Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

XIV

Narra Aitana.

La Navidad se está acercando, en el ambiente ya se palpa el espíritu navideño.

Los centro comerciales ya están decorados. La gente ha empezado a comprar regalos, los pequeños ilusionados a la espera de Papá Noel y los Reyes Magos.

- Buenos días - murmura Óliver a mi lado.

- Buenos días, Oli - susurro con una sonrisa.

- ¿Está lloviendo? - pregunta aún con la voz ronca.

- Si que lo está - asiento mirando por la ventana. - Y además fuerte.

- Habrá que entrenar bajo la lluvia.

- ¿A qué hora entrenas? - le pregunto mientras me estiró en la cama.

- A las diez. - responde y yo asiento. - Vamos a hacer el desayuno.

- Venga vamos, que tengo un poco de hambre.

- Pues vamos.

Hacemos unas tortitas de avena y en un cuenco cortamos plátano y kiwi.

Tomamos el desayuno mientras escuchamos la lluvia de fondo y hablamos de todo un poco.

- Bueno pues va siendo hora de que me vaya a entrenar - dice mirando el reloj.

- No quiero que te vayas - afirmo haciendo un puchero y él deja un tierno beso en mi frente.

- Cuando venga podemos comer los dos juntos, y después ir por la tarde a ver el alumbrado de Navidad y comer churros con chocolate. - sugiere, me muerdo el labio.

- Venga vale, entonces vete ya que llegas tarde - digo y él se ríe.

- Nos vemos luego, preciosa - se despide dándome un beso.

- Chao, cielo.

Aprovecho para ir al hospital a ver a mi abuela, me paso allí algunas horas y después vuelvo a casa, pero antes me paso por el mercado de abastos para comprar comida para hacerla hoy mismo. Y también compro varias cajas de leches, porque hoy el Sevilla está haciendo una recaudación de cajas de leche y Óliver y yo hemos decidido que nos íbamos a pasar por la tarde para aportar nuestro granito de arena.

Sobre las una y media pasadas del mediodía el timbre suena y voy a abrir con una sonrisa.

- Alguien parece que me echaba de menos - informa entrando en mi casa y dándome un beso.

- Nah, tampoco te creas.

- Que no dice y tiene una sonrisa más grande que el gato de Alicia en el país de las maravillas.

- Al igual que tú.

- Yo lo admito que te he echado de menos aunque hayan sido unas horas. - dice y hago un puchero enternecida.

- Yo también te he echado de menos, ¿contento?

- Un poquito - respondo sonriendo. - ¿Qué tienes preparado?

- Había pensado en una buena pasta casera a la carbonara.

- Se me hace la boca agua - dice y me rio.

- Entonces no hay más que hablar, manos a la obra.

La pasta está de escándalo. Nos la comemos tan rápido que prácticamente no nos hemos dado ni cuenta de que ya no teníamos más comida en el plato.

- Oli, me doy una ducha y nos vamos ¿vale?

- Perfecto - contesta sentándose en el sofá y cogiendo un libro que tenía en una estantería. - ¿Puedo leerlo mientras?

- Ni preguntes eso.

Me meto en la ducha y cuando me voy a salir veo que se me ha olvidado la toalla. Genial Aitana.

- Óliver, ¿me puedes traer una toalla? - grito.

- Enseguida voy. - grita de vuelta.

Abre la puerta del baño y me pasa la toalla, salgo con ella enrollada y me pongo colorada al ver la mirada de Óliver sobre mí.

- Me estás poniendo nerviosa.

- Y tú a mi malo. - contesta haciéndome reír, aún con las mejillas sonrosadas.

- ¿Y eso?

- Porque no soy de piedra, mujer. Ahora no tengo tantas ganas de salir de aquí.

- Oli - pronuncio y él me mira riendo. - Que no tenemos tanto tiempo.

- Está bien - dice alzando las manos.

Salimos de mi casa y lo primero que decidimos hacer es ir a llevar las cajas de leche al estadio.

Una de las cosas que más me gusta de Óliver es lo solidario y lo amable que es. Todo lo que hace, lo hace de corazón. Y esa es una de las razones por la que más me gusta, porque es una persona tan especial y tan buena, con un alma tan bonita, que por desgracia ya poco vemos. Piensa más en las demás personas que en sí mismo.

- Eres el mejor - le digo acariciando su mano que esta encima de la mía.

- ¿Por qué?

- Porque eres simplemente maravilloso. Siempre haces lo mejor para las personas.

- Me gusta compartir. Al final la vida se trata de eso.

- Ojalá todas las personas fueran como tú - le digo y él me mira por unos segundos con una sonrisa.

- Mira que eres bonita.

Llegamos al centro de Sevilla, y claro esto está hoy a rebosar de gente, como bien diríamos los andaluces, no cabe ni un alfiler.
Hemos intentado buscar un pequeño hueco entre la multitud y lo hemos conseguido.

De un momento a otro todo lo que estaba sombrío, sin luz, está todo iluminado. Llenando las calles de vibes navideñas.

Óliver y yo nos hacemos una foto para inmortalizar el momento.

- Y ahora a por unos churritos - dice y yo asiento contenta.

En una tarde navideña que mejor que unos churros con chocolate.

Queda un último churro y la verdad que ninguno quiere comérselo el. Yo digo que se lo coma Óliver. Y Óliver dice que no, que me lo coma yo.

- Mejor hacemos lo siguiente. - digo y Óliver me mira alzando una ceja.

- A ver que se te ocurre doña creativa.

- ¿La dama y el vagabundo pero con el churro? - pregunto y ambos reímos a carcajadas.

- No es mala idea.

- Lo sé.

Cuando acabamos de comernos el churro nos besamos. Un beso lento pero largo y cargado de sentimientos.

Lo que estoy sintiendo por Óliver, no lo he sentido por nadie en mi vida.

- Y ahora vamos a ir a comprarnos un gorrito - dice Óliver.

- Ay que el niño pasa frío.

Compramos el gorro y después nos vamos a su casa a ver una peli navideña mientras comemos castañas calentitas, que el día está para eso.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro