🌊.Capitulo siete.🐍
•°Sentirse desde adentro°•
•~•
La sensación de las caricias de Tomioka se sentían diferentes sobre el cuerpo de Obanai, era una especie de frenesí ardiente que lo estaba asfixiando hasta sentir sus propios pulmones aumentar la temperatura. Cuando los fríos dedos del mayor se enfocaron en desnudarlo se podía sentir consumido y es que, aquellas manos estaban quitando no solo sus ropas de manera apresurada, sino también los suspiros y los jadeos pesados de sus labios húmedos.
Llegaron a la habitación y Tomioka no dió miramientos o vacilaciones, ni siquiera perdió el tiempo en volver a preguntar sobre la decisión que habían tomado, parecía deseoso de simplemente dejar en claro que no importaba lo que Obanai pensará, mucho menos lo que dijera; en estos momentos solo importa que ambos lo estaban disfrutando y ambos lo estaban permitiendo. Con la experiencia adquirida después de tantos encuentros, Giyú terminó por quitarle las prendas íntimas y prosiguió a recostarlo en el futón, se abrió paso entre las piernas ajenas y se inclinó, sosteniendo su peso con su brazo a un lado de la cabeza de Obanai, flotando arriba de él mientras intenta visualizar algún sentimiento en esos ojos llamativos.
No tiene idea sobre qué quiere encontrar al perderse en la mirada contraria, tal vez arrepentimiento, pero no puede ver nada detrás de aquella expresión sonrojada, por supuesto lo disfrutaba, sin embargo, es igual de artificial que reírse por cosquillas. Falso. Tomioka se molesta por ese pensamiento.
El mayor se queda observando a Obanai desde su posición sin hacer nada, lo único que cambia es la arruga creciente entre sus cejas.
Iguro siente incomodidad por esos ojos azules, lo estaban absorbiendo y analizando, Tomioka se había retraído del mundo y como consecuencia el menor no pudo soportar tanto. Estaba impaciente por sentir una última vez las manos de Giyū sobre su piel, el orgullo que había presentado antes se había esfumado al mismo tiempo que la última prenda de ropa de su cuerpo. No se esperó una señal ni meditó lo que haría, solo levanto sus manos a los costados del rostro de Giyū, lo sacó rápidamente de su trance y ambos mantuvieron el contacto visual por un tiempo prolongado, hasta que Obanai apretó las mejillas ajenas con sus dedos y lo jaló a su rostro para compartir un beso.
Giyū dió un quejido cuando sus dientes chocaron, con sus ojos levemente abiertos podía ver una parte del rostro de Iguro, estaba sonrojado con los párpados cerrados violentamente, lo besaba con una extraña necesidad. No se había esperado nunca que el sujeto que le había dicho anormal hace unos minutos y que se jactaba de no querer convertirse en una persona asquerosa estuviera tan exasperado por ser tocado. Sintió como el brazo de Obanai abrazaba su cuello y lo jalaba a él, su cuerpo vestido presionó la desnudez del menor y su miembro se vio afectado cuando una de las piernas de Obanai envolvió su cadera, ahora se estaba endureciendo sobre la dureza contraria.
—To-Tomioka.— Llamó Obanai sin preocuparse en respirar correctamente, aquel llamado se escuchó como un gemido.
Giyū contestó con lo que intento ser un pequeño sonido pero de pronto la lengua traviesa de Iguro se abrió paso entre sus labios. El músculo húmedo de Obanai rozó tibiamente el suyo y por fuera de sus bocas ambas lenguas se tocaron y se envolvieron entre si, los alientos calientes de los hombres se mezclaron y por un instante abrieron sus ojos, mirándose durante el beso. Ambos estaban igual de necesitados.
En algún momento Tomioka pudo permitirse entrar en la cavidad bucal del Pilar de la Serpiente y explorar la sensibilidad. Su lengua entraba y salía de aquella boca que con cada segundo que pasaba se humedecia más y más, ninguno recordaba haberse besado de tal manera antes.
Tomioka dió una última lamida a la lengua del contrario y después se separó, viendo con detenimiento, guardando la forma en la que Obanai entrecierra los ojos, arquea las cejas y abre la boca esperando un segundo beso. Sabe muy bien que le será difícil conseguir a otra persona que cumpla sus nuevos estándares. Ni siquiera quiere molestarse en intentar buscarlo.
Nuevamente había sido absorbido por sus pensamientos, Obanai cambió aquella expresión excitada a molestia, tomó los hombros de Giyū y en movimientos extraños se lo saco de encima, ambos sentados en el futón se miraron.
—Iguro, yo-.
—Concéntrate.— Su voz es tosca, como si lo estuviera regañando.— Recuerda que tú quisiste esta última vez.
El cuerpo de Iguro gatea hasta Tomioka, el hombre es incapaz de articular palabras cuando los dedos de Obanai tocan los botones de su uniforme. Giyū suspira con temblor al sentir los labios húmedos de Iguro sobre su cuello, succionando y lamiendo con bastante torpeza. Tomioka da un suspiro tembloroso y deja que en esta ocasión sea el turno de Obanai de desnudarlo, por pequeños instantes da leves jadeos y prosigue con desconcentrarse un segundo más de la situación.
No podía concentrarse, haber terminado de procesar que esta, sin lugar a dudas, era la última vez que lo harían le resultaba devastador. Giyū no sabía cómo sentirse. Hacer estas cosas con Iguro es una extraña experiencia, una que ha empezado a atesorar y guardar estrictamente en su cerebro, no quiere tener que deshacerse de esto por una razón que no logra entender del todo, debería intentar hacer algo. ¿Pero qué cosas podría hacer para que Obanai se quedará?
Empieza a pensar y suponer muchas cosas, recuerda momentos que fueron importantes en las últimas veces que lo hicieron y piensa en una posibilidad que, tal vez no resuelva nada, pero podría aflojarle un poco el cerebro a Obanai y le haga cambiar de opinión.
Cuando sintió su espalda chocar contra el futón y sentir la piel de su espalda tocar las sábanas, no supo cuánto tiempo estuvo fuera de si o qué tan ágil tuvo que ser Iguro para desnudarlo con rapidez, después movió un poco la cabeza y vió como entre sus piernas Obanai tenía las manos en su pantalón, peleando tiernamente con el cinturón que se rehusaba a desabrocharse.
Tomioka sonríe, mira a Obanai y decide poner en marcha su plan.
—Eres tan lindo, Iguro.— Suelta esperando ver una reacción del menor y la consigue.— Tienes una sensualidad natural que me vuelve loco.— Obanai se sonroja mucho más de manera repentina y después alza la mirada para Giyū.—¿Alguien más te lo ha dicho?
Iguro mueve sus labios queriendo decir algo, pero le cuesta por la sensación placentera que siente por siempre recibir esa clase de palabras de Tomioka.
Obanai niega con la cabeza tímido.
—So-solo tú me dices esas cosas...— Su voz se afloja en el proceso, no sintiéndose del todo cómodo revelando aquello.
—Y te lo diré siempre, para que te acuerdes de mí y de tu belleza cuando te veas en el espejo.
El rostro de Obanai se convirtió en un poema, Tomioka disfrutó por completo estar seguro de ser el único que puede decirle estás cosas al menos.
—Cá-callate, deja tus boberías.
Iguro no responde nada más y Tomioka no espera que lo haga, pero puede observar lo que parece ser una pequeña sonrisa en los labios ajenos cuando vuelve al cinturón, el Pilar del Agua sabía muy bien que ese es el punto débil de Obanai cuando se está en la cama; los halagos. Siempre tiene una reacción positiva a cualquier comentario hacia su persona. Desde algo pequeño como un leve comentario de aprobación o hasta algo mucho más grande, un rasgo positivo de su cuerpo. Tomioka le ha dicho muchas cosas y siempre tiene la misma respuesta, todos sus halagos son aceptados por Iguro y él mismo se siente feliz de decirlos, como si el no decirle al menos por una vez en cada encuentro lo aplastará por dentro y lo estuviera matando. Aún teniendo esa necesidad de mantenerse callado la mayor parte del tiempo, con Obanai es diferente.
Siente un ligero jaloneo, Iguro está quitándole el pantalón junto a la ropa interior dejándolo completamente expuesto. Se acomoda sobre el futón cuando Obanai termina por lanzar la prenda a algún lado de la habitación y después Giyū se acerca al de ojos bicolor, lo toma por la muñeca y lo sienta sobre sus piernas. Las manos de Iguro se posan en sus hombros mientras las suyas están en su cintura, después baja acariciando el muslo hasta subir nuevamente y quedarse en el trasero, hundiendo sus dedos en la suave carne del lugar.
Obanai suelta un jadeo en respuesta, aprieta sus uñas contra la piel de su amante e intenta moler su intimidad con la contraria al mover sus caderas. Se concentra en la búsqueda de fricción e ignora momentáneamente a Tomioka, quien no ha dejado de mirar la expresión sonrojada de Iguro.
—¿Por qué me haces esto, Iguro?— Pregunta Giyū con cautela, se acerca al cuello de Obanai fingiendo estar a punto de besar pero cambia sus intenciones en segundos para esconderse en aquel sitio. Abraza amorosamente a Obanai y se niega a soltarlo en un rato.
—T-Tomioka.— Se queja removiendose.
El menor se pone en alerta, quiere sacarse a Tomioka y alejarse lo más posible de esta especie de abrazo. Su cerebro le vuelve a recordar que está clase de contacto no está para nada bien.
—Yo no te estoy haciendo nada.— Se defiende siendo incapaz de alejar por completo a Tomioka.
—Mentiroso.— Giyū hace un movimiento que lo incita a acostarse, sostiene las muñecas de Obanai con suavidad y lo observa.— Está será nuestra última vez y no sabes lo mucho que me está afectando.— Se acerca al pecho de Iguro y se rescuesta en él, detiene sus caricias lujuriosas y se extiende en la piel con toques más suaves e inocentes.
Obanai se siente incómodo e indefenso ante Giyū, la sensación de esas caricias aparentemente honestas y cariñosas le están quemando el corazón, otra vez siente la necesidad de querer fundirse junto al Pilar del Agua, queriendo que el hombre lo trate de esa manera para siempre.
Gracias a ese pequeño deseo siente mucho más miedo. Estaba empezando a creer que su sed de afecto se debía a otra clase de cariño.
—Tú p-puedes buscar a otro hombre, no sé porque te afecta.— Su voz suena baja, queriendo evitar sonar dolido o sentimental, al mismo tiempo su pecho comenzaba a descontrolarse por como su cerebro comienza a comprender mejor su sentir.
No estaba bien enamorarse de Giyū. Eso era mucho más peligroso que simplemente encariñarse.
El Pilar del Agua toma su distancia, sigue encima de Obanai pero con un panorama mejor de su rostro y cuerpo, observando como con unos pequeños segundos el menor parece tan tímido de repente.
—Iguro.— Llama entre cerrando los ojos, vuelve a apoyarse con un solo brazo y lleva su mano al rostro de Obanai, acaricia toda la cara y su dedo roza con admiración la curvatura de su cicatriz.— No hay otro hombre como tú.— Confiesa.— Es imposible que quiera estar con otro teniendote a tí.
El labio inferior de Iguro comienza a temblar por la sensación agobiante que le genera la escena, esas palabras que las siente ser mentiras. Quiere que sean mentiras para no depender aún más de Tomioka. Sin embargo, las siente sinceras, bastantes honestas por la manera en la que aquellos ojos azules se reflejaban en los suyos.
Obanai tiene sus ojos brillosos, sus mejillas vuelven a sonrojarse y prefiere mirar a un costado con sus cejas arqueadas, molesto consigo mismo por no ser capaz de seguir luchando contra las caricias amorosas de su amante. Es incapaz de ser firme con él y ahora que está comprendiendo mejor la emoción de su pecho está aterrado.
—Yo...— Giyū dice pero él mismo se detiene, rectifica sus palabras y prefiere suspirar un poco para acercarse al rostro ajeno.— Jamás voy a poder reemplazarte.— Besa los labios de Obanai como mariposa; suavemente y de manera repetitiva.— ¿Como podría olvidar este rostro tan lindo? Tus ojos, labios, cicatrices... ¿Te he dicho que me encantan, verdad?
Iguro siente como sus ojos amenazan con llenarse de lágrimas, eso es lo que quería escuchar, no sentirse tan reemplazable y al menos saber que era un poco importante para Giyū, pero tenía miedo. Sentía asco. Un asco extraño que lo hacía odiar su interior, se quemaba por dentro y no le permitían disfrutar por completo de la manera en la que Giyū besaba sus cicatrices, dando halagos suaves a su desgracia.
—Extrañaria tener tu cuerpo para mí, poder besarte y hacerte lo que quiera.— Las manos del mayor rozan la piel con la yema de los dedos, Obanai tuvo un pequeño escalofrío por el gesto.— Incluso... Creo que también extrañaría a Kaburamaru.— Sonríe contra la mejilla de su amante.— No quiero terminar esto.
—P-pero somos hombres...— Iguro mueve sus manos a los hombros de Giyū, lo aleja un poco otra vez y lo vé desde su posición con la vista preocupada estando a punto de llorar.— Damos asco.
Ni siquiera se siente con ánimos de esta última vez, lo que quiere después de salir corriendo y alejarse lo más posible de Tomioka es, irónicamente, esconderse en los brazos del mayor y abrazarlo.
Giyū parpadea por lo escuchado, entrecierra los ojos con una molestia disminuida y mira a Iguro, sin poder entenderlo del todo.
—¿Esto ya no es cómodo para tí, verdad?— Pregunta suavemente.
Obanai evita mirarlo, se muerde un poco su labio inferior incapaz de saber qué responder, por supuesto que no era normal, lo que hacían era notablemente malo. No hacía falta preguntar. Pero su dilema se debía a que, al mismo tiempo que se asqueaba con sus propias acciones, él también anhelaba continuar.
—No quiero ser m-menos hombre, no quiero sentirme débil. No me gusta verme como...— Iguro traga saliva, siente que el nudo que se forma en su garganta se hace cada vez más grueso.—... un marica.
Era un cobarde, ni siquiera tiene el valor de intentar mirar a Tomioka, solo se queda en su posición mientras intenta por todas sus fuerzas no ponerse a llorar. Sus manos seguían sobre los hombros de Giyū e inconsciente quiso darle un abrazo, pero no hizo más que una pequeña vacilación.
—No quiero esto.
Tomioka respiró, miró el costado de Iguro incapaz de descifrar de donde salía el pensamiento de su amante, es por eso que decidió rendirse, al menos por ahora. La respiración angustiada de Obanai le avisaba de antemano que en cualquier momento el menor se echará a llorar y aunque quisiera ayudar, no es el mejor con este tipo de cosas.
—Iguro, yo...— Su mano toma con delicadeza la barbilla de Obanai, ve su expresión aguada. Mejillas rojas, labios curvados en muecas y sus ojos desiguales brillosos por las lágrimas que quieren salir. Giyū podía sentir una desagradable tristeza en el menor.— Yo considero que sin importar lo que hagas seguirás siendo un gran hombre, no eres débil.— Tomioka suena tímido, sintiéndose apenado y avergonzado de que sus palabras no sean las que Obanai quiera escuchar.— N-No mereces ningún insulto.
Es un poco difícil para Iguro creer en lo dicho por Tomioka cuando, en este momento, ambos están desnudos en un futón. Él se encuentra con las piernas abiertas y Giyū está en medio de ellas. Ambos tan cerca después de haberse besado innumerables veces.
De todas formas Obanai acepta las palabras de su amante, se siente apenado por la situación y del como todo de pronto se 'apagó'. No sabe hacer otra cosa que no sea asentir escéptico pero agradecido, se encoge un segundo y aprieta los hombros de Giyū.
—¿Podemos seguir...?— Pregunta con bochorno, sintiendo que está siendo un maldito desastre contradictorio.
Giyū no responde, en su lugar se inclina y besa con paciencia la boca de Iguro. Sus labios se mueven con dulzura sobre los contrarios intentando hacer un contraste con las últimas veces que lo han hecho, quería ser algo más suave o especial. Poco a poco empieza a aceptar que sin importar lo que haga, tal vez no pueda volver a tener como amante a Obanai después de hoy.
La idea es desgarradora, se sentirá vacío otra vez, pero prefiere disfrutar el momento. Es lo que ha estado haciendo durante toda su vida, disfrutar los pequeños momentos de felicidad o emoción y después hundirse en la soledad de su propia realidad.
Giyū se separa de los labios de Obanai, le da un pequeño beso en la frente que deja a Iguro un poco descolocado por la sensación que le deja cada beso, como una especie de deja vú. Tomioka le sonríe a la cara confundida y se sienta, aún entre las piernas de Iguro, pasa sus manos en la piel palida del menor, bajando hasta llegar a la entrepierna. Solo bastó con un pequeño roce para que Obanai volviera a endurecerse y se retorciera.
Iguro mira esperando un movimiento que llega enseguida, la mano de Tomioka envuelve su miembro y comienza a bombear. La sensación de piel con piel lo hace sudar y el tiempo que había pasado sin haber sido tocado hace que todo le dé vueltas por la fuerte sensibilidad.
—Continuemos.— Avisa Giyū sacándole un gemido agudo a Obanai.
•~•
El líquido espeso de Tomioka se derramó en su interior al mismo tiempo que su propia viscosidad llenaba las sábanas, sus brazos se rindieron ante su propio peso siendo incapaz de levantarse o moverse, prefiriendo quedar en la posición en la que se encontraba en este momento; boca abajo mientras sus caderas eran alzadas por las fuertes manos de su amante.
Obanai jadeó con la boca abierta, pegando su rostro en la almohada, sintiéndose por completo exhausto y al mismo tiempo lleno, pero no porque aún sentía el miembro de su amante abriendo su interior, era por otra cosa que lo hacía temer de si mismo.
Sintió el cuerpo de Tomioka pegarse al suyo, su espalda rozando el pecho ajeno mientras que Giyū se preocupaba en llegar a su oído. La piel de Iguro se erizó cuando los jadeos de Tomioka se escuchaban aún más fuertes por la corta distancia. Obanai cerró los ojos mientras mordía su labio por distinguir gemidos silenciosos salir de la boca del Pilar del Agua; también lo estaba disfrutando.
Sin importar que ya ambos se habían corrido con anterioridad, Tomioka seguía embistiendo las entrañas de su amante, solo que a diferencia de las veces anteriores era suave, tomándolo con dulzura lejos de ser tratado como un simple juguete como había pasado antes. En otra ocasión a Obanai le hubiera molestado, debidamente porque él disfruta ser tratado como tal, pero habían cosas en las caricias de Giyū que lo obligaban a doblegarse y seguir disfrutando con la misma intensidad de siempre.
Nuevamente la mente de Obanai comenzó a nublarse por la idea de estarse enamorando de Tomioka, pero no se encuentra en una posición adecuada para negarse a esa posibilidad ahora, no cuando vuelve a sentirse como en el principio. Percatandose de su sentir y satisfacción de simplemente tener a Giyū entre sus piernas, sin importar el trato o la actitud que este tome entre las sábanas, lo único que quiere es seguir recibiendo su atención.
—Me... me encantas.— Giyū susurra a la par de su oído, inclinando más la cabeza para besar la posterioridad de su cuello cuidando de conservar el dulzor que había mantenido.— Me gusta todo tí.— Tomioka confiesa sin cuidado, succionando y mordiendo delicadamente la piel rojiza de su amante mientras seguía moviendo sus caderas.
Obanai se alarma un segundo e intenta girar su cabeza para pedir una especie de aclaración a esas palabras pero antes de hacer cualquier cosa obtiene la sensación de vacío y frío en sus paredes traseras que tanto detesta. Tomioka ni siquiera había prestado atención a sus propias palabras y solo quiso seguir en una posición diferente, volteando con facilidad el cuerpo de Obanai para estar frente a frente, sus manos sostienen la parte posterior de las rodillas de Obanai abriendo sus piernas.
Iguro pierde el valor de preguntar a qué se refería cuando Tomioka lo mira, observándolo sonriente a través de eso ojos azules amables y levemente iluminados, Giyū le estaba regalando una sutil sonrisa. El mayor se acomoda otra vez en posición para seguir penetrando a Obanai, pero antes se detiene a jugar con la punta de su pene en la entrada, rozando el anillo de músculos hinchado y resbaloso.
—¿Lo quieres?— Se atreve a preguntar aún rozando y untando de sus propios fluidos la entrada de Obanai.
Obanai siente que el aire se le acaba con cada segundo que no puede sentirse lleno, se relame los labios y los abre en busca de aire, queriendo decir una pequeña confirmación.
—Y-yo... Sí-Si lo quiero.— Admite sin tantos problemas, haciendo su propio esfuerzo en querer abrir más sus piernas y que Tomioka se acerque a su rostro, anhelando los labios del mayor sobre los suyos.— T-te quiero a tí, por favor.
Tomioka sonríe tímidamente ante la declaración, aprieta un poco la pierna de su amante y vuelve a hundirse en la calidez apretada de Iguro, con el corazón acelerado cuando por la cercanía Obanai acaricia su rostro entre ambas manos y se ven a los ojos, compartiendo la ansiedad silenciosa por querer seguir así el mayor tiempo posible.
Ambas bocas se encuentran en un beso tierno y los brazos de Obanai se aferran a Giyū. Los dos queriendo seguir está última noche, con los cerebros flojos y llenos de sentimientos que no son capaces de enteder aún, pero eso será para luego.
Por ahora, solo quieren seguir "amándose", aun cuando sus cabezas no sean capaces de comprenderse adecuadamente.
•~•
Me costó medio ovario terminar este capitulo, tengo las ideas pero no las palabras para describirlas.
Aún así aquí está, no prometo actualizar rápido pero sí prometo hacerlo, tarde o temprano.
Gracias por esperarme, los quiero<3
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro