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I.X - Acerca de un chico

ACLARACIÓN: este capítulo tendría que ser en el que hace su aparición nuevamente Charlie y Emily, pero surgieron problemas y no pude escribirlo. Al final les cuento bien todo. Igual disfruten porque es un capítulo bastante decente... creo.





—Entonces... esta cosa en su brazo ¿qué? ¿simplemente lo hace perder la cabeza?

Emily preguntó antes de darle un bocado a su sándwich. Había regresado hace una semana de su viaje al mundo de Oz. Al parecer las cosas con Charlie no estaban yendo del todo bien y ambas tomaron caminos separados por un tiempo. Ella había decidido regresar, pero también lo hizo Charlie, aunque no la mejor manera.

No sólo había regresado ella sino también su parte oscura. Al parecer para ganar una guerra en el Mundo de Oz, Charlie había hecho un trato con el Mago para dividirse ella misma en un lado bueno y un lado malo.

Su yo malvado estaba empeñada en asesinar a la gente que había contribuido a la muerte de sus padres. El problema era que todo lo que le hicieran a la Charlie oscura, también le sucedería a la Charlie original.

—Algo así... —contestó Anna. Su hermana la miró, levantando una ceja, ella suspiró—. Es más complicado que eso Emily. La marca es de Caín y estamos tratando de encontrar una solución —cuando su hermana rodó los ojos, la pelirroja aprovechó para cambiar de tema—. ¿Haz hablado con Charlie?

Emily asintió, tragando un bocado. —Anoche tuvimos una vídeo-llamada.

—¿Caliente? —rió cuando las mejillas de su hermana se pusieron coloradas.

—Algo así... —Anna boqueó sorprendida ante lo confesión—. Tú preguntaste —se rió la mujer más joven.

—Bueno... sí —la pelirroja se aclaró la garganta—. Como sea, no quiero saber eso sobre mi hermanita... ¿cómo se recupera?

Durante el caso Dean se había dejado llevar. Era su misión encargarse de detener a la oscura Charlie, el problema fue que las cosas se salieron de control. La marca se había hecho cargo y de repente, no le importaba que la otra Charlie estuviera vinculada con su otra mitad. La había golpeado bastante.

—Te necesito.

Sam entró a la biblioteca interrumpiendo la conversación de las hermanas.

Anna lo miró sorprendida. —Wow, fuertes declaraciones —bromeó.

Él le dio una cara de desaprobación y de repente la sonrisa de Anna desapareció de su cara. —Es sobre Dean —le aseguró, entregándole una tableta portátil.

La pelirroja leyó un articulo que estaba abierto, sin darle mucha importancia, antes de devolverle el aparato. —Si, y yo tengo que ver en esto ¿por qué?

Sam suspiró cansado. Luego de lo de Charlie, Anna parecía que estaba manteniendo la distancia con Dean. Los toques o la cercanía era la justa y necesaria, ya no eran como dos adolescentes que andaban a los besos por todos lados, apenas si se daban un beso de buenos días.

—Princesa... —Sam estaba intentando convencerla—. Necesito sacarlo de ahí, se siente culpable por todo lo que pasó con Charlie.

—Un poco de culpa debería tener —Emily murmuró pero lo suficientemente alto como para que la pareja la escuche.

La cara de Anna se endureció con rapidez. —Fue la marca, no él —lo defendió sin dudarlo, mientras le daba una mirada de reprobación a su hermana.

—Lo siento —se disculpó Emily.

—¿Quieres que nos enfoquemos en otro caso? —la pelirroja le dirigió su atención a Sam de nuevo.

—Creo que podría ayudarlo —se encogió de hombros—. Pero te necesito ahí, conmigo. Con él.

Anna lo pensó por unos minutos. Y cuando más vuelta le daba al tema, más se daba cuenta que ellos la necesitaban. No sólo Dean con la marca, sino también Sam. Tenía que dejar su egoísmo y su miedo de lado para ayudarlos.

****

Dean estaba sentado en el piso de su habitación, con un libro de historia en su regazo. El mismo libro que había leído cinco veces esa semana. Estaba determinado en tratar de encontrar una cura para la Marca, pero sabía la verdad. Los tres sabían la verdad. 

Dean se estaba escondiendo de sí mismo y de lo que le hizo a Charlie.

—Encontré un caso —habló Sam cuando entró en la habitación de Dean—. Al parecer, algo se está llevando gente y dejando sus ropas —le entregó la tableta con el artículo de noticias abierto.

Anna se apoyó contra el marco de la puerta y observó a Dean, sabiendo cómo iba a ir todo esto.

El Winchester mayor tarareó mientras comenzaba a deslizar y ampliar las fotos y archivos. —Ya era hora de que esto se volviera para adultos —Sam resopló—. De acuerdo. ¿Por qué no lo comprueban? Yo cuidaré la fortaleza.

Sam suspiró y la miró. —Dean, no has salido del búnker en una semana.

Dean arrojó la tableta sobre la cama detrás de él cuando Sam no la tomó y levantó el libro de historias de nuevo. —¿Y?

—Y simplemente no puedes pasar el resto de tu vida encerrado en esta habitación.

—No lo sé. Tengo mis tres comidas y una cama. Podría ser peor.

La mandíbula de Sam se apretó . La pelirroja dio un paso adelante y le acarició la espalda con la mano, señalando con la cabeza hacia la puerta cuando la miró. Apretó los labios, miró a su hermano por última vez antes de salir.

Dean suspiró cuando ella sacó el libro de la historia de sus manos y lo tiró al suelo. —Bebé... —protestó él.

—Cierra la boca —Anna lo cortó mientras se sentaba a horcajadas sobre su regazo. 

Ella ahuecó su rostro entre sus manos y lo besó. Era la mayor intimidad que estaban teniendo  en una  semana.

A pesar del gemido que se le escapó, la alejó de él con el ceño fruncido. —No puedes seducirme para que cambie de opinión. Has estado conmigo el tiempo suficiente para saberlo.

—Y has estado conmigo el tiempo suficiente para saber que no haría eso. No en esta situación.

Su mandíbula hizo tic. Incluso algo tan pequeño como ese comentario lo hacía sentir culpable. Ya no podía decir qué era él y qué era la marca.

Anna frotó con sus manos sus hombros y su pecho. —Han pasado días desde que hablamos correctamente y mucho más desde que me besaste. Lo siento y te extraño.

Era una simple preocupación, y ella estaba lejos de ser una mujer pegajosa, pero la Marca provocó una sensación de irritación ante su comentario. Cerró los ojos mientras las náuseas le revolvían el estómago. Nunca quiso volver a esa versión de sí mismo, la versión que la odiaba.

Tomó su mano en la suya y presionó sus labios contra la palma, respirando su aroma y recordándose a sí mismo que la amaba. Que ella no estaba siendo demandante. Que él también la extrañaba.

—Mira, sé que estás preocupado por la marca —comenzó la pelirroja mientras le pasaba la otra mano por el pelo.

—Entre lo que le hice a Charlie...

—Charlie te perdonó. ¿Qué tal perdonarte a ti mismo?

Él llevó su mano a su pecho y la miró. —Porque no estoy de lo mejor aquí, ¿sabes?

—Sí, lo sé, pero quedarte encerrado aquí, sentado leyendo los mismos libros una y otra vez, no te está ayudando. Tienes que volver al ruedo por tu propio bien. Puedes derrotar esto, Dean.

—¿De verdad lo crees? —necesitaba la confirmación, la necesitaba porque si ella no tenía fe en él, ¿quién lo haría?

Ella sonrió y él sintió que la paz y el alivio lo invadían. —Por supuesto que creo eso.

****

Un hombre sin hogar era el que había presenciado la última desaparición.

—Y luego... hubo esta luz brillante —explicó el hombre—. Y... ¡bam! el tipo se había ido. No quedó nada sino...

—¿Un traje barato y par de zapatos? —preguntó Dean.

El hombre asintió, mostrando sus dientes amarillos mientras miraba al sol. —Básicamente.

—¿Vio a alguien más? —Sam lo interrogó.

—No, señor. Oficial.

—¿Y qué hay de un escalofrío? ¿U olió algún huevo podrido? —Dean seguía con el cuestionario.

—¿Qué? No, hombre. Aunque olí flores.

—¿Olió flores? —Anna frunció el ceño—. ¿Qué clase de flores?

Pensó por un momento, el tiempo suficiente para que Anna comenzará a ponerse molesta. —Flores floridas.

—Flores floridas —repitió Sam, apenas conteniendo su molestia.

El hombre miró a su alrededor rápidamente antes de inclinarse hacía ellos. —Miren. Todos sabemos lo que está pasando aquí, ¿bien?

La pelirroja cerró los ojos. —No lo digas.

—Extraterrestres.

—Lo dijo —aseguró Dean.

Sam suspiró. —Sí, lo hizo.

—El tipo fue abducido —continuó el hombre—. Créanme, lo sé —miró hacia el cielo—. Mayo del 2003. Esos malditos, me llevaron y me metieron sondas por todas partes.

Anna negó con la cabeza. —No —aseguró mientras giraba sobre sus talones y se alejaba.

Dean la siguió de cerca. Sam le agradeció al hombre por su tiempo antes de unirse a ellos.

—Bueno, las ruedas simplemente se fueron volando del autobús —comentó Dean.

—Sí —afirmó Sam—. Nada de sitios fríos lo que quiere decir que probablemente no fue un fantasma.

—Y nada de azufre significa nada de demonios —agregó Dean—. ¿Entonces eso nos deja con qué? ¿Un par de duendecillos y una cubeta de lubricante?

Anna resopló.

—O hadas —razonó Sam—. O... ángeles.

Ella suspiró. —Preferiría los duendecillos —se detuvo y se giró hacia ellos justo afuera del bar—. De acuerdo, Sam y yo podemos ir a ver la casa de JP. Dean... tú pregunta por ahí —tragó saliva cuando las esquinas de su boca se movieron hacia abajo. Su mano derecha se apretó en un puño—. ¿O sabes qué? No tenemos que separarnos.

—No, no, no —Dean negó mientras levantaba las manos—. Está bien. Tengo que... no puedo estar contigo todo el día. Puedo manejar unas 20 preguntas con los lugareños, ¿bien?

—¿Estás seguro? —Sam preguntó, realmente preocupado.

—Sí, oye, mira, es un bar informal. Es mi zona de comodidad, ¿eh? —sacó las llaves del Impala y las colgó frente a Sam.

—De acuerdo —Sam tomó las llaves—. Bien. Genial —le dio una palmada en el hombro mientras caminaba hacia el coche.

Anna estaba a punto de seguirlo, pero Dean la detuvo tomando su muñeca. Antes de que pudiera protestar, sus grandes manos envolvieron su rostro y sus labios se presionaron contra los de ella. Dejó que la besará como él quisiera, como necesitaba.

Cuando por fin se separaron, Dean se aclaró la garganta. —Eso esta mejor, un poco de gasolina  para seguir adelante, ¿sí?

Anna asintió, poniéndose en putas de pie antes de tomar su rostro y dejar un corto beso en sus labios. Luego se fue siguiendo a Sam.

****

El bar era bastante tranquilo y el hombre que atendía la barra no tenía nada bueno para decir sobre J.P, el tipo que desapareció. La única persona que hablaría con él con respecto al tema era una mujer llamada Tina, pero todo lo que tenía que decir era que el hombre no era tan malo . 

No le compraría un auto usado, pero era inofensivo. Después de esa corta información, ella estaba más interesada en tomar algo con él y compartir un rato. Parecía tener mala vida, por lo que Dean pudo deducir, no estaba dispuesto a admitir que solo estaba evitando el caso lo mejor que podía.

—¿Cómo conoces el motel Royale en Scranton? —ella se rió luego de contar su propia historia.

—Mi papá, mi hermano y yo... nos atrapó la nieve una semana allí —comentó Dean mientras tomaba otro trago de su bebida, sus mejillas dolían por la risa.

Tina también tomó su trago. —Bueno, estuve allí como unos tres meses después de que mi padre se bebió todo nuestro dinero. Vivimos de arroz blanco y caramelos hasta que nos botaron. Buenos tiempos.

Dean se rió entre dientes. —Mi papá siempre estaba trabajando, así que se me ocurrieron unas 101 maneras diferentes de preparar macarrones con queso.

—¿En serio?

—Sí. Ahora, agrega salsa de tomate para las especias, ¿eh? Atún, perros calientes, mezcla de pelusa de malvaviscos.

Su nariz se arrugó. —Eso suena asqueroso.

—Sí, bueno, mi hermanó pensó que era exótico —le aseguró Dean con una carcajada mientras tomaba un trago de su cerveza—. A mi esposa le encanta la versión con atún, sin embargo. Nunca puede tener suficiente de eso.

Tina entrecerró los ojos, la esquina de su boca se inclinó con una sonrisa, eso le recordó a Anna. —Mencionas mucho a tu esposa —Dean se encogió de hombros, como si fuera obvio. Ella era parte de su vida, lo que significaba que iba a ser una gran parte de todas sus historias—. ¿Sabes lo que eso me dice?

Su cenó se frunció. —¿Qué?

—Ustedes acaban de comenzar una relación y aún están en la fase de luna de miel... 

Dean se burló. —¿O?

—O... estás tratando de convencerte a ti mismo de que no la engañaras. Y sólo para que sepas, no quiero estar metida en eso.

Dean se río. Una risa fuerte y verdadera. —Sí, no haz acertado ni una sola vez. Hemos estado juntos por más de dos años. Y nunca podría serle infiel a esa mujer. Ese pensamiento ni siquiera ha estado en mi mente.

Pero de pronto recordó sus días cómo demonio y todas esas mujeres no eran Anna. Su Marca ardió y esos pensamientos se fueron tan pronto como habían llegado. Ese tiempo no contaba en absoluto. No era él de todos modos. Ella se lo había dicho.

El Dean verdadero nunca había pensando en hacerle algo tan bajo a su esposa.

—¿Nunca has sido tentado? ¿Ni una vez? —preguntó Tina. 

Él podía ver el escepticismo en sus ojos. No la culpaba, sabía cómo eran los hombres que bebían durante todo el día y que vivían en bares. Estaba orgulloso de saber que era la excepción a esa regla.

—Ni una sola vez. Mi vida no es fácil, mi trabajo... —se aclaró la garganta—. No cualquier mujer lo soportaría y ella es... la mejor cosa que jamás me haya pasado. Es como un sueño viviente. Sería un idiota al arruinar todo eso. Además, tengo todo lo que necesito en casa, la mujer es un maldito zorro rojo.

Tina arqueó las cejas y tomó otro trago para ocultar su sonrisa. —Apuesto a que lo es.

—Aquí... —dijo Dean mientras rebuscaba en su bolsillo para tomar su celular—. Tengo una foto. ¿Quieres ver?

Ella se rió cuando no le dio elección, ya había sacado el teléfono y abrió una foto de ella. 

De repente la pantalla se inundo con una foto de la cara de Anna. Era reciente, los tres habían planeado salir a cenar así que era una foto distinta. Ella no estaba usando su chaqueta de cuero, ni sus botas de combate. En cambio estaba maquillada muy delicadamente, el sol golpeaba su cara, iluminándola como si fuera un ángel. Su cabello estaba impecable. Era su foto favorita y no podía estar más enamorado.

Fue uno de esos pocos momentos preciosos que atesoró. Los momentos que hicieron que toda la mierda que vivía valiera la pena.

Tina dejó escapar un silbido bajo. —Maldita sea. Tienes razón. Serías un idiota si dejas escapar eso.

—¿Verdad? —Dean extendió los brazos y se rió con incredulidad.

Él y Tina compartieron un par de tragos, algunas historias más y brindaron por una infancia horrible antes de que sonara su teléfono.

Tina suspiró y se recostó en su silla mientras Dean miraba hacia abajo para ver el identificador de llamadas- El nombre de la pelirroja aparecía en la pantalla. —En el pasado, hubiera dado cualquier cosa por hacer que un hombre se viera así con un solo llamado —tomó el resto de su cerveza y se puso de pie antes de que él pudiera decirle algo—. Yo debería irme.

El asintió. —¿Estarás bien?

—Siempre lo estoy —le aseguró con un guiño. Luego se puso el abrigo y se dirigió a la salida, deteniéndose en el camino para abrazarse con el barman.

—Oye, bebé —respondió Dean—. ¿Cómo nos vemos?

—No muy bien —contestó la pelirroja del otro lado de la línea—. Resulta que JP estaba a tres días de ser desalojado. El dueño dijo que el tipo escuchaba a Neil Diamond todo el tiempo y que su baño era, cito: "como mirarle el trasero al diablo".

—Eso es vívido.

Ella se burló. —Y preciso. Lo vi.

—¿Viste el retrete, o...?

—Dean —Anna se quejó con disgusto. Él sonrió—. Entonces, ¿tienes algo?

—Sí. Tengo, no tengo nada —levantó la vista cuando Tina dejó el bar—. No lo sé, bebé. Creo que deberíamos dejarlo por hoy y... —se calló cuando vio a un hombre salir tras ella. Puede que no le haya preocupado tanto si no fuera por la mirada decidida en su cara y las cicatrices en él.

—¿Y qué? —preguntó la pelirroja—. ¿Dean? ¿Hola?

—Bebé, creo que tengo algo.

Colgó sin otra palabra. La adrenalina corría por su cuerpo. Se preguntó si esto era lo que los perros se sentían cuando captaban un olor.

****

Dean no estaba donde debía estar, lo que no habría sido una sorpresa si no fuera por el hecho de que su ropa y su celular estaban detrás de la barra del bar. Después de una charla, no muy amigable con el barman, les dijo que había encontrado todo detrás del contenedor de basura. 

De repente, ese hombre sin hogar no parecía tan loco después de todo.

Luego de investigar un poco más en el motel, y Sam tratando de convencer a Anna de que no fuera a una misión de rescate suicida por Dean, supieron que el polen era de una flor milenrama y que a menudo se usaba en hechizos de transfiguración.

Sam había logrado convencerla así que Anna decidió tomar una ducha para calmarse. Había llegado a quitarse la ropa interior cuando oyó ruidos y la habitación. Pensando que Dean había regresado, se colocó una remera de Sam y salió.

Dejó escapar un grito cuando vio la situación.

—¡¿Qué demonios está haciendo un niño aquí?! —gritó mientras miraba al niño, que no podía tener más de 14 años, estaba empacando un bolso de lona con armas en la mesa del comedor.

Él la miró y sonrió, sus ojos recorrieron su cuerpo. —Oye, bebé...

La cara de Anna era de enojo. —Un niño al cual le voy a cortar las pelotas —aseguró mientras caminaba hacia él.

—Oye, oye —Sam la agarró del brazo deteniéndola—. Es... es... Dean.

Frunció el ceño cuando lo miró. —¿Dean?

—Dean.

Ella miró al niño. —¿Dean? ¿Cómo...?

—Ni idea. Algún tipo cara cortada... —comenzó—. Luz brillante. Lo próximo que supe, me desperté como Bieber.

—¿Por qué alguien te convertiría en...?

—No lo sé —él deslizó una pistola en la parte posterior de sus pantalones—. No me importa. Oye, ¿tenemos alguna granada?

—¿Qué?

El nuevo adolescente Dean, pasó entre ambos pero Sam lo detuvo con una mano en su pecho. 

El niño, Dean, fue a caminar entre los dos, pero Sam lo bloqueó con la mano levantada. —No... espera, espera, espera. Espera un segundo. Háblame.

—¿En serio, Sam? ¿Ahora? —se quejó Dean—. No tengo nada de fuerza y una chica va a morir. Perdón si no estoy en humor de hablar. Mira, me querías de vuelta en el ruedo. Estoy de vuelta en el maldito ruedo —se abrió paso para agarrar unas cuantas cosas más que salir por la puerta.

Anna y Sam lo siguieron, él tomó los abrigos, mientras la pelirroja saltaba sobre una pierna e intentaba ponerse los pantalones. Dean estaba casi en el impala cuando ambos salieron del motel y fueron detenidos por una señora mayor.

—Su hijo es tan educado —dijo sonriente.

Anna y Sam compartieron una mirada incómoda mientras le daban las gracias.

—¿Hacia dónde vamos? —le preguntó ella a Dean cuando él una palmada en la parte superior del Impala.

—Te digo en el camino.

Al final, Sam tuvo que conducir por el bienestar de sus piernas, y se dirigían a una antigua granja mientras Dean le contaba la historia de cómo se despertó en una habitación sucia con JP y Tina, una mujer que había conocido en un bar, ambos se habían convertido en pre-adolescentes.

—Pastel —ella arqueó una ceja—. ¿Por qué te darían pastel?

—Bueno, no sé. Ni siquiera era un buen pastel. Muy seco.

Sam se burló, y Anna no pudo evitar mirar a Dean. Él le miró de vuelta. —¿Qué?

—Nada —se defendió con rapidez. Él arqueó la ceja—. Bien, no es nada. Mira, esto es bizarro. Incluso para nosotros, Dean. Esto es demente. Tú... tienes como... ¿qué, como 14 años? ¿Cómo se siente?

Él suspiró. —Bueno, soy yo. Soy el viejo yo, pero soy un niño. Es muy raro. Y...

Sam lo miró. —¿Qué?

Dean tragó. —Había una canción de Taylor Swift en el autobús que tomé para ir al motel, y... me gustó, Sam. Me gustó mucho.

Anna reprimió una sonrisa y Sam asintió, haciendo todo lo posible por estar tranquilo y sereno.

—Mi voz es rara —continuó quejándose Dean—. Tengo como nueve granos, y no tengo ningún control de esto —señaló su entrepierna—. Digo, está arriba. Está abajo. Está arriba sin ninguna razón.

—Eso es suficiente —Sam lo interrumpió mientras Anna se echó a reír—. Sí, gracias... —se aclaró la garganta—. Simplemente llamémoslo pubertad.

—Sí, que apesta. Otra vez. No puedo dejar de pensar en Anna solo con tu ropa... —él entrecerró los ojos y casi llevó una mano a su entrepierna, pero la acción fue detenida por un golpe en la parte posterior de su casa—. ¡Ouch! 

Ella le había dado un correctivo.

—Bueno, escucha —dijo Sam—. Revisé el callejón donde te llevaron y encontré milenrama.

—¿Que quiere decir qué?

—Quiere decir que probablemente estemos tratando con una bruja —comentó—. La milenrama es una flor. La usan en un montón de hechizos.

—De acuerdo. ¿Aún tenemos algo de esa mierda mata-brujas en el maletero?

—Claro que sí —Sam afirmó—. Entonces, te devolveremos a la normalidad, y después le prenderemos el trasero a Sabrina —Dean se quedó en silencio—. ¿Cierto?

La lengua de Dean se movió sobre su labio inferior. —Sí, respecto a eso. Resulta ser, que todo este espectáculo de fenómenos tiene un lado positivo —se levantó la manga de su buzo para revelar su brazo derecho sin marcas—. La marca se ha ido.

—¿Cómo?

—Bueno, supongo que si este vudú me devolvió a mi cuerpo cuando tenía 14...

—No tenías la marca en aquel entonces —acotó Anna.

—Sí y si revertimos el hechizo...

—Entonces volverá.

—Eso es lo que estoy pensando —dijo Dean—. Así que... quizás no lo hagamos.

—Espera un segundo —Sam lo detuvo—. ¿Estás diciendo que te quieres quedar así?

—No —negó. Pensó por un momento y luego dejó escapar otro suspiro—. No, pero... si está entre ser un monstruo psicópata con ira casi demonio o un adolescente, bueno...

—¿En serio?

—Mira, tampoco soy un fan, pero... esto es problema resuelto. Y sigo siendo yo. Aún puedo cazar. Solo soy, ya sabes... más inocente.

—Está bien —comentó la pelirroja—. Mira, tienes cierta razón, más o menos, pero Dean...

—Lo sé. Aunque hay unas buenas noticias... soy virgen y tú eres... tú —él le sonrió—. Eso será divertido.

—Claro —Anna hizo una mueca—. Quiero decir, podemos comenzar a tener relaciones sexuales de nuevo... ¿dentro de cuánto? ¿cinco años?

Sam se echó a reír y Dean se giró hacia ella. —Eso no es gracioso.

Ella sonrió. —Es algo gracioso.

—No es gracioso.

—Vamos, hombre —Sam intervino riendo—. Definitivamente es gracioso.

****

Hansel y Gretel.

Ese era el caso, ellos eran los que estaban involucrados. En realidad ellos eran la victima, la bruja malvada los tenía capturados, los había torturado y había obligado a Hensel comerse el corazón de Gretel. O eso era lo que les había mentido para que los tres se entregaran de la forma más fácil.

Dean era inútil en su nuevo cuerpo y Tina, la mujer con la que había sido capturado, estaba atada y amordazada en la esquina de la habitación. Anna y Sam la pasaron más mal que de costumbre, ya que Katja era la bruja poderosa a la que se podían haber enfrentado.

La única vez que lograron atacarla, fue cuando se soltó al hablar de que el Aquelarre la había enviado para matar a Rowena y ellos mencionaron que la conocían. Incluso entonces, logró noquear a Sam y Anna, tirándolos en la esquina y Hansel había dejado a Dean medio inconsciente.

No fue hasta que Dean finalmente cedió y apretó la bolsa hexagonal para volver a ser un adulto, que las cosas tomaron un giro.  Hansel fue ensartado y la bruja fue quemada hasta quedar crujiente junto con la bolsa de maleficios.

—Eso fue alocado —habló Tina, aún en su estado adolescente, mientras estaban fuera—. Como... alocado de psicópata. ¿Y hacen esto todo el tiempo?

—Todo el maldito tiempo —le aseguró Dean.

—No todo el tiempo —Sam lo contradijo con un giro de ojos mientras Anna se echaba a reír.

Los ojos de Tina se posaron en ella. La estudió un momento, el tiempo suficiente para que Anna le diera a Dean una mirada interrogante. —Tú debes ser la esposa —comentó finalmente.

Dean sonrió y puso su brazo sobre sus hombros. —Ella es —aseguró orgulloso.

Tina sonrió. —Esa foto que tiene no te hace justicia. Eres mucho más hermosa y definitivamente una chica con suerte —Anna apretó los labios para reprimir su sonrisa mientras se apoyaba en Dean. Besó la parte superior de su cabeza cuando Tina miró a Sam—. Así que... ¿pueden devolverme a la normalidad? —preguntó.

Dean se tensó a su lado. —La bolsa de hechizos se quemó. Lo siento mucho, Tina.

Las comisuras de su boca se doblaron y ella se movió sobre sus pies.

—Aunque puede que le podamos hacer la ingeniería inversa al hechizo —Anna trató de sonar positiva.

Sus ojos se movieron hacia la ventana a su lado, después de un momento, un pensamiento pareció cruzar su mente. —O puede que no —le dijo ella.

—¿Cómo dices? —preguntó Sam.

—Tengo tres exesposos, 50 grandes de deuda, y no mucho más. Era... una clase de adulta de mierda.Quizás lo haré mejor esta vez. Irme del pueblo, tener un nuevo comienzo. Esta es mi segunda oportunidad. Todos quieren una segunda oportunidad, ¿verdad?

La esquina de la boca de Dean se torció. —¿Estás segura de que vas a estar bien?

—Como te dije, siempre lo estoy.

Anna asintió. —¿Al menos podemos llevarte a algún lado?

Ella pensó un momento, luego asintió.

****

Dejaron a Tina en la estación de autobuses más cercana con algo de efectivo y el último adiós.

Mientras regresaba al Impala, la mano de Sam alisando la parte posterior de la cabeza de Anna y descansando sobre su hombro, Dean los interrumpió. —Entonces... Gran aquelarre. ¿Alguna idea?

—No suena bien —comentó Sam.

La pelirroja se recostó contra el lado del pasajero del Impala y los enfrentó. —Bueno, suena como una banda de glam metal de los 80. Sabes, mucha laca, mucha sombra para ojos, mucho sintetizador —Sam se masticó el labio y miró fijamente el techo del Impala. Los labios de Dean se curvan, pero no era una risa genuina—. ¿No? ¿Nada? Vamos, muchachos. Les estoy haciendo una imagen aquí.

—¿Está de vuelta? —preguntó Sam, moviendo los ojos hacia su hermano.

Pareciendo que preferiría cortarlo, Dean deslizó su manga sobre su brazo para revelar la marca. —Mira, sé qué vas a decir, ¿de acuerdo? Pero te involucraste mucho.

—Lo sé, lo sé. Nos salvaste y salvaste a Tina e... hiciste una de Dean Winchester.

—Gracias —dijo Anna.

Dean sacó una de sus manos de su bolsillo y ahuecó un lado de su cuello, frotando su pulgar contra su mandíbula. —No necesitas agradecerme por nada. Nunca.

Ella le besó la palma de la mano y dejó que él la apretara contra su costado.

—Mira, hombre... —habló Sam—. ¿Deseo que la marca no esté? Sí, claro. Absolutamente sí, pero... te quería de vuelta. Y ahora estás aquí, y no te volviste todo Hulk, así que... —se encogió de hombros—. Tomaré la victoria. Con respecto al resto... la marca, todo lo demás... lo resolveremos. Siempre lo hacemos.

Dean asintió y envolvió sus brazos alrededor de Anna. Mientras presionaba su cara contra su cabello, sintió que una sensación de calma caía sobre él. Por un breve momento, sintió que realmente podía vencer a esta cosa.

*****




Holaaa, se que este no es el capítulo que seguía. Tendría que estar publicando el de la vuelta de Charlie y Emily, pero no lo encuentro. Los que leen esta historia saben que perdí mi vieja computadora en donde tenía ABSOLUTAMENTE TODAS LAS TEMPORADAS y ahora estoy tratando de ir bajando los capítulos a medida que escribo. 

El capítulo ese de Charlie no lo consigo entero y no quería seguir atrasando así que decidí saltarmelo. Voy a tratar de encontrarlo y subirlo en el libro de one-shot si ustedes quieren, pero bueno... simplifique un poco las cosas al principio para que recuerden que fue lo que paso.

Espero que les guste, por mi parte me gusta la idea de que Dean normal se mantiene fiel a Anna y  como esta controlando la marca... por ahora.

Saludos a todos y gracias por el aguante de siempre con esta historia.


PREGUNTA: Si tuviéramos que si o si matar a un personaje, ¿quién prefieren que muera Charlie o Emily? 🤔 

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