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Capítulo 21

Nunca me gustó tener un nudo en la garganta. Solía ser muy sincera antes de la muerte de Tomas; pero lamentablemente cuando el se fue, una parte de mi ser también lo hizo.

Una canción decía <<La peor parte de perderlo, no fue perderlo a él, si no perderme a mí.>> Y era la verdad, por un momento me había perdido a mi misma.

—Bien ¿Estás lista? —me preguntó Nancy llena de emoción

—Claro —agité las manos para expresar mi emoción hacia su próximo comentario.

—Mañana me darán de alta —dijo emocionada.

—Nancy, ¡eso es asombroso!

—Ya sé, estoy segura de que te darán de alta muy pronto a ti también —sonrió mostrando su linda sonrisa.

—Eso espero, ¿es la razón por la que no estuviste ayer?

—Sí, me hicieron algunos exámenes —explicó.

—Me alegro mucho por ti —dije emocionada.

—Bueno, debo irme, me harán un último chequeo —asentí y salió de la sala de artes.

Me acomodé en el sillón y comencé a retomar el libro que tenía en las manos "El principito." Ya llevaba poco más de la mitad.

—Es un lindo libro —dijo una chica de cabello morado que le llegaba arriba de los hombros.

Era bastante pálida y tenía las mejillas rosadas. No era alta, al contrario, tenía una muy baja estatura. Vestía con una bata igual que la mía, y su cabello estaba recogido en una coleta.

—Supongo que sí —sonreí.

—Soy Leca —se presentó.

—Soy Catalina —me presenté.

—¿Estás en el área de psiquiatría cierto?

—Sí, ¿y tú?

—No, también estoy en el ala dos, problema de úlcera —hizo un puchero.

—Pensé que los únicos que venían aquí eran los de psiquiatría —confesé.

—Pues pensaste mal, todos pueden venir aquí, pero prefieren descansar y quedarse con sus familias.

—¿Es la primera vez que estás aquí?

—No, he estado varias veces, pero mis horarios son diferentes a los tuyos.

—¿Ya leíste el libro? —cambié el tema.

—Cientos de veces, es mi libro favorito.

—Creo que muy pronto será el mío también.

—Bueno, cambiando de tema, enserio tengo que decirte esto, y espero no incomodarte, pero ¡amo tu cabello!

—¿Enserio? —reí por lo bajo.

Era muy irónico que yo lo odiase y bastantes personas quisieran ser pelirrojas. Ya saben lo que dicen "pelirroja mala suerte".

—Por supuesto, el color es divino y te queda a la perfección. Una vez intenté pintarme el pelo del mismo color que el tuyo, pero no me sentaba bien —tomó un mechón de su cabello.

—Pero el morado te sienta bien —la animé.

—Aunque preferiría tenerlo rojo —reprochó.

—No lo creo, habría miles de personas que creerían que das mala suerte. —Bufé.

¡Y era verdad! Cuando iba a la escuela nunca faltaba el chico o chica que gritaba ¡Pelirroja mala suerte! Era un tanto incómodo y para nada alagador.

—¡Buen punto! —señaló.

—Sí, es un gran punto.

—Trato de sostener la conversación, pero no sé cómo hacerlo —admitió.

—¡Oh! mmm, ¿cuál es tu color favorito? —intenté seguir la conversación.

—El blanco, desde luego —respondió.

—¿Por qué?

—Suele hacerme sentir limpia, libre, con paz. Es un color impecable y hermoso. ¿Y el tuyo cuál es?

—El azul, para mí representa la naturaleza. Es tranquilidad y estabilidad —respondí con certeza.

—¿Y tienes pareja o algo así? —intentó sacar plática.

—Alguna vez la tuve... —recordé y un lindo y doloroso recuerdo regresó a mi mente.

"Tomas había estado muy extraño los últimos días, me había estado evitando y temía que estuviera sucediendo algo malo. Tenía quince años y mis sentimientos por él habían cambiado de una manera drástica, lo que me atemorizaba bastante. Éramos mejores amigos y no podría arruinar una hermosa amistad por mis estúpidos sentimientos. Recuerdo perfectamente ese día, todo pasó en el jardín de la escuela.

—¡Debes decírselo! —me animó mi amiga Alaní.

—¡No! ¿Para qué? La mandará a la frienzone —advirtió Chloe.

