🌊.Capitulo dos.🐍
•°La dignidad de una Cortesana°•
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Muy pesado, todo el cuerpo de Obanai parecía pesarle una tonelada cuando despertaba después de una noche tan intensa como la de ayer. Se movió en las sábanas húmedas por el sudor que había destilado su cuerpo, había mucho calor y estar arropado como un bollo en las sábanas no ayudaba para nada.
Vio a Kaburamaru estar acurrucado a un lado, arriba de su camisa en busca de calor y el olor de su dueño, la soledad de su despertar ya no era tan grande como en un principio.
Se reincorporo en el futón observando los alrededores en busca del culpable de su situación pero no estaba, el Pilar del Agua se había ido antes de que él despertaba como siempre habían acostumbrado. No se enojaba por la ausencia del hombre pues en primer lugar fue el mismo Obanai quien pidió que sea así, sin embargo a veces pensaba que tal vez si Tomioka decidiera permanecer a su lado las mañanas como estás no serían tan duras.
Tal vez debería pedirlo la próxima vez que se vean, debería pedir que se quede hasta que despierte para que lo ayude a parar como si ambos fueran... ¿una pareja? Pero no lo son, esto es solo sexo, se había dejado en claro desde el principio, ¿Tal vez el termino correcto sea amigos? Tampoco cuela pues resulta que a los ojos del mundo ambos son solo compañeros de trabajo que comparten el mismo cargo. Tomioka va por su lado e Iguro va por el suyo, ninguno se dirige la palabra a menos que sea muy necesario y siempre se siente ese ambiente tenso al tenerlos juntos en la misma habitación.
Desde luego que ambos azabaches estaban muy seguros de que la tensión siempre era sexual pero el resto del mundo no, todos estaban seguros de que se debía por las diversas diferencias en el pasado y los insultos descarados que Obanai decía a cada rato, insultos que el más bajo no podía repetir de noche porque siempre era incapaz de formar oraciones coherentes.
Los recuerdos de ayer empezaron a ser mucho más visibles en su mente volviéndose a sentir sucio, se comparaba con una cortesana que se vende a bajo precio en un burdel. Por supuesto que Iguro no era eso, estás experiencias que ha tenido con Tomioka son las primeras de su vida, no ha habido otra persona que haya sido capaz de tomarlo y hablarle de la misma forma que lo hace el Pilar del Agua. Probablemente sea por eso a qué se deba su sensación de suciedad, Obanai estaba haciendo estás cosas sin amor.
Nunca antes pensó en tener la probabilidad de realizar este tipo de actos indecorosos con alguna persona, menos pensó someterse a merced de otro hombre porque eso sí era algo asqueroso y aun así lo estaba haciendo, dejándose llenar y usar noche tras noche como si solo sirviera para eso, se estaba rebajando tanto por un hombre y la respuesta no era algo cursi como el amor sino mero deseo y lujuria.
Iguro no amaba a Tomioka y Tomioka no amaba a Iguro, ambos tenían sus sentimientos muy en claro porque ninguno se conocía en profundidad. Por supuesto que se saben las mañas de sus cuerpos, qué botones presionar para que ambos puedan disfrutar de una alocada noche pero gustos, sueños o sentimientos no entraban a la discusión. No han tenido una conversación más allá de preguntarse si se puede disfrutar de un momento rápido en los escondites del bosque.
Iguro estaba sintiendo mucha vergüenza, no tenía dignidad. El dolor en su garganta es la prueba de que su orgullo y dignidad desaparecieron por completo.
Apretó las sábanas en sus manos mientras respiraba profundo para luego salir de la habitación, sintiendo una calidez espesa entre sus piernas que le avisaba que tendría que bañarse antes de cualquier cosa, sin muchos pensamientos busco una toalla y camino hasta el baño con intención de querer borrar toda huella de Tomioka sobre su cuerpo.
Escucho el pequeño siseo de Kaburamaru detrás de él, avisando que la serpiente lo iba a acompañar en su ducha.
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Obanai evitaba por todos los medios tener que decir alguna palabra, se quedó callado en toda la reunión de Pilares para que así no se dieran cuenta del fuerte malestar de su garganta, la sentía hinchada y áspera, con dolores al intentar formular una silaba. Prefirió guardarse sus opiniones por una vez en su vida y dejar que los demás hablarán tranquilos entre si.
Tampoco es que sea tan necesario decir lo que opina, a su lado estaba su amigo Shinazugawa que gritaba exactamente lo que pensaba en estos momentos, en el tema de la Cofradia ambos eran casi la misma persona. Pero aún así incluso el más gritón necesitaba apoyo de vez cuando, sintió un codazo en el costado de su brazo y miro al albino.
—Iguro también piensa como yo, ¡no son 5 contra 1!— Defendió Sanemi molesto de nunca poder estar en sintonía con los demás Pilares.
Obanai se vio agobiado por la falta de tacto que tenía Shinazugawa para defender su postura, siempre tiene que gritar o insultar y si eso falla le pide ayuda para remediar lo que ha hecho. Con un pequeño carraspeo en su garganta Iguro miro a los demás presentes intentando controlar la gravedad y aspereza de su voz.
—Los cazadores cada año son más débiles, debemos aumentar la dificultad del examen de admisión.— Fue sorpresivamente más bajo de lo que Iguro estaba esperando, pero era suficiente para que el resto lo escuchará.— Que solo sobrevivan los verdaderamente aptos para este trabajo.
—Pero si la cantidad de muertos en el examen cada vez es más alta, ¿no es estúpido aumentar la dificultad y mandarlos a morir? Lo mejor es que se tenga mayor supervisión en los exámenes.— Shinobu hablo con obviedad en sus palabras y miro a Iguro de vuelta, esperando a que este contestara.
—Eso solo los hara más ineptos.— Obanai prosiguió a decir, logrando hacer que el resto de Pilares debatiera ese punto.
Iguro en serio necesitaba un tiempo fuera de estás cosas, a veces envidiaba lo fácil que Tomioka podía pasar desapercibido en el entorno social, se perdía muy rápido cuando estaba en medio de los demás Pilares. El Pilar de la Serpiente decidió encogerse en su sitio sintiéndose bien consigo mismo por el pequeño aporte a la conversación,
Lamentablemente su amigo no lo ve así.
—¡Maldita sea, Iguro!— Nuevamente un golpe en su hombro, el más bajo miro al albino enojado.— ¿No piensas ayudarme?
—¿No ves que estamos perdiendo la discusión?
—¿Desde cuándo te importa eso?— Sanemi lo miro bien, intentando saber qué diablos le sucedía a su amigo.
—Ya deja de-.
—Le duele la garganta.— Se escuchó la voz de Tomioka en medio de la sala, lo único que había dicho desde que puso un pie en la sala de reuniones fue decir lo que todos supieron en el instante que Obanai hablo.— ¿Por qué te duele, Iguro?
¡¿Por qué será, maldito imbécil?!
Obanai con ese insulto rondando en su cabeza miro al hombre en aquel extremo de la habitación, lo estaba viendo tranquilo sin mostrar ningún tipo de mueca vergonzosa o de burla por esperar una respuesta que ya sabía. El más bajo de veras lo odiaba, detestaba cuando hacia este tipo de cosas.
Sus mejillas ardieron pero no fue nada que sus vendas no puedan cubrir, evito soltar más información de la necesaria e hizo una expresión de molestia.
—¿A tí qué te importa, estúpido?— Contraataco Iguro con desinterés en su voz, el amante a las serpientes siempre había sido muy bueno ocultando sus emociones en público.— Esa pregunta no va con el ritmo de esta reunión.
—Iguro tiene razón, Tomioka.— Dijo Shinobu a lado de él, ahora ella lo miro como si lo estuviera regañando.— Sabes que él es propenso a tener infecciones, siempre viene a las reuniones con dolencias.
Y si bien Obanai prefirió no escuchar las últimas palabras de la mujer se sintió aliviado de que Giyū se callara y no volviera a preguntar o hacer notar sus señales de incomodidad delante el público. El Pilar de la Serpiente siguió intentando permanecer callado en la reunión hasta el final, ganándose un mal comentario de Shinazugawa por su nula ayuda a la conversación pues a palabras del albino perdieron porque Iguro no ayudó, no porque desde un principio estaban discutiendo contra 5 personas.
Obanai piensa que su amigo es un completo estúpido, algunas veces.
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Había tenido una larga noche después de haber patrullado su zona con bastante eficacia, Tomioka era un Pilar excepcional en las misiones concisas y de gran escala aunque él mismo se quiera hacer ver que no. En este instante estaba bastante exhausto por la falta de sueño que tuvo la noche anterior gracias a su compañero, está vez había decido irse a dormir en lugar de irrumpir la propiedad ajena en busca de un desahogo.
Estos últimos días las cosas entre ellos habían estado mucho más intensas que de costumbre, tal vez sea porque la vergüenza inicial de una relación como la que tienen se había esfumado y solo quedaban los deseos y fantasías por terminar. Al menos para Giyū había sido así, se encontraba bastante satisfecho con como se sentía ahora pues por más peros o problemas que intente buscarle a sus encuentros clandestinos no había nada que lo haga estar en vela durante toda la noche.
Estaba bastante consiente de que estaban en medio de algo espantoso por ser hombres, que aquellos actos eran vergonzosos y mal vistos antes de un matrimonio o una unión, que si se termina por descubrir no solo la reputación suya quedará manchada sino también la de su amante, quien sí tenía una vida social más amplia e importarte que la de él.
Podría ponerle un paro a esto lo más rápido posible, tal vez conseguirse después otra persona dispuesta con quien pudiera seguir sin tantas repercusiones si se llegara a descubrir pero ya estaba cómodo. Se había acostumbrado al cuerpo del hombre debajo de él, al rostro lloroso y voz suplicante con el que se mantenía casi todas las noches, de alguna manera le había agarrado aprecio.
También una parte de su cerebro se mantenía culpable por como se dieron las cosas, estaba de alguna forma obligado a permanecer a su lado por ser la primera experiencia de Iguro al mundo de los placeres, por más que el más bajo lo niegue Giyū sabe que tiene un pequeño remordimiento por su relación.
Se niega a dejarlo y hacerlo sentir usado, dejará que las cosas pasen y que sea Obanai quien decida ponerle un paro a esta relación insalubre, por mientras disfrutara de cada parte del Pilar de la Serpiente.
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