lo que esto significaba: bajar tu orgullo.

Ricardo sacudió su cabeza como si de ese modo pudiese espantar los sentimientos y pensamientos que se asomaban, acomodó su perfecto cabello y se fue hasta su habitación haciendo mente de que nunca recuperaría a Leonardo; y Leonardo nunca lo recuperaría a él.

Ese mismo día, minutos más tarde, llegó Abihail puntualmente a su habitación, cargando como siempre con su desayuno. Leonardo esperaba ver la hermosa sonrisa animada de Abihail, aunque no comprendía como es que se había acostumbrado a ese gesto tan… cansado; sin embargo, el rostro que traía la pelinegra esta mañana lo hizo fruncir sus cejas con desentendimiento.

La chica tenía una cara llena de confusión y concentración dentro de sí misma, como si en su cabecita estuviese repasando alguna cosa importante con minucioso cuidado.

-Buenos días -Saludó él al darse cuenta que ella no lo haría, ya que ni siquiera le había mirado todavía. Fue entonces que Abihail despertó.

-B-buenos días, joven. Discúlpeme -Reparó de inmediato y se adentró al lugar.

Como un rayo, acomodó todo y le sirvió a Leonardo su desayuno en la mesa adaptable de la silla de ruedas. Este, como ya comía solo, se limitó a mover sus manos con la misma gracia de un cisne y comenzó a degustar la comida. Miró a Abihail y el rostro de esta atajó toda su atención: estaba mirando a un punto vacío, mientras mordía su labio inferior y con su dedo movía y pinchaba suavemente el mismo, totalmente fuera de sí, muy pensativa.

-¿Qué sucede? -Le preguntó luego de tragar su bocado, ella pareció dar un respingo.

-¿Qué sucede de qué?

-Estás más extraña de lo que de por sí ya eres -Dijo, con cierto aire de broma que hizo a Abihail fruncir sus cejas-, ¿Qué tienes?

-Yo… -Estuvo a punto de explicar, pero luego recordó que Leonardo no es una persona espiritual, ni siquiera estaba segura de que creyera en Dios, por lo que contarle su sueño sería tirarlo al aire. No es que lo considerara inútil, sino más bien no capacitado.

Y sí, lo que la cargaba algo asombrada, pensativa y confundida era su sueño de esta mañana. Muy revelador, muy confuso, muy extraño. Era la primera vez que un ángel le hablaba en un sueño, ya los había presenciado varios sueños y los había sentido en el espíritu, pero nunca uno le había hablado de tan cerca, tan directamente.

Cuando se levantó, ella de inmediato oró a Dios para que le guiara y revelara lo que tenía que hacer, pero aun así su cerebro se instalaba a divagar sobre el tema llegando a demasiadas conclusiones.

-Habla -Ordenó Leonardo.

-Nada, no es nada. Coma usted tranquilo -Dijo y se levantó. Leonardo vio que esta se fue a su gaveta habitual en busca del horario médico.

Y aún cuando miraba el papel, se fue por unos instantes. Cosa que Leonardo notó por la mirada desenfocada que esta tenía, a pesar de que su rostro estaba en dirección al papel.

Unos minutos después, Leonardo ya había comido y tomado su medicina, se encontró vigilando cada movimiento de Abihail, como si quisiese descubrir que le pasaba tan solo con mirarla, pero no descubría nada aún así. Abihail ni siquiera notaba las miradas de Leonardo, estaba total y perdidamente desconectada en ese momento. Hasta que unos segundos sus ojos fueron a parar en los de Leonardo.

Los encontró fascinantes, azules y vivos de una manera extraña. Su mirada se había llenado de curiosidad, ya que la chica se había mostrado inmutable y ahora parecía más confundida que firme. Se sintió algo intimidada por la mirada escrutadora que este le lanzaba.

De pronto un bombillo se encendió en su cabeza cuando vio la avanzada y rebelde barba que tenía Leonardo.

