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I. VI - Pregúntale a Jeeves

Anna se sentó en la esquina del capó del Impala, sus piernas colgaban a ambos lados de una de las luces delanteras.

La mandíbula de Dean se tenso cuando se arrodilló frente a ella mientras apretaba un tornillo. La pelirroja sonrió con maldad cuando arrastro, por décima vez, sus dedos por su cuero cabelludo mientras tiraba con suavidad.

—Está bien —Dean gruñó mientras se levantaba frustrado y colocaba el destornillador a su lado. Él movió su dedo frente a su cara sonriente— Eres terrible.

La pelirroja metió sus dedos en la parte delantera de sus pantalones vaqueros. Y tiró de sus caderas hacia adelante hasta que él fue presionado contra su cuerpo. —Vamos, Dean. ¿No quieres estar con tu esposa?

—¿Mi esposa? Por supuesto. ¿Este demonio sexual que se apoderó de su cuerpo? Tienes que darnos un descanso, bebé.

Ella hizo una mueca. —Hay dos de ustedes, Dean.

Asintió. —Sí. Exactamente. Dos hombres maduros y nos tienes agotados tratando de seguirte el ritmo.

—Pero te quiero.

Él suspiró y ahuecó su rostro entre sus manos. —Sabes... cuando tenía 18 años, recé por una mujer como tú.

La pelirroja sonrió. —¿Sí?

—Oh si. Eres literalmente la chica de mis sueños. Ahora sé por qué siempre dicen que tengas cuidado con lo que deseas.

Gruñó cuando le golpeó el pecho juguetonamente. Se rió entre dientes. —Estoy bromeando contigo, bebé.

Anna corrió si cara y sonrió. —Tal vez debería hacer que Cas me haga retroceder en el tiempo. Estoy seguro de que a los 18 años me apreciarías mejor.

Dean soltó una carcajada. —Cariño, mi yo de 18 años, no sabría qué hacer contigo. Me hubieras comido vivo.

Anna rodó los ojos. Las esquinas de su boca se curvaron hacia arriba. —Para ser honestos, no estoy tan segura de que tu yo de 35 años sepa qué hacer conmigo.

La boca de Dean se estiró en una lenta sonrisa mientras sus manos se apretaban alrededor de su cintura. —Tengo algunas ideas —afirmó.

Ella contuvo el aliento cuando él comenzó a inclinarse para besarla. —Mira, ahora no sé si estoy de humor —bromeó, apoyando la mano en su pecho, alejándolo débilmente.

—Cállate —Dean se rió entre dientes, antes de besarla.

Estaban envueltos en un cálido beso cuando Sam salió del motel y se acercó al auto.

—¿En serio, Anna? —preguntó—. Apenas podías caminar cuando me fui a tomar un café.

Dean echó la cabeza hacia atrás y se rió. —Estábamos hablando de eso.

Sam se burló. —Claro que lo hacían —le tendió dos tazas pequeñas de café, Anna tomó la suya y la acunó en sus manos—. Elaborado individualmente —comentó—. Tecnología, hombre.

—Los hombres verdaderos no beben en vasos tan pequeños —le aseguró Dean.

La pelirroja rodó los ojos y olfateó la bebida. —¿Qué es esto... rol de canela?

—Es, rosquilla glaseada... —Sam la corrigió. Dean hizo una mueca—. Mira, hombre, si no lo quieres, yo...

Dean levantó una mano y dio un paso atrás. —No, dámelo... —lo bebió todo de un solo golpe y Anna escondió su sonrisa detrás de su propia taza—. Entonces, ¿alguna pista en el escáner, o en la... Interweb?

—Nada —contestó Sam—. Ni siquiera un gato en un árbol.

—Así que justo cuando estamos listos para volver, no hay nada.

—La ley de Murphy —comentó Anna.

—Bueno, Murphy es un imbécil. Oye, ¿tienes ganas de hacer un desvío hacia Connecticut?

—¿Qué? —preguntó Sam.

Dean sacó un celular de su bolsillo trasero. —Lo encontré mientras desempolvaba.

Sam lo inspeccionó. —¿Uno de los nuestros?

—Es uno de los de Bobby —contestó ella.

—Y en total, 27 mensajes —continuó Dean—. El único que cuenta es el de hace dos días. Al parecer, Bobby fue nombrado beneficiario en el testamento de Bunny Lacroix.

—¿Bunny La-quién?

—El abogado dice que era un heredera, y la presencia de Bobby o del pariente más cercano está siendo solicitada en New Cannan. Supuse que calificamos para ello

—¿Cómo Bobby conocía una heredera, de todos modos? —preguntó Sam.

Dean se encogió de hombros. —Bobby tenía secretos, hombre.

—Como que le encantaba Tori Spelling —Anna sonrió, mientras recordaba los momentos que había vivido con Bobby. Tal vez ella sabía más cosas de él que los Winchester.

—Si tan solo supiera que Dean la engañó —bromeó el mayor de los hermanos—. De cualquier manera, ¿viaje? ¿Quién sabe? Quizás Bobby nos hizo ganar algo de dinero para cervezas.

****

Sam se detuvo en el camino empedrado hacía la lujosa mansión. La risa de Anna resonó desde el asiento trasero, seguido de un gemido y una risita de Dean.

—Estamos aquí —Sam gruñó mientras apagaba el motor.

La parte superior del cuerpo de Dean apareció reflejándose en el espejo retrovisor. Su cabello estaba hecho un desastre y el cuello de su remera tirado hacia abajo, su camisa había desaparecido hace un tiempo. Ella apareció junto a él de la misma manera.

—Pensé que ibas a dar la vuelta —comentó el mayor de los hermanos.

—Lo hice. Dos veces. Y realmente no tengo ganas de ver tu trasero desnudo, Dean.

—El mio seguro que no, ¿pero el de Anna mientras esta conmigo? —bromeó su hermano.

Sam apretó la mandíbula y su cara se volvió de un rojo brillante. Ver a Anna con su hermano en una situación sexual no era algo que había pensado alguna vez pero ahora que se lo mencionaba... la idea no le desagradaba.

—¡Dean! —Anna exclamó golpeando su brazo y sacando a Sam de sus pensamientos—. Eres un pervertido.

Dean sonrió burlonamente mirando a su hermano. —Si, seguro que yo soy el pervertido, ¿verdad Sammy?

Sam tuvo la necesidad de abofetear la sonrisa de la cara de su hermano. Pero eso sería darle la razón y no quería mantener esa charla frente a Anna. Era algo que debían arreglar en privado con su hermano primero. Después de todo era una pareja más que abierta. Mientras no ingresaran terceros a la relación, todo podía ser charlado.

Las fantasías no eran un tema tabú entre ellos. Eso lo sabía de primera mano.

Sacudió la cabeza y salió del coche. Anna lo siguió y Dean salió tropezando después, arreglando su cabello y subiéndose los pantalones.

—Wow —exclamó la pelirroja mientras miraba alrededor de la gran mansión—. ¿Creen que estamos un poco mal vestidos?

Sam se encogió de hombros. —Los trajes de federales están en el  maletero.

—¿Estás bromeando? —Dean se burló mientras se dirigía hacia la puerta principal—. Por una vez, no tenemos que usar trajes. Tienes suerte de que mi correa no es elástica.

Anna y Sam compartieron una sonrisa cuando Dean tocó el timbre.  Für Elise de Beethoven comenzó a sonar. Una mujer rubia vestida con un uniforme de mucama, abrió la puerta.

—¿Puedo ayudarles? —preguntó.

Sam sonrió. —Soy Sam Winchester. Este es Dean Winchester. Y nuestr¡mí! Ella es mi esposa, Anna Winchester —la pelirroja se mordió el labio y Dean tosió en su mano para ocultar su sonrisa. Él los miró a los dos y se aclaró la garganta—. Estamos aquí en nombre de Bobby Singer.

La muchacha rubia frunció el ceño mientras miraba a los tres. —¿El señor Singer no vendrá?

—No, él falleció —le informó Anna.

—Siento oír eso.

—Mis condolencias por su pérdida también.

—Gracias. Bueno, se acaban de perder el funeral, pero la familia está descansando dentro, si quisieran unirse.

La chica los llevó a todos a una sala de billar donde los presentó ante la familia LaCroix.

Una mujer rubia mayor, cubierta de joyas y un vestido ceñido, se acercó a los tres. Aunque tenía sus ojos fijos en Dean.

—¿Sam y Dean Winchester de los Weschester Winchester? —preguntó la señora mayor. 

Anna no pasó por alto la forma en que la mujer la ignoró como si no estuviera ahí. Era bueno que esta situación se presente ahora que estaba segura de a donde iba su relación con ambos hermanos.

Ella sabía que ambos la amaban. De lo contrarió ya hubiera saltado directo a la yugular de la señora mayor. 

Aunque ese bichito de la posesividad se encontraba ahí. Y no había que alimentarlo demasiado para que se despertara.

—No. No creo que haya... ninguna relación. Lo siento —Sam se disculpó.

Ella sonrió. —No importa. Ustedes dos son... adorables —Anna entrecerró los ojos y sintió que Sam y Dean se movían detrás de ella. Casi podía sentir sus ojos en la parte posterior de su cabeza—. Soy Heddy, prima de Bunny —señaló detrás de ella a otra mujer rubia sentada en el sofá, esta tenía ojos puestos en Sam—. Y esta es mi hermana, Beverly

Beverly sonrió y no tan disimuladamente, bajó los ojos a la entrepierna de Sam mientras movía su dedo contra el borde de su copa de vino. —Encantada, estoy segura.

Heddy hizo un gesto hacía un hombre que estaba jugando al billar en la parte trasera de la habitación, al lado de otra mujer rubia, mucho más joven. —Y ese es el hermano menor de Bunny, Stanton... "Stan" para abreviar.

—Pasen, únanse al duelo —invitó Stan.

—Y su esposa, niña, Amber. Y aquí está Dash. Es el bebé de la familia. Es el sobrino nieto de Bunny... de Harvard.

La pelirroja miró al hombre más joven junto a la chimenea. Estaba vestido elegantemente. Bastante guapo, aunque no era su tipo, ella prefería más del tipo cazador. Muchas camisas, remeras ajustadas y pantalones de jeans.

El joven estaba mirando a Anna por encima del vaso de whisky que bebía. Parecía una mirada inofensiva y curiosa.

Pero al parecer, los hermanos lo interpretaron de otra manera. Podía sentir el calor del cuerpo de Sam pegado a su espalda. Dean dio un paso adelante por lo que ella quedó oculta detrás de su hombro y en el medio de ambos.

Dash le dio a Dean una sonrisa engreída y Anna rodó los ojos mentalmente. Sam sabría controlarse o al menos no perdería los estribos tan rápido, en cambio Dean... él saltaría sobre el otro hombre con facilidad.

Iba a ser una visita larga.

El "chico Harvard"  volvió a mirarla, inclinó su cabeza para tratar de obtener una vista sin obstáculos. El tipo tenía el deseo de morir si no estaba cumpliendo con las advertencias silenciosas que Sam y Dean le estaban enviando.

Incluso las dos mujeres que habían estado comiéndose con los ojos a los hermanos se estremecieron y apartaron la vista de ambos al sentir el cambio en la atmósfera, aunque Anna dudaba que ellas entendieran lo que estaba sucediendo.

—¿Y cómo conoces a la tía Bunny? —Dash se dirigió a Anna, girando su whisky en su vaso y una sonrisa en su rostro.

La pelirroja abrió la boca para contestar pero Dean la interrumpió, respondiendo por ella. —Ella no la conoce.

Anna lo pellizco en la espalda y se ganó una mirada de enojo de Dean. No se acobardó y lo miró de igual forma con el ceño fruncido. Si había algo que odiaba, era que no la respetaran y la traten como si la hubieran comprado.

Ella era libre de hablar con quien quisiera. Dash no iba a ser la excepción. No le parecía atractivo, ni nada por el estilo. Y si fuera el caso contrario, tampoco tenían porque comportarse así. Engañar a los hermanos era algo que nunca se le pasara por la cabeza.

—No la conocemos personalmente —aclaró Sam, cortando la tensión entre su hermano y su esposa—. Nuestro... nuestro padre sustituto, Bobby Singer, la conocía.

—¿Bobby? Nunca oí hablar de él —comentó Beverly. Sus ojos observaron a Sam—. Pero pueden contarnos durante el fin de semana, ¿eh?

—¿El fin de semana?—preguntó Anna, su voz era un gruñido. Toda la situación ya comenzaba a enojarla. Podía sentir su sangre hervir.

—¿No te lo dijo el abogado? —dijo Heddy mirando con desdén a la pelirroja—. El entierro fue hoy y la lectura del testamento será mañana.

—Pero son bienvenidos de pasar la noche —susurró Beverly con una sonrisa sugestiva—. En todas las habitaciones duermen dos.

Heddy levantó sus ojos hacia los de Dean. —O tres.

Dean se aclaró la garganta. Anna volvió a colocarse delante de él, su presencia exigiendo la atención de Heddy. —Vamos a tomar esa habitación —exigió—. Nosotros tres.

Dash se rió entre dientes cuando los ojos de Heddy se ensancharon y se tragó el resto de su bebida. —Supongo que ella tiene lo que desean, señoras. Hermanos que comparten. Debe apestar saber que no quieren compartirte.

Heddy entrecerró los ojos mirando al muchacho. Beverly de repente pareció más interesada en su copa de vino que en Sam.

Olivia, la chica que los había recibido, entró en la habitación y seguida por un señor mayor que parecía ser el mayordomo. Phillip, era su nombre.

Amber, que había estado molestando a su esposo con su entusiasmo, hizo una mueca cuando los miró. —¿Dónde está Colette?

—Ella renunció —informó Phillip—. La pobrecita estaba tan perturbada por la muerte de la señora Lacroix. Se fue para encontrarse a sí misma.

—¿Áshram en India? —preguntó Heddy mientras se sentaba una vez más junto a Beverly.

—Universidad de payasos en Sarasota.

—Buena elección.

Phillip asintió una vez y luego se acercó a los hermanos. —¿Puedo hablar con ustedes en la sala en cinco minutos?

Estuvieron de acuerdo y él se fue. Beverly aprovechó la oportunidad para atacar. De nuevo.

Dejó caer su vaso y saltó hacia Sam, acomodando su cabello sobre su hombro, como si todavía tuviera posibilidades de ganar una batalla que estaba perdida. Anna la admiraría si no fuera porque estaba coqueteando con su marido.

—Así que Sam... cuéntame... —comenzó—. ¿Te... ejercitas?

Sam agarró a Anna de los hombros y la empujó frente a él. —Yo... con mi esposa. Todo el tiempo. Hacemos un montón de... —se aclaró la garganta—. Hacemos mucho ejercicio.

Dean sonrió. —Está hablando de sexo.

Los ojos de Beverly se posaron en Anna, sus labios se curvaron hacia arriba. Ella conocía esa mirada. Sus cejas se alzaron sorprendida.

—Bueno, me encantaría que, ambos, se unieran a nosotros... este fin de semana.

Anna boqueó sorprendida, sin saber que decir.

—No —gruñó Sam, en un tono de voz elevado. Él la acercó a su cuerpo y la rodeó con sus brazos.

—Absolutamente no —aseguró Dean mientras movía su mano en el aire. Señaló con su cabeza a hacia un Dash sonriente—. Eso incluye al chico Harvard. Se mantienen en su grupo de orgías extrañas. Nos quedamos en la nuestra.

****

Una cruz con incrustaciones de joyas falsas. Eso era lo que Bunny le había dejado a Bobby. Phillip les había dado la herencia con anticipación para que pudieran irse y no tener que lidiar con el infierno que era la familia.

Por supuesto, lo primero que hicieron fue llevarlo a un tasador y ver cuánto dinero podrían obtener por ello. Fue entonces cuando descubrieron que era falsa y que escondía una llave dentro.

—No puedo creer que tengamos que volver aquí —Anna suspiró cuando salió del auto y caminó hacía las puertas de la mansión.

Phillip respondió esta vez. Y parecía más serio que la última vez que lo vieron.

—¿Todo está bien? —preguntó Dean.

—En realidad no —contestó Phillip mientras sostenía la puerta para que pudieran entrar—. ¿Presumo que se han olvidado algo? Revisaré el armario por sus... harapos.

Sam y Anna fruncieron el ceño. —Tengo noticias para usted, señor Belvedere —lo detuvo Dean mientras tiraba de su abrigo—. Es casimir*.

Un hombre calvo entró en la sala y los señaló. —¿Ustedes tres estuvieron aquí antes?

Los tres compartieron compartieron una mirada.

—Sí —Anna asintió—. ¿Quién quiere saberlo?

El hombre abrió el abrigo para revelar una placa y una pistola. —Detective Howard, policía de New Cannan. Felicitaciones, ahora son oficialmente sospechosos de homicidio.

—Lo siento, ¿qué? —preguntó Dean.

—Sí, el hermano de Bunny Lacroix, Stanton, fue asesinado esta noche. Su cuerpo acaba de irse a la morgue.

Sam señaló hacia sí mismo. —Y usted piensa...

—Y es por eso que ustedes tres y cualquier otra persona que haya puesto un pie en esta casa hoy está siendo detenida para interrogatorio.

La familia ya se había derrumbado y estaban arrancándose  los ojos entre ellos cuando entraron al salón.

—Es muy obvio que ella es culpable —insinuó Heddy en la cara de Dash cuando Beverly se tambaleó, ebria en el sofá.

—Estás loca, vieja — Dash acusó.

—¡¿Vieja?! Yo... —ella vio a Sam y Dean, enderezó su columna vertebral y terminó de una manera más tranquila—. Tengo 39 años.

Anna rodó los ojos ante la mentira más que obvia.

Dash se burló mientras miraba a la pelirroja. —Y lo ha estado desde el 2003.

A Heddy no le gustó eso. De hecho, parecía estar a punto de comenzar una lucha física con el joven.

—Perdón por interrumpir, pero... —Sam se aclaró la garganta—. ¿quién es culpable?

—La zorra de pueblo, Amber —gruñó Heddy—. Ella mató a Stan.

—Puede ser una zorra pero al menos no coquetea con hombres casados —la voz de Anna era firme, cuando acuso a Heddy. También observó a Beverly que solo agachó la cabeza

Dash sonrió mirándola. La mano de Dean automáticamente se posó en la parte baja de su espalda, acercándola a su cuerpo.

—Y cuál es su motivo, ¿reportera del crimen? —preguntó Dash, volviendo su atención a la mujer.

Heddy rodó los ojos. —Todos saben que Amber se estaba acostando con todo el mundo. Quería dejar a Stan, pero su acuerdo prenupcial era de hierro, así que lo mató.

Dean se encogió de hombros. —Suena lógico.

—Bueno, a no ser que creas esa ridícula historia que ha estado contando. "Un fantasma mató a Stanton"... Sinceramente.

Anna estaba sorprendida. —¿Un fantasma?

Heddy levantó las manos con desdén. —Ella afirma que el difunto esposo de Bunny, Lance, lo hizo. ¿Han oído tal cosa? ¡Qué broma! Tan estúpida.

—Estás loca como una cabra con esas hormonas sintéticas —siseó Dash.

—¿Loca? Qué espantoso de tu parte. ¿No te enseñan modales en Harvard?

La pelirroja suspiró y se giró hacia Sam y Dean, tratando de ignorar la pelea que volvía a desarrollarse detrás de ella.

—Así que... parece que podríamos tener un caso aquí —afirmó.

—¿Espíritu vengativo? —preguntó Sam.

Dean asintió. —Si. ¿Crees que podemos ir al auto, y buscar el detector de EMF?

—No con el, detective amigable. Ni hablar. Supongo que tendremos que hacerlo a lo vieja-escuela.

Anna juntó las manos y las frotó. — De acuerdo. Lugares fríos es.

—Quédate aquí —ordenó Dean mientras pasaba una mano por su espalda—. Quédate aquí, echa un ojo a la señora Celeste y al Coronel Mostaza. Yo husmearé por ahí.

—Dean... —habló Sam cuando Anna se alejó para acercarse a la familia—. ¿Estás seguro de que queremos dejarla sola con...? —se aclaró la garganta y levantó la barbilla hacia Dash, que todavía estaba peleando con Heddy.

—Ni en un millón de años —Dean aseguró—. Es por eso que te quedas con ella.

Sam suspiró y Dean le dio una palmada en el hombro antes de salir de la habitación.

****












Así que el de la fantasía del trío es Sammy 😏

En el próximo capítulo vamos a tener un avance sobre ese tema, les aclaro que escribir un trío es más difícil de lo que se imaginan. En serio. Así que tenganme paciencia 😬

Me encanta escribir a los tres siendo celosos entre ellos.

No creo que escriba la temporada 10 completa, solo los capítulos que crea indispensable para la trama peeero si hay algún capítulo en especial que ustedes quieran leer, son libre de pedirlo.

Gracias como siempre por todo el apoyo que le brindan a la historia, tengo a los mejores lectores de wattpad. Les juro 💕

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