Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 8 (Salida male sal)

Remojó sus labios en el caliente café que había pedido de postre, antes de posar con suavidad la delicada taza blanca con borde dorado sobre un pequeño platillo, el cual era del mismo color. Era un viernes por la noche y la azabache se encontraba en un restaurante cerca del centro con Nendo, Kaido y Saiki. El sitio no era muy caro (hecho que agradeció en el fondo), pero tampoco muy barato. Tenía una decoración simple pero muy bonita, no era nada alocado. Además de que la gente era tranquila, el bullicio era suave, por lo que no molestaba en lo absoluto. Todo era e iba perfecto...

"Demasiado perfecto..." Pensó, observando a su alrededor recelosa. "No es común que mi vida vaya tan bien..."

Cállate. No uses la ley de atracción.

Unos minutos de que todos hayan casi terminado sus respectivos postres, un mesero caminó hasta la mesa de ellos para dejar la cuenta para después retirarse educadamente. El grupo terminó por decidir que cada uno pagaría lo suyo, era lo más rápido de hacer.

—Bien, dejen que busco-... —habló la azabache, metiendo la mano en su bolso, y revolviendo con cuidado las cosas que se encontraban allí—. ¿Uh?

De repente, el rostro de la joven se tornó pálida. Aquello alteró y llamó la atención de los tres chicos.

"No puede ser... debe ser una maldita broma..." Hikaru maldecía internamente, ya dejando su bolso a un lado.

Yare yare... esto si es un problema...

—¿Qué sucedió, Nishimura-san? —cuestionó Kaido, preocupado por la expresión de la joven.

—Mi billetera... no está. Y estoy segura de que la metí en mi bolso antes de traerla... —concluyó ella, largando un pesado suspiro—. Parece que me la robaron...

"Cálmate Hikaru, cálmate... No hagas una maldita escena, y menos en público... no querrás salir en la televisión otra vez..." Pensaba, intentando no entrar en pánico.

—¡No te preocupes, compañera! ¡Yo pagaré por ti! —acotó Nendo, sacando su billetera del bolsillo de su pantalón, aliviando a Hikaru.

"Dios, Nendo... me salvaste. En cualquier momento te beso."

Qué desagradable.

Sin embargo, cuando el chico abrió la billetera lo único que había dentro era una pobre mosca que salió volando a quien sabe dónde.

—¡Eh! ¡Mi dinero desapareció! —dijo Nendo, sorprendido, buscando inútilmente en sus bolsillos, bajo la mesa y hasta en la misma billetera.

No desapareció, seguramente lo gastaste en ramen...

"El día iba demasiado bien..." Hikaru intentaba buscar alguna otra solución. "Si no podemos pagar no nos podremos ir de aquí..."

—¡Idiota! ¡Y-yo no tengo tanto dinero como para pagarles a los dos, solo tengo para mí! —comentó Kaido, mirando los pocos billetes que tenía de su mesada—. ¡Saiki! ¡Dinos que tú tienes-...!

El psíquico negó rápidamente, y no era una mentira. Al igual que su amigo 'Alas negras', había traído el dinero suficiente para pagar solamente lo suyo. Lo peor de todo es que no podía usar sus poderes para tener algo más de dinero, puesto que no llevaba nada de valor encima para poder intercambiar.

—¡No se asusten! Tengo todo bajo control. Ustedes pueden quedarse aquí mientras yo regreso a mi casa a buscar dinero. ¡Así podremos pagar! —acotó Nendo, alzando su dedo en señal de que todo estaba bien. A continuación, empezó a caminar fuera del restaurante—. ¡Prometo no tardar!

—¡Oye! ¡Nendo, idiota! —trató de llamarlo Kaido, pero fue en vano—. Saiki, Nishimura-san... ¿pueden quedarse aquí? Voy a cuidar de que Nendo no se pierda ni haga cosas raras...

"Confío más en Nendo que en ti." Pensó la azabache, observando cómo el de cabello azul también se largaba del lugar.

Nendo se distrae fácilmente, pero estamos hablando de Kaido, seguramente se pierdan un par de veces hasta llegar a la casa de ese idiota. Encima se está haciendo de noche, más les vale no tardar nada.

"Ugh, que incómodo... Tengo que estar con el teñido este... ¿De qué se supone que debemos hablar? ¿De videojuegos? ¿De anime? ¿De tetas? ¿De qué hablarán los niños de hoy en día?" Hikaru desvió la mirada, con el ceño levemente fruncido.

¿Niños? Solo tienes dos años más que yo, idiota.

"Oh, ya sé..." La azabache lo miró.

A ver con qué estupidez sales ahora.

—Oye, Saiki... ¿Puedo preguntarte algo? Es... un poco personal. —empezó ella, acomodándose en su silla.

El mencionado le observó con una ceja alzada, curioso por el comentario de esta. En silencio, asintió.

—Es decir, no lo pregunto de mala manera. Si no quieres responderla no tienes por qué hacerlo. Está bien. —continuó la azabache.

Solo dila. Estás poniéndome nervioso y seguramente sea una idiotez.

—...¿Eres gay?

Silencio.

—¡No me mires así! Yumehara me contó que le gustas a Teruhashi, y que tú ni siquiera suspiras cada vez que la ves. O sea... ¡es una dulzura! Su cara parece tallada por los mismísimos ángeles. Hay que ser ciego como para no prestarle atención, y por lo que veo, tú no eres ciego... así que... supuse que tal vez... tú... tengas otros gustos en particular... —se excusó la azabache, sonriendo un poco nerviosa—. Es decir, no es por nada, pero... yo le daría... y no precisamente consejos.

El rostro de Kusuo se desencajó un poco. Definitivamente no se esperaba ese comentario y esa acusación.

—¡T-tampoco está mal que lo seas! ¡Por supuesto que no! Tal vez seas heterocurioso y es bueno descubrir cosas de nosotros mismos... Te lo digo por experiencia. —una risita se escapó de los labios de Hikaru, para después guiñarle un ojo.

¿Es esta tu manera de salir del closet conmigo?

—Teruhashi no es mi tipo.

—Ah, ya veo. Tu tipo es más... ¿masculino? ¿rudo?

—Qué no. Solo porque Teruhashi no me gusta no significa que sea-...

—¡Pero es imposible que no te guste! ¡O sea...! Teruhashi es... ¡Teruhashi! Hasta a mí me gusta. —recalcó la azabache, casi alterada.

Saiki rodó los ojos.

—No lo soy. Y no voy a seguir con esta estúpida discusión.

—Bien...

Un silencio incómodo los envolvió a ambos. Saiki tenía su mentón apoyado en su mano derecha, mirando por la ventana que tenían en frente, mientras que Hikaru miraba el techo a la vez que sus dedos hacían un suave y aleatorio ritmo sobre la mesa.

Entonces, en medio del silencio, el psíquico recordó algo.

—Hoy escuché un rumor sobre ti.

Kusuo observó con atención y curiosidad como el cuerpo de la mayor se tensó ligeramente, pero más de nervios, parecía de rabia. Ella tardó unos segundos antes de mover la cabeza con lentitud y posar sus ojos en los de él.

—Ah, ¿sí? ¿Qué fue lo que oíste?

—Dijeron que repetiste de curso.

Otro profundo silencio se instaló. La mirada de Hikaru no tembló ni se movió de su punto en ningún momento, cosa que sorprendió a Saiki. La joven parecía determinada.

—Sí, es cierto. Pero todos los que dicen que repetí porque quería... es mentira. Si fuese por mí, nunca hubiese repetido. —contestó finalmente, cruzándose de brazos y apoyando su espalda en el respaldar de la silla.

Saiki frunció el ceño.

—No te tengo la confianza suficiente para decirte por qué. Solo... no creas todos los rumores que dicen por ahí. —continuó—. Ellos que soy una zorra y que me meto con los profesores para aprobar... todo es mentira, por supuesto. Y es horrible, porque nadie sabe cuánto me mato estudiando para tener buenas calificaciones.

—Ya veo... ¿al menos puedo saber por qué aparecieron esos rumores? No creo que hayan aparecido solo porque sí.

Hikaru apretó los labios y se acomodó mejor en la silla. Inclinó su cuerpo, apoyando ambos brazos sobre la mesa.

—Todos los rumores que hablan de mí... salieron por culpa de un idiota. Que, de hecho, fue un ex compañero mío que iba a mi misma clase. Al igual que yo, repitió, pero él no siguió en este instituto, se fue a otro. —explicó ella, con una expresión de total seriedad en su rostro.

Y ese fue el momento en el que Saiki se dio cuenta. Había sentido que Nishimura tenía algo extraño, pero no podía detectar qué.

La azabache tenía una mirada... diferente a lo que él estaba acostumbrado a observar. Sus ojos se habían tornado oscuros, sus cejas estaban ligeramente inclinadas, y su boca formaba una perfecta línea recta. Su voz era firme, y su cabeza se encontraba en silencio. No tenía ningún pensamiento, solo se concentraba en la conversación.

Por un momento, Kusuo se sintió intimidado. Los ojos de la joven no se despegaban de él, y estaban atentos a cualquier movimiento.

Fue allí cuando él notó el nivel de madurez de Hikaru.

—No sé cómo lo hizo, pero tampoco me interesa saberlo. Logró contactarse con los que ahora son mis actuales compañeros de clases, y empezó a decirles un montón de cosas. Alguna que otra era verdadera, pero la mayoría fueron falsas. Y como yo ya tenía una reputación de mierda por haber repetido, eso empeoró la situación. Cuando tuve que presentarme a la clase, lo único que podía ver eran sus miradas. Ellos me miraban como si fuese un maldito payaso de circo. Susurraban a mis espaldas, e inventaban más cosas sobre mí. —siguió—. No les culpo del todo. El idiota ese sabe cómo manipular, así que no le fue nada difícil meterles ideas raras en la cabeza, así hacerme quedar como la mala del cuento. Es decir... ¿quién no criticaría a una persona que supuestamente fue a rehabilitación por consumo de drogas y que se acostó con el director para que la dejaran seguir en el instituto?

Kusuo se había quedado callado. No sabía muy bien qué decir.

—Tomé malas decisiones, sí. Pero tampoco soy un maldito monstruo. Aunque no lo creas, muchas personas cambian, y yo cambié. —sin decir nada más, Hikaru volvió a su posición actual, ya cerrando los ojos para suspirar profundamente.

El psíquico no desvió la mirada de ella.

—Los profesores también piensan cosas horribles de ti.

—Sí, lo sé. No te sorprendas... parece que las paredes del instituto tienen orejas. No puedes contar nada que ya todo el mundo lo sabe. —respondió, alzando los hombros, restándole importancia.

Saiki bajó la mirada a su taza de gelatina de café vacía, todavía sin saber qué palabras utilizar para aliviar el ambiente. Por lo que prefirió quedarse en silencio.

—Ugh, ¿dónde mierda están Nendo y el rarito? ¿Se los tragó la tierra o qué? —gruñó Hikaru, refregándose ambas manos por toda la cara.

Claro que Saiki no le hacía falta la clarividencia para saber qué había pasado exactamente.

Los idiotas se perdieron por culpa de Kaido... a esta altura ya no me sorprende.

—Disculpen, jovencitos. —el mesero que antes había traído la cuenta, apareció delante de ellos con una expresión de seriedad en su rostro—. Si no pueden pagar, deberán prestar servicio comunitario al restaurante. Se quedarán hasta que el lugar cierre.

Y sin permitirles decir nada a los menores, el hombre se marchó para poder atender a los nuevos clientes que arribaban en el lugar.

—Genial, lo que me faltaba. —bufó la azabache, poniendo los ojos en blanco—. Este restaurante cierra a las once, y recién son las siete en punto. Más les vale apurarse.

No lo harán. Por lo que veo, tienen para rato.

—Supongo que tenemos para rato. —acotó Hikaru, volviendo a posar su mirada en Kusuo—. Hablemos de algo, siento que si no me mantengo entretenida los siguientes diez segundos moriré del aburrimiento.

El psíquico alzó una ceja.

—¿De qué quieres hablar?

—No lo sé. Yo ya hablé mucho, te toca a ti abrir la boca... —dijo, cruzándose de brazos.

Y se lo dices a una persona que literalmente no abre la boca para hablar.

Los próximos segundos que transcurrieron fueron en completo silencio. Hikaru hizo una mueca, casi burlándose del de pelo rosa.

—No eres bueno en esto de socializar, ¿eh? Típico de otakus. No socializan, no se bañan y encima se tiñen de colores raros.

—¿Tan raro te parece mi pelo?

—Sí. ¿Tus padres no te dijeron nada cuando te teñiste? Mi madre se entera de que tengo un tatuaje en la espalda y me rebana la cabeza. —la azabache sonrió.

—¿Tienes un tatuaje?

—Ajá. Te lo mostraría, pero está en una parte baja de la espalda, y no quiero que luego tengas pensamientos obscenos en la noche. Mastúrbate, pero imagina a esos dibujitos animados, no a mi.

Saiki rodó los ojos.

—Yo no-...

—Ah, por favor Saiki. Tienes dieciséis años, casi diecisiete. No engañas a nadie. —Hikaru parecía estar divirtiéndose.

Es imposible tener una conversación contigo.

—Además, no sé por qué te avergüenzas. Es algo normal en la adolescencia tocarse a sí mismo y experimentar los límites de tu cuerpo. Te conoces un poco más. —dijo ella, sonriéndole con algo de picardía—. Cuando tengas novia... espera, ¿ya tuviste novia?

Saiki negó. Solo quería que la azabache se callara de una vez.

—Bueno, entonces cuando tengas tu primera novia lo entenderás mejor. Ya llegará esa otaku maloliente que te hará temblar de pies a cabeza y no podrás resistirte.

El psíquico empezaba a perder la paciencia.

De golpe, lo que predijo Aiura vino a su mente, borró ese recuerdo enseguida.

Qué horror.

—Nunca he estado enamorado.

—Bueno, no hablo de enamoramiento precisamente. No tienes que ser un genio para pensar que alguien es atractivo físicamente. Por ejemplo, Kaido me parece lindo, pero es un idiota del que nunca me enamoraría.

—Sabes que si te oye se pondrá mal, ¿verdad?

—Sí, lo sé. Pero no te preocupes, no seré mala con él. Solo que... no creo que le guste más que físicamente. A mi también me han gustado personas que, luego de conocerlas bien, me doy cuenta que lo último que podría hacer es salir con ellas. Por eso nunca hay que lanzarse tan rápido a la piscina, si sabes de lo que hablo. —contestó, posando ambas manos detrás de su nuca, recordando todas sus experiencias.

—Pareces saber mucho de eso. Supongo que tuviste tu historia.

—Uf, claro que sí. Mi vida cambió cuando tuve mi primer novio, a los dieciséis. Con él experimenté muchas cosas, y no solo hablo de lo sexual. Hablo de cosas en general. —se explicó—. Aunque... desearía no haberlo conocido, terminó siendo una mierda. Y es parte de mi pasado que no quiero recordar, mejor hablemos de otra cosa.

Saiki tuvo curiosidad de saber qué era lo que tanto ocultaba, encima no podía saberlo ni siquiera por sus pensamientos, puesto que ella bloqueaba cada recuerdo o hecho que le viniese a la mente acerca de ello.

—Hablemos de cómo asesinaré a Kaido por tardar. Tú me ayudarás a enterrar el cuerpo, no es una pregunta.

—¿Y por qué a Nendo no?

—Nendo definitivamente me aplastaría antes de que yo intentase hacer algo.

—Es mas idiota de lo que piensas. Es capaz de morir por algo estúpido.

—Sí, pero tiene fuerza y es pesado. Es una suerte que sea buena persona, no quiero imaginar lo que sería si él fuese un bravucón. —comentó, alzando los brazos divertida.

Sí, tiene un punto.

Saiki se sorprendió cuando notó que la conversación era más larga de lo que pudo imaginar en un principio. Nunca había hablado tanto con alguien. Y mucho menos seguía hablando para que no hayan espacios en silencio entre ambos. ¿Qué estaba pasando?

—Y parece que nos tocará lavar platos nomás. Esto es increíble. —habló la muchacha, cruzándose de brazos y rodando los ojos al notar que unos cuantos meseros susurraban entre ellos, apuntando la mesa en donde estaban.

—Peor sería si nos hubiese tocado limpiar los baños, así que no te quejes.

—Ugh, tienes razón.

La noche transcurrió con lentitud, y tanto como Hikaru y Saiki hicieron lo mejor posible para que el tiempo se pasase rápido. Aunque... no dio muchos frutos... lavar platos no era algo muy divertido que digamos. No obstante, lo hicieron menos pesado entre comentarios irónicos, sarcásticos y graciosos. El psíquico incluso se divirtió un poco.

Cuando finalmente terminaron, el reloj de pared marcó las once y cuarto, dando a entender que el restaurante iba a cerrar y los jóvenes podían partir hacia su casa. Cosa que hicieron apenas estuvieron libres de las garras del jefe del local, quien estuvo como media hora regañándoles.

"Estoy exhausta. En estos momentos, mis ganas de vivir bajaron un 95%." Pensaba Nishimura, mientras caminaba sin prisa por las oscuras y solitarias calles junto a Saiki.

—Fue una pésima salida. ¿Qué rayos estuvieron haciendo esa bola de inútiles que jamás volvieron? —se quejó la joven, sin mirar a su compañero. Ambos tenían el mismo camino hasta un trecho, donde Hikaru debía seguir derecho y Saiki debía doblar en una esquina.

¿La realidad? Kaido y Nendo se encontraban en la casa de este último jugando a las cartas. Después de haberse perdido gracias a Shun, cuando finalmente llegaron al hogar de Nendo, los dos se habían olvidado para qué habían ido.

Los asesinaré cuando los vea.

—De todas formas, fue agradable pasar tiempo contigo. —dijo ella de golpe, deteniéndose en la esquina en la que Kusuo tenía que doblar para ir a su casa.

—Supongo que fue agradable para mi también.

—¿Supongo? Diablos, al menos disimula que me odias. —dijo Nishimura, sonriendo divertida.

—¿Para qué? Si ya lo sabes. Sería estúpido ocultar algo que es obvio.

Hikaru lo golpeó con poca fuerza en el hombro a la vez que soltaba una pequeña risa.

—Tú me amas en el fondo. Ya lo sé, no tienes por qué ocultar tu profundo y deseo lleno de pasión por mi. —acotó, haciendo una pose ridícula, hablando en un claro tono de ironía—. Pero esto no es amor... es obsesión.

—Idiota.

Ambos se quedaron mirándose con una leve sonrisa en sus rostros. Fueron unos cortos segundos, pero para Saiki fueron horas. Hikaru no pensaba en nada, simplemente se estaba concentrando en encontrar las palabras adecuadas para marchase.

—Bueno, ahora sí me voy, teñido. Con un poco de suerte el lunes recapacitas y vuelves a tu color natural. —dijo ella, haciendo un ademán con su mano, ya empezando a caminar hacia su casa.

—Sabes que no lo haré.

—Recapacita, Saiki, recapacita. —dijo ella, dándole la espalda y siguiendo su camino.

—Nos vemos el lunes, Nishimura.

—Nos vemos, Saiki.

El mencionado se quedó observando fijamente en la dirección por donde ella se había mezclado con la oscuridad. Una vez que notó que Hikaru permaneció fuera de su vista, retomó su rumbo hacia su dulce hogar.

Sí, será una buena amiga.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro