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Capítulo 42 (Por y para siempre) [EPÍLOGO]




Hikaru esbozó una pequeña sonrisa llena de maldad al ver a su novio sentado en la mesa del comedor, leyendo un libro y sumergido en un gran silencio.

—¡Kusuo!

—¿¡QUÉ?! —el de cabello rosa se giró bruscamente sobre su silla para poder enfrentar a la mayor. Refunfuñó cuando se dio cuenta de que solamente había sido una broma por parte de la contraria para hacerlo asustar. Rodó los ojos y simplemente regresó la vista a su libro, escuchando la carcajada de Hikaru de fondo—. No es gracioso.

—¡L-lo siento! Es que... —trató de decir la azabache, mientras se limpiaba una pequeña lágrima—. Es muy gracioso verte asustado.

—Será solo hasta que me acostumbre.

—Lo mejor fueron los primeros días. ¡No dejabas de hacer ese chillido extraño cada vez que te dirigía la palabra! —la mayor siguió riéndose. Saiki estuvo a punto de replicarle para defenderse hasta que ella se sentó sobre sus piernas, robándole el aliento—. Nah, creo que lo mejor fueron las veces que me hablabas telepáticamente sin darte cuenta y te quedabas esperando mi respuesta en silencio, mirándome fijamente como todo un acosador. Pero claro, yo ni enterada de que me habías dicho algo.

—Hikaru, ¿tienes que sentarte justo ahí? —Kusuo frunció el ceño. Sin embargo, no le molestaba que ella se sentara en sus piernas, lo que le molestaba era que él fuera tan estúpidamente vulnerable y perdiera la concentración cada vez que la azabache se le acercara.

—¿Qué? Si no estoy haciendo nada. —Hikaru se burló, deslizando los brazos por los hombros del contrario, así esconder el rostro en su cuello.

El de cabello rosa puso los ojos en blanco. No le quedaba otra que ignorarla y tratar de recuperar el hilo de su lectura, cosa que después de unos cuantos segundos, se le hizo imposible. Sobre todo, si su novia se encargaba de desconcentrarlo, recorriendo vilmente su cuello con los labios, repartiendo besos cada tanto.

Ella sabe perfectamente que ese es mi punto débil...

—Hikaru...

—¿Mhm?

—Deja eso...

Una sonrisa se formó en los labios de la azabache, quien obedeció no sin antes darle una pequeña mordida, sacándole un quejido.

—Bien. De todas formas, tengo que terminar unos papeles para entrar a la universidad. —habló, separándose así besar castamente a su novio y levantarse de las piernas de este.

—Eres una idiota. —Saiki gruñó, sabiendo que después de todo aquel numerito no sería capaz de concentrarse.

Al final los dos terminaron en silencio. El de pelo rosa retrocediendo todas las malditas páginas que había intentado leer, y Hikaru en la cocina preparándose un té.

—Hey... —la repentina voz suave de la azabache sobresaltó al ex-psíquico, quien se vio obligado a levantar la mirada al notar la seriedad en su tono de voz—. Sé que esto te lo he estado preguntando varias veces... Ya ha pasado una semana exacta desde que... perdiste tus poderes. ¿Cómo te sientes? Te noto bastante inquieto y estresado.

El ex psíquico desvió la mirada y terminó por cerrar el libro. Tendría tiempo para leerlo.

—Supongo que estoy así porque todavía no me acostumbro a llevar una vida... normal. —miró sus manos, como si estuviese esperando ver alguna señal del universo—. Pero me preocupa más mi futuro. Realmente nunca pensé en ello, no me preocupaba porque era consciente de que iba a tener mis poderes y que no me iba a hacer falta nada... pero ahora... no lo sé... todo ha cambiado. Además, de que me siento inútil sin mis poderes.

Hikaru observó con preocupación a su novio, a continuación, esbozó una leve sonrisa y se acercó para abrazarlo por detrás.

—Siempre puedes hacerte amo de casa. —respondió, riendo con suavidad en la oreja ajena—. Cuidas a nuestros hijos mientras yo trabajo duramente para mantenerlos.

—Es una buena opción, en realidad. —respondió Kusuo, posando una mano en la cabeza de su novia para atraerla y así besarla.

La pareja estuvo besándose hasta que las cosas se fueron de tema y los dos terminaron en la cama doble del cuarto. Sin embargo, en el fondo, Saiki trataba de reprimir todos aquellos pensamientos negativos sobre su futuro que querían envenenar su mente. No quería escucharlos, no ahora.

Si bien era verdad que el futuro de alguien era incierto y que nadie realmente podría predecirlo. Todo era una total sorpresa, pero... ¿qué tal si a Kusuo no le gustaba su futuro? Con sus poderes podía cambiar lo que sea, en cambio, ahora no tenía nada más que aceptar y tolerar lo que el destino le otorgaba. Algo normal de una persona normal.

Porque después de todo, gente normal no cambiaba su destino a su favor y no tenían habilidades extraordinarias. Así era la realidad.

Yare yare, sí que ser una persona normal es terriblemente estresante.

La idea de la azabache era una vía factible y, sobre todo, real (por más que ella lo haya dicho en broma). Kusuo tenía que admitir que sí había pasado por su cabeza más de una vez, pero no quería convertir su relación con ella en una como la que tenían sus padres.

Debía salvar a Hikaru de lamer zapatos.

—Estás pensándolo demasiado, Kusuo. —comentó la azabache, que se había levantado para poder darse una ducha, sacándolo de sus pensamientos.—. Recuerda que tienes todo un año todavía para pensar en tu futuro, y es más tiempo de lo que crees. No te centres ahora, solo disfruta del presente. No llegarás a ningún lado si solo te quedas lamentándote por tus poderes y por tu futuro como un depresivo, te lo digo por experiencia.

—Lo sé. Gracias.

Mientras Hikaru se bañaba, Kusuo se quedó tirado en el medio de la cama mirando fijamente el techo, ahogado en sus propios pensamientos. Estar con su novia (en cualquier tiempo y forma) le ayudaba muchísimo a olvidarse de todo. Incluso hasta la más mínima preocupación que podía florecer en la profundidad de su mente se borraba.

—¿Tienes que irte? —cuestionó, sintiendo un triste vacío en el pecho al ver a la azabache ya cambiada y buscando sus llaves para poder salir del departamento.

La mayor le dio una mirada de asombro a su novio, sonrió con un poco de pena y se acercó para darle un beso en la frente.

—Sí. Le prometí a Akane que saldría con ella. Lo siento. —contestó Hikaru, revolviéndole el cabello—. Trataré de volver lo antes posible, ¿sí?

—Sí. Está bien.

Se sentía un poco egoísta por querer que ella estuviese a su lado las 24 horas del día, pero no quería parecer (ni ser) una persona obsesiva y dependiente. No era sano, para ninguno de los dos.

Cuando la soledad del departamento lo acompañó, Kusuo no tenía nada más que hacer que levantarse, ducharse (algo que todavía estaba descubriendo y era increíble lo relajante y terapéutico que podía llegar a ser) y comer algún postre mientras veía televisión.

No iba a ser un día productivo eso estaba claro.

Pero era lo que tenía, y había que conformarse por eso. Tal vez los siguientes días iban a ser mejores.

¿Dónde rayos dejé el control de la televisión? Será mejor que use mis poderes así-...

Oh.

Es cierto.

Kusuo bufó y restregó sus manos contra su rostro.

Supongo que lo único que me queda es buscarlo manualmente.

Resignándose, se obligó a respirar hondo y dejar de pensar en utilizar sus poderes para cualquier mierda que hacía. Así que, con la mente en blanco, se levantó uno de los almohadones del sofá, encontrándose con la desagradable sorpresa de ver una araña del tamaño de una pestaña corriendo a esconderse.

—¡Woah! —Saiki se echó hacia atrás, aunque su miedo no duró mucho cuando escuchó el sonido de un cristal haciéndose trizas.

Se giró de manera brusca, escuchando los rápidos latidos de su corazón contra su pecho. La ventana que estaba a unos cuantos metros de él se había roto en pedazos, y ahora lo que quedaba de ella, eran trozos pequeños, filosos y desproporcionados que se aferraban a los bordes del marco.

¿Podría ser que...?

No. No tenía que pensarlo. Todo era producto de su imaginación. Seguramente detrás había una explicación científica y perfectamente coherente de por qué la ventana se rompió de golpe cuando no había nada de viento y nadie la pudo haber roto con algún objeto.

Debía tranquilizarse.

Solo iba a relajarse y mirar televisión mientras comía su gelatina de café.

—¡Último momento! ¡El gobierno acaba de anunciar que un meteorito gigante se dirige a la Tierra! La advertencia fue emitida para todo Japón. Repito. Un meteorito gigante se dirige-...

Y Kusuo apagó la televisión.

Necesito hablar con alguien.

***

—¿Qué? ¿Podrías estar recuperando tus habilidades psíquicas? —Kusuke tenía una expresión de emoción total.

¿Por qué estás tan feliz?

—No estoy seguro, pero he experimentado algo extraño. —cuestionó Kusuo, mirando a su hermano mayor con el ceño fruncido—. Dijiste que nunca podría recuperar mis poderes, ¿verdad?

—Sí, eso dije... No deberías poder usar tus habilidades psíquicas... si eres una persona normal.

—¿Normal? ¿Un vidente es normal?

—Estoy hablando de ti sin dichas habilidades. Porque, a pesar de todo, no eres normal, incluso sin tus poderes. —Kusuke explicó, sonando extremadamente serio—. Supongo que te convertiste en un ser humano diferente para poder controlar tus habilidades psíquicas innatas. Si tu cerebro y tus músculos se transformaron para adaptarlas, es posible que recuperes tus poderes en algún punto.

Saiki lo observó, perplejo.

—Pero tu poder fue sellado, así que no debería cambiar mucho. Esperemos y veamos. Tal vez te preocupas demasiado y tu cuerpo podría estar en proceso de volverse normal. —el rubio miró a su hermano menor a los ojos, notando una obvia disconformidad en él—. Trata de relajarte y descansar, no deberías pensar en tus habilidades y mucho menos... esperar por ellos.

¿Eso es todo lo que tengo que hacer?

—Esto se va a poner interesante. —murmuró el hijo mayor de los Saiki, con una mirada un poco sínica.

—¿Uh? ¿Dijiste algo? —Kusuo alzó una ceja.

—Para nada. —Kusuke sonrió de una manera inocente—. Cielos, y pensar que mi querida y perfecta novia fue lo suficientemente amable como para insistirme en que te ayude e hiciera el dispositivo para ti... Es algo de no creerse.

—Es una suerte que ella no sea tan venenosa como tú. —gruñó el de pelo rosa.

—Sí, te doy la total razón en eso. —el rubio se estaba divirtiendo con la conversación, eso estaba claro—. ¿Y qué tal con Hikaru? Si estás aquí significa que todavía no le has contado sobre estos acontecimientos extraños por las que estás pasando.

—Eso no te interesa.

—¿Verdad? No me interesa en lo más mínimo. —Kusuke ensanchó su sonrisa—. Bueno, debo irme. Airi me espera, le prometí que la acompañaría a una reunión del gobierno. Discutiremos del meteorito que se acerca. ¿Puedes creer que el gobierno pidió que nos encarguemos de eso? Qué ridículo. En fin, si terminas recuperando tus poderes puedes encargarte de la molestia, aunque yo ya tengo un plan. ¡Nos vemos!

El ex psíquico no perdió más el tiempo y volvió a casa, oyendo en el camino como la gente a su alrededor susurraba y conversaba entre sí, demostrando preocupación por el meteorito que se acercaba peligrosamente a la Tierra.

—¡Bienvenido a casa! —saludó Hikaru, cuando vio a su novio entrar en la sala de estar—. Acabo de llegar y puse la televisión para ver lo que está pasando, ¿escuchaste las noticias del supuesto meteorito? En el centro comercial se hizo todo un caos, con Akane tuvimos que programar la salida para otro momento, porque aquello se hizo imposible de estar. Parecían una estampida de elefantes.  Y-... ¡Un minuto! ¿Por qué la ventana está rota?

—Sí, sé sobre el meteorito, Hikaru. —Kusuo portaba un amargante tono de voz que sorprendió a la azabache.

—Te veo preocupado por eso, pero mira, voy a ser sincera, yo no creo en esas cosas. Porque ya van como 890 meteoritos que supuestamente iban a chocar contra la Tierra y al final no pasó nada. —comentó ella, rodando los ojos—. Así que no me ilusiono.

—¡Oye! No deberías decir ese tipo de cosas. ¡Lo que sucede es real! Tengo dos horas para arreglar esto y-...

—¿Uh? ¿Dijiste "Tengo"? —se preguntó Hikaru, desconcertada. Aunque no tardó en darse cuenta de la situación—. E-espera, ¡¿ESTÁS RECUPERANDO TUS PODERES?!

Yare yare, ¿por qué de repente todos están felices por eso? 

—No estoy del todo seguro. Pero... me han estado sucediendo cosas extrañas, así que-...

—¡Sí! ¡PODRÉ VISITAR EUROP-...! —Hikaru se detuvo al ver la expresión de molestia por parte de su novio. A lo que rápidamente se incorporó y tosió—. D-digo... ¿de verdad? ¡Vaya, eso es totalmente inesperado! ¿Qué harás entonces? ¿Si podrás detener el meteorito?

Kusuo se quedó observándola por unos cuantos segundos, un poco intranquilo por no saber con exactitud la respuesta a su pregunta. ¿Podría hacer algo? Suponía que el gobierno ya le había pedido a Kusuke que se haga cargo de aquello, pero... ¿cuál sería su "modo de hacerlo"? ¿Enviar a su padre con un traje robótico que él mismo construyó para que lo destruya? Un plan estúpido y terriblemente peligroso.

De repente, unas cuantas voces conocidas (y algunas desconocidas) rebotaron dentro de su cabeza. Rápidamente, corrió hacia la ventana, observando aquel destello que producía el calor del meteorito acercándose a la Tierra.

—Uh... ¿Kusuo? —la azabache estaba entre emocionada, asustada y asombrada por la repentina reacción de su novio. Por lo que se acercó y tocó su hombro con suavidad, esperando recibir respuesta alguna.

El de pelo rosa sonrió, todavía mirando la ventana destrozada.

—¿Sabes, Hikaru?

—¿Qué?

—Tal vez jamás pueda conseguir una vida normal y vivir en paz, pero... —el de pelo rosa tomó sus gafas verdes, las cuales se encontraban en su bolsillo, y las examinó con cuidado—. Realmente siento que no es tan malo. Creo que, después de todo, me gusta lidiar con todas estas molestias.

Kusuo se puso sus lentes y se giró para encarar a su novia, quien casi se atraganta con su propia saliva al verlo.

Yare yare... Ahora todo tiene más sentido.

—¡Oye! —chilló la azabache, pero antes de que pudiera hacer algo, el fuerte estruendo que provocó Kusuo al salir, literalmente, volando del departamento hizo que se echara hacia atrás y se cubriera el rostro con los brazos para no aspirar el polvo de la pared. Hikaru bufó—. Ugh, ya se fue... ¡Y más te vale arreglar todo este desastre cuando regreses!

Mi nombre es Kusuo Saiki...

Hikaru gruñó y se quedó mirando desde el agujero en la pared cómo su novio había ido a parar a quien sabe dónde del inmenso cielo vasto. Si bien estaba preocupada por él, también se alegraba de que Kusuo finalmente se haya dado cuenta el lugar al que pertenecía. 

—Solo... ten cuidado. —murmuró al cielo, sabiendo que el psíquico la escucharía a la perfección.

Y soy un psíquico.

***

Quiero agradecer a cada persona que se tomó el trabajo de leer/votar/comentar toda la novela desde principio a fin. <3

Y sí, aquí termina la historia, justo como termina en el anime (claro, a mi manera). No pienso hacer segunda temporada, siento que le quitaría la esencia a este libro, además de que ya no hay mucho por hacer.

Este es el fanfic en el que más esfuerzo puse. Literal escribí cada detalle de lo que pasaría aproximadamente en cada capítulo en un blog de notas de mi computadora y teléfono. Y cada vez que se me ocurría algo nuevo lo agregaba hasta que se me ocurriera una forma decente de terminar con la historia. Claro que hay algunas ideas que no terminé haciendo al final porque no me terminaron de gustar y tuve que reemplazarlas por otras en el último momento.

Por ejemplo, mucho antes de publicar esta versión, la personalidad de Hikaru y la manera en la que se conocía con Saiki era totalmente diferente.

De todas formas, me terminó gustando como quedó. Y espero que les haya gustado a ustedes también.

Una vez más, gracias por leer. Se los agradezco de todo corazón.

Cuídense. Los quiero. <3

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