Todo cambió
El tiempo transcurrió lentamente. Nuestro régimen de estudio y preparación se tornaba cada vez más exigente. Esperábamos que el romance apaciguara al profesor Daniel Alejandro, sin embargo resultó ser todo lo contrario. El noviazgo con Andie fue como un estimulante. Por lo tanto, lejos de dejarnos respirar un poco, nos colmaba de ejercicios cada vez más audaces y que había que ejecutar de manera orgánica.
Cada amanecer resultaba terriblemente doloroso, pues el cuerpo sufría de forma indescriptible los embates del día anterior y ya había que afrontar una nueva jornada agotadora. Además, empeñado en aumentar y ampliar nuestro acervo cultural, el profesor nos pedía realizar investigaciones sobre músicas, coreografías e incluso, cuando preparaba trabajos con nosotros, nos exigía elaborar un estudio profundo basado en la trama, casi siempre, temas referentes a obras literarias, pinturas o cualquier otra temática.
El profe Daniel Alejandro nos obligaba a superarnos intelectualmente. A veces detenía las clases y entablaba una charla de interés. Hablábamos largo rato, exponiendo nuestros puntos de vista, para luego hacernos bailar teniendo como base el tema de conversación. Ello resultaba sumamente difícil, o de lo contrario, prueben a interpretar un baile en el que expresen ser la Mona Lisa de DaVinci, o el David de Miguel Ángel. Partiendo de la representación plástica de la obra, debíamos recrear una coreografía.
Sin darnos cuenta estábamos cultivando una forma de bailar íntegra en todos los sentidos. No iban quedando cabos sueltos en nuestras ejecuciones. En toda la escuela se hablaba ya de la genialidad de nuestro baile, a pesar de nuestra corta edad. Los restantes grupos nos miraban con cierta envidia, los estudiantes de niveles inferiores nos admiraban, el claustro de maestros alababa nuestro talento, tanto para la especialidad como para la escolaridad. Poco a poco empezamos a gozar de cierto prestigio en el colegio.
Además, los chicos y yo comenzamos a llamar la atención de algunas niñas, incluso, mayores que nosotros. Nos conocían como los muchachos más atractivo de la escuela, por así decirlo. En mi caso, tanto ejercicio había acabado por robustecerme. Me mantenía delgado, sin embargo, mi espalda se había anchado, mis brazos, sin mucha exageración, mostraban elegantes bíceps, y mis pectorales lograban captar la atención por debajo de la ropa.
Recibí cientos de propuestas amorosas, y respondí a varias, no lo niego, pero mi consejera amorosa siempre me mostraba un motivo para romper relaciones con mis novias. Al ser mi confidente, Siany tenía conocimiento de todos y cada uno de mis pasos y bien podía opinar acerca de mis elecciones. Lo malo era, como antes dije, que siempre hallaba defectos a mis conquistas amorosas, y yo terminaba dejándome llevar por ella. En menos de un mes llegué a tener más de diez novias.
Siany estaba muy rara últimamente. A veces no podía comprenderla. Su actitud me resultaba tan extraña... Pondré un ejemplo: Siempre tuve libertad de entrar y salir de su casa a mi antojo. En cierta ocasión llegué, como casi siempre que estábamos fuera de la escuela, en nuestros hogares, y tras saludar a Carmelo y a Alejandría, corrí a la habitación de ella. La puerta estaba abierta, y al asomarme, la vi. Tenía música puesta y estaba parada sobre la cama, envuelta en un montón de chales y trapos, sosteniendo un cepillo de cabello con el que fingía cantar por un micrófono, mientras se escuchaba la voz de Laura Paussini cantando:
♪...De tu amor, aquel destino lógico
Aquel latido auténtico, aquel que solo tú me das.
De tu amor, apasionado y único,
El que hacemos como la primera vez.
De tu amor...♫
Siany era fanática número uno de Laura Paussini y sus canciones. Yo solía burlarme de ella, y decirle que esas canciones no le llegaban ni a los talones a las de Melendi, que era sin lugar a dudas el rey de la música para mí en ese entonces. En cuanto mamá me veía llegar de la escuela, ponía lo ojos en blanco y se lamentaba porque le esperaba un fin de semana dónde lo único que se escucharía en casa serían temas musicales de Melendi. Mis hermanas chillaban y clamaban. Shirley decía que Melendi era lindo y le encantaba, pero que odiaba sus canciones. Shayna era más radical, alegando que no lo encontraba lindo ni a él ni a sus canciones, y que deseaba que el reproductor de música de la casa se rompiera para no tener que escuchar jamás a ese español indeseable, como lo llamaba.
Me quedé mirando a Siany en su improvisado concierto, y cuando ella se percató de mi presencia, se puso pálida en extremo, y saltando de la cama me empujó con violencia y cerró la puerta de un tirón, golpeándome casi en la nariz. Regresé al poco rato, cuando creí que se le había pasado el ataquito. Me abrió, mirándome molesta, pero me dejó pasar de todas formas.
Ella estaba tendida sobre la cama, escribiendo en un pequeño cuadernillo. Como era costumbre me arrojé sobre el lecho y me quedé mirándola por un momento:
_ ¿Qué haces?_ y traté de ver lo que escribía.
Siany me miró con ojos enormes y cerró bruscamente el cuadernillo, tratando de ocultarlo. Su actitud me sorprendió en gran manera:
_ ¿Qué haces? Eso es de mala educación.
_ ¿Qué estabas haciendo?_ pregunté tratando de ver el misterioso cuadernillo, en cuya carátula leí Mi Diario.
_ Nada, no seas chismoso._ respondió bruscamente.
_ ¿Desde cuándo empezaste un diario?
_ No te importa.
_ Anda chica, déjame ver._ y cuando traté de quitárselo, me apartó de un empujón y saltó de la cama poniéndose lejos de mi alcance.
_ Te dije que no, Raúl. No te metas en lo que no te interesa.
Quedé boquiabierto. Siany me resultaba desconocida en ese momento. Jamás la había visto con aquella actitud tan hosca y desagradable para conmigo. En el tiempo que nos conocíamos, nunca me había tratado de manera tan grosera. Sin embargo, no era su maltrato lo que me hacía sentir mal, sino su repentina falta de confianza al no querer mostrarme aquel raro cuaderno que tanto se empeñaba en ocultar. Su diario.
Jamás habíamos tenido secretos el uno con el otro ¿Por qué ahora parecía que sí los habría? Mamá trató de hacerme entender que ya Siany no era una niña, y tenía, de seguro, cosas muy íntimas en las cuales pensar. Yo me negaba a aceptar esa idea. Me parecía injusto que yo compartiera todo con ella, y sin embargo, ahora ella no fuera capaz de actuar del mismo modo.
Ese no fue el único proceder raro de Siany, y no solo yo me daba cuenta de ello. Mi mamá, sus abuelos, los muchachos, e incluso mis hermanas también se habían percatado. En otra ocasión, con motivo de la llegada de Virgilio y Dubia, tuvimos una jornada de limpieza general. Carmelo no se sentía muy bien de salud últimamente, por lo que me ofrecí para desyerbar el frente de la casa.
Durante media hora me castigó el sol y me ampollé las manos con un machete y una guataca, pero dejé el terreno limpiecito. Mamá y las gemelas recogían la hierba, mientras que Alejandría limpiaba el porche. Siany la ayudaba, aunque llevaba largo rato de pie, apoyada en el trapeador, con los ojos clavados en mí.
Detallaba profundamente mi torso desnudo y sudoroso, y sus ojazos negros brillaban como oscuras ascuas encendidas. Ni siquiera escuchó cuando le pedí que me trajera un vaso de agua, pues la sed me quemaba la garganta. Tan abstraída estaba mirándome que Alejandría tuvo que sacarla de su ensimismamiento con un leve empellón:
_ Siany, niña despierta.
Parpadeó repetidas veces como si despertara, y nos miró a todos, tratando de ocultar su turbación:
_ ¿Qué, abuela?_ preguntó con una media sonrisa.
_ Raulito te pidió agua hace una hora, mi vida._ explicó Alejandría con un tono de voz recalcante._ El pobre se va a secar esperando por ti.
Siany corrió a traer el agua y no apartó su mirada de mí, lo que me causó curiosidad:
_ ¿Por qué me miras tanto?_ pregunté dejando de beber.
_ ¿Yo?_ ella se sorprendió, pero contestó firme y despreocupada._ Por nada.
