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Capítulo 5 (El suplicio del pasado)


Su mano se movía ligeramente, de modo que el lápiz que se encontraba entre sus dedos chocaba continuamente contra el libro. La voz de la profesora se oía lejana dentro de su cabeza, y su mirada estaba perdida en algún punto del salón. Resopló, cansada. Faltaban solo dos minutos para el primer receso del día, pero Hikaru sentía que faltaban siglos.

Y sintió que todos sus músculos se relajaban cuando la campana finalmente sonó.

—De tarea hagan los ejercicios 3 y 4 de la página 178. También debo recordarles que el lunes de la semana próxima tienen el examen de las unidades 1, 2 y 3 del libro. Así que, por favor, estudien. Ya se pueden retirar. —y con eso último, el bullicio de las voces de los alumnos y el chirrido de las sillas siendo movidas se hicieron presentes.

Largando un profundo suspiro, la azabache dejó caer su frente contra el escritorio. Se permitió cerrar los ojos unos segundos, su cabeza dolía como los mil demonios y el hecho de que aquél día no era de sus favoritos (el día se resumía en materias y profesores que ella no soportaba), no ayudaba en nada.

"Hoy no va a ser un buen día..." Pensó, gruñendo en su interior.

—¡Oye, Hikaru! ¡Deja a un lado tus crisis existenciales y ven con nosotros! —llamó una voz conocida desde la puerta del salón.

La joven no tardó mucho tiempo en levantarse, tomar su desayuno y caminar hacia ellos. Una pequeña sonrisa se formó en sus labios al ver a sus únicos tres amigos de la clase, esperarla con paciencia.

Como la madre de Hikaru había mencionado, ella no solía llevarse muy bien con los de su curso. Por lo que solo se juntaba con un grupito que era de cuatro personas: dos chicos, Kaito y Azumi, con dos chicas, Akane e Hikaru. Nishimura los conoció a mediados del año pasado, y fue una suerte para ella encontrar personas con mismos gustos y parecida forma de pensar.

—Si las próximas horas son igual de aburridas que las de recién, probablemente me tire de la terraza de esta escuela. —comentó Hikaru en un bufido suave.

—Igual yo. Literalmente no pude parar de bostezar durante toda la clase. —acotó Azumi, posando ambos brazos tras su nuca—. Por suerte tengo a Akane-chan delante y puedo molestarla pateando su silla y tirándole papelitos al cabello.

—Sí, y si no fuese porque estaba demasiado cansada como para moverme, te hubiese golpeado. —contestó la pelirroja, frunciendo el ceño.

Hikaru miró a su amiga.

—¿Otra vez te desvelaste leyendo esos mangas? —cuestionó, alzando una ceja y dándole una corta mirada a las ojeras de Akane. Esta desvió los ojos, un poco avergonzada.

—Sí. ¿Algún problema?

—No me sería problema si no supiese que mi amiga se la pasa leyendo porno de animales. —contestó Nishimura, mirando al frente y sonriendo burlona.

Hikaru lanzó una pequeña carcajada al oír la queja de su amiga.

—¡No es porno de animales, idiota! Se llama Beastars, y si lo leyeras entenderías perfectamente por qué estoy tan obsesionada. —se excusó la menor, cruzándose de brazos.

—Que vergüenza, eres una furry. Akane, creo que deberías irte del grupo. —anunció Hikaru, con una sonrisa divertida en el rostro.

—Sí, fue un gusto conocerte. No, mentira. A nadie le da gusto conocer a una furry. —Kaito miró divertido a la pelirroja.

—¿¡Te vas a poner de su lado, Kaito?! —Akane miró con ofensa al mencionado. Este simplemente rió y posó su mano en la cabeza de la más baja, revolviéndolo. Recibiendo como respuesta unos suaves insultos.

—No te preocupes, Akane-chan, yo te apoyo. —habló Azumi, tomando de los hombros a su mejor amiga mientras todavía caminaban hacia la cafetería—. No importa que te guste leer porno de animales, mi amor por ti es el mismo.

—¡QUE NO LEO PORNO DE ANIMALES!

El primer descanso del día transcurrió tranquilo. Mucho más tranquilo de lo que Hikaru pensó que sería. Ahora recordaba la diferencia entre su propio grupo de amigos y el de Nendo; sus compañeros de clases eran gente tranquila, que les gustaba mantenerse apartada de todos haciendo sus locuras a su propia manera.

De forma disimulada, la joven posó su mirada en aquellos chicos de segundo año que tanto se esforzaron por ganar su amistad.

"Ahora que lo noto, Saiki es bastante popular entre ellos. Literalmente todos lo rodean como si fuesen abejas en un panal." Pensó Hikaru, observando al psíquico robarse la total atención de Nendo, Aren, Kaido, Teruhashi y Yumehara. "Yo me pregunto... ¿cómo puede ser que le den tanta atención? El teñido apenas habla, ¿qué tiene de interesante?"

—Oye, Hikaru. ¿Qué tal te va con tus amigos de segundo año? —cuestionó Kaito, dándole un sorbo a su botella de agua.

Kaito, siendo el padre del grupo (sobreprotector con sus amigos y responsable con sus tareas) había notado la extraña mirada que su amiga le estaba dando a los chicos de segundo año. Nishimura y él eran más cercanos que los demás, debido a que Kaito fue el que tomó la iniciativa de hablarle a ella e integrarla a su grupo. Ambos tenían una relación bastante especial e íntima.

—Oh, sí. El grupito con los que nos has reemplazado. Que horrible de tu parte, Hikaru. —acotó Azumi, fingiendo una mueca de ofensa.

La mencionada puso los ojos en blanco ante las preguntas recibida. Había pasado un mes y medio desde que entabló una especie de amistad con el grupo de Nendo.

—Bien, supongo.

—¿Te gusta alguno? —Akane parpadeó esperanzada.

A Hikaru se le hizo un nudo en el estómago e imágenes del pasado le vinieron a la cabeza. Frunció el ceño y negó, lo último que quería en estos momentos era estar en algo serio con alguien. La herida todavía no sanaba por completo.

—No. —dijo secamente, desviando la mirada.

—Deja de preguntas estúpidas, Akane-chan. A Hikaru-chan le gustan mayores a ella, no menores. —bromeó Azumi, mirando divertido a la última mencionada.

"¿Siguen con eso? Por Dios, ya supérenlo. Solamente dije que mi vecino de 32 años me parecía atractivo, nada más." La azabache no pudo evitar sonreír ante el recuerdo.

—¡Pero tiene que fijarse en los de su edad! No puede ir por ahí siendo madrastra por doquier. —reprochó Akane, quien realmente se veía preocupada por la vida amorosa de su mejor amiga.

Hikaru se rió internamente. La pelirroja en serio creía que iría tras su vecino de treinta años, con dos hijos y con diez años de casado.

—Akane, por Dios. Hikaru solo hace bromas, no está enamorada del vecino.

"Gracias, Kaito. Por eso me atraes." Pensó Hikaru, mirando a su amigo.

Sí. Por alguna extraña razón que desconocía, Hikaru había desarrollado unos raros sentimientos hacia el de pelo negro. No eran fuertes, pero era obvio que algo en su interior estaba floreciendo por él.

—De todas formas, debo admitir sería interesante ver a Hikaru-chan con uno de ellos. —habló Azumi, dándole una mirada sugestiva a la mencionada—. Ella les robaría la inocencia en un dos por tres. Digo, es la más experimentada de todos nosotros, ¿no, Hikaru-chan?

—¡Azumi! —reprocharon Akane y Kaito, entre risas.

Nishimura alzó una ceja ante esa insinuación. Le daba un poco de asco pensar en sus amigos de segundo de "esa" manera.

"Aunque... tengo que ser sincera. Sería interesante ver a Kaido en esa situación. No me hace falta ser psíquica para saber si él ha estado con una mujer antes, porque es un claro NO. Kaido sería bastante manipulable debido a su personalidad tan tímida y pasiva, por lo que, si llega a ponerse en situación, él no daría el primer paso y probablemente se entorpezca en el proceso. Sería bastante tierno, pero me gustaría, con él sería la dominante. Me gusta controlar los movimientos y la velocidad." La azabache posó su mirada en el de cabello azul, quien parecía estar charlando muy animado con Nendo. "Nendo... ni siquiera lo voy a pensar, y a los demás no los conozco lo suficiente."

Entonces la mirada de Hikaru se posó en Kusuo.

"Saiki sería el típico que se pondría nervioso, pero no lo demostraría. Adoptaría una posición dominante pero seguro que con un poco de esfuerzo se podría manipular fácilmente y-..."

—¡Eh! ¡Hikaru-chan! Deja de pensar que se te queman las pocas neuronas que tienes y ahora debemos ir a clase. —avisó Azumi, riendo, chasqueando dos dedos en frente de la azabache.

La joven simplemente le dio una última mirada al grupo de amigos, antes de irse con los suyos hacia su salón correspondiente.

"Un momento... acabo de ver... ¿a Saiki sonrojado?" Pensó, frunciendo el ceño. Pero cuando quiso observarle otra vez, estos ya se habían ido.

Cállate. Debí haberme puesto el anillo hoy...

***

"No sé ni siquiera por qué acepté..." Hikaru se masajeó la sien.

El sol empezaba a caer, y todos los alumnos se dirigían hacia la salida de la academia para ir a sus respectivas casas. La joven deseaba ser uno de ellos, puesto que el cansancio mental que tenía no era muy normal. Sin embargo, por alguna razón que a ella no le interesaba en lo absoluto, Kaido le había dicho que lo esperase en uno de los salones de arte. Iba a ser sincera, no le generaba mucha confianza el estar sola con el rarito, pero aún así, no iba a ser tan mala de dejarlo plantado.

"No voy a arriesgarme. Tal vez tiene que decirme algo muy importante." Pensó.

Cuando llegó, deslizó la puerta corrediza para después cerrarla tras su espalda. El salón estaba vacío, así que supuso que debía esperar en algún sitio hasta que el de cabello azul apareciera.

Apoyó su espalda contra una de las paredes. Se cruzó de brazos, dejando su bolso entre sus piernas, y cerró los ojos. Necesitaba descansar, había sido un día bastante duro para ella.

El profesor de matemática la había acusado en frente del director y de toda su clase de haberse copiado en uno de los exámenes. Por supuesto, aquello era falso. Tal vez se le dificultaba la materia, pero no sería capaz de hacer trampa. Ella estudiaba, que era diferente.
A Hikaru no le dio problema que un tipo de sesenta y dos años, soltero, sin hijos y arruinado, le gritase de una forma espantosa. Ese fue lo de menos. Lo que realmente le molestó, era que hubiese metido ESE tema, el cual no quería recordar por el bien de su salud mental. El profesor había hablado de ella como si la conociese de toda la vida, cuando en realidad, no conocía ni siquiera una mínima fracción de su vida.

Yare, yare... ¿por qué tienes esa cara tan larga?

—¿Uh? —Hikaru abrió los ojos al oír unos pasos caminando hacia ella. Frunció el ceño, confundida, al ver que se trataba de Kusuo—. ¿Saiki? ¿Qué haces aquí?

—Kaido me citó también.

—Ah, ya veo. —fue lo único que murmuró la joven como respuesta.

Ambos se quedaron sumidos en un extraño silencio, en el que Hikaru no sabía muy bien si era incómodo o no. Le dio un corto vistazo de reojo al psíquico, quien estaba en la misma posición que ella, a su lado. Resopló lo más disimulado posible.

"Kaido, ¿dónde estás?" Miró hacia el techo.

No me interesa, pero... me estás pegando tu negatividad y no quiero ponerme de mal humor.

—¿Estás bien?

La pregunta del otro la tomó por sorpresa. No esperase que él rompiese el silencio, ni menos que le cuestionara tal cosa.

Apretó los labios e hizo una mueca. No le contaría lo que le sucedía, claro está. No tenía la confianza suficiente, además de que no tenía muchas ganas de hablar del tema.

—El imbécil del profesor de matemáticas me acusó de haberme copiado en el examen de la semana pasada. —contestó simplemente, largando un suspiro.

—¿Y eso es cierto?

—Por supuesto que no. —Hikaru se vio hasta ofendida con esa insinuación.

"Solo porque yo haya repetido de curso, no significa que no tenga cerebro o que no estudie. Todo lo contrario, me estoy esforzando más que nunca, y eso nadie de aquí lo nota."

¿Qué? ¿Repetiste de curso?

—Solo que... dijo cosas sobre mi que no me gustaron. No le caigo bien a ninguno de los profesores, ellos siempre hablan de mi como si me conocieran a la perfección, cuando no saben absolutamente nada de lo que yo vivo todos los días. —siguió, haciendo notar su disgusto en su tono de voz.

Saiki se quedó observando el perfil de Nishimura, esta tenía los ojos fijos en un punto del suelo y su mirada demostraba lo frustrada y triste que estaba.

Yare yare... esto es más profundo de lo que pensé.

—No importa. No quiero seguir hablando de esto. —dijo de repente, cerrando los ojos por unos cortos segundos—. ¿Kaido te dijo para qué nos quería aquí? El idiota solo dejó un papel que dice "espérame en el salón de artes del piso dos" en mi púpitre.

El psíquico negó ligeramente. Se quedaron en silencio unos segundos más hasta que Hikaru hizo unos movimientos.

¿Qué estás...?

El de cabello rosa observó con curiosidad y confusión como ella se incorporaba y husmeaba entre los cajones y las alacenas del salón.

—Cuando me estreso, me pongo a hacer cosas con papel: origami. —explicó la azabache, al ver la mirada desorientada del chico—. Es un buen ejercicio, también me ayuda a concentrarme y alejar la negatividad.

Kusuo miró con algo de asombro como ella movía los dedos para doblar el pedazo de papel, el cual era blanco y totalmente liso. Su mirada estaba determinada y parecía concentrada completamente en su trabajo. A Saiki no le quedó más opción que quedarse allí, sin mover ni un músculo, observando curioso cómo ella hacía... algo, sentada en el suelo.

Un momento... ¿acaso eso es... un cisne?

—Oh, creo que ya adivinaste lo que trato de hacer. —habló Hikaru, dándole una muy corta sonrisa al menor—. No es muy difícil de hacer, soy bastante buena con las manos. Como habrás notado.

... ¿Qué es lo que realmente trataste de decir?

Luego de unos minutos más en completo silencio, la joven se levantó del suelo y observó su obra de arte: se trataba de un pequeño y tierno cisne. No era perfecta, pero era bonita.

—Mhm... podría haberlo hecho mejor. —opinó ella, para después tendérsela a Saiki—. Ten.

El menor la miró extrañado. Hikaru simplemente alzó los hombros, sin expresión alguna.

—No quiero llevármelo, tengo miles en casa. —respondió, de manera simple, dejando su obra en las manos del psíquico—. También es un recuerdo mío, para que cuando la veas, pienses en mí.

Nishimura rió ante la expresión de su compañero.

—Es broma. No pienses en mí, es molesto. —acotó, ya tomando su bolso y colgándoselo en uno de sus brazos—. Es mejor que me vaya, estoy muy agotada y necesito descansar. Tú que eres más cercano a Kaido que yo, dile que me hable mañana.

Una vez que Hikaru se marchó del salón, Kusuo se quedó parado en su sitio, mirando la dirección por donde ella se había ido. Dio una última mirada al cisne, antes de seguirle los pasos.

Kaido puede esperar... Hablando de eso, ¿Dónde está?

Su ceja tembló cuando notó que Kaido se encontraba alardeando su maravillosa jugada de cartas en medio de la vereda, rodeado de niños que parecían tener alrededor de nueve años de edad.

"L-lo siento, Saiki, Nishimura-san... Pero estos niños me necesitan." Fueron los pensamientos de Shun, mientras ayudaba a uno de los pequeños con su mazo de cartas.

Eres un... ni siquiera me gastaré en decirlo.

Saiki simplemente se encaminó hacia su casa. No le era problema ir solo por allí, es decir, no es como si pudiese pasarle algo. Sin embargo, le extrañaba que las calles estuvieran totalmente vacías, en donde ni un alma vagaba por allí. Tal vez hasta podría teletransportarse, si es que se aseguraba de que no había nadie a su alrededor.

¿Esa es Nishimura?

Cuando estuvo a punto de irse, notó por el rabillo del ojo un movimiento brusco a la lejanía. Y cuando enfocó su vista, se dio cuenta de que se trataba de Hikaru con alguien más. Kusuo se quedó allí, observando cómo ella peleaba con un chico-desconocido para él-. Se preguntó si debería intervenir o ayudar, porque parece que el más alto, se estaba poniendo un poco violento.

No. No es mi problema. Seguro ella podrá con eso.

—¡JÓDETE, MALDITO IMBÉCIL! —el grito lleno de rabia de Hikaru cruzó por sus oídos, obligándolo a volver a mirar.

¡PLAF!

El sonido de la mano de la joven estampándose contra la mejilla del desconocido retumbó por la carretera vacía. Kusuo se quedó un poco anonadado, pero aún así, no quitó la mirada de ellos. Pudo notar como algunos vecinos abrían sus ventanas para mirar la escena.

A continuación, el chico le gritó "loca" antes de tomar su casco para así montarse sobre su motocicleta e irse lo más rápido que pudo. Hikaru se quedó allí parada unos segundos más, apretando los puños.

"Lo único de lo que me arrepiento es de conocerte y no haberte dado una cachetada más fuerte." Fueron los pensamientos de ella. La cabeza de Nishimura estaba distorsionada y lleno de insultos. Saiki no podía leer con claridad su mente puesto que la rabia la había dominado.

De repente, la azabache dirigió una corta mirada a su alrededor. Como si se hubiese dado cuenta que había hecho una pesada escena en frente de todo el mundo. El psíquico estaba a punto de irse, no quería que la mayor se diese cuenta de que él había visto todo. No obstante, antes de que pudiese hacer algo, los ojos furiosos de Hikaru se clavaron en los de él. Ella no hizo mucho más que fruncir el ceño, ignorarlo y correr hacia una dirección opuesta a la que él iba.

¿Qué acaba de pasar?

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