—¡Pero es obvio que a Tomas le gusta Catalina!

—Por supuesto que no —dijo Chloe y se cruzó de brazos.

—Que genio tienes hoy —dijo mi otra amiga Alana.

—Si van a seguir creyendo en cuentos que jamás van a pasar, mejor las veré después —se alejó.

—No le hagas caso amiga, es obvio que ambos sienten lo mismo —dijo Alaní.

—Tal vez Chloe tiene razón. —Agaché la cabeza.

—¡Obvio que no! Además ¡Mírate! Eres divina —me miraron de pies a cabeza.

—No lo creo —hice un puchero—. Además ya no me habla, supongo que no quiere nada que ver conmigo.

—¡Ahí está! —gritó Alana. Su voz fue tan fuerte y clara lo que provocó que Tomas volteara y sonriera—. Es ahora, o nunca —me aventó a donde se encontraba Tomas.

—Hola —dijo nervioso.

—Hola...

Mis mejillas se pusieron intensamente rojas.

—Es un lindo día ¿no te parece?

—Tomas —suspiré—. Debo confesarte algo.

—Claro, dime.

—Pero no sé si deba hacerlo —me encorvé de hombros. Tomó mi barbilla y sonrió.

—Lo que sea que te pase, puedes contármelo.

—Es sobre mis sentimientos, yo... Lo lamento, no puedo hacerlo —me alejé y Tomas me tomó por la cintura. Lo que hizo que las chicas dieran saltitos.

—Quieres decirme que te gusto —dijo seriamente y me miró a los ojos.

—¡Claro que no! —reí fuertemente.

—¿Segura?

—¡Claro! ¿Yo? ¿enamorada de mi mejor amigo? Es imposible.

—Que pena, porque a mí si me gustas—Mi corazón se detuvo por un momento.

—¡Ay Dios! —me puse una mano en el pecho.

—¿Estás bien? ¿quieres que llame a una ambulancia? —preguntó preocupado y alterado a la vez.

—¡Mi crush me acaba de decir que le gusto! —salté y comencé a bailar.

—¡Catalina! ¿te das cuenta del susto que acabas de darme?

—Lo lamento —miré hacia abajo.

—Me refiero a que creí que no te gustaba, me rompiste el corazón por un segundo.

—¿Qué pasará ahora?

—Supongo que podríamos ser pareja—sugirió.

—¿Así nada más?

—Olvidé que te gustan las formalidades —se burló y tomó una de las rosas del jardín de la escuela—. Catalina Rosewood —se arrodilló <<¡OH POR DIOS!>>—. ¿Me harías el honor de ser mi novia? —sonrió de oreja a oreja. Tomó un mechón de mi cabello y me atoró la flor en él.

La emoción que sentí en ese preciso instante fue inigualable. Mi corazón palpitaba rápido. Estaba nerviosa, triste, feliz, ansiosa, furiosa y muy sorprendida. Sin duda, Tomás había hecho que mi estómago se llenará de mariposas.

—Claro —reí.

—Gracias Catalina, enserio me haces muy feliz —me abrazó y me dió un beso en la mejilla—. Pero, entonces ¿así que esa era la razón por la que estabas tan distante de mí?

—Tú eras el distante.

—Ambos nos equivocamos, debí habértelo dicho antes —se paró y me tomó los hombros, para luego darme un beso en los labios. Nuestro primer beso.

Todos los que se encontraban ahí comenzaron a aplaudir. Estábamos tan sumergidos en nuestro mundo, que olvidamos por completo que había más personas en él. Todos parecían contentos, a excepción de Chloe, la cual rodó los ojos una y otra vez."

—¡Hey, reacciona! —dijo Leca despavorida.

—Lo siento.

—No te preocupes, sólo quería decirte que debo irme a una revisión, pero te quedaste totalmente tiesa.

—Suele pasar, está bien.

—Bueno, debo irme, espero verte por aquí de nuevo. Adiós.

—Adiós.

Retomé mi lectura pero no dejaba de pensar en una persona. Tomas. Pensé que todos esos recuerdos iban a dejar de aparecer tan repentinamente, pero me equivoqué.

<<Esos recuerdos eran hermosos, pero también muy dolorosos, y me dolía, me dolía el alma haberlo perdido.>>

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