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I.XI - La canción del verdugo

Anna se encontró con Cas cuando entró a la biblioteca. Estaba sentado en una de las sillas, ella se acercó a él y acarició su hombro cuando pasó a su lado. Se dejó caer sobre el asiento frente a él y acomodó sus pies sobre la mesa. 

Sam odiaba cuando hacía eso, así que ella aprovechaba cada oportunidad que él no estaba para hacerlo. Era como un pequeño desafio. A veces incluso lo hacía en su presencia solo para molestarlo y divertirse con su cara de enojado.

Cas la miró fijamente, la estaba esperando. La conocía y sabía que algo le estaba pasando, así que él no la presionaría. Solo esperaría a que ella se sienta cómoda y le cuente cual era su problema. Entonces la ayudaría. Siempre lo hacía, por más pequeño que sea, él lo haría todo por ella.

—Entonces... —ella murmuró—. ¿Qué haces? —señaló la computadora de Sam que estaba frente a él.

—Sólo, investigación.

La pelirroja movió la cabeza, asintiendo. Ella sabía sobre que estaba investigando. La marca.

Últimamente todo en su vida giraba en torno a esa maldita marca, y estaba bien, debían encontrar una forma de eliminarla. Pero cada día que pasaba veía la posibilidad de borrarla más lejos.

—Anna... —Cas la llamó.

Ella tiró su cabeza hacía atrás y se hundió más en la silla. —Estoy cansada Cas —cuando volvió a mirarlo, sus ojos se habían llenado de lagrimas—. Estoy malditamente cansa de todo esto.

—Te necesita Anna.

—¿Crees que no lo sé? —respondió agresivamente. Al instante se arrepintió—. Lo siento —se humedeció los labios antes de seguir—. Es solo que... ¿por qué nosotros Cas? ¿por qué por una vez no podemos estar tranquilos? Esta vida...

Hizo una pausa conteniendo sus lágrimas. —A veces me preguntó si será así hasta el día en que muera.

De repente a Castiel se le erizó la piel. Un escalofrío recorrió su cuerpo y no podía procesar lo que había dicho. No podía ni siquiera pensar en su muerte. En que un día no esté más con ellos. Con él. ¿Qué sería del mundo sin una mujer como ella? 

Esperaba no tener que verlo, no quería vivir en un mundo que no tuviera a Anna Winchester.

—Es duro, lo sé... —rápidamente cambió de tema—. Pero saldremos adelante de esto. Encontraremos una forma, lo hacemos siempre.

Anna negó con una sonrisa. —Lo sé, yo se que saldremos de esta —le aseguró—. Pero luego vendrá algo más. Y otra, tal vez peor... y ¿luego qué? ¿cuándo podremos parar? —se mordió el labio, haciendo una pausa—. Sabes, en un tiempo pensé que era bueno salvar el mundo. Me hacía sentir bien conmigo misma. Limpiarlo de todo los males. Cazar vampiros, hombres lobos, cambia formas pero...

—Ellos lo cambiaron todo —la interrumpió—. El amor es eso Anna. Una persona puede cambiarte la vida por completo.

—O dos —ella sonrió antes de volverse a poner seria—. Yo solía odiarlos, ¿sabes? Habían abierto las puertas del infierno y por su culpa, un demonio poseyó a mi padre. Solía culparlos por todo lo malo que había sucedido, hasta que me di cuenta que mi padre fue un idiota sin ser poseído —soltó una risa amarga.

—Y luego los conocí, y su vida... nadie merece vivir de la forma en que ellos lo hacen. Sin descanso. Siempre luchando una batalla. Quise no involucrarme en esto, yo quería... pensé que ayudarlos sería como cualquier otro caso. Pero cuando vi a Sam en aquel manicomio. La forma en que Dean se preocupó por él. Y luego ellos se preocuparon por mi como pocas personas lo hicieron.

El corazón de Cas dolía ante esa confesión. Ahora entendía todo. Eran tres personas rotas que se complementaban entre si. Las unía un pasado doloroso, un presente aún peor y un futuro incierto. Los tres juntos eran una pared. Entendía porque Anna pertenecía a ellos y no a él.

Si los acorralaran estaba seguro que lucharían espalda con espalda hasta salir los tres vivos. O muertos. Cas pensó en él, pero en eso momento sus palabras volvieron a su mente, no podía ni  pensar que sería que Sam o Dean si Anna ya no estuviera.

Eso era aún peor que su muerte. El saber que ellos harían cualquier cosa con tal de traerla de vuelta. 

—Ellos te aman —le aseguró Cas.

La pelirroja asintió, pasándose la mano por la cara y limpiándose las lágrimas. —Y yo a ellos —sonrió—. Solía no tener nada. Y luego tengo esto. Este trabajo. Esta familia —se enderezó y tomó la mano de Cas—. Y no importa lo difícil que sea, te juro que haré lo necesario para que siempre sea así.

****

Dean estaba haciendo todo lo posible para mantener su mente alejada de Anna. Por supuesto que nunca lograba hacerlo, siempre estaba pensando en ella, pero esta vez era diferente. Apenas la había escuchado hablar. Sus ojos estaban distantes, siempre mirando algo que no estaba. Cansados.

Sam dijo que solo necesitaba tiempo y a veces no entendía como su hermano era capaz de hacer eso. De dejarla estar. Él necesitaba estar asegurándose en cada momento que ella estaba bien. Nunca había estado en una relación de tanto tiempo antes, no sabía como hacerlo. Se podría decir que estaba aprendiendo y a la vez era tan duro.

Acercó el impala a la puerta de la prisión en la que estaba el siguiente caso, se detuvo un minuto para mirarla por el espejo retrovisor. Estaba apoyada contra el asiento, la mirada vacía. Se sentía extraño no tenerla en el frente, aplastada entre él y Sam. Se sentía mal.

Sacó su placa y tomó la de Sam, sin molestarse en pedirle a Anna la suya, la cámara de seguridad no podía captarla de todos modos. Las mostró antes de hablar. —Somos del despacho del inspector general. Tenemos una cita con el director.

—Gracias —respondió una voz a través del intercomunicador—. El estacionamiento está a la izquierda. Solo busquen puestos para visitantes.

—De acuerdo, entonces, ¿cuáles son las estadísticas en este acto de desaparición? —preguntó Dean mientras subía el vidrio de la ventanilla y las puertas de la prisión se abrían.

—Tommy Tolliver —contestó Sam—. Fue acusado de seis asesinatos en el 2009, pero esos solo fueron los que se enjuiciaron. De acuerdo con las noticias, escapó de una celda asegurada en la sección de los sentenciados a muerte, este inexplicable escape "Houdinesco".

Dean volvió a mirarla por el espejo. Ella estaba mirando por la ventana, como durante todo el viaje. —¿Entonces qué pensamos, bebé? ¿Alguna especie de asesino en masa mágico? —ella no dijo nada. Era como si él no existiera. Ignoró el dolor en su pecho y lo intentó de nuevo—. ¿Bebé? Anna.

Ella salió de su trance y miró a su alrededor. —¿Ya estamos aquí? —preguntó, con el ceño fruncido.

Sam le dio a su hermano una mirada compasiva antes de girarse en su asiento hacía ella. —Sí, princesa. Estamos aquí. No tienes que entrar si no quieres.

Ella sacudió su cabeza y forzó una sonrisa en su cara. —No. Si vine hasta aquí fue por algo.

Abrió la puerta del auto y salió. Sus tacones resonaron contra el suelo de cemento, ajustó su abrigo más a su cuerpo para no sentir el frío. Lo cierto era que ella no sentía nada. Ni frío, ni calor. Nada en absoluto. Su mente estaba en otro plano. 

Cansada.

Y también era cansador para los que la rodeaban. Era difícil. Agotador. 

Dean deseaba poder ver lo que pasaba dentro de su cabeza. Deseaba poder entender realmente por qué estaba actuando de esa forma, por qué parecía como si quisiera darse por vencida. Y no podía entenderlo. 

A veces dudaba que tuviera la fuerza para seguir luchando por ella también. Porque si Anna se derrumbaba, entonces no había esperanzas para él.

****

—Entonces, ¿por qué no nos cuenta qué pasó? —Sam le preguntó al alcalde de la prisión.

Anna se quedó a un lado, mirando en la celda la única gota de sangre que estaba en el centro de la habitación. Dean escaneó el área con su detector de EMF. Y de repente a la pelirroja le dolía el pecho. Podía sentir una punzada de angustia dolorosa. 

Algo andaba mal.

Una mano grande aterrizó en su hombro. Se sobresalto cuando la sintió. —¿Estás bien? —preguntó Sam. Dean la estaba mirando fijamente, su cara estaba llena de preocupación.

—No... no lo sé —contestó. Los ojos de Sam cayeron hacia su pecho, su mano estaba sosteniendo una pequeña cadena que ambos hermanos le habían regalado—. Siento algo. Como la marca pero... diferente —levantó los ojos hacia Dean—. Tengo miedo.

****

Tommy Tolliver estaba muerto. Cas estaba seguro pero lo confirmó por teléfono cuando Dean lo llamó. Y sonaba asustado. Él no podía culparlo. No mientras estaba parado en medio de un bosque sin árboles con cientos de tumbas a su alrededor.

Dean le preguntó dónde estaba justo cuando la atmósfera a su alrededor de Cas cambió. Era como una briza helada. Un escalofrío recorrió su cuerpo.

—Los llamaré luego —contestó Cas y colgó antes de girarse.

—Hola, Castiel.

Había pasado mucho tiempo desde que Cas vio a Caín. La última fue antes de que desapareciera con Colette. Y no por primera vez, se preguntó qué habría pasado si se hubiera involucrado antes con los humanos y demonios. 

¿La habría conocido? ¿Ella lo hubiese elegido? ¿Cuánto dolor pudo haberle evitado?

—¿Qué has hecho? —preguntó Cas.

Los ojos de Caín vagaron por los montículos de tumbas. —¿Estos cuerpos? Simplemente limpiando un desastre que hice hace mucho tiempo.

—Caín, sé lo que fuiste. Pero lo resististe durante mucho tiempo.

—¿Qué puedo decir? Retomé el gusto —caminó hacia adelante y Cas luchó contra las ganas de retroceder—. Con el ejército de Abaddon encima de mí, tuve que retomar las armas, y me gustó cómo se sintió.

—Esos eran demonios —afirmó Cas—. Estos...

Caín se agachó y recogió un oso de peluche lleno de tierra. —Humanos. A la Marca le da sed de todas las clases.

—Esto es una masacre.

Los ojos azules de Caín eran fríos y se dirigieron hacia Cas. —Sí. Y pronto será un genocidio —descartó al oso y se puso de pie—. Mis hijos, todo mi envenenado problema. Muchos de ellos allí afuera ahora mismo... asesinos, peleadores, ladrones, algunos más pacíficos que otros. Pero igual tienen la enfermedad. Si la Marca quiere sangre, le daré la mía.

Cas se acercó más a él, incrédulo. —¿Los matarás a todos? Eres el primogénito de Adán y Eva. Tus descendientes son legiones.

—Cuando mucho, estoy sacrificando... uno de cada diez.

—De todos.

—Tengo tiempo —Caín se tomó un momento para estudiar Cas—. ¿Cómo está Dean, por cierto? Supe que le fue bien, acabó con Abaddon —los ojos de Cas miraron hacia abajo—. No está bien. Pero no es el único por lo que estás realmente preocupado. ¿No es así? —Cas lo miró, frunciendo el ceño—. Sé lo es amarla. Ella es... todo. Muchos la han odiado o amado. A veces ambos.

—¿Es Anna la razón por la que estás haciendo esto? ¿Qué pensaría ella...

—Ella no es Collette —lo interrumpió Cain. Su ira fue breve y dura.

—Ella lo es —le aseguró Cas—. Abaddon lo creyó. Gadreel. Me imagino que Lucifer también lo hará.

Caín se rió entre dientes aunque parecía estar lejos de ser gracioso. —Por supuesto que lo hará. Fuimos marcas en su vida inmortal. ¿Ves un patrón entre nosotros? —la mandíbula de Cas se apretó y él sonrió—. El amor de Gadreel fue siempre el más puro de nosotros. Una advertencia, Castiel. Deberías rezar para que Lucifer nunca salga de su jaula. Era su familia. Su hermano menor. Tú conoces la relación de Sam y Dean, bueno ahora traslada esa relación a Anna y Lucifer, pero intensificala mucho más —negó con una sonrisa en la cara—.  Si crees que su conexión con Gadreel era fuerte... entonces espera a ver lo que haría él por ella.

—Suficiente —dijo Cas—. Necesitamos una cura para la marca. No solo afecta a Dean. Lo que sea que hagas o no sientas por Anna, debes querer que esté a salvo.

—Oh, lo hago. Créeme. La marca no está tratando de hacerle daño. La ama. Quiere que vuelva a su verdadera forma.

—¿Un nefilim?

—Un nefilim... —Caín negó con la cabeza—. Es solo un recipiente para ella.

La cara de Cas se arrugó con confusión y frustración. —Dean dijo que no sabes lo que es. Nadie lo sabe.

Caín extendió los brazos abiertos. —Mentí. Todos sabíamos lo que era en el momento en que la pusieron aquí. Dios no estaba dispuesto a admitir que había creado tal... aberración para su punto de vista. La cruza entre un Dios y un... demonio no deja buenos resultados Castiel. Él trató de cambiarla. Y cuando no lo logró, la odio. La aborreció y la mató. Ella era amada por todos, ella era incluso más amada que su padre. Dios mató a su hija y desató un caos.

—¿Qué es ella? —Cas gruñó.

Cain frunció el ceño, como si estuviera realmente desconcertado por la pregunta de Cas. —¿No es obvio? Ella es nuestro primer demonio —le dio una sonrisa triste—. Y es el más poderoso que conocerás. Nunca querrás que ella recuerde lo que fue.

****

Crowley tuvo que admitir, que hubo un segundo en el que realmente disfrutó de la compañía de Rowena. El regreso de la bruja y su conversación sobre la familia lo hicieron sentir sentimental con respecto a Anna.

Y entonces Rowena intentó cobrarse un favor y todo volvió a suceder.

—Bien hecho, madre —habló Crowley—. La próxima vez que lleves a cabo una gran estafa, deja que pasen más de unas pocas horas completamente inusuales de utilidad y sospechosas antes de hacer tu petición.

Ella tuvo el descaro de parecer sorprendida. —¿Crees que tenía una segunda intención, que te he estado manipulando?

Él sonrió. —No podías ser más transparente.

Ella soltó una carcajada y su sonrisa cayó. Él ciertamente no había echado de menos sus formas narcisistas. —¡Bueno! —dijo ella—. ¡Claro que te estaba manipulando! Soy tu madre, después de todo. La manipulación es quienes somos. Apuesto a que mi dulce y pequeña nieta es igual. Por cierto, ¿cuándo podré conocerla?

—Ella no se parece en nada a nosotros —Crowley contestó agresivamente. Su compostura volando por la ventana.

Él dejó escapar un suspiro mientras ella lo miraba con incredulidad. —Mi pequeña salchicha, ¿qué importa si tenía una segunda intención? Tuvimos un día divertido, ¿no?

Sacudió la cabeza. —Estuvo bien.

Ella sonrió y le dio una palmadita en la parte delantera de su traje. —Podríamos tener más. Salir de este basurero, tomar un descanso de estos chupadores olorosos, flexionar los músculos en el mundo real y en el proceso acabar con una miserable y vieja bruja que ha estado atravesada en mi camino durante siglos. ¿Qué dices?

Siendo honesto, la idea le atraía. Deseaba poder ser el tipo de padre que Anna se merecía, pero Crowley era todo menos un hombre honesto.

****

Todos entraron en acción cuando Cas llegó con las malas noticias. Dean hojeó los archivos, Sam navego por la red y Anna hizo todo lo posible para revisar el árbol genealógico de Tolliver para desenterrar a un sobreviviente, pero no pudo evitar la sensación de que Cas la estaba mirando constantemente. Cada vez que ella intentaba atraparlo, sus ojos se apartaban y le decía algo a uno de los hermanos.

No se sentía cómoda.

—¿Entonces quién sigue? ¿Terminó con los Tolliver? —preguntó Dean.

—Eso creo  —contestó ella, frunciendo el ceño mientras miraba la computadora—. O sea, Leon no tenía hermanos o algún otro hijo que pueda ver, y Tommy nunca estuvo casado, así que yo... oh, vamos. Maldición.

—¿Qué? —Sam la miró con atención.

—Tommy sí tuvo un hijo, distanciado, que vive con su madre en Ohio, Austin Reynolds, 12 años de edad.

—¿El niño aún vive? —Dean se acercó a ella.

Se mordió el labio mientras abría la página de Facebook del niño. —Hace una hora, sí. Actualizó su estado.

—Pero, digo, vamos —tartamudeó Sam—. Es un niño. De verdad no crees que Caín...

—Sí, lo haría —contestó Cas.

Anna sintió sus ojos en ella otra vez, pero se concentró en Dean que estaba hablando. —Habían ancianos en esas tumbas, Sam, mujeres. Quiero decir, oíste a Cas. Es una venta de liquidación. Todos deben irse —giró sobre sus talones y comenzó a irse, deteniéndose solo cuando Sam le preguntó a dónde iba—. Sabemos adónde va a ir Caín. El niño está en peligro.

—Bueno, entonces qué, ¿lo localizamos en Ohio, y después qué? —preguntó Sam.

—Entonces haré lo que tengo que hacer. Mataré a Caín.

—Yo iré —anunció Anna, con los ojos fijos en la computadora portátil, aunque en realidad no le prestaba atención. Todos los ojos se volvieron hacia ella.

—Ni en un millón de años te llevaré a cualquier lugar cerca de Caín —le aseguró Dean. Después de lo de Abaddon ¿y Gadreel? ¿Me estás tomando el pelo? Si tienes alguna relación con este tipo...

—Necesito hacerlo —sus ojos verdes, se llenaron de lágrimas y se cruzaron con los de él.

—Anna... —la voz de Sam estaba rota.

La garganta de Anna se cerró mientras lo miraba.

—Todo esto... este problema... al parecer todo recae en mi. En mi miserable existencia —se limpió las lagrimas antes de seguir hablando—. Soy la culpable de todo al parecer.

—Bebé...

—Lo siento —habló mirando a Dean—. Siento ser esto y arruinarle la vida a todos. Pero necesito  ponerle un punto final a esta historia. Y cada una de las que he vivido.

—Ella no puede evitarlo —acotó Cas, su voz suave mientras la observaba. Había una tristeza en sus ojos—. Caín dijo que esto sucedería. Te sientes conectada con las personas que estuvieron en tus  vidas pasadas —apartó los ojos de su cara llorosa y miró a los hermanos—. Anna tiene que ir con nosotros porque es la única que él puede escuchar. Ella es la única que no matará..

****

Dean ya se sentía ansioso y tenso antes de que Caín estuviera en el granero donde se suponía que estaba el niño. La marca quemó  y no pudo evitar que sus ojos se desviaran hacia el bosque, con la esperanza de poder ver a Anna.

No lo haría. Ella estaba demasiado lejos, esperando al padre del asesinato. A ninguno de los hermanos les gustó el plan, pero se acordaron que no la controlaban. Ninguno de los dos podía tomar decisiones por ella u obligarla a hacer algo.

Para sorpresa de todos, Dean fue quien finalmente se derrumbó y se puso de su lado. Aceptando lo que ella quisiera.

—¿El niño está aquí? —preguntó.

—Está cerca—Cas contestó—. Arriba en el granero. Está jugando con una pelota de baloncesto.

—Caín atacará pronto. Quizás esta noche, quizás mañana, pero pronto. Y cuando lo haga... —los ojos de Dean se dirigieron a su hermano.

—Sí —dijo Sam—. Entiendo. Lo eliminas con la espada en solitario. ¿Y el niño? ¿Qué, simplemente miramos y esperamos hasta que Caín ataque? Creí que esto era una misión de rescate.

—Salvamos al niño después de que Caín aparezca.

—Sabemos qué busca Caín —comentó Cas—. Es nuestra única ventaja. Queremos atrapar a Caín, la usamos.

Sam negó con la cabeza. —Un niño de 12 años como carnada. No puedo creer lo que oigo.

—Yo tampoco.

Los tres se giraron para ver a Crowley emerger de las sombras como un villano cualquiera. Dean tuvo la repentina necesidad de darle un golpe en la boca. —¿Qué sucede, Crowley? ¿De repente te salió conciencia? ¿Muy bueno como para poner a un menor en peligro?

—No me importa un carajo el niño. Estoy aquí porque dijiste que mi hija estaba en peligro. No puedo dejar que te vayas con la marca otra vez, la lleves de rehén y vaya a saber el diablo lo que le harás —la mandíbula de Dean se tensó cuando los recuerdos lo invadieron—. ¿Dónde esta ella?

—Eso no es asunto tuyo. En este momento, tu negocio es darme la espada.

Crowley se metió las manos en el bolsillo. —Sí, sobre eso. Viendo que esto se está tornando en una de esas cosas tipo, captura de dos pasos y después matar, creo que tus amigos estarían de acuerdo en que es mejor que mantenga la espada fuera de tus manos hasta que tengamos a Caín cosido, solo para estar seguros —Dean miró a Sam, que no hizo nada más que encogerse de hombros estando de acuerdo—. Ahora, de vuelta a este plan tuyo. No lo hago por ustedes, pero mi hija me mataría si pongo en peligro a un niño.

Un hechizo de ilusión y había un niño igual que Austin jugando al basquet en el granero, mientras el original estaba junto a su familia. Fuera de peligro.

Sam y Dean se pararon junto a la ventana de un granero cuando terminó y esperaron. Sólo esperar. Era lo único que podían hacer.

—Así que... si esto funciona y capturamos a Caín, ¿entonces qué? —preguntó Sam.

—¿Estás tratando de apartar mi mente de ella? — Dean lo cuestionó, sus ojos fijos en el bosque de nuevo.

—Honestamente... estoy tratando de distraerme a mi mismo. Simplemente no entiendo por qué no esta aquí. Donde podamos protegerla.

—No te has dado cuenta todavía, ¿verdad?

—¿Qué? —Sam arqueó una ceja mirándolo.

—Anna no necesita protección de nadie. Ella es la persona más capaz de protegerse a si misma en este planeta. Quiero decir, Abaddon estuvo a solas con ella y no se lastimó un pelo de la cabeza. Gadreel.... Dios Sammy, ese tipo fue torturado durante miles de años y lo primero que hace cuando está libre es buscarla para poder protegerla. Y Caín... —Dean sacudió la cabeza—. No sé, creo que Cas tiene razón. No creo que quiera lastimarla. No creo que pueda.

La lengua de Sam se movió sobre su labio inferior mientras sacudía la cabeza y miraba hacia el bosque. —Tal vez eso es lo que me da miedo —Dean frunció el ceño—. ¿No te molesta que seamos solo un paso por su vida? ¿Vamos a morir y ella qué?... volverá y ¿no se acordará de nosotros?

Dean sacudió la cabeza. —No, quiero decir, nunca lo había pensado así. Estoy feliz de saber que voy a pasar el resto de mi vida siendo amado por esa mujer. No necesito el para siempre, solo sé que en esta vida fuimos una parte fundamental para ella ¿no es así?

Sam no estaba seguro de tener una respuesta para eso.

****

Anna estaba en medio de este bosque oscuro y brumoso. Las hojas y las ramas crujieron bajo sus pies. El frío era demasiado, como si estuviera congelando sus huesos.

Se sentía aterrorizada y tranquila al mismo tiempo. Necesitaba ver a Caín y sin embargo... no quería. Lo único que deseaba hacer en ese momento era girarse y correr hacía Sam y Dean y dejar que la abracen lo más fuerte que podían. Pero sus piernas eran incapaz de moverse.

—Te están usando para ganar tiempo.

Los pelos en la parte posterior de su cuello se erizaron ante el sonido de su voz. Se sentía como si lo hubiera escuchado un millón de veces. Pero ella sabía que nunca lo había escuchado en esta vida.

Se giró para mirarlo y automáticamente como si fuera una amenaza lo apuntó con su arma. Era un hombre mayor, Anna esperaba eso teniendo en cuenta su edad, pero no esperaba que tuviera un parecido con Sam.

Atando cabos se dio cuenta que sus antiguos amores tenía un patrón. Gadreel tenía un aire a Dean. Caín a Sam.

Su rostro parecía en blanco e indiferente, como si a él no le importara que ella estuviera allí y apuntándolo con un arma. Pero una parte de ella no pudo evitar la sensación de que estaba angustiado y confundido. Que se estaba peleando a consigo mismo.

—Eso no puede hacerme nada.

—Entonces no te importara si te apuntó con ella —sus dedos se aferraron aún más fuerte a su arma. Sin embargo no le tenía miedo, no era esa la sensación que le generaba. Sino todo lo contrarió. Él irradiaba seguridad para ella.

—Tú no eres ella —le aseguró—. Tú no eres Collette.

—¿Estás seguro de eso? —preguntó. Sus cejas se fruncieron un poco más fuerte. Ella se acercó más, bajando lentamente su arma. Tenía la necesidad de abrazarlo. 

—Creo que podría morir esta noche —habló Caín. Sus ojos estaban enfocados en los suyos y ella no podía apartarlos de él—. Vine aquí por la espada. Estaba seguro que habría una trampa. Pero ahora que estoy aquí... contigo. Recuerdo por qué lo dejé en primer lugar.

—No tienes que seguir adelante con esto, Caín. Si puedes recordar...

—Eres tú —la interrumpió—. Eres la razón por la que recuerdo. Tu proximidad es lo que me hace volver. Es por eso que Dean no ha sucumbido todavía.

—Podemos  encontrar algo...

—No puedes —extendió la mano y acarició su mejilla. Anna cerró los ojos ante la suavidad de la caricia. La seguridad y la calma la inundaron—. Ya no me perteneces. Tuve mi tiempo contigo y te entregué porque quería una vida mejor para ti. Una vida en la que no tenías que huir de todos —se rió amargamente—. Ahora veo que nunca fue la vida que debías tener, pero ha llegado mi hora. Lo nuestro terminó hace mucho tiempo.

Y antes que pudiera abrir los ojos, él ya se había ido.

Anna lo sintió cuando murió esa noche. Al igual que Gadreel murió. Pero esta vez ella no lloró. Ella amaba a Gadreel, lo recordaba. Pero Caín... había sido una relación lejana que no recordaba haber experimentado.

Como cuando eres un niño y pierdes a alguien que amas. Creces convirtiéndote en adulto y aunque los recuerdas, no lloras por ellos. Seguir adelante se vuelve más fácil.

Dean fue el que lloró esa noche. 

Bajó por esas escaleras roto. Anna podía verlo en sus ojos. Se había rendido. Él cayó y se aferró a ella cuando Crowley se fue. La pelirroja lo rodeó con sus brazos brazos cuando él se encogió y se aferró a su cuerpo como un niño asustado. 

En ese momento supo que no importa lo agotada que esté o lo mucho que necesitará ocuparse de sus cosas, ella estaría allí con él para no dejarlo caer. 

Lo que Anna no sabía era lo que Caín le había dicho. Que todo terminaría cuando Dean los mete a todos. En especial cuando mate a su hermano.

****





Bueno, creo que encontré mi rumbo con esta historia y mis ganas de seguir escribiendo. Realmente se me hizo muy difícil seguirla, pero ahora CREO que ya esta todo encaminado.

Estoy ansiosa sobre el re-encuentro padre e hija entre Chuck y Anna. Hay muchas cosas para decirse en esa relación. Anna vs Dios es algo interesante de ver. Sobre todo cuando ella sigue infectada con sangre de demonio. 

¿Y entre ella y Lucifer? una relación aún más fuerte.

En fin, ¿qué opinan de todo esto? ¿qué les gustaría leer? los leo, como siempre 👀 



Me imagino a Devil Anna algo así, espero que no tengamos que verla nunca en la historia, pero tampoco me disgusta 🤷‍♀️

Y como siempre, gracias por seguir apoyando la historia. Son geniales 💕

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