XV
Narra Aitana.
24 de diciembre.
Termino de comprar los últimos regalos que me quedan para hoy. Hoy es nochebuena y como es habitual toda la familia nos reunimos en casa para celebrar las navidades. Aunque las sillas cada vez esten más vacías por diversos motivos, yo sigo viviendo la Navidad como una niña pequeña. La Navidad es mi época favorita del año. La ilusión no desaparece. Me gusta comprar los regalos, esperar por los míos. Estar unos días junto a la familia. Ver la ilusión de los más pequeños.
Óliver me ha ayudado a comprar los regalos para mis familiares. El suyo se lo compré hace ya unos días que me costó la misma vida pensar en algo que comprarle. Pero después de idear varias cosas, de buscar por muchos sitios tanto en las tiendas en físico como por online conseguí un regalo bonito o eso creo.
- Venir de compras me agota - confiesa y yo lo miro.
- A mi también.
- Y más en estas fechas.
Están todas las tiendas prácticamente abarrotadas, no cabe ni un alfiler. Las colas son muy largas y esperar es un aburrimiento.
- ¿Nos tomamos un café y nos vamos ya? - pregunta.
- Pues si.
En cuanto nos tomamos el café volvemos a mi casa y nos ponemos a envolver los regalos.
- ¿Sabes que podemos hacer?
- A ver que se te ha ocurrido ahora, Aiti.
- Quiero hacer galletas navideñas. - digo sonriendo.
- Pero es casi la hora de comer, Aitana.
- Mientras que pedimos algo de comer.
- ¿Quieres hacer galletas pero no quieres hacer de comer?
- Suena raro y tonto pero si.
- Bueno pues si es lo que la niña quiere.
Sonrio dejando un beso en su mejilla.
- Aunque si me vas a dar un beso, dámelo en condiciones - dice posando sus manos en mi cintura y besándome.
- Venga vamos, Oli, que no tenemos todo el día.
Él niega con la cabeza riendo y yo me voy a mi cocina para empezar a sacar las cosas.
- ¿Qué quieres que pida para comer? - pregunta mientras se sienta en el taburete.
- Tengo ganas de pollo asado.
- Pero yo sé hacer un pollo asado con patatas al horno.
- Ya pero resulta que no tengo pollo comprado.
- Bueno vale lo pedimos, pero un día de estos te hago yo uno y verás como están mucho más buenos.
- Me parece perfecto. Ahora ayúdame, que esto no se hace solo.
Mientras yo pongo la mantequilla en un bol y le añado azúcar glas para mezclarlo. Óliver va batiendo los huevos, cuando lo tiene, lo echamos en el bol, incorporamos la harina y volvemos a mezclar.
Le damos forma de cilindro, lo envolvemos en un film de cocina y lo dejamos unas horas en el frigorífico.
El repartidor de pollos llega, le pagamos y nos ponemos a comer.
- ¿Sabes que hoy es el día en el que voy a conocer a tu familia al completo verdad? - pregunta y asiento.
- Hoy es el día en el que por fin te van a poner a cara.
- ¿No les has dicho quién soy?
- No les he dicho nada, que lo descubran ellos mismos.
- ¿Les caeré bien?
- Creo que si. Además eres del Sevilla, ya con eso ganas muchos puntos.
- No ayudas, Aitana.
- No tienes que estás nervioso. Sólo se como tú eres y ya está.
- Que fácil es decirlo.
- Yo también estaba nerviosa cuando conocí a tu familia.
- Bueno vamos a dejar ya ese tema porque me voy a poner más nervioso - dice y yo rio. - ¿Terminamos de hacer las galletas?
- Sí.
Espolvoreamos en la encimera un poco de harina y estiramos la masa con un rodillo.
- ¿Lo estoy haciendo bien? - pregunta Oli mientras extiende la masa.
- Si, sigue haciéndolo.
Cortamos la masa usando moldes de figuras navideñas. Cubrimos las bandejas de horno con papel de hornear, extendemos encima las galletas y horneamos durante 8-10 minutos. Mientras las galletas están en el horno, para la glasa blanca mezclamos la clara de huevo con el azúcar glas, removemos bien hasta que queda una masa homogénea. La introducimos en una manga pastelera y decoramos las galletas en caliente.
Y cuando ya están completamente listas las metemos en una caja de Navidad.
Veo a Óliver cogiendo la harina espolvoreada de la encimera, se gira y me mira con una sonrisa pilla.
- Óliver, no - niego al imaginar sus intenciones.
- ¿El qué no?
- Sé las intenciones que tienes.
- ¿Y qué intenciones tengo según tú?
- Echarme harina.
Se acerca a mi a paso lento mientras yo voy retrocediendo hasta tal punto que por no miras atrás me doy con un mueble y él se ríe.
- Pero no te rías.
Llega hasta donde yo estoy y me echa harina por la cara.
- Si es que lo sabía.
- Que guapa estás.
- ¿Encima te vas a reír? - cojo un puñado de harina de la bolsa y se la echo por el pelo.
- Hemos empezado una guerra.
- Tú la has empezado.
- ¿Y sabes de qué manera se puede terminar?
- No, cuéntame.
- De esta.
Me besa agarrandome del cuello mientras yo pongo mis manos alrededor de su nuca.
- Estamos para ir a darnos un baño. - admito separandome de sus labios.
Él sonríe, me coje en brazos llevándome hasta el cuarto de baño.
Los dos nos metemos bajo la ducha, el agua empieza a deslizar por nuestros cuerpos. Óliver me gira hacia él riéndose para previamente deborar mi boca. Sus manos primeramente van desde mi cuello hasta mi culo dándome un fuerte apretón, haciéndo que de mi garganta salga un pequeño gemido.
Me muerdo el labio al sentir sus húmedos besos por mi cuello hasta mi hombro y poco a poco ir bajando. Sus manos van a mis pechos. Y sus dedos van bajando hasta encontrar mi parte íntima.
- Óliver - susurro mientras él sigue haciendo maravillas.
Me pega a la pared y antes de meterse literalmente dentro de mi, coje un preservativo y se lo pone. Una vez lo tiene, me abre un poco las piernas y se introduce lentamente en mí.
- Te deseaba tanto.
[...]
Estamos acabando de prepararnos para la cena de Nochebuena. Termino de colocarme bien el vestido y miro a Óliver colocarse bien el traje que se ha puesto.
Llevo un vestido de tubo midi color baya con diseño drapeado y hombros descubiertos de terciopelo.
- Acércate, preciosa.
Me acerco a él con una sonrisa y le ayudo a terminar de ponerse bien el traje.
- Hala, guapísimo.
- Tú si que estás guapísima - admite dejando un beso en mis labios.
Terminamos de llegar a casa de mi tía, donde cada año celebramos la Nochebuena junto a toda la familia.
- Que nervioso estoy.
- Tranquilo que verás que todo va bien.
Entramos a casa de mi tía y saludo a todos.
- Bueno familia os presento a...
- Óliver Torres - grita mi abuelo y todos nos reímos.
Óliver sonríe mientras yo no paro de reír. Mi abuelo se ha levantado corriendo y se ha puesto a su lado a charlar.
- Bueno por donde iba, os presento a mi novio.
- Que calladito lo tenias Aitana - me dice mi tía.
- Lo mejor siempre se hace esperar.
Cenamos mientras mis tíos, mis primos y mi abuelo le hacen muchas preguntas relacionadas con el fútbol a Oli.
- Hemos preparado unas galletas - digo sacando la caja cuando llega la hora del postre.
- Que apañao es Óliver - dice mi tío. - Encima que juega bien al fútbol ayuda a la niña a hacer galletas.
Después de haber cenado vamos al jardín y abrazo a Óliver.
- Tenías razón.
- ¿Con qué?
- Creo que le he caido bien a tu familia.
- Le has caído genial.
- Es nuestra primera navidad juntos.
- Ojalá que sea la primera de muchas.
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