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Capítulo I

—¿Por qué me miras así?

Su hermana colocó las manos sobre la corbata de su traje y acomodó esta con dedos temblorosos por las ansias. Él no hizo más que suspirar.

—Porque estoy ansiosa.

BaekHyun puso los ojos en blanco, sabiendo que SoHyun nuevamente estaba exagerando.

—Solo será una cosa rápida. No te ilusiones con esto.

—Lo sé. Es solo que de verdad creo que ChanYeol puede ser tu tipo.

Volvió a poner los ojos en blanco e hizo una mueca con los labios. Él no conocía a ChanYeol de ningún sitio, pero su hermana pareció demasiado emocionada, casi como si fuese ella quien estaba por juntarse con un extraño en ese preciso momento. O puede que sencillamente ella pensara que dio en el clavo con el sujeto, cosa extraña porque él no lo conocía y tampoco estaba muy a gusto con citas a ciegas.

—Haré lo que pueda —dijo para luego poner las manos sobre las de su hermana y así hacer que estas dejaran de sujetarlo del traje.

—Sé que lo harás bien. Solo dale una oportunidad.

—¿Siquiera lo conoces? —preguntó durante, ya de entrada molesto porque la sola idea de ir a gastar su tiempo con un desconocido le desagradaba.

—Pues sí. Digamos que es amigo de un amigo. —Hizo otra mueca y la chica pareció ponerse nerviosa—. Pero por favor no lo estereotipes, ¿sí? No es el típico gay de literatura juvenil. —Se cruzó de brazos—. ¡Es verdad!

Pues a BaekHyun le daba completamente igual. Él no buscaba a un protagonista de novela ni nada por el estilo, ni siquiera buscaba novio para comenzar. No obstante, su hermana menor, ya casada y con un hijo de cinco años, parecía demasiado urgida por comprometerlo antes de los cuarenta, para lo cual quedaba ridículamente poco.

A él no le importaba estar soltero, no era como que necesitara de una pareja y probablemente por ello no se conformaba con cualquier pretendiente. Durante su adolescencia se vio muy necesitado por estar con alguien luego de su primera ruptura amorosa, después de perder a su primer amor. En ese momento no importó quién, pero alguien debía estar acompañándolo y eso mismo lo hizo meterse en un círculo vicioso demasiado sexual y poco valorativo donde el más dañado siempre fue él. Por suerte, aprendió la lección, aunque lamentablemente ello lo hizo ser tosco y poco afectivo, al menos hasta que se sentía con la confianza suficiente como para abrir su corazón.

De hecho, el trauma fue tal que para los veinte años se vio sumido en una depresión extraña donde se encontró con una psicóloga demasiado esotérica para su gusto, por lo que terminó quemando papeles en su asador con los nombres de todos los sujetos con los que tuvo encuentros sexuales. En aquel momento no se acordaba ni del cuarenta porciento de ellos y muchos menos lo hacía ahora ya con treinta y ocho años, sin embargo, rectificó y era por eso mismo que durante todos los años hacía un espacio dentro de su propia libreta para anotar sus encuentros. Para febrero del 2021 llevaba cero, cosa sumamente agradable para él a pesar de todo lo que decían los demás.

—Le mandas saludos de mi parte, ¿sí? —le dijo su hermana cuando él estaba saliendo de su departamento, donde la mujer se quedó para hacer el aseo que no necesitaba porque BaekHyun era lo suficientemente independiente y pulcro como para requerir de aquello.

El no pudo evitar hacer una mueca—. ¿Te gusta o qué?

—¡Por supuesto que no! —chilló ella y JaeHyun corrió hacia su madre mientras aleteaba, al parecer asustado por su grito—. Solo me parece una persona agradable.

—Ajá —soltó sin ganas—. Nos vemos, hermana. Adiós, Jae.

—Adiós, tío Baek. —El pequeño se afirmó de la pierna de su madre y le hizo un gesto con la mano para despedirse, cosa que lo hizo verse sumamente tierno y le sacó de inmediato una sonrisa.

Probablemente los niños eran una de las cosas que BaekHyun no quería, pero a la vez sí. De primeras le desagradaba la idea porque le recordaba a su ex pareja, con quien deseó abrirse en ese ámbito, no obstante, no sucedió y él no quiso plantearse la idea nunca más. Al menos así fue hasta que su sobrino nació y eso le dio unas infinitas ganas de ser padre también, aunque siempre terminaba repitiéndose que no era necesario, que con JaeHyun bastaba y, en caso de desearlo mucho, siempre podía adoptar como padre soltero; siempre y cuando se hiciera multimillonario, claro.

Dio un suspiro ante el pensamiento y caminó al ascensor para luego bajar hasta el estacionamiento, dirigiéndose de inmediato a su deportivo rojo de tres puertas. Una vez dentro encendió la calefacción y dejó su maletín en el asiento del copiloto.

Ya manejando pensó seriamente en si ir o no a la cafetería donde lo citaron. Era sábado por la tarde y él podía hacer de todo con su día libre, pero tampoco podía dejar al chico plantado, así que se las arregló para buscar estacionamiento y una vez ahí bajó con su maletín para dirigirse al recinto. Para cuando puso un pie dentro se quedó parado en la entrada y estuvo tentado a maldecir en voz alta porque su hermana no le dio más que la dirección y la hora en la que se debía presentar. Con suerte sabía que el tipo se llamaba ChanYeol y aparte de ello no conocía mucho más.

—¡BaekHyun! —Se sobresaltó porque nadie lo llamaba por su nombre a gritos desde la universidad.

Se giró hacia la voz, topándose a un tipo pelinegro alzando la mano mientras permanecía sentado frente a él del otro lado de una mesa para dos y a un costado de la ventana. El hombre andaba con un simple suéter grande, unos jeans negros rasgados por la parte de las rodillas y un abrigo largo de un marrón claro, como el color del café con leche.

Jadeó porque no pudo creer que su hermana lo citara con un chico que fuera diez años menor que él. Sin embargo, en cierto punto eso fue lo de menos porque la sonrisa ajena era amplia por debajo de unos ojos chispeantes y contentos.

Síp, definitivamente era más joven que él.

Con incomodidad tomó asiento frente al hombre y colocó el maletín en el suelo, apoyado en una de las patas de la mesa ante la falta de asientos. Si BaekHyun hubiera llegado primero de seguro buscaría una mesa para cuatros, probablemente porque pensaría que el contrario andaría tan elegante como él, después de todo, así era la gente con la que acostumbraba a codearse. No obstante, el contrario pareció vestirse para salir a comprar el pan.

—Disculpa, ¿me estás escuchando?

Pestañeó un poco aturdido por la gruesa voz, en la que recién reparó debido a que el pelinegro hablaba con un volumen moderado. Antes de aquello se quedó mirando su pálida piel, lo grueso de sus cejas oscuras y esa forma extraña de sus ojos que le recordaba demasiado a los dibujos de chicos que salían en los mangas que leía su hermana. Los labios eran rosados por naturaleza, formando adorablemente una boca pequeña, y sus mejillas estaban ligeramente sonrojadas debido al frío.

—¿Por qué me miras tanto? —El chico se sacudió el cabello como si quisiera quitarse algo de entre las hebras y le volvió a dar una sonrisa.

Mierda, pensó. Tiene un hoyuelo.

Bajó la mirada hacia las manos que reposaban sobre sus rodillas, de repente sintiéndose nervioso. El estremecimiento le recorrió todo el cuerpo y subió para concentrarse en sus mejillas, donde sintió un calor que de seguro se convirtió en sonrojo.

BaekHyun no recordaba la última vez que se sintió así de avergonzado por un chico, aunque supuso que solo era debido a la aparente edad de este y no a sus variados encantos.

—Buenas tardes —dijo un poco ahogado, por lo que se vio en la necesidad de aclararse la garganta—. Byun BaekHyun.

El pelinegro soltó una suave risa, como si estuviera enternecido—. Park ChanYeol. Un gusto conocerte por fin.

—¿Por fin? —preguntó sorprendido e intentó mantener la mirada en el otro a pesar de que sentía las mejillas ardiéndole.

—Sí. Conozco a tu sobrino, JaeHyun. Soy su profesor de música. —Abrió los ojos sorprendido porque eso no se lo esperó para nada—. Te he visto entre el público en algunas festividades de la escuela.

—Oh... —soltó sin saber qué más decir.

De forma nerviosa se pasó una de las manos por el cuello y tiró del cabello de su nuca. Se sentía demasiado fuera de sitio, inestable y hasta un poco vulnerable por aquella sonrisa brillante y ni siquiera sabía bien por qué.

—Perdón por no vestirme mejor.

Se miró a sí mismo y otra vez se sonrojó. Maldijo al otro en su mente por ponerlo tan inquieto.

—No te preocupes. Soy yo quien se viste así. —Le dio una sonrisa nerviosa y nuevamente pensó que estaba actuando de una forma sumamente extraña.

¿Desde cuándo que no se comportaba así? De seguro desde que tuvo que disertar las primeras veces en la universidad, porque después de eso su personalidad se hizo demasiado profesional y no se le era difícil hablar con absolutamente nadie, inclusive con extranjeros que apenas entendía.

El sentimiento que le provocaba ChanYeol no era para nada satisfactorio porque de repente tenía muchas ganas de ir al baño y devolver lo que comió hace unas cuatro horas en el almuerzo. Además, no dejaba de cosquillearle todo el cuerpo y en sentir sus mejillas calientes. Quizás tenía fiebre y no se dio ni cuenta.

—¿Qué desean ordenar?

Recibió la carta que le entregó la mesera y dio un rápido vistazo antes de pedir un té de nuez moscada. Para su sorpresa, el contrario pidió café con leche y él se preguntó nuevamente cuántos años tendría. Sin embargo, se encontró sonriendo porque ChanYeol parecía un tipo inmenso e imponente, pero pedía leche como un niño y era la primera vez que se encontraba con alguien que no quería parecer un hombre serio y de negocios frente a él, quizás la primera persona que no buscaba impresionarlo y que solo le daba sonrisas sinceras.

—Disculpa —murmuró una vez que la empleada los dejó solos, llamando así la atención del otro—. ¿Cuántos años tienes?

Necesitaba sacarse la duda de la cabeza. No sobreviviría mucho más teniendo en cuenta que el contrario le sacaba muchas sonrisas y lo hacía sonrojarse en tan pocos minutos. No podía ni debía ilusionares, no quería hacerlo nuevamente y ya se prometió a sí mismo que no caería fácilmente ante los encantos de nadie, llevaba mucho tiempo sin hacerlo y a BaekHyun se le hizo hasta mortal el darse cuenta que nuevamente se encontró recordándose aquello.

—Treinta y ocho.

Pestañeó aturdido—. ¿Cómo?

—Treinta y ocho —repitió el azabache y se rascó la barbilla bien afeitada—. ¿Tan mayor me veo?

—¡No! —Nuevamente se sonrojó al darse cuenta de su grito estruendoso—. En realidad te ves mucho más joven. Pensé que como mínimo tendrías cinco años menos.

El contrario le sonrió, aparentemente agradecido por el alago y él se mordió el labio inferior porque el corazón le latía de manera incómoda y acelerada dentro del pecho. BaekHyun ya empezaba a entender a qué se debía aquello y la próxima vez que sonrió lo hizo de una forma mucho más relajada, incluso no se preocupó tanto como antes por su bochorno.

