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I.III - Alma Sobreviviente

Anna gimió cuando despertó. Últimamente se le estaba haciendo costumbre despertar en lugares al azar. Pero esta vez, después de mucho tiempo, se pudo sentir segura. El perfume familiar que la rodeaba la hizo sonreír y relajarse. Se hundió aún más en la comodidad de la cama y pestañeó un par de veces antes de abrir los ojos.

Estaba en la habitación de Sam. Podía saberlo, incluso antes de despertar.

El mejor de los Winchester estaba recostado en un sillón junto a ella. La televisión aún reproducía lo que parecía ser un capítulo de Game of Thrones. El control remoto descansaba sobre su regazo mientras Sam roncaba suavemente.

Un sentimiento de culpa la invadió. Sam había pasado por mucho en tan poco tiempo. Perdió a su hermano para luego encontrarlo convertido en un sádico demonio. Ella había sido raptada por él. Conociendolo de la forma que lo conocía, era más que obvio que se sentía culpable por todo lo ocurrido. No importara lo que ella pensara, Sam estaba cargando con toda la culpa de la situación.

Cuando giró en la cama, no pudo evitar soltar un quejido. Todo su cuerpo dolía como si le hubieran dado una paliza. Sam se despertó en el sillón asustado, lo primero que hizo fue ver hacia la cama donde Anna estaba descansado.

—Oye —la pelirroja lo saludo con una sonrisa suave.

—Oye —Sam se pasó la mano por la cara, tratando de despertarse y más relajado. Miró el reloj en su muñeca, contando el tiempo que se había quedado dormido—. ¿Cómo te sientes princesa? —se giró para ver a Anna.

—¿Cómo si me hubiera enfrentado a Hulk, el Capitán América y todos los Avengers juntos?

Sam sonrió, podía sentir una pequeña chispa encenderse en su pecho. Anna se estaba tomando las cosas mejor de lo que había imaginado, eso significaba que Dean no la había roto por completo. ¿Sería difícil recuperar su relación? Tal vez. Eso era algo que ellos tendrían que hablar. Pero Sam estaba seguro que ella perdonaría a su hermano por todo y cada uno de sus errores.

Anna mejor que nadie sabía que lo pasó no era culpa de Dean.

La pelirroja miró su brazo. Había una pequeña venda adhesiva pegada en la parte interna de su codo, como cuando iba a sacarse sangre para algún examen. Miró a Sam y alzó una ceja interrogante.

—Lo siento. Te aplique la primer dosis de sangre —el ceño de Anna se frunció—. Crowley me dijo que Dean estaba alimentandote con sangre de demonio, que quería... convertirte como él.

Anna asintió y dejó caer la cabeza sobre su almohada. Los recuerdo de lo que le había hecho Dean eran aún muy frescos. Ella no lo odiaba ni nada por él estilo, pero era cierto que ambos necesitaban ser curados. —¿Dónde está él?

Sam se movió en su sillón un poco nervioso. —En la mazmorra. Él no es tan cooperativo —la pelirroja se corrió a un costado en la cama y levantó la manta que la cubría. La miró confundido. Ella palmeó el costado vacío que comenzaba a enfriarse. Cuando Sam comprendió soltó una pequeña sonrisa—. Princesa, no puedo... Dean...

—Por favor... —susurró.

No podía negarlo. No podía negarle nada a ella. Si en ese momento le hubiera pedido que fuera a la guerra, él lo hubiera hecho. Él haría cualquier cosa por ella. Se puso de pie, estremeciéndose cuando tocó el frío del suelo. Estaba vestido solo con una camiseta gris y pantalones de ejercicio.

Anna se alejó un poco más, aunque era innecesario. Sam era un gigante pero la cama era lo suficientemente grande como para dos personas. Incluso tres. Cuando se acostó a su lado, ella con rapidez se acurrucó a su lado, apoyando la cabeza en su pecho y rodeándolo con sus brazos.

 No podía recordar cuándo fue la última vez que había estado así con Sam. Con todo lo ocurrido durante el último tiempo, habían tenido poco contacto físico. Anna dormía en la habitación de Dean y se negó a compartir cualquier cosa con él. Ahora podía darse cuenta que fue una idiota, se había alejado innecesariamente de Sam.