_ ¿Tengo algo raro?_ quise saber y traté de verme el pecho, los brazos, revisando si había algo fuera de lo corriente en mí que solo ella parecía notar.
_ No seas tan estúpido._ dijo con un mohín despectivo cruzándole el rostro._ ¿Para qué querría mirarte? Yo no soy como esas berracas de la escuela que se babean por ti._ se cruzó de brazos y declaró tajantemente._ Si te miro es precisamente para ver si encuentro el motivo por el cual ellas se desquician por ti, motivo que no he visto en ninguna parte.
Y dicho esto, me arrancó el vaso de las manos y me arrojó encima el resto de agua que quedaba. La observé alejarse, demudado ¿Qué ocurría con Siany? No era la misma de antes. Su comportamiento no podía ser más raro y comenzaba a molestarme:
_ ¡No le voy a hablar más!_ decidí esa tarde, mientras hablaba con mamá.
_ ¿Por qué?_ se sorprendió ella mirándome con interés.
_ Porque últimamente está insoportable y no pienso aguantar más sus tragiquismos.
Mamá se encogió de hombros. En su rostro relucía una sonrisa:
_ Ay Raulito, Raulito... Que bobo me has salido mijo.
Aquellas palabras me desconcertaron:
_ ¿Por qué dices eso, mami?
Pero por respuesta, mamá se me aproximó y acariciándome la cabeza, dijo:
_ Tendrás que descubrirlo tú solito.
¿Descubrir qué? Quise preguntar, pero mamá salió de la cocina dejándome solo con mis dudas.
******************
Llegamos a noveno grado, el quinto año del nivel elemental. Aquel curso sería decisivo para cada uno de nosotros. Lo recuerdo especialmente por todos los sucesos que acontecieron: buenos, muy buenos, malos, terribles y regulares. Fueron sucesos que marcaron profundamente mi vida y las de mis amigos.
Mi relación de amistad entre Siany y yo se había enfriado un poco. Me propuse distanciarme un tanto de ella, esperando que volviera a ser la misma de siempre, pero mi estrategia no dio resultado. Siany continuó con su comportamiento inexplicable y dando a demostrar que el que yo no le hablara como antes no le afectaba en lo más mínimo. Su actitud me hirió profundamente pero no estaba dispuesto a rendirle honores ni a pisotear mi orgullo, así que comencé a vivir con la idea de que Siany ya estaba fuera de mi círculo social.
Hice nuevas amistades, sobre todo con alumnos de los niveles inferiores. Inicié una relación amorosa con una muchacha de cuarto año, llamada Maylín, que vivía en Sibanicú. Ya habíamos sido novios en una ocasión, y la verdad es que me agradaba. Siany la despreciaba porque decía que Maylín era empalagosa y acaparadora. En cierto modo, tenía razón.
A Maylín le encantaba acariciarme, besarme, mimarme y andar todo el tiempo prendida de mi brazo, como para que todo el mundo viese que éramos novios. Recuerdo la noche en que reiniciamos nuestra relación y Siany nos vio juntos... Jamás olvidaré el rostro de mi amiga. No había enojo, ni alegría, ni dolor en su semblante. No podría definir cual era su estado emocional. Tal vez era alguno de los que mencioné, tal vez ninguno, o a lo mejor eran los tres mezclados. Solo sé que al mirarla, sentí un vacío en mi corazón.
******************
Una mañana, antes de empezar las clases de especialidad, Jero descubrió desde uno de los balcones a Ari y a Dánae. Ellos andaban más juntos que nunca, desde nuestro fin de semana juntos en Florida. Ari buscaba diariamente sus pertenencias necesarias que Dánae guardaba en la residencia. Eso solo lo hacían las parejas de novios.
Esa mañana, al principio de verlos, a Jero no le pareció nada fuera de lo normal, solo hasta que se fijó bien. La pareja se cercioró que nadie los observaba y... ¡Se besaron en la boca! A Jero casi le dio un ataque cardiaco. Acababa de corroborar lo que todo el mundo suponía y nadie había logrado comprobar. Dánae y Ari eran novios. Ese beso lo dejaba más que claro.
Tuvo que hacer un esfuerzo supremo para no empezar a gritarlo a los cuatro vientos. Si hubiese sido Amairaní, tal vez lo habría hecho, pero era él, Jero, y él no acostumbraba a hacer esas cosas. Decidió actuar con discreción, cautelosamente, pero Dánae y Ari tendrían que darle una explicación por su falta de confianza. Jero llegó primero al salón y fingió calentar en las barras. Ari y Dánae llegaron también, juntos como siempre. Al verlo, disimularon un poco, pero no dejaron de sonreír:
_ Buenos días negrito bello._ saludó ella con una dulce expresión.
_ ¿Qué onda, brother?_ manifestó Ari con igual alegría.
_ Hola._ musitó Jero mirándolos a ambos con dureza.
Dánae se sentó en el suelo y comenzó a anudarse las zapatillas, mientras que Ari estiraba los brazos y circulaba la cabeza de un lado a otro, pero ninguno de los dos dejaba de mirarse o sonreírse. Jero no pudo contenerse más y los encaró con los brazos en jarra:
_ ¡Bueno, ya basta con este jueguito! ¡Terminen de aclarar esto de una vez!
Ambos se miraron, sorprendidos ante aquella inexplicable reacción:
_ ¿De qué hablas, Jero?_ interrogó Dánae con recelo.
_ No se hagan los bobitos conmigo._ advirtió Jero.
_ Compadre explícate._ dijo Ari muy serio.
_ ¿Qué me explique? ¿Yo? ¡No, si los únicos que tienen que dar explicaciones son ustedes dos!
Inquietos, Ari y Dánae se miraron y el muchacho reprochó, amoscado:
_ ¡Compadre habla claro! ¡De a hombre! ¡Di lo que tengas que decir y punto!
Y con tono melodramático Jero soltó:
_ Yo los vi.
_ ¿Nos viste?_ repitió Dánae, cada vez más inquieta.
_ ¿Nos viste haciendo qué?_preguntó Ari con impaciencia.
Por respuesta, Jero estiró graciosamente sus gruesos labios y los restregó contra una de sus manos:
_ ¡Ay no!_ palideció Dánae de repente.
_ ¿Qué?_ inquirió Ari, enojado._ ¿Qué quiere decir eso que está haciendo?
Jero explotó:
_ ¡Sabes bien lo que quiero decir con ese gesto! ¡Pero si quieres que te lo diga, bien! ¡Los vi besándose hoy!
Ari disimuló su sorpresa:
_ ¡Qué novedad! Vas a armar un show porque me viste darle un beso a Dánae. Todos los días...
Pero Jero lo interrumpió:
_ No vengas a hacerte el chistoso. Sabes muy bien de qué tipo de beso estoy hablando. Ustedes dos se estaban besando en la boca y eso solo quiere decir que ustedes dos son...
_ ¡No lo digas Jero, te lo suplico!_ rogó Dánae arrojándose sobre él.
_ Entonces confiesen la verdad._ imperó el muchacho.
Tras un momento de silencio, la pareja intercambió miradas de resignación, y Ari afirmó, vencido:
_ Ok, tú ganas. Todo es verdad.
La boca de Jero se abrió tanto, que hasta aquel momento parecía imposible que una boca pudiera alcanzar tal magnitud:
_ ¡Lo sabía! ¡Lo sabía! ¡Tanta juntamenta de ustedes dos no podía ser por otra cosa! ¡Lo sabía! ¿Desde cuándo son novios?
_ Desde el año pasado, cuando nos fuimos para los carnavales de Florida._ respondió Ari.
_ ¿¡Hace tanto tiempo!?_ casi gritó Jero.
_ Si,_ explicó Dánae._ es que no queríamos que nadie lo supiera por el momento. No nos gusta que nos estén molestando por el hecho de ser novios.
_ Pero nosotros somos sus amigos._lloriqueó Jero._ Merecíamos saberlo.
_ Jero, _ Ari lo tomó por los hombros._ discúlpanos, pero queremos que guardes el secreto por ahora.
_ Por favor Jero..._ suplicó Dánae.
Ettienne y yo llegamos en aquel momento y nos llamó la atención aquella escena:
_ ¿Qué pasa aquí?_pregunté yo._ ¿Quién se murió?
_ Nadie._ dijo Jero._ Lo que pasa es que Ari y Dánae están tratando de convencerme para que no diga que son nov...
Al momento, ambos cayeron sobre él, forzándolo a guardar silencio y no completar la frase. Aquella actitud nos llenó de asombro:
_ Oye, oye, _ intervine._ déjenlo hablar... ¿Por qué le tapan la boca?
Dánae suspiró derrotada:
_ Déjalo Ari, de todas formas Raulito y El Alemán son de confianza y no van a decir nada.
_ ¿Decir nada sobre qué?_ pregunté con mayor curiosidad.
_ Ari y Dánae son novios hace un año._ declaró Jero.
Ettienne y yo nos miramos y rompimos a reír a la vez. Sin embargo, nuestra risa fue desvaneciéndose poco a poco al ver la seriedad de nuestros compañeros:
_ No es un chiste ¿Verdad?_ preguntó Ettienne.
Y en menos de lo que se cuenta supimos toda la historia, narrada por la propia Dánae que al terminar nos rogó encarecidamente:
_ Muchachos, con que lo sepan ustedes ya es suficiente. No le vayan a decir a nadie más del noviazgo entre Ari y yo.
_ ¡¿Qué!?
Volteamos nuestros rostros ante aquel tempestuoso grito. En la puerta del salón estaban Siany, Miroslava, Ludmila y Ghislaine, quien había soltado aquella exclamación:
_ Me parece que tu petición no será posible, Dánae._ le dije.
_ ¿Es cierto lo que acabamos de oír?_ quiso saber Ludmila.
Y por supuesto, fue imposible que Jero no dejara escapar la verdad de su enorme boca. Ghislaine aulló:
_ ¡Lo sabía, lo sabía! ¡Siempre estuve segura que entre ustedes dos había algo!
_ Definitivamente el lazo familiar entre ustedes es algo evidente._ opinó Ari señalando a Ghislaine y a Jero.
_ ¿Cómo es posible que lo hayan ocultado por tanto tiempo?_ se maravillaba una y otra vez Miroslava.
_ Si quieren mantenerlo en secreto todavía, será mejor que Amairaní no lo sepa._ aconsejó Siany.
_ Es a ella a quien más le tememos._ confesó Ari.
_ Si Amairaní se entera vamos a salir hasta por Internet._ dijo Dánae.
_ ¿Quién iba a decir que era verdad lo que todo el mundo pensaba?_ sonrió Ludmila._ Ustedes dos novios.
Ari atrajo a Dánae hacia sí y le besó los cabellos:
_ Aquel sábado en Florida, cuando salimos todos juntos, nos hicimos novios. Fue mientras bailábamos en la calle Lugareño, así sin más. Yo le pregunté si quería ser mi novia y ella me dijo que si. Fue así, de sencillo.
_ Entonces fue delante de nuestras narices. Y nosotros sin darnos cuenta de nada._ protestó Ghislaine._ ¡Eso no se hace! ¡Qué barbaridad! Estaban al lado nuestro y jamás enterarnos.
_ Si quien tú sabes quien yo sé se lo imagina nada más..._ sentenció Ettienne en tono burlón haciendo alusión a Amairaní._ Le dar perreta. Y más ella, que siempre quiere estar al tanto de todo.
_ A mí me da pena con Amairaní._ dijo Dánae._ Pero por ahora no vamos a contarle nada.
_ Ven acá. Hablando de todo un poco y como los locos._ intervino Jero._ ¿Y cuándo pensaban ustedes contarnos lo de su noviazgo?
_ Después del pase de nivel._ respondió Ari tranquilamente.
_ ¡Qué clase amigos son!_ protestó Ghislaine._ Guardándose secretitos.
_ Tienen que prometernos que no le dirán nada a nadie más._ rogó Dánae.
_ ¿A quién no se le puede decir qué cosa?
Enmudecimos de golpe ante la llegada de Amairaní, que entró despreocupadamente al salón comiéndose un pedazo de pan con queso con todo el gusto del mundo:
_ Nos descubrió._ gimió Ghislaine.
_ Sssshhh._ hizo Siany por lo bajo.
Pero no fue necesario hablar. Amairaní alcanzó a ver como Dánae y Ari se separaban violentamente y la expresión en nuestras caras fue más que evidente:
_ ¡¡No!! ¡¡No puedo creerlo!!
_ Bueno, _ opinó Miroslava._ creo que el secreto ha dejado de serlo en este mismo instante.
Y no le faltó razón. Antes que el sol se ocultara aquel día, ya toda la escuela sabía del noviazgo de Ari y Dánae, quienes al final terminaron viéndole el lado positivo, ya no tenían que ocultarse más de nadie. Además, les servía de consuelo que nos habían mantenido casi un año con la incertidumbre, lo cual, a Amairaní no le hizo mucha gracia, obsesionada con la idea de que ella debía ser siempre la primera en enterarse de todo y de transmitirlo a los demás.
El descubrimiento del noviazgo de Ari y Dánae nos impulsó a interesarnos en el amor, aún con la fuerte carga de estudio y preparación física que llevábamos. Incluso, Miroslava y Ludmila, quienes se lamentaban de no tener tiempo e interés para tonterías, terminaron sucumbiendo ante los encantos de un galán cada una. Ghislaine, a falta de uno, tenía dos novios, uno en su pueblo y un estudiante de música en la escuela. Todos le decíamos que la promiscuidad solo le traería problemas.
En cuanto a Maylín y yo, cada vez nuestra relación marchaba mejor. A veces me aturdía tanto exceso de cariño de su parte, pero al menos, tenía novia, a pesar de que a mis hermanas y a mis amigos no les simpatizara mucho. Todos en el grupo teníamos una pareja sentimental. Bueno, no todos. Siany era la única que parecía no estar interesada en tener novio. Por más que las chicas le insistían, ella se mostraba reacia:
_ No sabes lo que te pierdes._ opinaba Ghislaine._ Tener un novio que te bese, que te abrace...
_ Que te diga cosas lindas al oído._ agregó Dánae besando a Ari en la frente, ya que el muchacho, acostado en el suelo, apoyaba la cabeza en sus piernas.
_ Además, _ intervino Miroslava._ con el estrés que llevamos, una relación nos ayuda a despejar la mente.
_ Mira quien habla._ se burló Jero._ La que decía que no podía perder su tiempo en noviecitos.
_ Si._ apoyó Amairaní._ Y para colmo, se buscó un guajirito de monte adentro.
Las risas y rechiflas no tardaron en hacerse sentir, mientras Miroslava les mostraba la lengua. Dánae se dirigió a Siany:
_ En serio Siany, necesitas experimentar lo que es tener novio. Además, así no te sentirás tan sola.
_ Ella sabe que hay un montón de chiquitos que se mueren por una sonrisa suya._ dijo Ghislaine._ Me tienen loca para que les ponga una piedra con ella.
_ Es que realmente no necesito tener novio._ explicó Siany._ Al menos no ahora, en serio. Me siento bien así como estoy. Además...
No pudo continuar hablando. En ese momento llegué yo con Maylín:
_ ¡Ufff!_ gruñó Ghislaine con un mohín despectivo._ Llegó Romeo con su Julieta empalagosa.
Sabía que ellos no soportaban a Maylín, por lo que trataba de hacerles ver que no era tan antipática como creían. No pude evitar que Ghislaine hiciera de las suyas con sus comentarios soeces. Solamente Siany guardaba silencio. Ni siquiera se atrevía a mirarme, y mucho menos a Maylín, por la cual no se molestaba en ocultar o disimular su rechazo. No obstante, había en sus ojos un brillo triste que solo Ghislaine fue capaz de percibir, y no bien se desintegró el grupo retuvo a Siany por un brazo, impidiendo que se marchara y aprovechando el momento de intimidad para decirle:
_ Ya comprendo el porqué no quieres tener novio.
Siany la miró sin entender a qué se debía aquel comentario:
_ ¿Qué?_ preguntó.
_ No te me vengas a hacer la desentendida que sabes bien a lo que me refiero. Ya Jero me había comentado algo en una ocasión, pero no le hice caso.
_ Ghislaine explícate._ pidió Siany sin poder evitar un estremecimiento.
Y como si fuese lo más natural del mundo, Ghislaine anunció:
_ Estás perdida y rematadamente enamorada de Raulito.
Siany retrocedió unos pasos, con los ojos muy abiertos y posados en la inalterable figura de Ghislaine:
_ ¿Tú estás loca?_ pudo preguntar al fin, venciendo su estupor.
_ Ya lo dijiste, y todo el mundo lo sabe. Loca estoy, pero ciega jamás, y vi tu cara cuando Raúl llegó con el chicle indeseable que es su noviecita.
Siany se encogió de brazos con inquietud, y tras unos segundos de silencio se atrevió a preguntar:
_ ¿Es tan obvio?
Ghislaine se limitó a soltar una risita burlona, que fue la respuesta perfecta:
_ ¿Los demás lo habrán notado?
_ No lo creo._ contestó Ghislaine tratando de parecer segura en su respuesta._ Aunque te recomiendo que disimules un poco cuando él esté presente. Hoy no fue el caso, pero hay veces que le pones los ojos encima de una forma que no está fácil.
Siany sonrió con cierta nostalgia:
_ Me gusta de Raulito desde que lo conocí. Éramos solo unos niños de nueve años, cursando el cuarto grado. Y luego me di cuenta de lo que sentía por él el año pasado, cuando salimos a los carnavales.
_ ¿Es que a todo el mundo le dio por enamorarse esa noche?... ¿Por qué no le dices lo que sientes?_ aconsejó Ghislaine.
_ ¡Ni loca!_ exclamó Siany._ Para Raúl yo solo soy una amiga. Nunca me vería como otra cosa.
_ Sin embargo, por lo que he visto últimamente, ya no son tan amigos.
Siany se dejó caer despacio en el tabloncillo:
_ Sí, creo que nos hemos distanciado mucho. Me atrevo a decir que la amistad se acabó.
Ghislaine se había sentado junto a ella y trató de animarla:
_ No te preocupes, ya verás que algún día se dará cuenta de lo que sientes por él. No podrá soportar toda la vida al chicle de Maylín. Te lo aseguro.
_ Si, ya lo creo. Raúl se enamorará de mí cuando sea una vieja decrépita, paralítica en una cama.
_ ¡No puedo creer que te esté escuchando!_ masculló Ghislaine._ Eso es lo más patético que he oído en mi vida. Eres más melodramática que una telenovela mexicana.
Ambas rieron ante tal ocurrencia, y finalmente, Ghislaine le aconsejó:
_ En serio Siany, no pierdas las esperanzas. Sé que Raúl llegará a quererte del mismo modo en que tú lo quieres, y no precisamente cuando seas una vieja achacosa._ se puso de pie y la ayudó a levantarse también._ Pero mientras esperas con paciencia a que eso ocurra, tienes que relajarte un poco y explorar nuevos horizontes.
_ ¿Qué quieres decir con eso de explorar nuevos horizontes?_ se intrigó Siany.
_ Que no vas a ser la solterona de la escuela. Déjale el papel a otra persona. Desde hoy mismo buscaremos el novio adecuado para ti. Será el galán que ocupe brevemente el lugar de tu amado Raúl, por o menos hasta que ese idiota se dé cuenta de que tú eres la pareja ideal para él. Y no te desesperes, criatura. Mi mamá dice que los hombres son lentos por naturaleza. Que lo que nosotras captamos al vuelo, ellos necesitan al menos un par de horas para comprenderlo.
******************
De nada sirvió que Siany protestara y se negara. A los tres días, Ghislaine ya le tenía asegurado un candidato. La elección no resultó mala. El muchacho residía en Camagüey, y cursaba el quinto año al igual que nosotros. Su nombre era Ledián, y era un excelente bailarín en su grupo.
Cuando los vi juntos por primera vez, el corazón me dio un vuelco. Acompañaba a Maylín a su salón, cuando nos dimos cruce en medio del pasillo con Ledián y Siany. Creo que ambos percibimos la turbación del otro al mirarnos. En aquel momento no supe exactamente porqué, pero me indigné al ver a Siany con alguien que parecía ser su novio.
¡Novio! Solo pensarlo me hizo hervir la sangre. Siany tenía un novio y no me había dicho nada. Evidentemente, me había pagado con la misma moneda por yo tampoco hablarle de mi reconciliación con Maylín. No obstante tenía que echárselo en cara en algún momento, y no pudo ser más propicia la oportunidad. Esa misma noche habría fiesta en la escuela. Las actividades recreativas en el centro resultaban bien recibidas por todos. Eran momentos en que podíamos despejar del estrés a causa del estudio. Además, aprovechábamos la ocasión para retarnos entre las distintas especialidades: danza, ballet, música y artes plásticas. El centro de la lid siempre lo protagonizábamos los estudiantes de ballet y danza, tratando de demostrar quienes bailaban mejor.
Aquella noche no tenía deseo alguno de festejar. Solo esperaba ansioso la oportunidad de hablar a solas con Siany y reprocharle por haberme ocultado su noviazgo con Ledián. Sentí deseos de asesinarla cuando la vi bailando con él, riendo tan natural, ajena a la rabia que me colmaba. Maylín se dio cuenta que algo me sucedía. Traté de quitarle esa idea de la cabeza. Me sacaba de quicio su empeño en querer saber a toda costa. No tuve oportunidad de acercármele solo hasta que los profesores dieron la orden de ir a dormir. Acompañé a Maylín hasta su dormitorio, y corrí al de Siany. Por suerte, ya Ledián se marchaba, así que me apresuré en detenerla. Ella no pudo ocultar su sorpresa al verme:
_ ¡Raúl!
_ Solo vine a felicitarte._ manifesté con cruda ironía.
_ ¿A mí? ¿Por qué?_ Siany se sorprendió más.
_ ¿Y me lo preguntas? Pues por tu novio ¿Por qué va a ser?
Advertí que sus ojos se oscurecían más y sentí el peso de su mirada fría:
_ Ah, era eso._ La tranquilidad de sus palabras encendió aún más mi ira.
_ Si. Ya veo que tomas decisiones sin consultar a nadie.
_ ¿Algún problema?_ me encaró Siany._ Digo, no creí que fuera necesario pedirte autorización.
Me sentí ofendido ante tal comentario:
_ Los amigos se confían ese tipo de cosas.
Siany esbozó una sonrisa sarcástica:
_ ¡Vaya! ¿Y eres tú quién lo dice? Te reconciliaste con Maylín y no me lo dijiste. Tuve que enterarme cuando te vi con ella muy del brazo por toda la escuela ¿Por qué debo confiarte mis cosas si no eres capaz de confiarme las tuyas? ¿Cómo te atreves a exigirme cosas que tú mismo no haces?
_ Tienes razón._ mascullé apretando los puños._ Pero quédate tranquila, ya no tendrás que preocuparte. Haz con tu vida lo que te dé la gana.
Y me fui de allí, casi a punto de romper a llorar a causa de la rabia que me hacía temblar. Me sentía como un idiota que acababa de hacer el ridículo. Lo más doloroso es que trataba de luchar contra aquel estado emocional sin conseguir librarme de él.
Para colmo, aquella semana salimos de pase, y creí morirme cuando vi a Ledián subir a nuestra guagua. Siany lo había invitado a su casa. De buena gana los hubiese arrojado a ambos con el vehículo en marcha.
Aquel fin de semana no fui a casa de Alejandría y Carmelo ni una sola ocasión. Mamá trató de convencerme, pero me indignaba aún más escucharla hablar maravillas de Ledián, de lo bien que se llevaban él y Siany y... ¡Cuánto odiaba a Ledián! No podía explicarme porqué. El no me había hecho nada. Es más, nunca habíamos intercambiado palabras. Lo odiaba, simple y llanamente. Nunca le perdonaría a Siany el haberse hecho novia suya.
Con el paso de los días, Siany había empezado a incorporarlo a nuestro grupo, cuando nos poníamos a conversar en los rato libres y los muchachos lo habían aceptado de lo mejor. Era injusto. No trataban bien a Maylín, y sin embargo, a ese idiota lo tenían en bandeja de plata.
El siguiente fin de semana, Alejandría me mandó a buscar en varias ocasiones, pero a todas respondí con negativas, justificándome con que debía estudiar. Mamá llegó a enojarse conmigo y a hacerme ciertos reproches que no entendí, pero aún así, me negué a encontrarme con Siany y su novio.
Los días que sucedieron no pudieron ser peores. Siany y yo nos ignorábamos mutuamente. Nada consiguieron hacer los muchachos, ni los profesores. Ni siquiera mamá o los abuelos Alejandría y Carmelo, quienes se enojaron mucho al saber que estábamos tan distanciados:
_ Eso es ridículo._ peleaba la abuela Alejandría._ Dos niños que han crecido como hermanos.
Por más que todos hacían e insistían en reconciliarnos, no lo lograron. Aquella situación no duró mucho, sin embargo los hechos que acontecieron más adelante, resultaron mucho más dolorosos.
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