Capítulo 3 (Los mellizos Nishimura)
Saiki Kusuo odiaba desperdiciar sus fines de semanas. Repudiaba tener algo que hacer cuando podría estar en su habitación, mirando televisión y comiendo gelatina de café. Esos momentos eran casi la gloria para él, puesto que era un momento lleno de paz y tranquilidad. Donde no tenía que lidiar con absolutamente nada, donde su 'grupo de amigos' no lo envolvería en alguna actividad extraña y, supuestamente, divertida.
Pero claro, estamos hablando de Shun Kaido y Riki Nendo: las personas más inoportunas de todo el planeta tierra para Saiki.
—¡Qué alegría! Hoy cumplimos un mes desde que Nishimura-san se volvió nuestra amiga. —comentó el 'Alas negras' con un tono que demostraba extrema felicidad—. Un día como hoy, hace un mes, a las 6:45 con diez segundos la conocimos.
¿Te acuerdas de eso que sucedió hace un mes, pero no lo que estudiaste el día anterior?
—¿Oh? ¿Por eso trajiste esa cosa? —cuestionó Nendo, observando sorprendido la colorida bolsa que Shun tenía en una de sus manos.
—¡Sí! Y me parece horrible que ustedes no le hayan traído nada. —regañó Kaido, frunciendo levemente el ceño—. Parece que solamente yo me tomo en serio esta amistad.
Estás tomándote esto demasiado en serio.
—Ya veo. ¡Entonces la invitaré a comer ramen! Es el mejor regalo que puede haber en este mundo. —opinó Nendo, sonriendo alegre.
Yo solamente llevaré mi presencia.
Cuando el trío de amigos llegó al hogar de la azabache, el cielo ya se había puesto ligeramente anaranjado. Kaido se arregló el pelo, la ropa y verificó rápidamente su aliento antes de tocar el timbre. Saiki simplemente pensaba en una buena excusa para poder irse a su casa, predecía que algo estúpido los arrastraría inevitablemente a una aventura. Una aventura en la que él no quería ser parte.
—¿Estará en su casa? —se preguntó Kaido, cuando notó que ya habían pasado varios segundos y no recibía respuesta por parte de la joven.
Está, solo que parece ocupada con sus hermanos.
—¿Mhm? ¿Qué hacen ustedes aquí? —una Hikaru con el cabello levemente despeinado y alguna que otra mancha de lo que parecía ser comida en su ropa, apareció en la entrada.
—¡N-nishimura-san! ¿Q-qué sucedió? ¿E-estás bien? —preguntó Shun, preocupado por la apariencia de ella.
La mayor abrió la boca para responder a su pregunta, sin embargo, un fuerte estruendo hizo que su expresión confusa cambiara a una de horror. Hikaru se dio media vuelta y corrió por donde había venido, siendo seguida por Kaido, Nendo y Saiki.
—¡Rin! ¡Deja el cabello de Haru ahora mismo! —gritó la azabache, acercándose rápido a sus dos hermanos, teniendo cuidado con el tazón roto que se encontraba en el piso.
Al parecer, Rin, con solo estirarse un poco en su silla para poder tirarle el cabello a su hermana, tiró el plato con comida dejando que todo se desparramara en el suelo.
Yare yare... bebés. Que molestia...
—Lamento el desastre. Mis padres viajaron hoy a la mañana a otra ciudad para ir al aniversario de un matrimonio amigo. —contestó ella, logrando que sus hermanos se quedaran tranquilos y callados. Estos observaron al trío de amigos con curiosidad.
Hikaru aprovechó el momento para buscar un trapo y poder limpiar.
—Generalmente se portan bien. Pero cuando notan que nuestra madre no está aprovechan a hacer desastres. —siguió explicando—. Sería muchísimo más fácil si no tuviera que hacer varias tareas que mi madre me pidió que hiciera. Debo limpiar la casa al mismo tiempo que debo cuidar a estos dos demonios.
Rin miró con asombro y apuntó con su pequeño dedo índice a Nendo. Seguramente asombrado por la barbilla de este.
—No te preocupes, Nishimura-san. El Alas Negras y sus discípulos están aquí para ayudarte. —dijo Kaido, con su voz ronca y determinada.
Uno, no me llames discípulo. Dos, no estamos aquí para eso. Tres, me quiero ir de aquí.
—No se preocupen por mí. Aunque no me molestaría que me diesen una mano así puedo terminar de limpiar. —contestó la azabache, mientras terminaba de limpiar la alacena—. De todas formas. ¿qué hacen aquí en primer lugar?
—¡Vinimos a invitarte a comer ramen! —respondió Nendo rápidamente.
—Y... a-además... hoy cumplimos un mes de conocernos. Y... t-te he traído un re-regalo... —tartamudeó Kaido, rascándose la nuca y dejando que su rostro adaptara un leve color rojizo.
"Este chico se está tomando en serio nuestra relación..." Pensó la joven, alzando una ceja.
—Oh, gracias... supongo. —contestó Hikaru, tomando la bolsa y llevándola a un lugar seguro—. Lo veré después tranquila. Ahora debo mantener el 90% de mi atención en ellos dos.
"Ojalá se queden a ayudarme. Estaría necesitando una mano. Demonios, mamá hace esto todos los días. ¿Cómo es que lo hace?"
—¿Quieres que te ayudemos? Yo no tengo nada que hacer. —cuestionó Kaido, esperando tener la oportunidad de pasar más tiempo con ella.
Ninguno de los tres sabemos cuidar bebés. Esto será un desastre.
—¿Eh? Pero íbamos a comer ramen...
-—¡Idiota! ¡El ramen puede esperar! —reprochó el de azul, mirando mal a su amigo.
Nendo suspiró pesadamente y terminó aceptando.
Debo irme, tengo cosas que hacer.
Saiki estuvo a punto de caminar de vuelta hacia la entrada principal hasta que una imagen no muy agradable golpeó su cabeza. Al parecer, era una premonición de lo que terminaría pasando si dejaba a esos dos bebés en las manos de Nendo y Kaido.
Cuchillos... Horno... Fuego...
Yare yare, no puedo irme. Sabía que venir aquí iba a ser una mala idea. Tal vez Nishimura sola podría haberlo hecho bien.
—¿Eh? ¿Saiki? Pensé que te marcharías. —dijo Shun, quien sacaba a Haru de su silla con cuidado. Mientras que Nendo alzaba con fuerza a Rin, como si fuese una pelota de basket.
Eso quiero, pero debo ayudar.
No era una mentira, realmente quería volver a su hogar. Sin embargo, por más que prefiriese irse de allí, no iba a permitir que ninguno de todos ellos muriese por las idioteces de Nendo y Kaido. La familia Nishimura no se lo merecía.
"Si soy sincera... dejar a mis hermanos en las manos de Nendo y el rarito no me da mucha confianza. Aunque el teñido no da indicios de que sabe cuidar bebés, se ve mucho más cuidadoso y serio que sus amigos." Pensó Hikaru, dándoles una corta mirada a los tres amigos.
No sé cuidar niños tan pequeños, pero puedo manejar esto.
—Bueno, aprecio que me quieran ayudar. De verdad, estoy muy agradecida. —habló la azabache sonriendo un poco y tomando unos productos de limpieza—. Mientras me ocupo de limpiar el desastre que hicieron, ustedes podrían ir arriba para entretenerlos un rato. No se preocupen, si necesitan algo todo está en el armario. La habitación de ellos es la que tiene pegatinas de Winnie Pooh y Mickey Mouse en la puerta.
—¡No te preocupes, Nishimura-san! ¡Será pan comido! —dijo Kaido, alzando su dedo en una señal de que podría manejar aquello sin ningún problema.
"He cuidado a mis hermanos, ¿qué podría salir mal?"
Todo puede salir mal.
