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Capítulo 31 (La graduación)


No era un secreto que Saiki odiase las multitudes.

Es decir, además de que era un psíquico que debía ocultar sus poderes del ojo humano, se consideraba una persona solitaria, que le gustaba disfrutar de espacio en completa soledad.

Por esa razón, cuando llegó el día de la graduación de Hikaru y se vio obligado a presentarse (por más que la azabache le haya dicho que no tenía que ir si no quería), entendió que se había metido en un lío del cual no podía salir. Kusuo pensó que no había peor infierno que estar rodeado de unos adolescentes hormonales que lo único que hacían era tomar hasta quedar inconscientes.

Y lo peor de todo, era que esos adolescentes hormonales eran (en su mayoría) sus compañeros de escuela. Incluso alguna que otra chica de su clase lo había invitado a salir a bailar o lo invitaba a ir a un lugar más apartado para poder tener 'privacidad'.

Y a Saiki le ardía la sangre con solo pensar que Hikaru estaba pasando lo mismo que él con sus compañeros de clase.

Yare yare... la música está demasiado alta. Casi ni puedo escuchar mis propios pensamientos.

Para su suerte, antes de salir de casa, recordó llevar puesto el anillo así no estar saturado por los millones de pensamientos estúpidos de las personas.

—¿Cuanto falta para irnos?

—Kusuo, me preguntaste eso hace dos minutos. Y todavía faltan 6 horas... —resopló Aiura, para después darle una pequeña sonrisa divertida a su amigo. El de cabello rosa gruñó por lo bajo—. Oye, no seas tan amargado. Hikaru-chan se graduó de la secundaria, ¡hay que celebrar! ¿No estás feliz por ella?

El psíquico no respondió. Sus ojos se centraron en la imagen que previamente le había llamada la atención; entre todo el gentío, se podía apreciar a Hikaru hablando con un chico. Y aunque parecían hablar de temas comunes y/o triviales, a Saiki no le nada como el desconocido intentaba acercarse peligrosamente a la azabache, a pesar de que esta siempre estaba rechazándolo y alejándose.

Supongo que mantener nuestra relación en secreto tiene sus desventajas...

—¿Kusuo? Te estoy hablando. ¡Kusuo! —la voz de Aiura junto a una sacudida de hombros fue lo que lo sacó de sus pensamientos, haciendo que deslizara sus orbes hasta los ojos de la vidente—. Deja de mirar tanto a Hikaru-chan. Ella está bien. Ahora... cálmate, porque estoy segura de que te saldrá humo por las orejas si sigues mirándolos.

Fue gracias al comentario de Aiura que Saiki se dio cuenta de que su rostro reflejaba una clara molestia: mantenía el celo fruncido y su mentón tenso.

Soy estúpido.

—Cielos, sí que eres celoso... —comentó la rubia, una vez que logró calmar al de pelo rosa.

—No soy celoso.

—Ajá, lo que tú digas... —rió la vidente, posando ambas manos a cada costado de sus caderas—. Por cierto, ¿has visto a Toritsuka? No lo he vuelto a ver desde que empezó la música.

—Ya ni recordaba su existencia.

—Meh, no importa. Debe estar acosando algunas chicas por allí. ¡Oh, ahí vi a mis amigas! Lo siento, Kusuo, debo abandonarte. Nos vemos... ¡y felicita a Hikaru-chan por mi! —y sin decir nada más, la rubia empezó alejarse, sacudiendo su mano en forma de despedida.

Una vez que se quedó solo, Saiki permitió que un cansado suspiro se resbalara de sus labios. La noche era larga, y no le quedaba nada mas que esperar, sentado en la mesa donde antes fue asignado, a que Hikaru recordase su existencia.

No debí haber venido...

—¡Kusuo! —y el corazón del psíquico palpitó con rapidez cuando oyó finalmente la voz que tanto esperaba oír.

—Hikaru.

Saiki se levantó rápidamente de su asiento para poder caminar hasta ella y abrazarla.

Se sentía bien poder tenerla para él.

—Vaya, el traje te queda mejor de lo que imaginé. —habló ella, guiñándole el ojo pícaramente.

El psíquico sonrió mientras le acomodaba a su novia un mechón suelto detrás de la oreja, pues este se encontraba atado en una bonita y larga trenza.

—Gracias.

—Aunque no te queda tan bien como a mí. —bromeó nuevamente, intentando posar 'sensualmente' para Saiki.

La azabache llevaba un elegante traje color bordó y mostraba una camisa perfectamente blanca, cuyo primeros botones estaban desabrochados, mostrando parte de su pecho.

Kusuo sintió sus mejillas enrojecer. Recuerdos de 'aquella noche' le venían a la cabeza, ocasionando que esa culpable excitación empezara a trepar por su espalda.

—El traje te queda... increíble...

—Lo sé. —a continuación, la azabache rió suavemente para después acercarse y dejar un casto beso en los labios del psíquico—. Oh, es verdad, lo siento. Creo que ya lo hice costumbre.

Yo también lo hice costumbre.

—No te preocupes, está bien.

Hikaru le dio una pequeña sonrisa antes de apoyarse con cuidado sobre la mesa. Escondiendo sus manos en los bolsillos de su pantalón.

—No puedo creer que ya haya terminado la secundaria. Después de todo lo que pasó... —empezó, haciendo notar un rastro de melancolía y tristeza en sus palabras—. Ya tengo mi propio departamento y en pocos meses comenzaré la universidad. Es... es increíble lo rápido que pasa el tiempo.

Saiki la miró neutro, sin saber muy bien qué decir.

—Kaito se irá de la ciudad el próximo mes. —confesó ella, desanimada, dejando escapar un suspiro—. Se irá para poder estudiar. Así que supongo que nuestra amistad se verá un poco... limitada. Ya sabes, por el tema de que él seguramente va a encontrar nuevos amigos y vamos a estar ocupados con nuestros propios asuntos. No lo sé, tal vez estoy siendo exagerada.

Segundos de silencio transcurrieron hasta que la azabache decidió romperlo.

—Ugh, estoy hablando demasiado de cosas que seguramente no te importen. Lo lamento, es que bebí demasiado. —Hikaru se incorporó y volvió a darle una sonrisa a su novio—. Ey, ¿vamos afuera? Este lugar me está matando con el olor y la música.

Sin dudar dos veces, ambos salieron velozmente del edificio. Kusuo casi deja escapar un suspiro de alivio cuando salieron y permitiendo que el dulce aire fresco chocara contra sus rostros. El psíquico podía jurar que si se hubiese quedado un segundo más allí adentro iba a quedarse sordo.

—Por fin, me estaba haciendo falta un poco de aire fresco. —habló la mayor riendo, a la vez que se apoyaba en una pared—. Lamento si te sentías obligado a venir solo porque soy tu novia. No me hubiese molestado si no venías, entiendo que esto puede ser un poco fastidioso y-...

—Hikaru, ya te dije que está bien.

Saiki posó una mano en el hombro de la azabache, tranquilizándola.

—Mmh... me hubiese gustado salir a otra parte con mis amigos. Aquí está lleno de ratas hipócritas que me saludan y me dicen que me van a extrañar como si nunca hubieran hablado mal de mí a mis espaldas. —Hikaru sonrió divertida—. Definitivamente, no hay mucho que vaya a extrañar de esta escuela.

Saiki se quedó callado.

—Además de ti, claro.

—Eres idiota. Aunque da igual, porque nosotros nos podemos ver seguido.

—Sí...

Un silencio un poco extraño se interpuso entre ambos. El suave sonido del pasto chocando entre sí y las hojas danzando al compás del viento generaba un ambiente sumamente tranquilizante y precioso. El cielo estaba totalmente despejado, permitiendo a las estrellas brillar alrededor de la luna.

—Oye, Kusuo... —la azabache buscó la mirada del otro, y cuando la encontró, siguió hablando—. ¿Puedo besarte?

El psíquico dio una mirada rápida al jardín, notando que no habían muchas personas dando vueltas. Le sonrió después de unos cortos segundos.

—Ven aquí.

A continuación, Saiki deslizó una mano hacia la nuca de la azabache, disfrutando del suave contacto de sus cabellos con sus dedos, mientras la otra mano se deslizaba hasta la cintura. Hikaru soltó una risita cuando sus labios se unieron y ella pudo llevar sus manos hacia la espalda del contrario, haciéndole alguna que otra caricia.

Los labios de la mayor tenía un leve sabor agrio y dulce, seguramente por alguna bebida que había estado consumiendo. Sin embargo, no era desagradable ni molesto.

El beso era tranquilo y suave, ambas bocas se movían al compás de la otra de una manera dócil y pacífica. Ninguno de los dos se apuraban, puesto que tenían tiempo de sobra hasta que sus amigos se diesen cuenta de que faltaban.

Y con el paso de los segundos, entre todos aquellos maravillosos sentimientos que se formaban en el pecho de Saiki, había una sensación oscura que amenazaba, vagamente, con florecer. Una sensación que parecía provenir desde el fondo de sus instintos y de su mente, pero que el psíquico no le había prestado atención hasta el momento.

   Era como un extraño burbujeo de adrenalina que apretujaba su pecho. Si bien el hecho de ser sorprendido por sus amigos en pleno acto no le agradaba en lo absoluto, debía admitir que en ese momento se veía extrañamente emocionante.

El acto de ser sorprendido haciendo algo malo jamás se había visto tan... excitante como ahora.

—Kusuo... —el suspiro que se escapó de los labios de la joven entre medio del beso no fue intencional. Salió por sí solo, y decir que no alteró una parte del sistema del psíquico, hubiese sido una mentira.

De repente, el pulso de Saiki empezó a entorpecerse y a volverse más acelerada con el tiempo. Su mano que se encontraba en la nuca de su novia, viajó hasta la cintura para encontrarse con la otra. A su vez, Hikaru llevó sus manos a la nuca ajena para que se acercara más.

Fue allí cuando la mente del psíquico hizo un cortocircuito; la punta de la lengua de su novia rozó su labio inferior. Kusuo, casi guiado por la sorpresa, abrió la boca, permitiendo que ella deslizara su escurridiza lengua.

Saiki sintió un escalofrío ante la nueva sensación.

Se sentía... extraño. El tener algo viscoso y sensible explorando su cavidad bocal y buscando encontrarse con su lengua le era terroríficamente excitante. Y no sabía si era bueno o malo.

Saiki notó que el cuerpo de Hikaru se acoplaba totalmente al suyo. El burbujeo que antes había sentido, ahora se había vuelto muchísimo más fuerte, provocando que su temperatura se elevara. Su mente ya no estaba fija en el exterior, ahora ya ni siquiera le importaba si alguien conocido llegaba y los descubría, ahora solamente se concentraba en seguir degustando la boca ajena.

—Mgmh... —Hikaru fue la primera en separarse jadeando, intentando recuperar un poco de aire para sus pulmones.

Kusuo no se veía afectado por la falta de respiración. Sin embargo, un intenso color rojizo abundaba sus mejillas, todavía sumido en sus pensamientos acalorados que lo incitaban profundamente a repetir ese beso una vez más.

Miró con la vista borrosa el rostro de su novia: un fuerte color rojo decoraba su rostro mientras tenía la boca ligeramente abierta para poder tomar aire. El sonido de sus jadeos encendían el pequeño fuego que se había prendido anteriormente, oscureciendo su mente y dejándose llevar por aquél hondo deseo que se había vuelto fuerte con el paso de los segundos

Claro que Kusuo ya ni pensaba en las consecuencias que tendría si seguía su instinto.

Así que sin pensarlo dos veces, llevó su boca hasta el cuello contrario, respirando allí profundamente para poder memorizar su olor y finalmente morderla.

—¡Ah! —el pequeño gemido que se escapó de los labios de la azabache congelaron por completo al psíquico. Quien empezó a darse cuenta de la situación en la que él mismo los estaba metiendo. Por lo tanto, se alejó lo más rápido que pudo—. Acabas de... ¿acabas de morderme?

Hikaru se llevó una mano a la zona donde Saiki había mordido. Este se tapaba con una mano el rostro de la vergüenza.

—Deberíamos volver.

—Kusuo, no sabía que-...

—No.

—¿¡SAIKI?! ¿¡HIKARU-SAN?!

La pareja, aterrada, se miró entre sí por unos cortos segundos antes de girarse y ver a Kaido, Nendo, Aren, Touma, Yumehara, Mera y Teruhashi observándolos con total sorpresa.

Aunque bueno, detrás de ese asombro, Kokomi estaba aguantándose las ganas de llorar y gritar de felicidad.

—Supongo que Akechi tenía razón... —habló Aren con una pequeña sonrisa, esperando que se cortara el tenso ambiente que se había formado.

—Por supuesto que tenía razón. Era predecible algo como esto, después de todo, Kusuo-kun jamás ha mostrando este tipo de comportamiento hasta que Nishimura-san llegó a su vida y-...

—¡Y-Ya entendimos! —espetó Yumehara, riendo nerviosa y esperando que el rubio se callase. Una vez hecho esto, miró a la pareja—. ¡Saiki! ¿Por qué no nos contaste que Nishimura-san era tu novia? ¡Somos tus amigos!

Todo el grupo empezó a hablar al mismo tiempo, pidiendo explicaciones claras y buenas. Sin embargo, antes de que Hikaru o Kusuo pudiera decir algo, la joven de cabellos azules habló primero pidiendo silencio y respeto.

—Yo creo que ellos tuvieron sus razones y deberíamos respetar eso. Tal vez tenían planeado decírnoslo más adelante hasta que ellos se sintieran cómodos. Así que, no tenemos por qué atosigarlos. —habló Teruhashi, poniéndose en frente del grupo con una pequeña sonrisa—. ¿No es así, Hikaru-san?

Por primera vez, agradezco de tenerte de nuestro lado, Teruhashi.

La azabache suspiró derrotada.

—Sí. Lamentamos no habérselos dicho. Es que... estábamos esperando para el momento perfecto. —se excusó Hikaru, rascándose la nuca—. Y también lamento haber roto la promesa, Kaido.

—Entonces... ¿si son...? —Shun parpadeaba perplejo.

Saiki suspiró. Ya no había vuelta atrás.

—Sí.

—Creo que eso es más que obvio. Lo digo por la marca que tiene Nishimura-san en el cuello, y el hecho de que aquello no estaba hasta que vino aquí con Saiki y-...

Touma Akechi, si valoras tu vida cierra la boca.

—...O-olvídenlo....

—¡Bueno! —empezó a decir Hikaru nerviosa, dando una sonora palmada para desviar la atención de sus amigos—. ¿Por qué no vamos adentro y bailamos un poco? Después de todo, la noche recién comienza.

—¡Sí~...! Hikaru-san, tenemos tanto de que hablar. —comentó Kokomi, aferrándose al brazo de la azabache con una sonrisa y las mejillas ruborizadas—. ¡El traje le queda muy bien!

—Aw, gracias Teruhashi. Tu vestido está bonito.

Mientras Hikaru y las demás chicas se concentraban en caminar hacia el interior del edificio, Kusuo se quedó a solas con sus amigos. Kaido hizo un puchero, haciendo que el psíquico alzase una ceja.

—Así que... Nishimura-san y tú, ¿huh? —bromeó Aren, sonriendo divertido. No le importaba mucho la situación, pero solamente preguntaba para ver a Saiki avergonzado y molesto.

—Me largo.

La respuesta hizo reír al de gafas.

—Buen trabajo, compañero. Nishimura es muy bonita, tuviste suerte. —comentó Nendo, dándole unas pequeñas palmaditas en la espalda al de pelo rosa. Este comenzaba a perder la paciencia.

—Mejor vámonos. Seguramente las chicas nos están esperando. —comentó Kuboyasu, caminando nuevamente hasta el edificio.

Saiki suspiró antes de entrar otra vez en ese infierno llamado graduación.

Esto me supera.

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