-D-debería afeitarse -Apuntó, tratando de escapar de las preguntas que él podía hacerle.

Sin embargo, esa acotación solo hizo que la mirada de Leonardo se agudizara, achicando sus ojos con suspicacia.

-Estas tratando de tapar lo raro que actúas hoy, ¿Verdad? -Si Abihail sentía algo de timidez, lo sintió aún más cuando vio que Leonardo movió su palanca para, con la silla de ruedas, acercarse a ella. Cuando estuvo cerca, mantuvo su mirada fija en sus ojos y arqueó una ceja.

-Si quiere puedo afeitarlo yo, así no hay tantos riesgos… -Dijo, con la sonrisa más temblereca [1] que Leonardo le haya visto alguna vez.

-ah, ¿Sí? -Ella asintió enérgicamente-. Primero dime qué te pasa.

-Es que… no es… nada -Dijo.

-Sí -Afirmó con incredulidad-. Es TAN nada que estás nerviosa. ¿Acaso es algo grave? -Ella negó muy rápido- ¿Estás embarazada? -Volvió a negar- ¿Te dejó tu novio? -Negó- ¿Te gusta alguien? -Se le ocurrió preguntar, y entonces se percató de que Abihail no negó, solo se quedó dubitativa-. Entonces te gusta alguien, ¿Eh?

-N-no es eso tampoco…

-¿Entonces qué?

-D-debería afeitarse…

-¿Para qué? Eres la única, aparte del personal de la mansión, que me ve constantemente, no tengo motivos para estar bien arreglado nunca.

-Se llama higiene -Defendió ella.

-Hagamos algo -Dijo de pronto-, ¿Quieres que me afeite la barba? -Abihail asintió- Bien, y yo quiero saber que te pasa: Yo me dejo afeitar y tú me dejas saber que te pasa.

-Joven…

-Solo quiero un sí o un no. No insistiré.

Abihail lo pensó. No quería del todo contarle su sueño, pero la barba se veía muy descuidada, ¿Qué pensaría la gente de él si lo viese así? Seguramente nada bueno; también se preguntó si a ella como enfermera le correspondería tal labor.

Dio un suspiro y aceptó. Cosa que hizo sonreír un poco a Leonardo.

Abihail instaló a Leonardo en su silla especial de baño e inclinó un poco el asiento hacia atrás para tener mejor visión de él y la zona de su barba.

Leonardo comenzó a sentir que fue una mala idea formular tal trato con Abihail. La posición lo hizo estar intranquilo, en su corazón se instaló una inquietud similar a la que sentía cuando iba al dentista de pequeño; sin embargo se mantuvo quieto, serio y expectante.

La pelinegra preparó una afeitadora que de por sí se veía peligrosamente filosa, y antes de comenzar, cubrió su barba con crema de afeitar con sus delicadas manos, haciendo que el corazón de Leo palpitara con un ritmo constante. Para poder limpiar la hoja de la afeitadora, llenó el lavamanos con una cantidad agua generosa y tapó el desagüe para retenerla ahí.

Las manos de Abihail tomaron la afeitadora, mientras que Leonardo no apartaba la mirada del objeto y tragaba algo de saliva. Pero se sintió aún más intranquilo cuando Abihail se acercó demasiado para su gusto, por lo que tragó saliva aún más espesa.

Cuando Abihail estuvo a punto de rosar su piel con el instrumento, Leonardo prácticamente voló para detener sus manos, sujetando sus muñecas.

Abihail lo miró alzando una ceja, Leonardo por su parte carraspeó con nervios.

-Se cuidadosa -Dijo, y Abihail no pudo evitar reír un poco.

-Tranquilo, no le mataré -Leonardo entonces la soltó, muy lentamente, y para calmarse un poco sujetó alguna parte de su ropa.

La chica fue cuidadosa de no dañar su piel, pero de afeitarlo a la perfección; cada que la afeitadora se llenaba de los gruesos y algo largos vellitos, ella la remojaba y sacudía en el agua, la secaba en una toalla y ágilmente volvía a pasarla.

Durante todo instante, Leonardo la observaba atentamente, casi sin pestañar, notando sus cejas un tanto fruncidas y sus ojos muy concentrados. Luego miró sus pecas, esparcidas como chispas en sus mejillas y tabique nasal.

Se preguntó si tendría esas mismas pecas en su espalda o en sus…

De inmediato detuvo a su cerebro, y buscó colgar sus ojos en otro sitio que no lo hiciese sentirse más raro de lo que ya se sentía.

Cometió un grave error al mirar sus ojos.

Eran negros, muy negros. Quiso encontrar alguna pista de que eran un marrón muy oscuro pero no, se dio cuenta de que sus ojos era definitivamente negros. Era irónico, Abihail tenía los ojos negros que más irradiaban luz.

Se sintió ahora un imbécil por pensar en tal cosa.

Pero era cierto…

Sus labios también representaron una atracción turística para sus ojos curioso. Eran rojizos y suaves a la vista…

¡No!

Trató de desviar sus pensamientos, pero le fue difícil, tenerla así de cerca le estaba cortando el aire; si no eran sus ojos: eran sus labios, si estos no: lo eran sus ojos. Se decidió por cerrar los ojos.

Pero luego vino su olor…

Había dicho que ella siempre olía horrible, pero era toda una gran mentira: ella siempre olía de maravilla todos los días; su aroma era dulce, suave, a rosas, a caramelo… no sabía a qué exactamente, pero era estupendo.

Una mano de Abihail, en un movimiento suave, tomó su barbilla y la alzó para afeitar la zona de su cuello, y percibió su tacto muy aterciopelado, tan relajante… que cuando la quitó de ahí, su piel reclamó extrañándola.

-¡Listo! -Anunció una entusiasmada Abihail, Leonardo abrió sus ojos escondiendo lo sorprendido que estaba: había tardado demasiado poco.

-¿En serio ya terminaste? -Ella movió su cabeza de forma afirmativa.

Para él había sido muy rápido.

Abihail lo ayudó a lavar los restos de vello y crema que había en su rostro, y otra vez el corazón de Leonardo subía y bajaba por su garganta. Ella misma se encargó de secar su rostro con un paño limpio y de ayudarle a pasarse a la silla de ruedas.

-Espejo -Pidió él y la chica rápidamente se lo pasó.

Al verse, Leonardo descubrió su rostro, que había quedado oculto hacía un tiempo entre sus vellos; se admiró en cada esquina de la cara buscando algún imperfecto, pero no lo consiguió, y se sintió satisfecho.

-Está mejor de lo que esperaba -Admitió con una pequeñísima sonrisa.

-Fue hecho con cariño -Dijo, logrando captar la atención de Leonardo-, por eso quedó bien.

El pelinegro rodó sus ojos y agrandó un poco más su sonrisa.

-Bueno, ahora cuéntame lo que te sucede -Dijo este tomando rumbo para salir del baño.

Abihail lo siguió y se rascó la nuca, sin saber qué decir para iniciar.

Se decidió por resumirlo todo.

-Lo que pasa es que soñé con un ángel -Leonardo se detuvo cuando estuvo frente a uno de los muebles del recibidor, e invitó a Abihail a sentarse.

-¿Y?

-Me dijo que… pronto conoceré quien será mi esposo.

-¿Eso es lo que te tiene así de ida? -Preguntó con tono que se demarcaba extrañado.

-Se trata de quien será el hombre de mi vida, con quien pasaré la vida entera.

-O de quien quizá te divorcies en algún momento -Tales palabras hicieron que el rostro de Abihail se amargara.

-No considero el matrimonio de ese modo. Dios no estableció una unión de esa magnitud para que se acabara cuando cualquiera de las dos personas se aburriera.

