🌊.Capitulo uno.🐍
•°Con el orgullo de rodillas°•
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Gemidos ahogados y sonidos de arcadas se escuchaban en los adentros de la habitación, el calor del ambiente había ascendido a pasos agigantados y no era simplemente por estar en las noches de verano. Una pequeña serpiente albina con los ojos brillando en rojo salió de entre las telas de un pantalón, mirando por un segundo los alrededores para luego perderse del lugar entre los objetos decorativos.
Todo el sitio estaba oscuro, era de noche y lo único que dejaba ver algún apice de imagen era la luna llena tan blanca y reluciente colándose entre las cortinas de la ventana. Gracias a ese poco destello de luz se podía dislumbrar una escena muy bochornosa, pecaminosa y desde luego prohibida, nunca nadie se imaginaria ver a dos miembros tan importantes de la Compañía de Matademonios involucrados y entrelazados en una relación de este estilo, mucho menos haciendo tales actos tan inapropiados.
Giyū Tomioka, el Pilar del agua; aquel hombre tan apacible y sereno, solitario y aburrido no parecía ser el mismo visto en aquella mañana por la expresión tan fuera de si que mostraba su rostro. Párpados cerrados lagrimeantes, nariz roja y boca abierta dejando escapar gemidos y jadeos desde lo profundo de su garganta mientras afincaba su espalda en la pared.
Por primera vez aquel hombre se podía ver con una expresión más allá de su rostro sin vida, no solo parecía excitado sino disfrutante del placer que su pareja le brindaba con tanto entusiasmo, eso se veía reflejado en los pequeños cumplidos y caricias que brindaba en el cabello del otro hombre arrodillado frente a él.
Obanai Iguro, el Pilar de la Serpiente; el hombre tan crítico y distante, con actitud altanera y que sobre todas las cosas odiaba a Tomioka estaba de rodillas para él, con las manos y labios al rededor de su miembro mientras intentaba con todos sus esfuerzos llegar al fondo.
El hombre más bajo sollozaba y dejaba brotar lágrimas con cada arcada salida de su garganta por la fuerte intromisión que se obligaba a completar. Obanai no era ningún experto pero hacia su mejor intento en complacer a su amante dando pequeñas lamidas con cada movimiento de cabeza que hacia, sus manos se apretaron al rededor del falo bombeando rápido cuando no tuvo otra opción que sacar por completo el miembro de su boca para intentar respirar mejor.
Jadeaba por el poco aire que podía llegar a sus pulmones debido al calor que irradiaba su cuerpo, estaba ardiente y lo hizo reconsiderar la idea de quitarse el uniforme para poder disfrutar a gusto lo que quedaba de la noche. Sin embargo se rehusó a quitar algo más que no sea la ropa de su acompañante porque sabía lo que vendría si lo hacía, no estaba preparado para ser usado de esa manera nuevamente.
Ya suficiente remordimiento tendría en la mañana por sentir la impetuosa necesidad de lamer toda la circunferencia de ese hombre, Obanai estaba tan perdido en este momento que su cuerpo solo seguía sus instintos más básicos, tragándose el orgullo al mismo tiempo que engullía el pene de Tomioka. La mano en su cabeza comenzó a tomar un puño de cabello con fuerza, el menor gimió por la repentina brusquedad usada en él. Fue obligado a mirar hacia arriba avergonzadose de la manera en la que aquellos ojos azules lo miraban, se estaba empezando a sentir sucio.
Obanai tuvo la intención de seguir haciendo su trabajo, aflojó la mandíbula dejando entrever su lengua acercándose al miembro del contrario pero otra vez tuvo un jaloneo en el cabello. Era bochornoso la forma en la que se veía ahora, ojos llorosos, mejillas sonrojadas, labios hinchados y babeados con la lengua rosada saliendo en necesidad de lamer el sabor almizclado del Pilar del Agua.
—Ey, ¿tanto gusta?— Tomioka se estaba burlando, aún cuando su rostro parecía imperturbable en este momento.— Tómate un descanso, no puedes respirar bien.
Iguro ni siquiera respondió a las supuestas preocupaciones de Giyū, las decidió ignorar y volvió a acercarse al miembro pasando la lengua desde la base hasta la punta, envolviendo sus labios al rededor de la cabeza succionando y lamiendo con una necesidad creciente desde las entrañas. Su boca detectaba líquido pre-seminal filtrándose en la ranura, paso su lengua para sentir el sabor salado y eso solo consiguió que su propio calor se extendiera desde el vientre hasta su entrepierna.
Ya ni siquiera estaba seguro de tener que recibir atención después de esto porque la sensación de estar lamiendo y chupando el sabor tan distintivo de Tomioka ya lo estaba estimulando en muchos sentidos. Obanai está seguro que si sigue así en algún momento él mismo se dejará usar por el Pilar del Agua varias veces está noche, de pronto la imagen de él arrepintiendose en la mañana por permitir aquello era cada vez más lejana y no tan importante como en un principio.
Tomioka no había dejado de mirar a Obanai en todo momento, disfrutando cada sensación placentera junto a la vista adorable que podían dislumbrar sus ojos. La atención que recibía era envolvente y caliente, la boca pequeña y húmeda del Pilar de la Serpiente no podía hacer un mejor trabajo por más que quisiera, Giyū se perdía por el placer y con cada segundo su límite se hacía más marcado desde su vientre, como cada vez que eso estaba por suceder su razonamiento se descontrolaba y no pudo detenerse cuando sujeto del cabello a Iguro con ambas manos, enredando los largos mechones entre sus dedos obligando a que haga un trabajo más desordenado y profundo.
Escuchó un sonido ahogado por parte del de ojos bicolor pero poco le importo y prosiguió a empujar cada vez más al fondo, enterrando muy bien al hombrecillo entre sus piernas disfrutando de cada espasmo y temblor que resonaba en su garganta y estimulaba su pene. Podía sentir el fondo de la garganta de su amante impidiendo que sea fácil terminar de entrar en él, a raíz de eso Tomioka bajo la mirada y observo el estado deplorable en el que se encontraba Obanai.
Pero qué lindo. No pudo pensar en otra cosa que no fuese halagos al joven, ¿cómo podría detenerse si era recompensado con aquella imagen? Iguro era por mucho la persona más lasciva con la que Tomioka habia estado, aunque aquella lista de personas se podría contar con los dedos de una mano. Quiso ver más, entregarse por completo al pecado y ver qué tanto podía soportar su amante en estos momentos.
Sin alguna otra preparación que no sea la acumulación excesiva de saliva en la boca del más joven Tomioka afinco aún más, estirando la carne de su garganta dejando pasar su miembro por completo. Sintió pequeñas uñas clavarse en el dorsal de su mano intentado avisar de que necesitaba un respiro, sin embargo se tomo un par de segundos antes de alejar poco a poco la cabeza de Iguro.
Sonidos lastimeros y adoloridos se escucharon en el ambiente , Giyū observaba la forma en la que su pene salía de la boca de su compañero y no pudo evitar formar una sonrisa, muy extraño proveniente de una persona como él. Iguro debido a eso sintió un calor extraño en el vientre y pensó que el dolor de su garganta no era tan malo si podía seguir mirando esos labios curvos. Giyū no saco todo, dejo la punta en la boca de Obanai dejándolo relajarse mientras succionaba con suavidad sintiendo la mandíbula adolorida, después de unos segundos la impaciencia de Tomioka volvió y tuvo repetir la acción anterior. Solo que está vez no se preocupo en dejarlo respirar.
Fuerte, profundo y dramático eran las palabras que podrían usarse en esta situación. La garganta de Iguro con cada estocada era abierta y lastimada, su necesidad de respirar se vio retenida en los momentos en el que era usado para el placer de su amante y los jaloneos empezaron a dolerle en el cuero cabelludo. Estaba siendo usado de una manera que anteriormente jamás pensó que podría pasar, por una persona la cual jamás quiso cerca mientras sensaciones nuevas que nunca pensó sentir se encargaban de nublar el nulo autocontrol que le quedaba.
Obanai no estaba preocupado por ser usado de esta manera, a él le preocupa que le guste tanto.
Con cada penetración a su garganta vagos recuerdos de sus días antes de todo este circo eran expuestos, no tenía una vida tan pacífica y envidiable pero extrañaba la sensación de acostarse cada noche sin tener la necesidad de llorar por sentirse tan sucio. Jamás pensó en hacerle algo como esto a otro hombre, ¿cómo debería sentirse al respecto? Aunque debido a su pasado tampoco se le paso por la mente hacerlo con alguna mujer.
Era tan asqueroso, podría vomitar en estos momentos por el asco que se acumulaba en su propio cuerpo por la sensación placentera de su vientre. Él iba a romperse a llorar y todo terminaría aquí, él va a...
—Oh, I-Iguro- ahg, ¡justo así! — Tomioka lo hizo volver a sentir todo el miembro hasta el fondo, a punto de correrse en la boca del más bajo.— Eres tan bueno.
¿Él de verdad lo era?
Obanai comenzó a lagrimear y llorar en silencio pero no por la sensación de asco de hace un momento, sino por aquella aprobación tan sincera de los labios de su amante. Deshizo cualquier pensamiento cuerdo y solo pudo esperar paciente la descarga en su boca, con sus manos apretando con necesidad los muslos contrarios clavando alegremente las uñas en la piel.
Pudo sentirlo caliente y espeso contra su paladar, su lengua se encargó de sentir la escencia de Tomioka en su totalidad y mientras su cabeza era alejada realizaba un trabajo de limpieza quitando toda mancha blanca de la circunferencia de su compañero.
Tomioka sintió sus mejillas arder de vergüenza y no por calor cuando vió la forma en la que Iguro besaba con timidez la punta, dando besos mariposas inocentes mientras sus ojos brillaban con un aire de vergüenza, como si hace unos segundos no hubiera estado haciendo trabajos obscenos y expresiones claramente inapropiadas. Tan solo Obanai cambia de expresiones tan rápidos, es de verdad lindo.
Giyū se arrodillo al igual que Iguro y sobo con cuidado la cabeza de su amante, era una pequeña disculpa por haberlo jaloneado como trapo hace un momento. El más bajo lo miro de vuelta frunciendo el ceño, siempre lo hacía cuando Giyū le brindaba una caricia al terminar la lujuria, tal vez porque se supone que esto solo era para el sexo sin puertas a algo más. Aún así el mayor no se dejó intimidar, bajo su caricia a las mejillas cicatrizadas afincando con dulzura su pulgar en la grieta, a Tomioka le parecían muy atractivas aquellas cicatrices en el rostro.
—¿Q-qué quieres?— Aquel tono de voz era lamentable, raspado y sin vida. Se escuchaba que le era doloroso a hablar, Giyū considero seriamente que se le había pasado la mano.
—¿Puedo cogerte?— Quito la mano del rostro y se dirigió acompañada de la otra hasta los botones del uniforme, desabrochando con cuidado el atuendo ajeno.
Duró unos segundos la respuesta, Giyū no le encontraba el caso pensar tanto pues ya lo habían hecho muchas veces en el pasado pero no lo juzgo, solo espero paciente.
—E-esta bien.— Susurró avergonzado reprimiendo un sonido cuando la mano de Giyū se metió por debajo de la tela tocando piel.
En cuestión de segundos fue levantado del suelo para ser llevado al futón, estando bastante seguro de lo que pasara está noche sin poder ser capaz de detenerlo. Ya había dicho que sí, su cuerpo estaba reaccionando a todos los besos de Tomioka y su mente se retorcía en satisfacción por cada palabra dulce que el hombre brindaba.
¿Desde cuándo su cuerpo era usado de una manera tan humillante? El recuerdo era tan lejano que ni siquiera se esforzaría en pensar en el momento exacto en el que esto comenzó.
Se colocó en modo automático y dejó que el hombre volviera a usarlo como hace un momento, disfrutando de las manos fuertes y callosas tocandolo por todas partes. Definitivamente se acostumbro a esto por completo.
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Hola, ¿cómo están?
(Debo dejar de publicar historias sin terminar las anteriores, lo sé)
Tenía tanto tiempo sin escribir cochinadas que pensé "¿Por qué no?", de ahí salió esto.
No esperen gran cosa con la historia, hice esto por el mero gusto de escribir contenido +18, (sera más porno que trama).
Espero que les haya gustado.
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