Se sentía más que afortunada que él todavía la acepte y quiera compartir algo con ella. La mano sana de Sam subía y bajaba por su espalda, acariciándola con suavidad, mientras que su mano estaba apoyada en su pecho, dibujando patrones al azar sobre su camiseta. Ninguno habló. No hacía falta decir nada.

Finalmente, después de varios minutos Anna rompió el silencio. —Sam.. —él tarareo en respuesta. Incitandola a que continúe, que la estaba escuchando—. ¿Podremos curarlo?

Sam no contestó de inmediato. No estaba seguro de si su plan funcionaría y lo último que quería era darle falsas esperanzas.

—Estaremos bien —le aseguró besando la superficie de su cabeza—. Estarás bien.

Esa era su única certeza, pase lo que pase, él se encargaría que su esposa esté bien.

****


Dean estaba sentado y esposado a una silla en el medio de la mazmorra del bunker. Su cara era una mezcla entre petulancia y enojo.

—¿En serio? —se burló cuando su hermano entró con un contenedor de sangre purificada.

—Si sirve de algo, tengo tu tipo de sangre —contestó Sam.

—Sam, sé que piensas que vas a tratar de arreglarme, pero, ¿alguna vez se te ocurrió que quizás no quiero ser arreglado? Solo déjame ir a vivir mi vida. No te molestaré. ¿Qué te importa?

Sam se burló. —¿Qué me importa? ¿De verdad crees que voy a dejar que te vayas de aquí con Anna? 

Dean sonrió. —Ella ya no es tuya, Sammy. Ella nunca lo fue.

La mandíbula de Sam palpitó mientras sacaba un frasco de agua bendita y lo esparcía por el suelo mientras recitaba en latín.

—¿Crees que simplemente me voy a sentar aquí como Crowley, ponerme todo llorón mientras me inyectas? —gruñó Dean—. Bueno, a la mierda con eso. No quiero esto.

—Sí, básicamente me di cuenta de eso.

Dean se burló. —Ni siquiera sabes si esto va a funcionar, ¿no? Sabes, tengo mucho más recorriendo mi interior que solo poder de demonio.

Sam asintió mientras tomaba una jeringa llena de sangre. —La marca de Caín... entendido.

—Eso es correcto.

Su hermano respiró hondo mientras se acercaba a Dean. —Abróchate el cinturón.

—Sammy... sabes que odio las inyecciones.

—Odio los demonios.

Los ojos de Dean se volvieron negros cuando intentó atacar a Sam, pero él fue más rápido y  le salpicó agua bendita en la cara mientras clavaba la aguja en su brazo.

—Mira, tenemos muchas más de estas que colocar —dijo Sam mientras escuchaba a su hermano gruñir—. Podrías hacértelo mucho más fácil.

Dean gimió y tiró de sus restricciones mientras la sangre corría por su cuerpo. Cuando levantó la cabeza de nuevo puedo ver a Anna de pie en la puerta mirándolo.

—Bebé, te extrañaba —Dean habló con un tono burlón mientras aún respiraba pesadamente.

Sam se giró para ver a qué se refería su hermano. Apretó la mandíbula cuando vio a su esposa en la puerta observando todo el intercambio. Se acercó hasta ella, mientras tiraba la jeringa usada sobre la mesa.

—Te dije que te quedaras fuera de esto Anna —le advirtió en voz baja.

—Quería verlo.

—Si, Sammy ¿por qué no la dejas verme? —se burló Dean—. Vamos bebé, desatame. Pasemos un buen rato. Yo sé que quieres.

Anna lo miró con una sonrisa triste mientras negaba con la cabeza. —En realidad, lo único que quiero es a mi antiguo esposo.

****

Después de varias horas y algunas jeringas más llenas de sangre, por fin parecía que el ritual estaba comenzando a hacer efecto sobre Dean. Aunque tal vez no de la mejor manera.

—Por lo que sabes, podrías estar matándome —se quejó Dean mientras comenzaba a respirar pesadamente.

Anna levantó la vista desde su celular y miró a Sam con el ceño fruncido. Una mueca de preocupación inundó su rostro. 

—O... solo estás jugando conmigo —contestó Sam mientras se giraba para ver a su hermano que estaba en perfecto estado cuando se dió cuenta que no lo podía engañar—. De cualquier manera, la tradición no dice sobre excepciones a la cura.

—"La tradición" —habló Dean mientras levantaba la cabeza para mirarlo—. Cazadores... Hombres de Letras. Qué montón de mierda es todo eso. ¿No tienes nada? —volvió a insistir cuando vio que su hermano no reaccionaba a sus provocaciones.

—¿Quieres que debata contigo? Ni siquiera es el verdadero tú con el que hablo.

—Es el verdadero yo, de acuerdo —le aseguro Dean—. El nuevo verdadero yo... el yo que ve las cosas por lo de que verdad son. Winchesters... bienhechores... luchando contra el orden natural. Déjame decirte algo... los tipos como yo, somos el orden natural. Es la manera en que fue establecido.

—Los tipos como yo aún tenemos que hacer lo que podamos —contestó Sam cansado.

—No te engañes a ti mismo, Sammy. Porque, verás, desde mi punto de vista, no hay mucha diferencia en lo que me convertí con lo que ya eres.

—¿Y qué significa eso supuestamente? —preguntó Sam.

—Sé lo que hiciste cuando saliste a buscarme —Anna apretó los dientes mientras lo miraba, Sam no había estado solo cuando hizo esas cosas. La mayoría de las ideas habían sido suyas, él no merecía ser culpado por eso—. Sé cuán lejos llegaste. Crowley me lo contó todo. Así que, déjame preguntarte... ¿quién de nosotros es realmente un monstruo? ¿Estás empezando a recordar?

La pelirroja vio como el pecho de Sam comenzaba a agitarse, como estaba temblando. Dio una saltó desde la mesa donde estaba sentada y se paró delante de él. Tomó la cara entre sus manos haciendo que se enfoque en ella.

—Vamos, Sam. Mirame, soy yo. Oye...

—Pero intentabas conseguir una ubicación de Crowley y mía de cualquier demonio que pudieras atrapar. Pero Crowley no quería ser encontrado, y nadie apareció cuando los convocabas. Pero hallaste una manera, ¿no, Sam? —Dean continuó torturando a su hermano—. Te habría gustado llegar allí antes de que el trato se cerrara, pero realmente no te importaba el pobre Lester, ¿no?

Sam se apoyó contra la mesa dándole la espalda. Sus hombros se tensaron con todo lo que estaba intentando enterrar. La culpa. La vergüenza.

—E hiciste que ese pobre hijo de puta vendiera su alma  —dijo Dean—. Y para que lo sepas, yo maté a Lester. Y la esposa de él se casó con el tipo de los tatuajes.

Sam golpeó su mano sobre la mesa. —Nunca quise...

—¡¿A quién le importa lo que querías?! —gritó Dean—. Esa línea que creíamos que era tan clara entre nosotros y las cosas que cazábamos no es tan clara, ¿no? Puede que seas incluso peor que yo. Quiero decir, tomaste a un tipo en su peor momento, lo usaste, y le costó su vida y su alma. Buen trabajo.

Sam se acercó a Dean y hundió la aguja en su cuello. Dean gritó de dolor, pero apenas lo oyó cuando tiró la jeringa de nuevo a la mesa. Anna se acercó a su lado, apoyando la mano sobre su espalda. Él la atrajo contra su cuerpo abrazándola con su brazo sano.

—Déjame preguntarte esto, Sammy —comenzó Dean de nuevo. Anna cerró los ojos ante el sonido de su voz y enterró la cara contra el pecho de Sam—. ambos sabemos qué tienes que hacer conmigo, ¿verdad? ¡¿Tienes las agallas para hacerlo, Sam?!

Ella pudo sentir a Sam temblar ante las palabras de su hermano. Y estaba segura que si esto no funcionaba, ella era la única capaz de encargarse de la situación. Porque prefería no ver a Dean nunca más, antes que verlo convertido en demonio de nuevo.

****

Sam se recostó contra la pared del pasillo justo afuera de la mazmorra. Se acercaba el momento de la próxima inyección a Dean y cada vez le resultaba cada vez más difícil entrar en la habitación. Había salido solo para verificar que Anna también obtuviera su dosis. Si era agotador traer a su hermano de vuelta, toda la situación que estaba viviendo con su esposa solo empeoraba.

Estaba luchando para traer de vuelta a las dos personas que más amaba.

Y al único que le podía pedir ayuda era a Cas, pero en primer lugar, se sentía lo suficientemente culpable como para arrastrar al ángel al búnker en el medio del problema

Pero lo necesitaba. Él necesitaba a alguien que lo acompañe. Anna era de ayuda, pero no  sabía hasta qué punto la sangre de Dean la había afectado. Era difícil confiar ciegamente en ella en ese estado.

—Oye, ¿aún vendrás? —preguntó Sam cuando Cas respondió la llamada.

—Estoy a unas pocas horas. ¿Está funcionando el tratamiento?

—No, no muy bien —contestó honestamente Sam—. Mira, no... no es como fue con Crowley. Dean está sufriendo. Quiero decir, está sufriendo mucho. Es... es como si apenas pudiese soportarlo. Cas... podría estar matándolo.

Cas suspiró. —Podría ser.

—¿Entonces... qué? ¿Debería parar?

—¿Y hacer qué? No está poseído. Un exorcismo es inconcebible. El ritual de sangre purificada es el único tratamiento que conozco.

Sam frunció el ceño.—Cas, ¿no acabas de oír lo que dije? Podría estar matando a mi hermano.

—Sam, no es tu hermano... al menos no ahora. Tienes que estar preparado para...

—Matar a mi hermano —Sam dejó escapar un suspiro.

—Estaré allí tan pronto como pueda —afirmó Cas.

—Sí, de acuerdo. Dejaré la entrada abierta para ti. Solo date prisa.

Cas dudó por un momento antes de volver a hablar. —Sam, ¿cómo está ella?

Él suspiró antes de contestar. —Bien, creo que mejor que Dean. Quiero decir, ella no esta negandose a sus inyecciones de sangre. Pero tampoco está presentando ningún cambio.

—¿No está funcionando?

—No lo sé Cas —contestó exasperado Sam—. Es como si la inyectara con algún medicamento, no tiene ninguna reacción.

—Sam...

—Si, lo sé. Tendremos que investigar más sobre Anna, pero primero me ocuparé de Dean ¿de acuerdo? Un paso a la vez.

Sam dejó escapar un suspiro tembloroso y se apoyó contra la pared mientras cerraba los ojos con derrota. Cuando se paró frente a la puerta de la mazmorra para entrar, pudo a ver a Dean desmayado en la silla.

Su cabeza estaba inclinada hacia abajo. Sam golpeó su cara mientras lo llamaba. —¡Oye! ¡Oye! ¡Dean! ¡Vamos!

Pero no había ninguna reacción.

—¡¿Qué demonios pasó?! —el grito de Anna inundó la habitación cuando entró. En un segundo estaba agachada frente a un Dean inconsciente—. ¿Sam, que haz hecho? ¡Dean!

—¡No he hecho nada! —se defendió Sam, mientras veía a la pelirroja sacudir a su hermano—. Yo solo... entre y él... él estaba así —se enderezó mientras pasaba una mano por su cabello.

—Regresa. Regresa a mí —insistió Anna—. ¿Estás ahí? ¡Oye! De, ¿estás bien?

—Sí —murmuró Dean—. Si... consideras que ahogarse en tu propio sudor mientras te hierve la sangre está bien.

—Tenemos que detener esto, Sam —Anna gruñó, mientras miraba el sufrimiento en el mayor de los hermanos.

Sam se enderezó y le dio una mirada culpable. —Anna...

—¡Ahora! —gritó mientras levantaba la cabeza para ver a Sam.

Las luces del calabazo temblaron cuando gritó y sus ojos se habían puesto totalmente rojos. Eran como los de un demonio pero más aterradores. No había una pizca de blanco y verde en ellos, era una mezcla entre negros y rojo sangre.

El corazón de Sam saltó de miedo porque nunca en su vida, ni en sus peores pesadillas, pensó que vería a su esposa de esa manera. La pelirroja parpadeó y así como había aparecido, se fue. Su mirada volvía a ser normal.

—Lo siento —se puso de pie, alejándose de Dean y Sam. Dándole la espalda a ambos.

El mayor de los hermanos sonrió. —Parece que no soy el único que ha mejorado.

Sam tragó duro y se acercó a Anna. Apoyó su mano sobre su hombro haciéndola girar hacía él. La pelirroja lo observó y se hundió contra su pecho. Él la abrazó tan fuerte como pudo. —Mira, no puedo parar de hacer esto —le aseguró.

—Claro que puedes —Dean contestó en lugar de ella—. Simplemente paras. No tiene sentido tratar de traer de vuelta a tu hermano ahora.

—Lo traeré de vuelta —gruñó Sam contra el pelo de Anna.

—De hecho, tu hermano con sentimiento de culpa, con el peso del mundo ha estado desparecido en acción durante bastante tiempo ya. Pero me encanta el nuevo modelo... seco y malvado Dean —Sam se burló y se separó de su esposa para dirigirse a la mesa donde estaban las dosis de sangre—. ¿Notaste que traté de alejarme lo máximo posible de ti? Lejos de tu lloriqueo, tus quejas. Escogí al rey del infierno por encima de ti.

—Dean —Anna gruñó.

—Quizás solo estaba... cansado de cuidarte —continuó Dean—. O de constantemente tener que sacar u patético trasero de aprietos desde... —se rió—. Siempre.

—¡Dean, cállate!

—O quizás... quizás era el hecho de que mi madre aún estaría con vida de no ser por ti. Que tu mismísima existencia se haya tragado mi vida. Que si no fuera por ti, yo estaría casado con Anna legalmente ¡y tendría una familia!

—¡Basta! —gritó la pelirroja antes de caminar hacía donde estaba sentado y golpear su cara haciéndolo callar.

Sam la miró sorprendido mientras Dean se pasaba la lengua por el labio partido y se reía.

—Ahí está la mujer de la cual me enamore —contestó riendo.

Anna sacudió la cabeza mientras lo miraba. —Estoy tan cansada de escucharlos. De escucharte, Dean. Ese tiempo que estuve contigo, tuve tanto miedo. No podía pensar en otra cosa que no sea Sam —ella pudo ver como su mandíbula se apretó al oír el nombre de su hermano—. En que él me salvaría de ti. ¿Quieres hablar Dean?

—Anna —Sam le dio una advertencia.

—Hablemos —ella se agachó para enfrentar su cara—. Escucha esto. Si todo este ritual de la sangre no funciona. Si, ni Sam, ni yo o Cas podemos traerte de nuevo. Yo misma acabaré contigo.

Dean se burló al escucharla hablar. —Noticias de último momento bebé, no podrás. Nada, ni nadie puede matarme.

—Entonces me mataré a mi misma. Porque te aseguro que prefiero morirme a tener que estar a tu lado mientras seas esto.

La cara de Dean se transformó mientras  la oía hablar.

Sam se tragó el nudo en su garganta mientras la veía ponerse de pie y salir de la habitación. No podía soportar escuchar la verdad de sus palabras porque estaba seguro que no mentía. Tenía que comenzar a pensar que haría si toda la situación no funcionaba. 

Por primera vez iba a tener que elegir entre su hermano o ver morir a su esposa.

****






Bueno, hola, despues de mucho tiempo. Perdón por la tardanza pero estos capítulos me lleva tiempo escribirlos. Sobre todo ahora que no sé a dónde se dirige esta historia. No sé qué va a pasar con el futuro de Anna, ni su relación con Dean y Sam. Además en esta temporada tenemos muertes importantes (como Charlie) y todavia no me decido que hacer con eso.

Espero que este capítulo les guste más que el anterior, el cual vi que no generó tanta emoción como yo esperaba. No sé, esta temporada es oscura, la marca sigue ahí así que tendrán que acostumbrarse a leer a un Dean cambiante.

En fin, me asustaron los ojos de Anna y me gusto esa idea. Veremos que pasa con eso. Leo tooodas sus opiniones y/o deseos y los tengo en cuenta. Creanme.

Lxs quiero. Cuidense 😘 💞 


****


Me olvidaba de decirles, pueden pasar por el libro de one-shots de esta historia. Esta semana (jueves, si todo sale bien) voy a estar subiendo una nueva parte. Vamos a leer un poco de Anna embarazada y el final que puede ser o no el de la historia principal. Si, ya sé, estoy pensando en el final cuando todavía me falta un poco. Perdón 😁

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