-Pues déjame decirte, pequeña Abihail, que el mundo no es exactamente así. De hecho, en este mismo instante deben hacer millones de parejas divorciándose por segundo  -Comentó-. Nadie en estos tiempos se casa con la idea de que será para siempre.

-Usted lo ha dicho: el mundo y estos tiempos.

-Vale, solo digo que es una tontería estar así por un… sueño bobo.

-Sabía que no debía contarle nada… -Dijo, más que para él, para sí misma.

-De verdad que considero que perdí una muy buena oferta dejándote afeitarme para solo contarme esa estupidez.

-Eso le pasa por andar de metiche -Dijo ella por instinto.

Leonardo no pasó desapercibido su comentario. La pelinegra pudo ver como el rostro de Leonardo se desfiguraba en rabia por lo que había dicho.

-¿Sabes una cosa, Abigail? -Pronunció mal su nombre- Se te ha lavado demasiado el cerebro con el tema de Dios, solo espero que esas expectativas locas que te pasan por mente no sean una farsa y termines sentada de cu¡0, porque te prometo que me reiré de ti, me burlaré de tu decepción cuando un día te des cuenta que el amor duradero que te pintan los evangélicos no existe. Es más, descubrirás que tu propio esposo lleva la sangre sucia y perversa de Satanás.

La cabeza de Abihail al instante palpito dolorosamente, tanto  que tuvo que sostener su frente para intentar sostenerse del repentino dolor y mareo.

Las expresiones de Leonardo se suavizaron y su ser se sintió preocupado al verla perder muchos colores en un solo segundo.

Abihail se sostuvo del posa brazos del sofá y lo buscó con la mirada. Al verle, lo siguiente que pasó dejó un tanto perdido a Leonardo.

Abihail pronunció palabras, palabras que él reconoció no eran en español, quizá en ruso, quizá en griego, pero lo cierto era que le dijo algo que no era en español.

Lo que más le asustó, es que al escuchar las palabras que no era en ninguno de los idiomas que conocía (Francés, Inglés y Español) las pudo reconocer, supo lo que le dijo con claridad, como si se tratara de su lengua materna.

Le había dicho:

La verdad y el amor de Yahweh no es para cualquiera. Quien maldice a Israel, Yahweh a él maldecirá.

Abihail siguió hablando, cada vez menos consciente y a menor volumen. Pero de todo lo que dijo, lo único que pudo reconocer fue esa frase.

-¡Abihail! -La llamó- ¡Abihail! -Le gritó mientras hablaba ella aún en murmullos en otro idioma- ¡¡MARÍA!! ¡¡MARÍA!!

La pelinegra pudo reconocer que había estado ante la presencia de un espíritu de maledicencia que estaba en Leonardo, pudo sentir al Espíritu Santo de un ángel cortarle la cabeza y atravesarle una espada, pudo oír como este se desvanecía ante la justicia de Dios derramada en sus labios en forma de lenguas que ni ella misma podía traducir.

Pero entonces, cuando el espíritu maligno se fue, ella cayó totalmente dormida en el suelo.

-¡¡MARÍAAA!! -el grito se consumió dentro de su oído, encerrado en las paredes.

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[1] Temblereca: Temblorosa 😂

¡¡AQUÍ VIENE LA PARTE WENA!!

Comentenme contándome acerca de ustedes:

¿Cuál es tu color favorito?👁👄👁
¿Te gustan los animales? ¿Cuales? ¿Tienes alguna mascota?😌
¿Qué te gusta hacer en em tiempo libre? 🙂
¿Sabes hablar otro idioma? 😶
¿Conoces/tienes el don de hablar en lengua?🤔
¿Qué te gusta más de cada personaje? 😏
¿Cuál es tu edad? 😉
¿De dónde eres? 🤗
Dame tu dirección de teléfono, casa, acta de naci... okey no jsjsjsjs 😂😂😂

Sean libres de pregutar lo que gusten también trataré de responderles con diligencia 🙏❤

🌻🌼Que Dios les bendiga grandemente🌼🌻

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