—Tengo entendido que compartimos la misma edad. —Asintió sin perder la sonrisa, dándole la razón al pelinegro—. Por eso te hablé coloquialmente. Espero que no te moleste.

—No, no. Para nada.

De seguro no debió sentirse tan encantado con el otro, con su sonrisa bonita y sus ojos brillantes, pero le pareció infinitamente fascinante y hechizante, único incluso. BaekHyun no estaba acostumbrado a codearse con personas así, por lo general solo lo rodeaban hombres mayores o jóvenes prepotentes. Inclusive fue así durante sus veintes, topándose generalmente con estos últimos sujetos, quienes parecían estar más interesado en su puesto de trabajo que en su persona como tal. No obstante, ChanYeol era claramente otra cosa y se le notaba esa inocencia en los ojos, esa buena intención y aquella transparencia que claramente era algo digno de BaekHyun.

La camarera volvió a ellos con sus cosas servidas y él procedió a sacarse el abrigo para dejarlo sobre el respaldo de su sofá, ya sintiéndose muchísimo más cómodo al darse cuenta que no tendría que salir huyendo ni nada por el estilo. De hecho, cuando BaekHyun giró sobre sí mismo para posar correctamente su abrigo miró la tela con una pequeña sonrisa, pensando que por fin su hermana dio en el clavo con algo y probablemente por ello estaba tan contenta. Aparentemente se pronosticaba como su primera cita a ciegas exitosa.

—Disculpa si mi invitación te pareció demasiado imprevista. Debes ser un hombre muy ocupado.

—No te preocupes. De hecho, es agradable hacer algo distinto al trabajo.

—Si es así me alegra saber que está siendo de tu agrado.

Sonrió y asintió antes de tomar su taza y dar un pequeño sorbo. Se sentía tan bien y revitalizado que de seguro él también debía parecer que tenía cinco años menos.

Probablemente solo fuera cosa de sonrisas.

—¿Cómo conseguiste que nos reuniéramos? —preguntó muchísimo más confiado, sin eliminar nunca la sonrisa porque sencillamente no podía.

—Mi hermana es amiga de la tuya. Ambas tienen a sus pequeños en la escuela donde trabajo.

—Ay. ¿En serio? —Si hubiese sido otro momento de seguro BaekHyun se avergonzaría de su actitud animada e inclusive aniñada, pero por alguna razón no le molestó mostrarse así frente a ChanYeol, quien le devolvió la sonrisa con los ojos muy achinados al ver su reacción. Al notar su expresión estuvo seguro que aquel sujeto era completamente distinto a cualquier otro, incluso más que el tipo que protagonizó aquel encuentro fatídico que luego llamó como su primer amor.

El pelinegro soltó una risa—. Sí. Te noté entre los apoderados. JaeHyun se parece muchísimo a ti.

—¿De verdad? —preguntó sorprendido porque eso no se lo esperaba. Él consideraba que su sobrino se parecía muchísimo más a su cuñado.

—Sí, son iguales. En un inicio pensé que era tu hijo, pero con tu hermana se parecen muchísimo también. —El soltó una suave risa, enternecido por la información—. Conozco a JaeKyun y creo que JaeHyun se parece mucho más a ti. La única diferencia es que tienes otro color de cabello.

No pudo evitar sorprenderse, aunque aquello solo le generó una risita—. Al parecer conoces a toda mi familia.

—No realmente. —ChanYeol rio y bebió un poco de su café con leche antes de continuar—: Pero se hace costumbre reconocer a los apoderados. Cuando los niños son pequeños es indispensable.

—Claro —concordó y asintió con una sonrisa—. ¿Y cómo se dio la casualidad de que nos encontráramos hoy?

—JaeHyun sabe tocar el piano. —Lo miró confundido, pero acabó asintiendo con lentitud—. Me contó que tú le enseñaste.

—Sí —respondió sin entender la situación del todo—. Toco desde pequeño y tengo un piano en casa. A JaeHyun siempre le ha gustado, así que cada vez que va le enseño un poco. Al parecer le agrada.

—Le agrada muchísimo. —A la hora de hablar a ChanYeol le brillaron los ojos mucho más, dejándolo ligeramente atontado porque no se esperaba que hablaran de su sobrino y mucho menos que el otro estuviese tan animado por conversar de ello—. Esa es la razón por la que estoy aquí.

Frunció el ceño y se reacomodó sobre el pequeño sofá individual—. ¿Cómo?

—Sí, conversé con SoHyun porque quiero invitar a Jae a participar en la asociación de música del centro cultural, que es otro lugar donde trabajo. Me dijo que lo hablara contigo.

Apretó los músculos de las piernas y sintió que el aire se le iba ligeramente. Su corazón pareció bombear extraño de nuevo, aunque en aquella oportunidad dejó en su cuerpo un sentimiento desagradable. Claro... ¿Por qué habría de sorprenderse de su hermana? Después de todo, la chiquilla esa se las ingeniaba para conseguir todo lo que quería. Sin embargo, nunca SoHyun fue de burlarse de absolutamente nadie, mucho menos de él, por lo que la situación era más hiriente que cualquier otra cita fallida que llegó a tener.

Tomó aire lentamente y procuró no perder la sonrisa, aunque de seguro adoptó una postura profesional porque era la que acostumbraba a llevar siempre, la que era distante, seria y hasta desagradable.

—Entiendo. Cuéntame de ello —dijo sin mirarlo y se preocupó en alcanzar su maletín para sacar su agenda y empezar a tomar notas.

Abrió el cuadernillo en una de las últimas hojas, donde su sobrino le pegó pegatinas del dibujo animado que estaba de moda y él la instauró como su espacio predilecto, por lo que tenía anotado algunos medicamentos que le pidieron que comprara y la talla de su ropa; además de sus récords de altura, claro, porque a BaekHyun le encantaba verlo crecer.

Al no obtener ninguna respuesta por parte del contrario elevó la cabeza, encontrándose con la mirada atenta de su interlocutor y BaekHyun nuevamente se halló nervioso, no obstante, se quitó todas aquellas ideas de la cabeza y procuró no ilusionarse, cosa que no lo hizo sonreír siquiera. Aparentemente ChanYeol notó su cambio de actitud porque pareció perder ligeramente su brillo.

—¿Tienes hijos? —Se sorprendió por la pregunta ajena, por lo que se tardó en negar—. Serás un buen padre. Pareces bastante preocupado.

Miró su agenda de cuero ecológico y tragó saliva con dificultad. El comentario le dolió a pesar de que no fue dicho para ofenderlo ni mucho menos. Sin embargo, se entristeció y deseó irse de ahí cuanto antes porque el no tenía hijos ni pareja; de hecho, justamente fue con la idea de conseguir aquello último cuando se plantó ahí en primer lugar.

Al parecer el contrario se dio cuenta de su incomodidad porque tosió un poco y del interior de su abrigo sacó un folleto, el cual puso delante de él sobre la mesa de madera. BaekHyun le dio una rápida mirada al papel y frunció el ceño.

—JaeHyun es pequeño aún. No podrá soportar una hora de clase.

—Sé que no podrá...

—No —soltó tajante, inclusive molesto, aunque no tenía por qué.

ChanYeol fue agradable desde el inicio y estaba claro que el hombre no se presentó ante él porque estuviese interesado en su persona ni lo viese como un posible candidato como pareja, puede que inclusive este ni siquiera tuviera bacante para aquel cupo en su vida. Por lo mismo, no podía hacer más que sentirse ofendido y triste por sí mismo, ni siquiera el problema era que su hermana lo hubiera llevado hasta ahí con la idea de que el contrario estuviera interesado en él. Después de todo, las citas a ciegas —aunque esa ya no se consideraba una— constaban de encontrarse con una persona de la cual solo sabías que tenía el mismo interés por buscar pareja. No obstante, con su interlocutor ni siquiera compartía aquello.