Los tres se dirigieron con ambos mellizos en brazos a la habitación que Hikaru les mencionó. Nendo miró con sorpresa la decoración: el cuarto era espacioso y muy colorido, el piso estaba alfombrado y por doquier podías ver objetos que eran comunes para bebés. De cajas de pañales hasta juguetes.
—¡Oigan! ¡Miren! Un avión pequeño. —Nendo se encontraba sentado en el suelo, en frente de un cofre lleno de juguetes con Rin al lado.
—¡Oye! No juegues con eso, no seas infanti-... ¡ES UN PELUCHE DE PANDA BEBÉ! —Kaido chilló emocionado cuando vio la colección de peluches que tenía Haru en una repisa.
Saiki simplemente miró desconcertado a sus dos compañeros de clases.
Yare yare... debí suponer que se comportarían peores que los bebés.
Shun, al notar que Kusuo lo estaba mirando fijamente, se levantó y tosió, sintiendo la vergüenza subir a sus mejillas.
—S-solo e-estaba... mirando... uhm... si no había nada peligroso para los niños. —dijo Kaido, desviando la mirada, intentando mantener una pose firme.
Solo terminemos con esto.
***
Odio admitirlo, pero necesito a Nishimura ahora mismo.
Saiki miró con furia como Kaido y Nendo estaban tirados en el suelo como peso muerto, con sus ropas sucias y desordenadas. Parecía que habían vuelto de pelear con animales salvajes.
El cuidar a los mellizos había sido un infierno para los tres. Rin y Haru no paraban de gritar ni de tirar o de ensuciar cualquier cosa que estaba a sus alcances. También lloraban por cualquier cosa y el hecho de que Nendo estuviese haciendo sus caras "graciosas" no ayudaban en nada.
Aunque admito que yo también me asustaría con la cara de Nendo.
—No entiendo como Nishimura-san puede lidiar con esto. —murmuró Kaido, aún boca-abajo en el piso.
No puede. Por eso pidió nuestra ayuda.
De repente, un extraño sonido vino desde uno de los pequeños. Todos miraron a Rin, quien simplemente se largó a llorar.
Y a continuación, un fuerte y desagradable olor se esparció por el aire.
—¡Te hiciste caca! —rió Nendo, elevando al menor con ambas manos.
Podría cambiarlo con mis poderes, pero con estos dos aquí será imposible. No me preocupo mucho por Nendo porque él es un idiota, pero Kaido posiblemente sospeche algo... aunque también es un idiota, pero en menor medida que Nendo.
—¿Eh? ¿Que uno de los juguetes favoritos de Haru quedó en el baño y quieres que los vaya a buscar? —el de cabello azul miró sorprendido a Kusuo, a lo que este asintió ligeramente—. ¡Bien! No te preocupes, Saiki. Iré ya mismo.
Una vez que Kaido abandonó el cuarto, el psíquico pudo estar más tranquilo.
Bien, solo queda-... ¡Oye!
Y ahí estaba Nendo con el pañal de Rin sucio en las manos.
—¿Qué debería hacer con esto? ¡Oe! ¡Compañero! ¡Ten! —y de golpe tiró el pañal a la cara de Kusuo. Quien, para su fortuna, pudo detenerlo con sus poderes antes de que la situación pasara a mayores.
¡No lo tires así, animal!
Por suerte, Nendo ni siquiera se dio cuenta de que el pañal literalmente estaba flotando y volando por toda la habitación hasta que dio con el cesto de basura. En cambio, Haru, que estaba observando toda la escena, lo apuntó sorprendida y empezó a hablar incoherencias.
Me alivia el saber que no puedes hablar y que probablemente ni recuerdes esto cuando crezcas. Me hubieses traído muchos problemas.
Kusuo levantó a Haru con lentitud y la llevó a su cuna que tenía alguna que otra decoración de color morado.
—Oye, Saiki, no encontré el juguete que dijist-... ¡NENDO QUÉ HACES CON RIN! BÁJALO YA.
—Eres un bebé guapo. ¡Pero nunca más guapo que yo! —reía Nendo, tirando hacia arriba a Rin desnudo y atrapándolo en el aire.
Cualquier cosa es más linda que Nendo.
—¡Ya ponle un pañal! —regañó el de cabello azul, intentando inútilmente tomar a Rin en sus manos.
Yare yare... esto me está estresando.
Cuando finalmente pusieron a ambos mellizos en sus respectivas cunas ya limpios y arropados, llegó la hora de que tomasen una buena siesta.
—Bien, ¿qué cuento podríamos leerle? Tal vez-...
—¡Oh, yo tengo una! —gritó Nendo, acercándose con una cara extraña a la cuna de los bebés—. Había una-...
Y Rin y Haru se largaron en un fuerte llanto.
—¡Imbécil, los asustas! —regañó Kaido, dándole un golpe en el brazo a su compañero.
—¿Eh? ¿Así pegas? ¡Pero si no sentí nada!
—¡Cállate! ¡No te pego fuerte porque no quiero herirte! —se podía ver que Shun tenía el orgullo herido gracias al comentario de Nendo.
Bien, no quería hacerlo, pero no me dejan otra opción.
***
—¡Nendo, Kaido, Saiki! ¿Dónde est-...? Oh... —Hikaru se llevó una mano a la boca para evitar largar una fuerte carcajada.
En la habitación de sus hermanos mellizos, Saiki se encontraba sentado, mirándola fijamente con el ceño fruncido, mientras que tenía a Nendo y a Kaido dormidos aferrados a cada brazo. La azabache no pudo evitar pensar que era una de las imágenes más divertidas y, a la vez, tiernas que vio en toda su vida.
"Como desearía tener una cámara ahora." Pensó ella, observando a Kusuo con una sonrisa divertida y burlona.
Ni siquiera lo pienses.
—Vaya, parece que estás teniendo mucha diversión. —habló la joven en un tono bajo, mientras se acercaba para verificar que Rin y Haru estuviesen totalmente dormidos—. Hicieron un gran trabajo cuidándolos. Incluso me dieron tiempo para que pueda ducharme.
HICE un gran trabajo. Cuidar a Nendo y a Kaido fue como cuidar a dos bebés más.
Hikaru rió bajo y, a continuación, se dio media vuelta para salir del cuarto.
—Vine aquí para avisarles que tengo pasteles y quería dárselos como agradecimiento. Pero si están muy ocupado entonces-...
Estoy aquí.
Saiki ya estaba detrás de ella, siguiéndola, dejando a sus dos amigos tirados durmiendo, abrazados entre sí. Hikaru miró sorprendida al otro, pero terminó por sonreír divertida.
—Bien, entonces, vamos.
La noche terminó tranquila con Saiki e Hikaru comiendo un delicioso pastel de chocolate casero. El psíquico adoró el silencio agradable que había entre ellos; la joven no parecía querer iniciar una conversación (a lo que él agradecía profundamente, no tenía muchas ganas de hablar después de haber cuidado a esos cuatro). Hikaru estaba disfrutando del cómodo silencio mientras que Saiki se entretenía escuchando los pensamientos de ella, que eran de temas triviales. Como, por ejemplo, el postre que iba a preparar para el cumpleaños número 90 de su abuela.
A Saiki le empezaba a agradar Hikaru por el hecho de que ella disfrutaba estar tranquila. No era una persona extrovertida y ruidosa, no tenía interés en entrometerse en aventuras muy alocadas. Y eso era lo que Saiki estaba buscando en una amistad. Agradecía que siguiesen existiendo personas que adorasen el 'no hacer nada' juntos.
Este silencio es perfecto.
Una vez que los padres de la joven llegaron, agradecieron a su hija y a Saiki por haber cuidado de los mellizos tan revoltosos. Sin embargo, cuando llegó el momento de despertar a los otros dos que habían quedado arriba...
—Pequeñín, eres bastante cómodo.
—¡NENDO! ¡ALÉJATE DE MI, MALDITO PERVERTIDO!
Sí, definitivamente la noche terminó tranquila.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro