Capítulo 26 (Los demonios internos jamás se irán)
—¿Hikaru-chan todavía no es tu novia? —preguntó Aiura. Una sonrisa se extendía por su rostro, a la vez que su mirada brillaba de curiosidad y emoción. Su dedo vagamente se movía sobre la mesa, haciendo dibujos imaginarios.
Kusuo rodó los ojos, visiblemente molesto por la pregunta de la contraria. ¿Cuántas veces por día se lo iba a preguntar? Suficiente que Mikoto lo había arrastrado para que estuviera con ella durante el receso. La cafetería estaba llena de gente tan molesta, y además había olvidado su anillo en la mochila.
—No.
La vidente hizo una mueca, y se acomodó mejor en su asiento.
—Kusuo... ¿No te estás tardando demasiado? A lo mejor ella está esperando a que tú se lo preguntes. Además, ha pasado tiempo... estoy segura de que Hikaru-chan te dirá que sí. —opinó la rubia, haciendo un pequeño puchero—. ¿Qué es lo que te detiene?
—No lo sé.
Mentira. Él sabía muy bien por qué no le preguntaba a Hikaru de ser su novia. Y eran sus inseguridades, (las cuales él mismo desconocía que tenía) las que le impedían dar el paso. Era extraño, no se consideraba una persona insegura. Pero... ¿qué tal si no es lo que ella estaba esperando? ¿Tal vez ella diría que no porque a su lado era un niño pequeño? Temía recibir una respuesta negativa por parte de la azabache.
Si bien podría meterle la idea a la mayor en la cabeza de que él era el único hombre sobre la faz de la tierra que podía amarla realmente. No obstante, no sería justo para ella... ni para él. Sería un amor forzado.
Aiura afiló la mirada. Era obvio que no le creía.
—Eres demasiado inteligente como para darme esa respuesta. —la vidente le dio una pequeña sonrisa divertida—. Hikaru-chan es una persona súper buena. Y créeme, he visto su futuro y siempre los veo a ustedes dos juntos. ¡Es imposible que te diga que no!
—Ya lo sé. No tienes por qué decírmelo.
—Te lo digo para que te convenzas de eso. No tienes por qué tener miedo de-...
—No tengo miedo.
—Uff, sí que eres terco, ¿eh? —Aiura bufó, a la vez que se levantaba de su asiento para poder abrazar a su amigo con fuerza—. Vamos~... ¡quiero verte feliz! Por favor... prométeme que en estos días se lo vas a preguntar.
—Aiura, suéltame.
—¡No! —la vidente soltó una risita—. Aw, eres muy achuchable, Kusuo.
El de pelo rosa estuvo a punto de contestarle que se alejara y que podía resolver sus problemas solo (aclarando que no tenía ningún miedo y que estaba perfectamente bien), hasta que escuchó los pensamientos de una personita muy conocida.
"Iris miy ichichibli, Kisii." Hikaru, que se encontraba a unos cuantas mesas a la lejanía junto a sus amigos, tenía el ceño fruncido y una ceja le temblaba.
Yare yare...
—¿Uh? ¿Sucede algo, Hika-chan? —Azumi preguntó, sacándola de sus pensamientos y casi sorprendiéndola.
—No. No es... —Hikaru casi aprieta la caja de jugo que estaba tomando cuando vio a la rubia colgarse del brazo de Kusuo, una vez que él se levantó de su asiento. A continuación, ambos salieron de la cafetería para irse a quién sabe dónde—. ¡Nada! ¡No es nada! Solo... solo es el estrés por los estudios.
Azumi, quien no se veía convencido por la explicación de su mejor amiga, decidió echar un vistazo a la dirección donde anteriormente Hikaru miraba. Sonrió burlón, una vez que entendió el repentino comportamiento de la azabache.
—Ow, ¿mi Hika-chan está celosa? —se burló el más alto, pellizcando suavemente una de las mejillas de la mencionada. Aquello hizo que Akane y Kaito se diesen vuelta para apreciar la escena y poder entender la situación—. No tienes por qué sentirte así. Saiki seguramente es consciente de la poderosísima mujer que tiene a sus pies en estos instantes.
—Ya cállate, Azumi. —escupió Hikaru, dándole una mirada asesina. El nombrado solamente rió más fuerte.
—Hikaru... piénsalo bien. Saiki no es ese tipo de personas. —Akane intentó darle una sonrisa calmante—. Vamos... estoy segura de que son solo muy amigos. Seguramente se tratan así desde siempre.
"Kusuo detesta el contacto físico de cualquier ser humano." Pensó Hikaru, absteniéndose a gruñir. "Maldita sea, ¿por qué rayos estoy celosa por una estupidez? Lo detesto, y todo por culpa de ese imbécil sin neuronas que me hizo así."
Saiki frunció ligeramente el ceño ante ese pensamiento.
—Hikaru, cálmate. Un poco más y hechas humos por las orejas. —Kaito le dio unas pequeñas palmaditas en la espalda. Y sin decir nada, deslizó su brazo por los hombros de la azabache, así poder atraerla hacia él—. Vamos, anímate. Es miércoles de waffles, tus favoritos.
—Métete tus waffles por el-...
—Hikaru, respira. Estás exagerando demasiado las cosas. Saiki no ha hecho nada malo y lo sabes. —Kaito suspiró, ya empezando a cansarse de la actitud de su amiga—. Olvida eso. Olvídate de... ya sabes quién. Saiki no es él, no los compares.
Hikaru se quedó en total silencio. Los recuerdos comenzaron a trepar por su espalda, trayendo nuevamente su pasado con un amargo sabor.
—Sí. Tienes razón, Kaito. Lo siento. —la azabache suspiró con suma profundidad, esperando largar todo ese dolor que esos recuerdos habían traído—. Ya, mejor me cierro la boca de una vez. ¿Qué era lo que estabas contando, Azumi?
El de cabello negro le sonrió complacido.
"Realmente Hikaru es una buena chica." Pensó Kaito, mientras abrazaba con más fuerza a su amiga y le daba un pequeño beso en la coronilla.
Ugh, genial... ahora soy yo el que está celoso.
"Es increíble cómo Hikaru es tan flexible con Kaito. Ella no suele hacerle casona muchas personas, pero siempre hace lo que él dice. Hace unos meses hubiese pensando que ella estaba enamorada de él..." Akane miró disimuladamente a la pareja de amigos. "¿Le habrá gustado en serio? Bueno, ella ahora tiene a Saiki, así que..."
A ella ya no le gusta más.
Saiki sintió un amargo sabor en su boca.
O... se supone...
***
El día transcurrió lento y pesado. El final del año empezaba a acercarse poco a poco y tanto los profesores como los alumnos ya deseaban dar ese último esfuerzo que quedaba, y descansar finalmente en las vacaciones.
Hikaru largó un pesado suspiro, mientras veía los pasillos desolados del instituto. Una vez más, había sido castigada por su conducta y ahora le tocaba irse más tarde a casa. Lo bueno es que no debía ir al trabajo, puesto que ahora habían más empleados y los turnos se intercalaban.
—Que día de mierda. —dijo, cuando estuvo a punto de salir del edificio.
—Hikaru.
Un jadeo de sorpresa se escapó de su boca y se dio vuelta para poder apreciar al psíquico, quien la observaba con su típica expresión seria.
—Kusuo. —mencionó ella algo asombrada por su repentina aparición, para después desviar la mirada—. ¿Pasa algo? ¿Qué estás haciendo aquí?
El de cabello rosa se acercó a ella.
—Me estuviste evitando todo el día.
—No, ¿por qué lo dices?
—Sí lo hiciste. ¿Qué te sucede?
Hikaru apretó los labios. Observó vagamente a Saiki, dándose cuenta de que este portaba un bonito anillo color plata.
—Yo... ugh, está bien. Te lo diré.
—Te escucho.
La azabache tomó un profundo suspiro, antes de mirarlo directamente a los ojos.
—Tengo miedo, ¿está bien? —hizo todo su esfuerzo para que su voz no saliera quebrada. Kusuo hizo una expresión de ligera sorpresa—. Tengo miedo, porque tú y yo nos acercamos cada vez más y... sé que quieres algo serio conmigo, pero... ¿realmente quieres estar... con alguien como yo? Después de todo lo que hice...
—¿De qué estás hablando?
—Hablo de mí. Eres un chico súper inteligente y una buena persona, y yo... bueno, soy todo lo contrario. Tengo miedo de... no ser lo que tú estás esperando, no quiero desilusionarte. Podría lastimarte, no me conoces lo suficiente para decirme que no lo voy a hacer. Tengo una personalidad de mierda y un carácter de mierda, puedo decirte cosas hirientes solo porque la ira me gana, suelo discutir muchísimo... Es decir, yo sería tu primera relación y no quiero agotarte mentalmente. Además, no sé si yo estoy preparada mentalmente para tener otra después de... ya sabes, todo lo que pasó. —Hikaru cortó el contacto visual y le dio la espalda al psíquico para poder abrazarse a ella misma—. Me da miedo también que tus padres me odien. Ahora ellos no lo hacen porque no me conocen. ¿Pero qué dirían si se enteran lo que hecho? Tengo miedo de que... te prohíban estar conmigo o algo así. Ni siquiera sé si tus padres son ese tipo de persona o no...
Silencio. Uno muy grande.
—También está lo de los rumores. ¿Y si te dicen algo por salir conmigo? ¿Y qué tal si yo soy una mala influencia para ti y te cambio para mal? Y-...
—Hikaru. ¿Qué tipo de persona crees que soy?
La mencionada parpadeó perpleja y miró cuidadosamente al psíquico, notando como este tenía el ceño fruncido.
—¿Realmente crees que me importe lo que digan mis padres de ti? ¿Qué me importen lo que digan los demás? Parece que todavía no me conoces.
La azabache se quedó callada. Por lo que Saiki decidió continuar.
—No me importa qué hayas hecho en el pasado, porque ahora no eres eso. Tu pasado no te define, y ahora no eres nada de lo que hayas hecho o hayas dicho. Has cambiado para bien, y eso es lo que me gusta de ti; nunca te has rendido, a pesar de todo. Siempre estás intentando mejorar.
Otro corto silencio.
—Y... yo... yo jamás te lastimaría. Sin embargo, si tú realmente no estás lista para una relación conmigo aún, lo entiendo. Esperaré.
—No tienes por qué. No quiero hacerte esperar para nada.
—Te voy a esperar igual.
—Tus padres no me querrán cuando se enteren.
—No van a hacerlo, y si lo llegan a hacer, me va a dar igual lo que ellos digan.
—Voy a lastimarte. Me odiarás.
—No me importa y no lo haré.
—¿Cómo estas tan seguro de eso? Podrías arrepentirte de salir conmigo. —Hikaru sonrió ligeramente con tristeza.
Kusuo le sonrió. Se acercó lentamente a ella para poder limpiarle las lágrimas que caían por sus mejillas y besarla. Aunque el beso tuvo un característico sabor salado.
—Jamás me arrepentiría.
El de cabello rosa la atrajo hacia sí, abrazándola y disfrutando el compás de ambos corazones latiendo al mismo tiempo.
—Lo siento. Algún día te explicaré todo lo que ese imbécil me hizo. Me hizo mucho daño, y ahora-...
—Tranquilízate. No tienes por qué explicarme. Lo entiendo.
Quedaron abrazados, sumidos en silencio por unos segundos más. Como si ellos dos estuvieran completamente solos en el universo entero.
Hasta que Matsuzaki vino a regañarlos, diciendo que si iban a darse cariño que fuese en otro lugar porque tenían que cerrar. Por lo que la pareja tuvo que irse rápidamente.
—Kusuo.
Los dos habían parado en una heladería. Saiki le compró un helado a la azabache así poder levantarle un poco el ánimo. Cosa que parecía funcionar.
—Dime.
Hikaru lo miró con una sonrisa enternecida.
—Eres lo mejor que me pudo pasar.
El psíquico sintió cómo sus mejillas se calentaban.
—Tú... también... eres lo mejor que me pudo pasar. —habló, moviendo ligeramente los labios, esperando que ella entendiera. Era la primera vez que hablaba realmente.
"Siento que es la primera vez que escucho realmente su voz." La joven lo miró casi asombrada.
—Ojalá te hubiese conocido antes. —comentó ella, una vez que terminó su helado y se limpió las manos.
Kusuo posó una mano en sobre la cabeza de ella y le sonrió. Hikaru soltó una risita antes de abrazarlo.
—Te amo, Kusuo. —dijo ella, pegando su frente con la de él.
—Yo también te amo, Hikaru. —le contestó él, poniendo sus manos en la cintura ajena.
Y ambos se besaron, bajo el cielo anaranjado, con las estrellas empezando a nacer y con la luna que empezaba a deslizarse hasta el punto más alto del cielo.
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