00 | Los héroes nunca ganan
Entre el cansancio de su mente y de su cuerpo, una niebla se cernió sobre él arrastrándole a los dulces brazos del sueño. Trató de resistirse, su corazón seguía alterado. Pero, finalmente, el agotamiento pudo con él. Y ahí comenzaron los recuerdos, su peor pesadilla.
Jugaba con su hermano en el suelo. Después de que su madre los dejara en un orfanato, habían vagado de orfanato en orfanato hasta que, finalmente, se instalaron en uno de Florida, en Orlando. Aunque preguntaban, nunca les decían por qué cambiaban de orfanato, pero no eran niños conflictivos. Al final, dejaron de cuestionárselo. Siempre y cuando pudiera cuidar de su hermano pequeño, todo saldría bien. Estaban juntos, se tenían el uno al otro y eso era más que suficiente.
—Y Superman liberó la ciudad con su superfuerza librándose del malvado Duende Verde —rugió su hermano pequeño, Ben, mientras tiraba con su superhéroe al tierno duendecillo que había robado de la caja de muñecas de uno de los niños que convivían con ellos en su misma habitación.
En cada habitación dormían entre tres y cuatro niños. Había dos literas en cada habitación. Ben dormía en la litera de abajo porque le daban miedo las alturas por lo que Garret se había quedado con la de arriba, a pesar de que cada vez que se levantaba, su cabeza chocaba contra el techo.
—¿Por qué no puede ganar el duende? Él quería salvar a la chica, Superman le ha dejado caer- Debería ser el malo —fingió indignarse Garret tan solo quería molestar a su hermano pequeño, tan solo por un par de años, pero pequeño, al fin y al cabo. Siempre trataba de enrabietarlo con aquello. Le gustaba ver cómo su cara se enrojecía y sus ojos se convertían en dos rendijas diminutas, fulminándole con esa mirada oscura que tan solo le hacía reír.
Ben, tal y como Garret había esperado, le miró como si quisiera matarlo.
—El superhéroe siempre gana, Garret. Siempre ha sido así. Los malos pierden, los buenos ganan.
—Pero el duende no es tan malo y el bueno no es tan bueno. El duende ha salvado a la chica mientras Superman se salvaba el culo.
—¡No digas palabrotas! —le reprochó Ben, con los ojos abiertos como platos.
—Culo no es una palabrota.
—Has hecho que sonara feo —arrugó la nariz. Sus pecas se profundizaban cada vez que hacía eso. Era lo poco que los diferenciaba. Por lo demás, tenían el mismo tono castaño de cabello, esos ojos oscuros que a la luz del sol parecían caramelo y esas facciones redondas y finitas que pronto se endurecerían.
Garret rodó los ojos, sabiendo que aquello le haría enfadar. No pudo medir la reacción de su hermano cuando una señora entró a la habitación. Era María, la chica que se encargaba de la primera planta del orfanato, donde ellos se hospedaban, y del desayuno. Había otras dos mujeres más, Brenda y Luisa, que se encargaban de las dos plantas restantes y del almuerzo y la cena, respectivamente.
Eran simpáticas, pero no eran como mamá.
—Ben, cariño, han venido a buscarte.
Miró a su hermano con una sonrisa, pero a Garret le recorrió un escalofrío. Enfocó la vista en Ben, quien se había quedado bloqueado. Nadie les había visitado nunca. Ni siquiera la familia de mamá cuando ella murió. No conocían a su padre, así que tuvieron que quedarse en el orfanato cuando mamá ya no pudo hacerse cargo de ellos. Era mejor eso que estar en la calle, como habían vivido durante más de un año.
—¿Quién? —preguntó Garret por su hermano, que parecía haberse quedado mudo. Aquello le traía malas vibras, algo estaba mal. Podía percibirlo por la mirada intranquila de María, por su sonrisa temblorosa.
—Unos señores. Dicen que quieren llevarte con ellos a casa —dijo, aparentemente emocionada.
Garret la miró con desconfianza, sus ojos azules transmitían culpabilidad, estaban más oscuros, como un océano atormentado. Se sabía esa mirada al dedillo. Era la misma que había puesto su madre cuando los había dejado en el orfanato. En todo ser humano era igual y María la tenía.
María extendió una mano hacia Ben quien, fruto de la sorpresa y una emergente alegría, la agarró. En el fondo, sentía curiosidad. Era el único de los dos hermanos que todavía mantenía la esperanza por tener una familia de nuevo.
Garret sostuvo la mano libre de Ben, pero María ya lo estaba llevando a la salida. En su mano libre, Garret seguía sosteniendo el Superman que había soltado Ben cuando María lo había levantado.
—¿Qué pasa conmigo? —preguntó Garret con el corazón en un puño.
—Han venido a por Ben, mi amor. Me han pedido que solo venga a recogerlo a él.
—Pero es mi hermano, no puedes llevártelo. Tengo que ir con él.
Evitó mirar a Ben porque comenzaba a tener los ojos vidriosos por el miedo. Sintió las costillas presionando sus pulmones. No se separaría de su hermano. Se lo prometió a sí mismo cuando su madre los dejó allí. No lo abandonaría. Ninguno de los dos volvería a sentirse abandonado otra vez.
—María, tengo que ir con él. No te lo puedes llevar —comenzó a llorar. María ni siquiera lo miró, pero pudo ver como una lágrima caía por su mejilla. Aquello lo asustó todavía más.
—No puedo —se le quebró la voz—. No puedo —repitió haciéndose ella misma a aquella idea. Las arrugas en su ceño se hicieron más evidentes en su rostro culpable.
—María, por favor —sollozó Ben. A sus espaldas, escuchó como gemía. Se le partió el alma. Garret nunca pensó que podría escuchar a su corazón romperse hasta aquel instante.
Los vio a lo lejos. A esos hombres. El agarre de Garret sobre María se aflojó hasta que la soltó. Sus lágrimas cayeron con más fuerza, si eso era posible. Unos hombres trajeados, con una sonrisa de dientes amarillentos y barbas pronunciadas, esperaban a Ben en la puerta.
Ben dirigió una mirada por encima del hombro a su hermano, pero Garret solo tenía la vista fija en uno de ellos. Era calvo, con ojos saltones e inyectados en sangre. Pensó que habría estado llorando por aquellos ojos delineados de rojo, pero parecía más feliz que nunca. Cuando sonrió, todo su mundo se cayó en pedazos. Era una sonrisa oscura, una sonrisa tan escalofriante que sabía que le perseguiría en sus peores pesadillas.
—¡Garret! —gritó su hermano cuando ya estaba tan cerca de aquellos hombres que pronto le agarrarían, como el hombre del saco. Garret salió de su estupor y corrió a salvar a su hermano.
No consiguió llegar a tiempo. Aquel señor le cogió la mano como si ya fuera de su pertenencia. Garret sintió como si mil kilómetros les separaran.
—No te lo lleves. Por favor, no te lo lleves —lloró, desconsolado. Ambos hermanos derramaban tantas lágrimas que podrían haber llenado la bañera helada en la que los dos se limpiaban tres veces a la semana.
—Tengo los papeles de adopción. Va a tener un nuevo hogar —respondió el hombre de sonrisa tenebrosa. Aunque trató de sonar amable, su voz rasposa y grave le perturbó. Aun así, no se achantó. Se trago el temblor de sus manos y el latido atropellado de su corazón.
—Entonces llévame contigo —suplicó.
El hombre le miró, valorando su valía. Garret odió que le mirara así, con ese brillo perturbador en sus ojos. Se relamió los labios. Las náuseas buscaron salir a través de su garganta, pero tragó saliva y levantó la barbilla, orgulloso.
—No me interesa. Lo siento —Apretó la mano de Ben, acercándolo a él—. Venga, niño, vámonos —miró a lo lejos, a un hombre de cabello castaño y boquita de piñón. El director del orfanato—. Hablamos pronto —escupió, escueto.
Garret supo que aquello era su fin. Se llevaban a su hermano, se llevaban su vida. Miró al mismo lugar que aquel hombre. Allí, un hombre de camisa blanca y pantalones vaqueros lo miraba retándolo. Negó ligeramente con la cabeza desafiándolo a volver a hablarle otra vez al hombre que se llevaba a su hermano. Pero Garret era tozudo y no le hizo caso. Le devolvió la atención al señor calvo y probó una última vez.
—¿Puedo despedirme? —preguntó, con el corazón saliéndose de su pecho. Nunca había dejado de llorar y, por un momento, se alegró de tener la vista emborronada para no ver en detalle esos ojos oscuros llenos de torturas por cumplir.
El señor se quedó mirándole unos segundos, analizándole. Comenzaba a cansarse pero, finalmente, accedió. Resopló, exasperado, y soltó la mano de Ben, quien corrió hacia sus brazos. Garret lo abrazó sabiendo que la vida se le escapaba de las manos como arena entre sus dedos.
—No quiero irme —gimió Ben. Sus lágrimas mojaron su camiseta. Garret se esforzó por ser fuerte, porque su hermano tuviera un faro con el que orientarse entre toda aquella oscuridad.
—Iré a verte. No voy a dejarte, nunca—susurró Garret en voz baja temiendo que, si alzaba más la voz, se le quebrara a mitad de palabra. Debía mantenerse fuerte. Por su hermano.
—¿Lo prometes?
Lo abrazó más fuerte.
—Lo prometo —susurró. No pudo contenerse, una lágrima escapó de sus mejillas húmedas. Se separó de él cuando escuchó al hombre carraspear. Le tendió el superhéroe ignorándolo unos segundos más—. Llévatelo —le dijo Garret devolviéndole el muñeco—. Mientras yo no esté, llévatelo para saber que siempre estaré contigo —lo cogió y, con una pequeña sonrisa, le devolvió la mirada.
—Los buenos siempre ganan —le recordó Ben, con los ojos vidriosos.
—Los buenos siempre ganan —repitió necesitando mentalizarse de que sería verdad.
Pero mentía, lo había dicho hacía unos minutos. Los buenos pueden perder y los malos no siempre son vencidos.
Garret se levantó, con la frente cubierta de sudor. Escuchó su móvil sonar con una llamada entrante. No lo miró pues sabía que esa canción solo pertenecía a una persona. Su corazón amenazaba con salirse de su pecho.
—¿Ben? —No escuchó nada al otro lado. Se levantó de la cama comenzando a vestirse—. Ben, ¿qué ha pasado? —Se quedó paralizado cuando escuchó un sollozo.
—Ayúdame, por favor. Sácame de aquí.
La pesadilla seguía. Jamás había terminado.
¡Buenas noches, abejitas!
Emprendemos este increíble y nuevo viaje de la mano de Garret y Amber. Espero que os guste muchísimo y que el primer capítulo de esta novela despierte vuestras ganas de seguir leyendo. Recordad que todo tiene una razón ;)
Como comenté, esto es un simple adelanto de lo que está por venir. Ahora sí, el 1 de marzo comenzaré a subir la novela. No tendré día fijo para las actualizaciones puesto que muchas veces me surgen contratiempos contra los que no puedo luchar y me sabe fatal poner un día y fallaros. Esa es la principal razón también por la que la novela entrará al inicio de marzo. Me gustaría tener unos cuantos capítulos antes de subir la novela para ver cómo se va desarrollando.
De momento, el capítulo 01 de la novela está prácticamente terminado y os aseguro que no decepciona. Es que... ¡aaay, me encantan, lo juro!
Bueno, muchos besos mis hermosas abejitas, no olviden seguirme en redes para adelantos y de más ;) Por cierto, tengo una playlist en spotify bajo el nombre de la novela, obviamente inspirada en ella, y un tablero en pinterest con mucho, mucho amor para que os sirva de inspiración tanto para personajes como para todo lo demás.
Ahora sí, os quiero muchísimo!
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