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27 | Un cuerpo hueco.

¡Sé que avisé por redes sociales que actualizaría antes! Pero no me dio tiempo al final y este finde ha sido un poco caótico. Espero que os guste... ¿preparades para llorar?


Capítulo 27 | Un cuerpo hueco.

Amber

A la mañana siguiente, mi único destino era mi apartamento. Todo este tiempo había dormido en casa de Garret. La mera idea de volver a pisarlo era extraña y me dejaba un sabor agridulce en la boca, como si estuviera dejando atrás una parte importante de mí.

No obstante, Nora me había llamado y, quizá por esperanza, quizá por superstición, me permití creer que me aguardaba una buena noticia. Nos aguardaba algo bueno.

Todavía recordaba las caras de Garret y Ben cuando volví de comprar el café en el hospital, tan derrotados. Estaban a punto de tirar la toalla en un combate que les habían obligado a luchar.

Había pasado toda la noche en el hospital. En algún momento de la noche, Garret y yo nos habíamos apalancado en el sillón. Me arrastró hasta su regazo sin considerar siquiera que le hiciera daño con mi peso. Su pecho había sido mi almohada y él había acariciado mi espalda, como si fuera yo la que necesitara consuelo cuando ambos sabíamos que era al revés. Era consciente de que Garret era el tipo de persona que necesitaba consolar más que recibir consuelo. Era su terapia. Y a mí me encantaba ser su paciente.

Habíamos estado hablando toda la noche, riéndonos en silencio para no despertar a Ben y besándonos cuando las palabras se nos quedaban cortas. A mí no me importaba quedarme en vela, incluso lo agradecía. A Garret le costaba dormir y me alegraba que al menos me tuviera a mí para despejar los pensamientos obsesivos que no lo dejaban descansar.

Al final, fue él el primero en quedarse dormido, con su mejilla apoyada sobre mi cabeza, su respiración se ralentizó. Mis dedos le acariciaban el brazo alrededor de mi cintura. Incluso en sueños, me apretó a él para no caer. Dejé un beso sobre su corazón y, entonces, yo también me dormí.

Cuando me había despertado para irme, Garret todavía tenía los ojos cerrados. Su rostro provisto de toda la calma que la vigilia le arrebataba. Seguíamos en la misma posición y tuve que hacer acopio de toda mi fuerza para no despertarlo.

Ben se rio de mí por mi torpe intento de salir de su agarre. No pregunté cuánto tiempo llevaba despierto porque me daba miedo la respuesta. En su lugar, le expliqué a donde iba antes de darle un beso en la mejilla y marcharme. Me pidió que tuviera cuidado.

Cuando llegue a mi apartamento, abrí la puerta tratando de hacer el mayor ruido posible para que se percataran de mi presencia. Nora y Chad se caracterizaban por perderse en su mundo de golosinas cuando estaban solos. No los culpaba. Me pasaba lo mismo con Garret.

El olor afrutado del apartamento distaba mucho del aroma cítrico que se respiraba en el de Garret. Lo añoré. El sonido del móvil me detuvo unos segundos y, como si supiera que estaba pensando en él, un mensaje suyo emergió en la pantalla.

Te he echado de menos al despertarme, vuelve pronto :) Ben me ha contado. Si necesitas algo, llámame.

Por cierto, a Ben le van a dar el alta. ¿Noche de películas después de la biblioteca?

Sonreí como una boba y me guardé el móvil en el bolsillo prometiendo hablarle más tarde. De alguna forma, había logrado aliviar la tensión de mis músculos.

Cuando llegué al salón, había dos personas en el sofá. O bien no repararon en mí, o bien me ignoraron, aunque podría haber despertado a una horda de osos hibernando con mis pasos. Fuera cual fuera la posibilidad acertada, no se enteraron de que estaba delante de ellos, lo que me permitió observarlos.

Chad tenía un brazo sobre los hombros de Nora. Acariciaba su cabello mientras ella se inclinaba para observarlo. Había algo en el momento en el que Chad dejó un beso sobre su nariz y Nora le sonrió en el que el corazón se me encogió en el pecho.

Me hizo pensar si así era como yo me veía con Garret. Tan ajena al resto solo para llenarme de él y lo que me hacía sentir.

Carraspeé para llamar su atención. Ambos me miraron y se irguieron, pero mi vista se quedó clavada en la de Nora. Por alguna razón, aún no me atrevía a enfrentarme a Chad, aunque sabía que él era el único que nos liberaría de la maldición.

Sin embargo, me estampé con una realidad que me asustó porque la mirada de Nora gritaba que la salvaran, aterrorizada por algo que yo desconocía. Tuve la necesidad de acercarme a ella y mecerla entre mis brazos, como hacía Chad, pero me contuve. Me pregunté si estaba siendo una insensible al no preguntar por ella o si, por el contrario, me haría parecer demasiado egoísta preguntar por algo que quizá no me incumbía.

—¿Querías hablar conmigo? —pregunté, con la voz en un murmullo.

Nora asintió y sonrío levemente, aunque la sonrisa no llegó a sus ojos. Chad le dio un apretón en la mano y se llevó sus dedos a la boca para besarlos. Cuando ella lo miró, daba la sensación de que se contaban secretos que tan solo ellos dos sabían.

—Chad tiene algo que decirte —respiró hondo. Parecía cansada y, aunque quise acercarme a ver qué pasaba, supuse que con Chad se sentiría más a gusto que conmigo.

Desvié la mirada a él. También lucía cansado.

—Nora me contó lo que le dijiste sobre Garret —confesó. Por un momento, me sentí mal porque hubiera escuchado por boca de otros lo que debería haber escuchado por mí—. Me habría gustado que me lo contaras tú misma, pensaba que teníamos la suficiente confianza para ello —En su tono no había ningún tipo de reproche, pero no logré verlo de otra forma.

—Pensé que no me escucharías al tratarse de Garret.

—No te estoy recriminando nada. En parte lo entiendo —justificó, siendo la voz de la calma—. Sé que no he dado la mejor versión de mí mismo cuando me veías con Garret. Comprendo que creyeras eso, pero quiero que también entiendas que no importa qué pase. Pese a todo, somos amigos y estaré ahí cuando lo necesites.

Me tragué la bola de fuego que habitaba en mi garganta.

—Garret te necesita más que yo —dije. Su mandíbula se endureció cuando pronuncié su nombre, un rastro de ira contenida que afiló sus facciones—. Ben ha pasado toda la noche en el hospital —Con eso, su mirada se suavizó y sus cejas se arquearon en un gesto de preocupación.

—¿Qué...?

—Sobredosis de anfetaminas. Le obligaron a tomarlas cuando no rendía para combatir.

Chad asintió y eso me confirmó que Nora le había contado más de lo que habíamos acordado. No sabía cómo sentirme. Habría preferido que se hubiera mantenido en secreto entre Nora y yo, aunque ahora me facilitaba las cosas con Chad.

—¿Crees que mi padre...? —La pregunta de Chad se quedó inconclusa, aunque su mirada desamparada terminó de confirmarlo. Él también sospechaba de su padre, aunque no quisiera creerlo.

—Es el único que tramitó la adopción de Garret y de todos los niños que ahora están allí —expliqué.

Chad asintió, más para hacerse él mismo a la idea que por darme la razón.

—Mi padre ha cambiado de banco. También nos ha dado nuevos números de teléfono, a toda la familia.

—¿Crees que es importante?

—No ha cambiado de banco desde que yo nací e, incluso entonces, llevaba años con ellos. Tampoco tiene sentido que cambie nuestros números sin ninguna explicación.

—¿Por qué crees que cambiaría ahora?

—Porque esconde algo y está saliendo a la luz —susurró Nora. Decirlo en voz alta lo hacía más real, de alguna forma.

Chad suspiró. Su rostro, tan vivaracho siempre, se había convertido en una mueca de angustia imperturbable. Me costaba encontrar a la persona romántica que veía con Nora o la faceta risueña que salía a la luz con Jayden, o incluso conmigo.

—Nunca me ha escondido nada. De hecho, siempre ha tratado de meterme en sus negocios con la esperanza de que siguiera el negocio familiar. Pero hace un tiempo que ya no cuenta conmigo, ni siquiera cuando yo le pregunto.

—¿Desde cuándo pasa eso?

—Desde que Garret volvió —confesó. El aire se quedó atascado en mi garganta y las manos me temblaban.

A Chad le pasaba lo mismo, pero logró disimularlo cuando Nora le tomó la mano. Por un instante, me olvidé de que estaba ahí. Me tener a Garret a mi lado para desviar la atención de mi mirada perdida y mis manos temblorosas.

Cuando Chad me devolvió la mirada, el dilema en el que se debatía era evidente.

—Voy a seguir investigando. Trataré de meterme en sus cuentas y de hablar con él.

—¿Pero...?

Levantó la vista y lo que vi en sus ojos no me gustó. Existía disputa, pero también determinación.

—Pero si mi padre resulta ser partícipe en todo esto, no seré yo quien lo entregue.




Salí del apartamento como si un camión me hubiera atropellado. Me arrepentí de no haberme llevado un abrigo, así al menos habría hecho desaparecer un poco la sensación de helor de mi cuerpo.

No me sorprendía que Chad defendiera a su familia. Lo que no me esperaba fue que eligiera salvar a un culpable antes que dar libertad a un inocente. No conseguía ponerme en su piel, pues lo único que cruzaba mi mente era Garret y Ben.

El rostro consumido por la tortura de Ben. La mirada desolada de Garret escalando las paredes de un callejón sin salida desconociendo que, al otro lado de ese muro, tan solo había vacío. La expresión oscura de Ben, aterrorizada, y a merced de un ser aberrante que lo sacrificaba día tras días para probar su suerte.

Entonces, me debatí entre contarles lo que sabía con el miedo de plantar una semilla de esperanza donde solo se vislumbraba maleza, o seguir que vivieran en la ignorancia hasta que me atreviera a confesarlo.

Cuando llegué a la biblioteca, me di cuenta de que ya era demasiado tarde para echarme atrás. Di pasitos cortos para plantarme frente a la entrada con toda la parsimonia que toleré. En el interior se escuchaban voces demasiado altas para tratarse de Garret en la biblioteca. Miré la hora. Las dos de la tarde. La gente debía haberse ido a comer y él estaba acabando las tareas diarias.

Mi chico. Siempre tan ordenado y ejemplar.

Sonreí sin poder evitarlo y entré tratando de no hacer ruido, con intenciones de darle una sorpresa.

La escena ante mis ojos era difícil de digerir. Ben había acompañado a Garret a la biblioteca. Su rostro escuchimizado tenía un tono ceniciento y sus ojos, que una vez fueron chocolate derretido, se habían convertido en granito. Un muro de piedra impasible que lo protegía del exterior.

—¿Qué pretendes que haga entonces? ¿Que te deje morir? —preguntó Garret, enfadado. Colocaba los libros del carro en los estantes. En otra ocasión lo habría regañado por estar dañándolos con esos golpes tan bruscos. Ahora tan solo quería acercarme y abrazarlo porque se veía tan adolorido que mi corazón se hacía añoicos.

—Solo estoy diciendo que tenemos que buscar otra solución que no sea Amber.

El corazón me retumbó en el pecho ante el sonido de mi nombre.

—No hay otra solución.

—Sí que la hay, solo que tú no quieres verla.

Garret se volteó a verlo. No conseguía ver su expresión, pero me lo imaginaba poniendo una de esas caras condescendientes con el ceño fruncido. Siempre hacía ese gesto cuando algo lo molestaba.

—¿Qué quieres que te diga, Ben? No puedo contar con Jayden porque la única vez que lo hice me acusó de tener envidia de que te hubieran adoptado. Tampoco puedo contar con Chad porque sería incapaz de traicionar a su familia, incluso sabiendo que es cruel y egoísta. Tampoco lo puedo hacer con Nora, porque está saliendo con Chad y no hay manera en la que pueda sacar algo de ahí —explicó—. No me digas que hay más soluciones cuando no las hay y dejarte morir no es una opción.

Sus palabras me sentaron como un barril de agua helada. Es un tipo de frío distinto al que sentía ahí afuera. Este no se arreglaba con el calor de unas mantas y una taza de té bien caliente. Este era uno que se aferraba a tu alma, te agarrotaba los músculos y te congelaba la sangre.

¿Había sido todo una mentira? ¿Tan solo me había utilizado como pieza para llegar a Chad? Mi visión se empañó, pero era incapaz de refregarme la cara para espantar las lágrimas. Mi cuerpo no funcionaba.

A través del entumecimiento, los ojos de Ben se estamparon con los míos. Era el único que tenía una perspectiva de la puerta y cuando me vio allí, sus ojos se abrieron con sorpresa. Quise gritarle que mantuviera la calma, que siguiera, para saber hasta qué punto llegaban las palabras de Garret. Pensé que era masoquista querer infligirme dolor de esa manera, pero necesitaba saberlo.

Ben comprendió. Su oscura mirada me acarició. Se sentía bien tener a alguien que te apoyara cuando el mundo se te caía en pedazos.

—Dijiste que Amber te importaba —replicó en un hilo de voz.

El aire se escapó de mis pulmones. Esas palabras dolían más que mil agujas apuñalándome en la piel. Solo hacía más real que me había mentido, a costa de lo que yo creía que teníamos.

Garret tardó en sopesar sus palabras, pero cuando lo hizo, su voz sonaba baja, aunque decidida.

—Me importa como un medio para un fin. Tú eres quien me importa de verdad.

El mundo perdió su gravedad. La cabeza me daba vueltas y sentía la bilis alcanzar las paredes de mi garganta. Traté de calmar mi corazón acelerado, pero cuando la mirada alertada que Ben me lanzó hizo voltear a Garret, no había forma de controlar ese frenetismo.

El rostro de Garret cambió por completo. La determinación y furia helada que lo consumía hace unos segundos se suavizó hasta el punto de creer que me lo había imaginado. Su mirada se volvió chocolatosa, casi líquida, como quien endulza con gestos sutiles antes de dar la estocada.

Hizo el amago de avanzar hacia mí, pero lo detuve con una mano en alto.

—¿Es verdad? —pregunté, arrancándome las palabras de la boca—. ¿Solo una pieza para un fin?

—Amber, no...

—¿Es verdad? —interrumpí. No quería explicaciones, quería solo la verdad—. Dime, Garret, ¿era solo una pieza para un fin?

Tenía el estómago tan revuelto que no dudaba que en llegar a mi apartamento echara hasta la primera papilla. Los ojos de Garret me miraron heridos, aunque no sabía si por mí o por él. Después de su confesión, creí que solo podía sentirse mal por sí mismo puesto que no le importaba dañar a otras personas con tal de sacar su beneficio por ello.

—Solo una puta palabra, Garret —escupí. Las lágrimas que me caían por las mejillas me hacían sentir estúpida y miserable—. Sí o no.

Garret hundió los hombros. Desvió la mirada para que no viera lo que sentía. Esos ojos que para mí habían sido francos, mientras que para los demás era un cuaderno con candado. ¿Eso también había sido una mentira? ¿Una fachada para que confiara en él?

—Sí —confesó.

Todo se me echó encima. Me giré, incapaz de verle la cara sin atacarle. Sentía rabia, furia, decepción. Y luego había otra parte de mí que se sentía triste, derrotada y agotada. Quise aferrarme a la única gota de dignidad que quedaba en mí, aunque se fue al garete cuando Garret me agarró el brazo y me hizo girar.

Vio mis lágrimas. Vio el dolor que me provocaban sus palabras. Pero también vio todo el cariño y el amor que había sentido por él, todo lo que él había interpretado como una pieza de su rompecabezas.

No me dio tiempo a pensarlo. Actué como si mi ira tuviera vida propia. Lo único que supe fue que, de repente, el rostro de Garret se inclinó a un lado y la palma de mi mano picó al estamparse con la mejilla de Garret.

—No te atrevas a tocarme —farfullé, se volvió para verme. Sus ojos lucían dolidos, pero no lo suficiente como para superar mis ganas de echarme a llorar—. Confié en ti. Después de lo que todos me dijeron, después de que lo único que querían era apartarme de ti. Quise creer que todas las personas somos buenas, que tenemos aunque sea una pizca de luz...

—La tengo. Tú conseguiste verla —Me miraba, desesperado. Él también tenía las lágrimas al borde de sus párpados.

Sonreí, irónica.

—¿Eso era luz? ¿O solo un reflejo de otras personas? —Negué con la cabeza—. Estás tan empeñado en conseguir la felicidad de la gente que te rodea que te has olvidado de la tuya. No tienes aficiones, ni deseos, ni objetivos. No tienes sueños. Estás vacío por dentro, Garret, y nadie puede llenar un cuerpo hueco.

—Amber...

—No quiero que me llames, ni me escribas. No quiero volver a verte.

—No te vayas —suplicó. Levantó la mano, pero me marché antes de que siguiera hablando. Antes de que me hiciera más daño. 

(***)

Aiiins, esta escena me da mucha pena. ¿Qué opináis vosotros? 

Estamos llegando a la fase final de la novela. ¿Qué pensáis sobre ella hasta el momento?

Me alegraría mucho conocer opiniones, de verdad. ¡Os leo por comentarios y si queréis hablamos por redes!

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