Suspiró al darse cuenta que fue descortés—. Disculpa, pero ¿por qué mi hermana te dijo que hablaras conmigo de este tema? Ellos son los padres, no yo.

El contrario le dio una suave sonrisa y hasta pareció nervioso, adoptando una actitud tan jovial que BaekHyun creyó que el chico bromeaba con él y que todo lo que le dijo en un inicio solo fue para jugar un poco, hacer el ambiente más ameno quizás. Ante lo cual, y aunque no debió, se le pasó por la cabeza que ChanYeol sí estaba dispuesto, que se las arregló para conseguir citarlo en aquel lugar y que el interés iba muchísimo más allá que por su sobrino.

—Tengo otro motivo por el cual deseé encontrarme contigo.

Por primera vez en muchos años BaekHyun se permitió ilusionarse, pensar que las cosas podían salir como le sentaran mejor a él. Se dio la posibilidad de ponerle rostro a todas sus imaginaciones donde él estaba acompañado de la mano de alguien mientras iban por detrás de un pequeño en bicicleta, donde alguien más lo acompañaba al supermercado y discutía con él por si debían llevar azúcar o endulzante, y puede que sea estúpido porque vio que ChanYeol le echó de lo último a su café igual que él. Pero daba igual, lo importante era que su pecho tenía un sentimiento increíblemente hermoso y que parecía querer forzarle la sonrisa en el rostro.

—Dime —musitó sin dejar de mirarlo, deseoso de que hablara de una vez porque BaekHyun tenía muchas ganas de ir a dar vueltas al parque que estaba a dos cuadras de aquella cafetería como si no tuviese que preocuparse por todo el papeleo que debía tener listo para el lunes.

—Me gustaría pedirte que participes en la festividad de Navidad junto a JaeHyun. Tú mismo acabas de decir que sabes tocar el piano desde pequeño. Lo hablé con mis colegas y consideramos que sería muy lindo incluir a un niño de la edad de JaeHyun en la presentación.

Nuevamente se dio cuenta que por muy fuerte que pudiera llegar a ser su amor a primera vista, o la buena primera impresión que le dio el otro, siempre podían continuar hiriéndolo.

—¿Participar yo en la presentación? —terminó soltando al darse cuenta que se quedó más tiempo del necesario callado.

—Sí. —ChanYeol no quitó la sonrisa—. Hablé con JaeHyun y me dijo que lo haría siempre y cuando tú estuvieras allí. Además, y si estás de acuerdo, mi hija participará junto a ambos para cantar.

La tensión en sus músculos, el dolor en el pecho, la garganta cerrándosele y BaekHyun supo de inmediato que fue suficiente, que ya no quería seguir sintiéndose así, por lo que no logró hacer nada más que negar con una sonrisa fingida mientras se ponía de pie y recogía sus cosas. Como pudo le dijo que lo sentía y que hablaría con su sobrino de ello para que pudiera presentarse así como quería el profesor, pero él como hombre no lo pudo soportar más y con apremio consiguió dejar dinero sobre la mesa para pagar su té y salir del recinto con la finalidad de subirse a su vehículo.

El maletín se cayó a los pies del asiento de copiloto y los dedos se le quedaron enganchados unas cuantas veces en las argollas de las llaves, pero logró salir de ahí con el corazón martillándole el pecho y los ojos ardiéndoles porque se sentía malditamente estúpido por verse tan afectado por un tipo que no conocía de nada, al cual vio por primera vez por detrás de una taza de café con leche.

—¿Por qué me hiciste esto? —soltó con voz dura mientras manejada y llevaba el teléfono pegado a su oreja para hablar con su hermana, importándole bastante poco si terminaba matándose por ello.

—¿De qué hablas?

—¡¿Por qué mierda me dijiste que era una cita a ciegas?!

BaekHyun siempre tuvo una muy buena relación con SoHyun. Eran solo ellos dos como hijos de un matrimonio demasiado ocupado en su mundo laboral y eso los hizo tan cercanos que llegaron a la conclusión de que solamente podían contar con ellos mismos. No obstante, BaekHyun se sentía terriblemente traicionado y no pudo caer en cuenta de ello hasta cuando sintió que los ojos se le nublaron mientras conducía y casi se pasó un semáforo en rojo por ello.

Baek, escucha... —La mujer balbuceó desde el otro lado de la línea—. Disculpa, pero creí que de verdad podrías congeniar con ChanYeol. Sabía que si te gustaba tú...

—Cállate —espetó entre dientes porque no tenía voz para más—. ¡No tienes ninguna puta idea de cómo me siento y solo sigues intentando crearme la vida perfecta cuando nunca te lo pedí, SoHyun! —gruñó y sintió que la voz le salió feroz, sin embargo, una vez que soltó todo se apreció la angustia en sus cuerdas vocales—. ¿Por qué me hiciste esto?

Mierda, Baek. No sabía que esto te afectaba tanto. O sea... He intentado muchas veces hablar contigo del tema, pero siempre te cierras. JaeKyun me insistía con que estabas soltero por ser un amargado y yo...

Cortó la llamado y lanzó el teléfono al asiento del copiloto, haciendo que este rebotara sobre la superficie y terminara por algún lugar dentro del vehículo. Verdaderamente aquello no le importó y solo pisó el acelerador lo más fuerte que pudo, pasando marchas con rapidez hasta llegar a la máxima y perderse por entre las calles con la finalidad de llegar lejos, hacia donde nadie lo encontrara ni tuviera que mirarle la cara.

Terminó frente al río Han con la cabeza contra el volante y sollozando durante lo que parecieron ser horas. Se sintió malditamente mal y no porque esa fuera su primera vez padeciendo ese tipo de sentimientos, llegó a vivir muchos peores. No obstante, ChanYeol era distinto y probablemente era la primera vez que le importaba tanto lo que sucediera con alguien en una cita, o lo que sea que fuera ese encuentro.

Cuando empezó el lunes pensó que todo se le olvidaría, que el sentimiento desaparecería y volvería a ser el mismo Byun BaekHyun regañadientes que fue desde la juventud. Sin embargo, el chico de café con leche estaba constantemente en su cabeza y lo convirtió en un malhumorado deficiente, donde se chocaba con sus colegas y alzaba la voz más de la cuenta. Lo soportaron hasta el miércoles, día donde su jefe le llamó la atención a tal punto que la advertencia de despedirlo fue clara y BaekHyun no pudo hacer mucho más que llegar a su casa a embriagarse con vino tinto y llorar un poco mientras miraba hacia el gran ventanal que tenía en el salón.

—¡Tío Baek! —Tiró de sus mantas para taparse, como si no quisiese que su persona favorita lo encontrara—. Tío Baek, quiero tocar el piano.

Era domingo por la mañana. BaekHyun sabía que no podía estar todo el día en la cama, aunque sufrió mucho a la hora de levantarse porque la resaca que le provocó los reiterados tragos durante la noche anterior lo estaban matando.

Se forzó por sonreírle a su sobrino mientras se sentaba en la cama, pero el pequeño de inmediato le hizo una mueca al llegar frente a él.

—Tío, ¿por qué hueles tan mal?

Se tragó el suspiro y las ganas de largarse a llorar nuevamente—. Ve con mamá. Yo me ducharé e iremos a tocar el piano.

El niño no hizo más que asentirle y al verlo salir del cuarto se apresuró para ir hasta el baño de la habitación, donde tuvo que cerrar de un portazo porque las ganas de vomitar lo superaron y se vio con la cabeza contra la taza del inodoro.

—BaekHyun —Asustado levantó la cabeza al escuchar la voz de su hermana, pero la puerta seguía cerrada. Sin embargo, la mujer no se tardó mucho más en ingresar al pequeño espacio. Al verlo se mostró sorprendida y cerró la puerta rápidamente por detrás suyo, probablemente para que JaeHyun no se enterara del estado lamentable en el que estaba su tío—, ¿qué te pasó?

—Solo me siento mal —susurró mientras se ponía lentamente de pie y tiraba la cadena.

—¿Sentirte mal? —preguntó ella con tono irónico y él se apresuró en enjuagarse la boca porque podía pronosticar la discusión que se aproximaba—. ¿Piensas mentirme tan descaradamente cuando apestas a vino?

Abrió la boca porque estuvo dispuesto a disculparse, pero no creyó que debía hacerlo. Después de todo, ¿qué estaba mal? Ya tenía treinta y ocho años, no tenía por qué pedir disculpas por emborracharse cuando nunca fue bueno para hacerlo, no tenía por qué contarle la mierda que se sentía porque de repente se dio cuenta que lo único que tenía era un departamento y un auto bonito, pero que siempre llegaba a casa sin que nadie lo esperara, sin que nadie lo acompañara para cenar y, a pesar de que siempre acostumbró a tomarse una copa de vino durante la cena, nunca pensó que una le siguiera a la otra de una forma tan angustiante, como si necesitara olvidarse de que estaba sentado ahí sobre su mesa de vidrio, completamente solo.

—¿Y cuál es el problema? —terminó soltando entonces, molesto y herido.

SoHyun lo miró ofendida—. ¿Haces esto por lo que pasó con ChanYeol?

—¡No lo nombres! —pidió rudamente y su hermana se sobresaltó, cosa que lo hizo sentirse mal porque probablemente aquella era la primera vez que actuaba tan brusco con su pariente.

—No sé qué te pasa, BaekHyun, pero te aviso que no pienso dejar que veas a JaeHyun con esta actitud de mierda que tienes.

—¿Qué? —preguntó casi sin aire y se quedó plantado frente al lavamanos cuando vio que la mujer salía de la habitación—. ¡SoHyun!

Siguió a la chica y llegó hasta el salón, pero no alcanzó a hablar con ella porque su cuñado se puso frente a él y lo tomó por los hombros con suavidad a la vez que le daba una mirada seria. Vio a su hermana salir por la puerta de su vivienda con JaeHyun de la mano, este último haciéndole un gesto de despedida mientras lo miraba con sus ojitos brillantes y tristones.

—BaekHyun —lo llamó JaeKyun con lentitud y él no se contuvo de mirarlo con los ojos aguados, sin mostrarse avergonzado por absolutamente nada porque sentía que de repente le quitaban lo único por lo que se sentía a gusto consigo mismo, incluso a pesar de que JaeHyun ni siquiera fue producto de él de ningún modo—, siempre nos hemos llevado bien y te aprecio como un hermano, pero debo priorizar a mi esposa y a mi hijo. SoHyun está muy arrepentida y triste por lo que pasó. Me disculpo yo también por comentar acerca de tu vida cuando no tengo nada por lo cual opinar. Solo te notabas tan vacío, BaekHyun, tan solo...

—¿Y crees que ahora no lo estoy? —soltó escuetamente y el contrario hizo una línea con los labios.

—Con esto me di cuenta que estás así porque de esta forma quieres estar. —Se sorprendió y en respuesta solo tuvo una pequeña sonrisa que pareció querer ser alentadora—. JaeHyun este viernes tocará el piano en la escuela. Por favor ve a verlo, ¿sí? Es pequeño, pero incluso él ha notado tu vida, tus carencias...

—Cállate —le terminó soltando y dio unos tres pasos hacia atrás—. Vete de mi casa.

—Baek, por favor...

—Te dije que te fueras de mi casa.

Quedó solo en un departamento inmenso, frío y oscuro, donde todas las cortinas cubrían la luz del sol y los platos estaban sucios por toda la casa.

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