I. II - Reichenback
Dean observó fijamente las piernas de la bailarina que estaba delante de él, la forma en que se movía contra el caño lo tenía hipnotizado, aunque su interior sabía que solo una mujer podía hacerlo mejor que ella. Apoyó su vaso sobre la barra y estiró su brazo hasta rozar la pierna de la mujer cuando se agacho.
—Sin tocar —la joven le advirtió retirando su mano—. Son las reglas de la casa.
El seguridad que estaba unos metros alejados, se puso alerta cuando se dio cuenta de que algo estaba sucediendo.
—¿Estás segura de eso? —Dean sacó un montón de billetes doblados. Retiró veinte dólares y los tiró sobre el piso en donde ella bailaba. —Adelante. Tómalo.
La mujer hizo una mueca de disgusto mientras miraba el dinero. —Y terminamos.
Cuando giró para retirarse, Dean la tomó del brazo reteniendola. —Oye, oye, oye. La canción no ha terminado, cariño.
Antes de que pudiera hacer algo el seguridad se acercó a él, tomándolo del brazo y tratando de sacarlo del lugar. —Hora de irse, imbécil.
Dean estrelló su cabeza contra la del hombre y luego lo golpeó contra la barra, derribandolo. Comenzó con una cadena interminable de golpes, dejándolo ensangrentado en el piso. Se detuvo cuando su celular sonó.
Se puso de pie, sacudiendo su mano un poco adolorida, mientras atendía.
—El trabajo está hecho.
Cortó sin decir una palabra, recogió el billete de veinte dólares y guardándolo en su camisa salió del bar.
****
Anna gimió de dolor cuando abrió los ojos, podía sentir su cabeza latir a causa de un golpe. Estaba en un lugar diferente al de la última vez, sin embargo todavía estaba atada a una silla. No había rastro de Sam ni del tipo que los había secuestrado, estaba sola.
Cerró los ojos con fuerza tratando de aliviar el dolor de cabeza, los volvió a abrir cuando escuchó una puerta de metal abrirse. Una bombilla de luz se encendió sobre su cabeza cuando observó a dos hombres de pie frente a ella. Por el olor a azufre pudo darse cuenta con rapidez que eran demonios.
—Así que tú eres la famosa Anna Winchester.
Uno de ellos habló, agachándose frente a ella. Tenía una sonrisa diabólica en sus labios.
—No eres tan especial como nos hicieron creer —acotó el otro.
—Vete a la mierda.
Anna escupió sus palabras. Su cabeza se giró cuando uno de ellos estrelló su mano contra su cara golpeándola. Tiró la cabeza hacia atrás, acomodando su pelo y volvió a mirarlos fijamente.
El mismo que la había golpeado, tomó un puñado de su cabello, tirando de su cabeza y apretó sus mejillas mientras la forzaba a abrir su boca. —Sabes... podemos hacer lo que queramos contigo, nadie lo impediría. Eres nuestra perra.
Deslizó su mano por su garganta hasta sus pechos, cuando una voz nueva detuvo todas sus acciones.
—No creo que eso esté sucediendo.
Ambos demonios se giraron para observar de donde provenía la voz, se paralizaron cuando vieron a Dean parado en la puerta. Tenía la primer espada en su mano y una sonrisa en su cara.
Anna podía sentir su corazón latir a una velocidad increíble, la última vez que lo había visto estaba muerto y frío sobre una cama. Verlo de pie, frente a ella era una sensación indescriptible. No importaba lo mal que estuviera todo. Dean estaba vivo. Su Dean.
—Les brindo mi confianza, mi ayuda... —Dean comenzó a caminar hacía ellos con lentitud—. Y así es como me pagan.
—Señor... nosotros... él... —uno de los demonios intentó hablar, Anna podía ver como temblaba cuando Dean se paró frente a él, a centímetros de su cara—. Fue él, señor.
Dean sonrió al oírlo. —¿Sabes que odio más que la deslealtad? —frunció el ceño y la sonrisa se borró de su cara—. La cobardía.
Luego de eso enterró la espada en su pecho. Una luz blanca salió de su boca y de sus ojos. Cuando retiró el arma el demonio cayó al suelo muerto. Giró su cabeza hacía el otro que estaba temblando junto a Anna. Antes que pudiera hacer algo, el demonio tomó un cuchillo y lo puso en la garganta de la pelirroja.
—Si te acercas, la mato.
Dean levantó las cejas sorprendido por su reacción y exhaló una sonrisa. —Si fuera tú, me alejaría de ella. Ya sabes... no me gusta que toquen mis cosas.
Dio un paso hacia adelante y el demonio apretó el cuchillo más fuerte contra su garganta. —¡Hablo en serio, la mataré!
Se detuvo cuando vio una mueca de dolor en la cara de Anna. El bastardo la estaba lastimando. Ya no había nada de gracioso en la situación. —De acuerdo. ¿Qué tal si la sueltas y arreglamos esto de demonio... —lo señaló—. A demonio?
Sus ojos se pusieron negros por completos y Anna se horrorizo.
Ella ya lo sabía, Crowley se lo había dicho y había visto la grabación pero era tan distinto a verlo personalmente. Se le helaba la sangre con solo verlo. Nunca había imaginado que ese momento llegaría, ese no podía ser Dean.
No había una pizca de verde en sus pupilas, no estaba esa mirada amorosa o de preocupación que siempre tenía cuando estaba con ella. No había nada de eso. Lo único que Anna creía que había dentro de Dean era un demonio ocupando el cuerpo de su marido y esa sensación le revolvía el estómago. La enfermaba.
Estaba tan sumida en sus pensamientos que se sorprendió cuando el cuchillo que estaba presionado sobre su garganta desapareció. Dean había arremetido contra el demonio derrotandolo con facilidad. Ahora lo tenía en el piso clavandole la primer espada en el pecho una y otra vez sin parar. De la misma forma que había matado a Abbadon.
Anna jadeó ante la escena que se desarrollaba frente a ella y Dean pareció escucharla porque se detuvo. Estaba agitado y su cara cubierta de sangre. Se puso de pie y tomó un pañuelo para limpiarse. Se giró para mirarla mientras guardaba la espada en la parte trasera de su pantalón.
—Ese idiota aprenderá a no traicionarme —murmuró Dean, pasando al lado del cuerpo muerto y empujándolo en el camino—. Bebé, te extrañe —exclamó sonriendole.
Anna lo miró enojada. —Tu no eres mi esposo. Solo eres otro imbécil de ojos negros usando su cuerpo. Te destruiré —siseó entre dientes.
Dean soltó una risa que retumbó en todo el lugar, se limpió el último rastro de sangre de su cara antes de agacharse frente a ella. —Ahí es en donde te equivocas, soy yo Bebé. Dean, tu esposo —parpadeó y sus ojos volvían a ser los más negros que Anna vio en su vida.
La pelirroja negó con la cabeza. —Él nunca haría algo así, nunca se convertiría en un...
Estaba por definirlo como un monstruo pero eso sería muy hipócrita de su parte. Ella había hecho cosas horribles durante su búsqueda, cosas que la convertían en lo que ella estaba a punto de decirle.
—¿Sabes que? Tienes razón, el viejo "De" —se señaló—. Nunca hubiese aceptado algo tan terrible —se burló—. Pero el nuevo yo, es mucho mejor.
Se acercó hacía ella y acarició su mejilla pero Anna lo esquivo. Lo último que deseaba es que la tocara. Dean detuvo su mano, con una sonrisa en su rostro se alejó de ella. —Descuida bebé, cuando estemos solos... lejos de todos, aprenderás a amar mi nueva versión.
Anna frunció el ceño. —¿Solos? ¿Y Sammy?
La sonrisa de satisfacción desapareció de la cara de Dean. —¿Sammy? Ya no encaja en ésta foto familiar. Él no volverá a verte, ni saber de ti.
—Pero... él es tu hermano Dean. Lo amas—protestó.
Dean apretó la mandíbula enojado. Tomó la cara de Anna con su mano apretandola con fuerza. —Estoy cansado de escucharte defenderlo. "Pero Sammy esto..." "Sammy lo otro" "Sammy te amo" —imitó el sonido de su voz—. Es todo Bebé. No más Sammy. Ahora eres toda mía. Y cualquiera que se interponga, terminará muerto.
—No lo harías —Anna lo desafío.
Dean soltó su cara pero llevó la mano hasta su cuello. —¿Me estas poniendo a prueba? Realmente no quieres saber si mataría a mi hermano por ti.
Los ojos de Anna se agradaron cuando sintió la presión de su mano contra su cuello. Sus ojos se llenaron de lágrimas y lo único que podía ver en su mirada era odio. Sus ojos verdes estaban fríos, no había una pizca de sentimientos.
Dean hablaba en serio. Mataría a su hermano si eso significaba que ella sería solamente de él.
Hizo una pausa cuando se alejó de ella—. Igual, tranquila. Te gustará cuando seas como yo.
Anna frunció el ceño. —¿Cómo tu? —se burló—. Eso no sucederá, no podrás hacer que cualquier imbécil me posea.
Dean negó con la cabeza —Oh no, ¿qué gracia habría en eso? Yo... solo te quiero a ti.
Tomó la primer espada y se giró hacia ella. Pudo ver el terror en su cara, le encantaba el poder que tenía sobre lo demás. Incluso si era sobre su esposa. —No sé si mi pequeño hermano te contó alguna vez sobre Ruby y su adicción...
—Dean, no, por favor... —suplicó.
Él sonrió. —La sangre de Ruby hizo cosas grandes con Sam y ella solo era... un peón. ¿Ahora imagina lo que mi sangre puede hacer contigo?
Hizo un corte en su antebrazo, la sangre brotó de él con facilidad. El olor metálico golpeó la nariz de Anna haciéndola querer vomitar. Sólo empeoró cuando se acercó con paso decidido hacia ella.
—Seremos tan poderosos, bebé —Dean sonrió presionando su antebrazo contra la boca de Anna—.Invencibles.
****
Dean le hizo un gesto al cantinero mientras se sentaba en el taburete frente a la barra. Crowley se sentaba a su lado.
Estaba teniendo una interesante conversación con Anna cuando su teléfono sonó. Crowley le aseguró que tenían que hablar sobre su futuro juntos. En lo que a Dean respecta, ya no veía un futuro con el demonio, pero decidió escucharlo de todas formas.
Lo que más le molestaba era el hecho de tener que dejar a Anna sola. Por suerte los únicos demonios que sabían que ella estaba con él, ya se encontraban muertos. Pero conociendo a su hermano, no iba a descansar hasta encontrarla.
—Dos tragos por aquí. Él quiere algo elegante, con la sombrilla más pequeña que tengas —Dean le pidió al cantinero.
—Así que... —comenzó Crowley—. ¿Cómo te has estado sintiendo? ¿Al borde? ¿Reprimido?¿Insatisfecho?
Dean resopló. —Suenas como un comercial de Viagra. Sabías eso, ¿no?
—Esto no es acerca del... pequeño Dean.
Él rodó los ojos. —¿Quieres preguntarle a tu hija si es pequeño?
Crowley apretó la mandíbula enojado. Esos comentarios sobre su hija no eran de su agrado —Es sobre la marca, te cambió.
Los ojos de Dean brillaron negros. —Me he dado cuenta.
Lo ignoró. —Y sé que quieres seguir con la fiesta. Quieres tener diversión, diversión, diversión hasta que papi te quite los ojos negros. El hecho es... que tienes que matar ahora. No es que quieras, no es que tengas elección... tienes que hacerlo.
Los ojos de Dean regresaron a la normalidad cuando el barman apoyó las bebidas en la barra. Si tan solo Crowley supiera que dos de sus bastardos de ojos negros habían calmado su sed.
—Acéptalo, querido —continuó Crowley—. Eres un adicto. La muerte es tu droga. Y vas a pasar el resto de tu vida "drogándote".
—¿Así que?
—Así que... estoy aquí para facilitártelo.
Dean sonrió cansado. —Quieres que mate para ti.
—Quiero que mates para nosotros —miró a Dean—. Mira... vas a estallar eventualmente. La ira, la sed de sangre va a crecer dentro de ti hasta que no puedas soportarlo más, y entonces... Así que la pregunta es, ¿quieres matar a la persona que tengas a tu lado o a alguien que se lo merezca?
La mandíbula de Dean sonó. —¿A quién tienes en mente?
Crowley sonrió y sacó una foto de una mujer rubia. —Mindy Morris. Madre atenta... esposa amorosa... ramera infiel. Después de que su esposo, Lester, descubrió las relaciones amorosas de Mindy, se intercambiaron palabras subidas de tono. Al final, Mindy quería el divorcio... y el 50 por ciento de todo. Pero Lester...
—Lester preferiría vender su alma que la mitad de sus cosas —habló Dean, no estaba sorprendido en lo más mínimo.
—Vivimos en un mundo muy materialista. Mindy va a morir, de una forma u otra. ¿Por qué no tomar el trabajo? ¿Alimentar a la bestia?
—Está bien —afirmó Dean, tomando su segundo trago—. Por esta vez.
Él haría el trabajo, el último para Crowley, tenía planes más importantes que ser un matón. Pero antes debía hacer una parada. Era hora de alimentar a su futura bestia.
****
PERDÓN.
No hay otra forma de decirlo. Se que debía publicar hace bastante pero mi vida de repente es un poco complicada y no se dan una idea lo mucho que me costó escribir este capítulo. Nada me dejaba conforme (y sigue sin gustarme del todo) así que espero que a ustedes les guste más que a mi. Es corto, lo sé, perdón por eso también.
La historia va a seguir. No tengo planes de terminarla, no hasta llegar a la temporada 11 por lo menos. Así que tal vez me tomé unos días subir pero tengan por seguro que tarde o temprano tendran capítulo.
En fin, ¿qué les pareció el capítulo? ¿creen que Dean logre convertir a Anna? ¿O Sam la salvara a tiempo?
¿Demon Anna? ¿Se lo imaginan? Porque yo si, sería algo así ↓
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