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Capítulo 27

La unión es la formación de dos o más personas, que pueden obtener su beneficio mutuamente. Pero lo malo de las uniones, es que son un hilo bastante delgado y en cualquier momento puede romperse. Puede parecer que nunca podrá pasar, pero la única cosa que rompe por completo la unión, es la traición. Y muchos de nosotros lo hemos hecho.

Abrí los ojos y volví a la realidad.

—Buenos días —dijo mi madre acariciándome el cabello.

—¿Qué haces aquí tan temprano?

—Pues te tengo buenas noticias, en una semana saldrás de aquí.

—Pero aún no me he curado.

—Estoy consciente de ello, pero tu enfermedad puede tratarse en casa, con los medicamentos necesarios y ganas de seguir tu vida, podrás recuperarte del todo —sonrió.

—Lamento ya no poder ir a Yale, querías que lo hiciera y te fallé.

—No te preocupes por eso cariño, encontraremos una nueva universidad —me acarició el rostro suavemente.

—De acuerdo.

—Mañana te veo, tengo que ir a hacer unas cosas del trabajo.

—Está bien mamá —sonreí—. Pero antes de irte, ¿tienes una libreta y una pluma?

—Claro, ¿para qué?

—Para distraerme, es algo aburrido estar aquí sin aparatos electrónicos. —mi madre sacó una libreta roja y una pluma color negro de su bolso, me los entrego.

Me besó la frente y se marchó.

La enfermera Ale me atendió unos cuantos minutos y se marchó de la habitación.

Saqué la libreta y la pluma y comencé a escribir la letra de la canción la cual recordaba perfectamente. Pero decidí hacerle unos cuantos cambios,

Todos me miran y critican y no entiendo la razón,
Me encontraste y me llevaste a un lugar que nunca imaginé,
Seguía confusa y lo notaste,
Y me abrazaste sin importar lo que dijesen los demás,
Y entonces fue cuando yo supe,
Que me querías de verdad,
Porque yo tenía miedo de que me volvieran a lastimar,
Porque ya lo han hecho una y mil veces,
Pero sé que tu no lo harás,
Porque tu me quieres de verdad,
Me diste una carta, y yo la quemé,
Pero cariño aún así tú seguías queriendo estar conmigo,
Pero a pesar de que había entendido lo mucho que me querías de verdad,
Seguía teniendo miedo porque ya lo han hecho una y mil veces,
Pero se que tu no lo harás,
Porque tu me quieres de verdad,
Así que tómame y abrázame,
Jamás me dejes ir,
Porque ya lo han hecho una y mil veces,
Pero se que tu no lo harás,
Porque tu me quieres de verdad.

Me quedé asimilando un poco las cosas, sabía que Nancy se sentiría triste, pues ella se estaba esforzando mucho, y yo llevaba menos tiempo que ella. Mis sentimientos por Peter estaban totalmente revueltos, aún no había olvidado a Tomas. Tendría que apoyar a Jolan pero no podría hacerlo del todo estando fuera del hospital.

Pero también tenía que estudiar la universidad, hablar con la madre de Tomas y seguir con mi vida, y no podía hacerlo desde el hospital.

Desayuné y Ale me dio algunos medicamentos, me los tomé y me dirigí a la sala de artes.

—¡Catalina!

—¡Nancy!

—¿Qué crees? —preguntó dando pequeños saltitos.

—Dime —sonreí.

—Me han dado otra oportunidad, mañana saldré de aquí, aunque me harán chequeos los fines de semana.

—¿Enserio? —pregunté con entusiasmo. Aunque la respuesta era obvia—. ¿Cómo?

—Ayer mis padres vinieron a visitarme, hablé con ellos y los médicos, me autorizaron recuperarme en casa, ¡Catalina por fin saldré de aquí!

—Me alegro mucho por ti, entonces ya somos dos —la abracé.

—¡Lo sabía! —exclamó—. ¡Sabía que saldrías muy pronto! Te lo mereces.

—Gracias, pero yo no hubiese podido hacerlo de no ser por ti —aclaré.

—Y yo tampoco sin ti.

—Bueno, basta de emociones porque voy a llorar —reímos al unísono.

—Bueno, me tengo que ir, mis padres vendrán en unos minutos —dijo emocionada.

—¿Qué no te vas mañana? —fruncí el ceño.

—Así es, pero me traerán ropa y mi teléfono.

—¡Genial!

—Bueno, adiós Catalina —asentí.

Me encontraba paseando entre los pasillos, y después de tanto caminar, decidí volver a mi habitación.

Miré hacia la camilla, se encontraba una carta. La tomé y comencé a leerla.

"Querida Darling,

Quiero que sepas que lamento todo, pasaste tantas cosas gracias a mí. Pero ahora podemos estar juntos, podemos vivir la vida que siempre soñamos. Te contaré todo algún día, te amo linda, nunca lo dudes. Mi hermosa pelirroja, viviremos lo que siempre quisimos.

Con amor,
Tomas."

—¡Oh Dios! —puse mis manos en la boca.

No podía creerlo, era él, era Tomas, sólo Tomas me decía Darling, era el único que lo sabía, nadie más.

<<Al menos era lo que yo quería pensar>>

"—Sabes, estuve pensando, y creo que deberíamos tener un apodo —dijo el chico de cabello rizado.

—¿Por qué? —pregunté mientras caminábamos hacia mi casa.

—Muchas parejas lo hacen, y sería lindo, además podríamos decirlo únicamente cuando estemos en apuros —respondió.

—¿Y cuál apodo podría ser? —levanté una ceja.

—Mmm, la verdad no tengo idea —Chasqueó la lengua.

—Pues, podría ser ¿Dubalín? —sugerí.

—¿Cómo el dulce? —rió.

—Nunca he sido muy creativa respecto a eso —me excusé.

—¿Balón?

—Eso es aún peor que dubalín —reí.

—¿Qué tal "Darling"?

—¿Darling?

—Sí, es querido en inglés, suena lindo. —sonrió de oreja a oreja—. ¿Qué dices?

—Entonces darling será."

<<¡No podía ser posible!>> Examiné la carta una y otra vez. Esa carta era diferente a las otras, estaba escrita a computadora y la letra era inclinada hacia la derecha, estaba en una hoja de máquina color beige y el aroma era dulce y delicado.

¿Pero qué estaba pasando? ¿Acaso realmente podría ser Tomas? Pero por supuesto que lo era, nadie más sabía que nos llamábamos así, era nuestra palabra secreta, nuestro apodo. La pregunta era ¿Por qué? ¿Por qué se había ido? ¿Por qué me hizo pensar que había muerto? Estaba realmente estresada, abrumada y nerviosa. Mi cuerpo temblaba de pies a cabeza, no había parte de mi cuerpo que estuviera calmada.

Y entonces una gran pregunta se formuló en mi cabeza ¿Dónde estaba Tomas? Quizá había tenido algunos problemas con personas malas, pero entonces ¿Quién me había donado el corazón? ¿Qué diablos estaba pasando? No pensaría volver de la nada sin explicarme el más mínimo detalle de lo que habría pasado, no pensaría que volveríamos en un dos por tres después de lo que me hizo pensar. Pero ¿Y Peter? Me había dado su apoyo incondicional en todo momento, se ganó mi confianza y mi respeto. Y también una gran parte de mi corazón. Pero aún estaba indecisa sobre mis sentimientos.

Además las cartas me confundían aún más.

Y si fuera cierto, ¿Quién era el que realmente quería?

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