Capítulo 6
Los recuerdos. Unos felices, otros no tanto. Es doloroso recordar aquellos en los que perdimos a alguien, ya que cuando pierdes a alguien, no sólo pierdes una pieza importante en tú vida, si no que también pierdes una parte de tí. Es doloroso, y bastante, pero es aún más doloroso recordar aquellos momentos felices, que sabes que no podrás volver a vivir.
Me levanté del piso arrugando la carta, definitivamente me estaba volviendo loca,<< ¿Cómo diablos llegaron todas esas cartas hasta mí?>> Era bastante extraño.
Acomodé la carta en el alajero, junto con la otra. Quizá tenían un mensaje oculto, pero no lo decifraría. Por lo menos no ahora.
Sequé mis lágrimas con un pañuelo y salí de mi habitación, bajé las escaleras; mamá y papá estaban sentados en el sofá.
—Catalina Loise Rosewood, tenemos que hablar —dijo papá con firmeza.
—¿Qué pasa? —fruncí el ceño.
<<¿Nunca han sentido una mala y frustrante sensación al oír tu nombre completo? Supongo que debe ser peor cuando tus padres lo dicen.>>
—Te estás saliendo de control, sabes que puedes contar con nosotros, si hay algún problema, dínoslo, lo resolveremos juntos —dijo mi padre.
—Yo... Estoy bien, enserio —intenté hacer una sonrisa sincera, pero no lo logré.
—Sabemos que no lo estás, cariño estamos para ayudarte —dijo mamá ansiosa.
Sabía que querían llegar a un punto, pero por ningún motivo se los diría. Ni siquiera sabía lo que era, ni lo que quería llegar a ser.
—Dejen de preguntarme si estoy bien, ¡preocupense por su vida! —exclamé alterada.
—¡Tú eres nuestra vida! —dijeron al unisono.
—No, no lo soy, créanme que no lo soy. —apreté mis puños y cerré fuertemente los ojos intentando contener el llanto.
—Cariño, nosotros te amamos, por favor cuéntanos qué es lo que te está pasando —dijo mamá.
—Yo... Tengo sesión con Kalyn —chasqué los dedos—. Debo irme.
—No sabía que los miércoles tenías cita con ella —frunció los labios.
—Cambié el día —mentí.
Ellos asintieron un tanto desconcertados. Hice un gesto de despedida con mi mano y salí.
Claramente no tenía cita con kalyn, fue una ocurrencia de último minuto. Pero lo pensé detalladamente; lo cierto es que necesitaba hablar con alguien.
Subí al auto rápidamente, cerré la puerta, y me dirigí a el enorme edificio donde se encontraba la oficina de Kalyn. Al llegar, bajé del auto, lo cerré y entré rápidamente al edificio, subí por las escaleras; pues la oficina de Kalyn se encontraba en el segundo piso. Entré y ví a la secretaria, quien me miraba extrañada.
—Catalina, ¿qué haces aquí? ¿Cambiaste el día? No lo anoté en mi agenda... Oh disculpa, soy muy distraída...
—No, no te preocupes... —miré su gafete para poder ver su nombre. Es curioso, he venido bastante veces, atendida por la misma chica de pelo castaño y ojos café claro, nunca me había dado el tiempo siquiera para saber su nombre...—. ¿Karina, cierto? —sonreí. Ella asintió —. No he cambiado el día, es sólo que necesito hablar con Kalyn, ¿Está ocupada?
—Estás de suerte, puedes pasar —sonrió.
—Gracias.
Rodé la perilla de la puerta de madera y entré. Kalyn estaba sentada en su escritorio ordenando algunos documentos, con sus lentes puestos y sus cabellos tapándole el rostro.
—Catalina, que sorpresa, no sabía que vendrías. —dijo impresionada.
—Lo lamento, pero necesito hablar con alguien.
—Claro, siéntate —dijo amablemente.
Me senté en el sofá de siempre y proseguí.
—No puedo evitar no extrañarlo —apoyé mis manos en mis piernas.
—Sé que es difícil perder a tu mejor amigo —bajó la cabeza.
—Es que no sólo era mí mejor amigo —masajé mis sienes.
—¿Entonces qué era?
—Mí confidente, mi amigo, mi acompañante, mi media naranja, mi novio... —bajé el tono de voz poco a poco.
—Querida. —tragó saliva—. Debes dejar ir lo que ya se ha ido, no hay manera de retroceder el tiempo.
—¿Cómo esperas que lo haga?
—Distrayéndote —propuso firmemente.
—¿Distrayéndome? —pregunté extrañada.
—Por ejemplo, practicar algún deporte, escribir, tocar algún instrumento...
—¿De qué me serviría eso? —fruncí el ceño.
—Es una buena manera de desahogarse, intenta con el violín —sonrió.
—¿Violín? Nunca he tocado el violín, además, estoy demasiado grande como para distraerme con ese tipo de cosas.
—Nunca se es demasiado viejo para aprender —levantó una ceja.
—Está bien, lo intentaré —reí un poco.
—Me alegro por ello. Cuéntame, ¿cómo te ha ido? ¿qué has hecho?
—La verdad, nada interesante.
Claramente no le diría que me había limitado a comer durante días, no era que no comía nada, estaba consiente de lo que podía llegarme a pasar si no consumía ningún alimento, pero necesitaba bajar de peso, como alrededor de 70 calorías por día, solía fijarme en lo que contenían los alimentos que consumía. Pero no tenía nada de malo, era normal. Al menos eso pensaba...
—¿Quieres platicar sobre algo más? —interrumpió mis pensamientos.
—No, supongo que debo irme —me paré del sofá y me dispuse a marcharme.
—Espera —dijo Kalyn con voz pasiva—. ¿Vendrás a la sesión de mañana?
—Claro —Sonreí—. Adiós.
Ella asintió y cerré la puerta. No tenía idea de a dónde iría, pues prefería evitarme las discusiones con mis padres, tomé mi teléfono y por suerte mis padres le habían puesto crédito, me dirigí a los contactos y llamé a Chloe. Mandó buzón, pero no le tomé ninguna importancia, sabía donde estaba su casa e iría allá.
Subí a mí auto, y me dirigí al departamento de Chloe, el cual se encontraba bastante lejos. Cuando a fin llegué, estacioné el auto justo en frente del edificio, bajé, y entré al enorme edificio.
—Disculpa, ¿se encuentra la señorita Chloe? —le pregunté a la secretaria de cabello negro y ondulado, con una mini falda y una ombliguera. No parecía agradable, ni mucho menos linda.
— ¿Para? —dijo entrelazando su cabello a los dedos.
—Necesito hablar con ella —esperaba que no preguntase otra cosa.
— ¿De? —dijo anonadada.
— ¿Puede dejar de preguntar cosas que no te incumben y decirme si se encuentra Chloe por favor? —dije molesta.
—No está —rió—. Supongo que ahora te irás —. Hizo un gesto triunfante.
Aún no sabía como es que las personas pueden llegar a ser tan groseras, es decir, no tenemos la culpa de lo que les haya pasado ¿Acaso era la única a la que le molestaban esos actos?
—No tienes que responder así, puedo irme sin necesidad de que seas grosera —admití.
Subí a mi auto y me dispuse a ir a casa. Pero antes de irme, observé a Chloe en su ventana, ella estaba presente y seguramente no quería que estuviera presente. Y me dolió, porque al verla tan feliz, hablando por teléfono con una persona, supe que ella ya no me quería más ahí. Sin embargo era mi mejor amiga y la necesitaba, a pesar de que ella no me necesitara a mí.
Anochecía, me sentía un poco mareada pero no me importó, pues no tenía hambre.
Solía repetirme eso en mi cabeza...
<< No tengo hambre, no debes tener hambre>>
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro