Capítulo 31
El primer amor nunca se olvida, pero llega un momento en el que tienes que dejar ir a esa persona, para conocer a otra, el verdadero amor. Y no sólo conocerla, si no adentrarte a su mundo, debes estar dispuesto a hacerlo, porque si no lo haces, todo terminaría mal.
—Levántate —me decía Kalyn mientras intentaba quitarme las sábanas que tenía ensima.
—No quiero —jalé las sábanas.
—Entonces no te contaré lo que pasó con Peter —quité las sábanas de mi cara y la miré fijamente.
—¿Qué pasó? —pregunté preocupada.
—Te he pillado, ¡si te gusta!
—Me guste o no, yo no le gusto a él —Rodeé los ojos y nuevamente me tapé con las sábanas.
Y ella las volvió a quitar.
Había pasado una semana desde aquella discusión con Peter, y me sentía fatal por no haberlo escuchado, pero aún seguía molesta por todo lo que había hecho.
—Catalina, seguro tiene una buena explicación.
—Pero ahora no la quiero oír —volví a taparme la cara.
—Te vas a terminar arrepintiendo —me quitó las sábanas moradas nuevamente.
—¿Entonces qué hago? No hemos hablado desde hace una semana.
—Mándale un mensaje —sugirió.
—¿Y si no contesta?
—Entonces no es el indicado —sonrió.
Le envié un mensaje a Peter diciéndole que si podríamos vernos en el mismo lugar en el que nos vimos en nuestra primera cita en unos cuantos minutos. Me respondió inmediatamente. Nos veríamos en unos minutos.
—¿Y cómo vas con el violín?
—Para ser honesta Kalyn, no he practicado —admití.
—No te preocupes, ¿dónde está?
—¿Dónde está qué? —fruncí el ceño.
—El violín.
—¡Ah! Está en... —intenté analizar la situación e intentar recordar en que parte se encontraba el violín—. ¡Maldita sea!
—¿Qué pasa?
—Lo olvidé en el hospital. Debe seguir allí, pronto cerraran el horario en el que puedo entrar y luego será la semana de aislamiento de las personas del ala tres, tengo que ir —me levanté rápidamente y tomé mi bolso verde.
—¡Espera! ¿y Peter?
—Tendrá que aguardar, no tardaré mucho.
Salí corriendo de mi habitación y me fuí en pijama.
—¿Catalina? —dijo mi padre mirándome fijamente.
—Dile a Kalyn que te lo explique, me tengo que ir.
Subí a mi auto y me marché directamente al hospital.
Llegué y entré.
—Señorita, ¿a dónde se dirige?—preguntó la secretaria.
Ignoré aquella pregunta y subí al ascensor dirigiéndome a la sala de artes, pues supuse que aún estaría allí.
—¿Catalina? —preguntó aquella niñita de voz dulce.
—¿Falley? —me compadecí al verla.
Lucía terriblemente mal, sus ojeras eran bastante notorias y su rostro reflejaba cansancio. Llevaba un oso de peluche color marrón en sus pequeñas manos.
—Por favor perdona a mi hermano, no fue culpa suya, fue mi culpa. —Comenzó a derramar lágrimas.
Sentí un inmenso nudo en la garganta.
—No Falley, no digas eso —me acerqué y abracé su delicado cuerpo.
—Es cierto, por mi culpa Peter hizo ese trato.
—¿Por qué lo dices?
—Porque la chica le dio dinero, y con eso pagó mi tratamient —Sollozó.
<<Y así entendí todo>> Peter lo había hecho para que su hermana pudiese vivir, y me sentí mal y egoísta al no haberlo escuchado.
Me separé delicadamente de Falley.
—No te preocupes linda, ya lo arreglaré con él.
—¿Lo amas? —aquella pregunta me congeló el alma.
<<Amar>> Es un sentimiento bastante fuerte y debía ser honesta.
—Así es pequeña —le sonreí.
—Cuída a mi hermano por mí ¿quieres?
Mis ojos se cristalizaron.
—Mi niña, vivirás para cuidarlo. Ahora debo irme, debo arreglar las cosas con Peter.
Me alejé un poco y miré a Falley, aquella tenía una sonrisa en su rostro, pero de pronto perdió el equilibrio y cayó fuertemente al frío suelo. La tomé en mis brazos.
—¡Ayuda! ¡ayuda por favor! ¡necesito ayuda! —grité fuertemente y con lágrimas en los ojos.
Una doctora de bata blanca se llevó a Falley en una camilla junto con tres enfermeros.
Me solté en llanto, <<No Falley, no, resiste>>
No pasé por el violín, en ese momento, era lo que menos importaba.
Llamé a Peter y le conté lo sucedido, su voz estaba quebrada y aunque no lo veía, juraba que estaba llorando.
——~•~——
—¿Cómo está? —dijo Peter mirándome a los ojos.
—Aún no me han dicho, en cuanto sepan algo, nos darán la noticia —expliqué intentando parecer calmada.
Pero en realidad no lo estaba.
—¿Cómo supiste? ¿cómo es que estás aquí?
—Vine a recoger mi violín antes de ir a verte, me topé con ella, me contó lo que había pasado, me alejé y se desmayó —agitó su cabello—. Me preguntó si te amo.
—¿Qué le dijiste?
—Le dije que sí.
—¿Y eso es cierto?
—Nunca mentiría sobre ello.
—¿Por qué?
—Porque fuiste de las pocas personas que me apoyó cuando más lo necesitaba —sonreí.
—Lamento todo lo que te hice, yo...
—¡Sh! —Puse mi dedo índice en sus labios—. Lo entiendo, pero por el momento, no deseo hablar de eso.
Se acercó a mi delicadamente, tomó mis mejillas con suavidad y acercó sus labios con los míos.
—Yo también te amo —dijo y me dio un suave, delicado y lindo beso en los labios. Sentí mariposas revoloteando en todo mi cuerpo.
Y me di cuenta, de lo mucho que me había enamorado de él.
—Joven Peter —dijo una enfermera.
—Dígame —dijo Peter con firmeza.
—¿Usted es familiar de la paciente Falley?
—Soy su hermano.
—No tengo idea de por donde empezar, lo siento mucho, tuvo un derrame cerebral debido al cáncer —bajó la cabeza.
—¡No! Debe ser una broma, por favor. —suplicó y soltó el llanto.
—Lamentamos su mucho su pérdida.
—Quiero verla —dijo sollozando.
—Lo lamento, pero no puede hacerlo.
Peter sólo asintió y se alejó de aquel lugar.
—¡Peter espera! —corrí tras él.
—Necesito un tiempo a solas.
—No te dejaré solo, no en esto.
—Y esa es una de las razones por las que te amo, pero debo afrontar esto solo, por favor.
—Está bien, pero si necesitas algo, no dudes en llamarme.
—Si necesito algo, créeme que serás la primera —tomó mi barbilla, me besó con dulzura y se fue.
Falley, una niñita que merecía vivir, una niña maravillosa, una niña que tenía una vida por delante, había muerto, había muerto en mis brazos. Ahora ella estaba en un lugar mejor, un lugar en el que ya no se quejaba de su intenso dolor en todo el cuerpo, un lugar en el que no despertaba todos los días en una habitación de hospital, un lugar sin quimioterapias, un lugar sin vacunas, un lugar sin medicamentos, un lugar sin cáncer.
<<La muerte deja un dolor que no se puede olvidar, pero se puede superar>>
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