
Capítulo 12
Los obstáculos definen lo que somos. Toda historia de éxito los tiene. Pero también las de fracaso.
El secreto es que debes convertir esos obstáculos, en retos. Porque si los superas, te superas a ti también.
—Catalina, Catalina —Kalyn me movía de un lado a otro.
—¿Qué sucedió? —fruncí el ceño.
—No lo sé, me contabas la historia y de pronto te quedaste tiesa.
—Lo lamento... —sacudí la cabeza —. Han pasado bastantes cosas en un día.
—Lo entiendo, si no quieres seguir con la historia estaré de acuerdo.
—No, no es eso, ¿dónde me quedé?
—En la parte en que tu cuerpo falló —mordió ambos labios.
—Bueno, me desmayé y cuando desperté, Tomas ya no estaba. Me donó su corazón. Por mi culpa Tomas no está —una lágrima se escapó, a pesar de que intentara ocultarla.
—Pero no es tu culpa —dijo con seguridad.
—¿Cómo estás tan segura de eso? —pregunté. Realmente quería saberlo.
—Porque eso es amor —sonrió.
—¿Enserio lo crees? —pregunté con esperanza.
—Por supuesto. Tomas lo hizo por amor.
—Pero eso no quita que ya no pueda verlo —enrollé mi cabello.
—Pero si quita la culpa que sientes.
—Pero yo lo quiero aquí, teniendo una vida juntos ¿sabes? —suspiré—. En muchas ocasiones me he puesto a pensar en todas las veces en las que me quejé por cosas sin sentido, pero nada se compara con la pérdida de una persona, saber que por más que quieras, ya no volverás a ver a la persona que amas, al menos no en esta vida.
—Todo sucede por una razón Catalina, de verdad espero que salgas de esto. Quizá aquello te estaba reteniendo —sacó un labial color rojo, se lo aplicó y lo guardó nuevamente. No entendía la razón por la que la mayoría de las mujeres usaban maquillaje, es decir; Kalyn era muy bonita, no dependía del maquillaje—. Debo irme, te visitaré pronto y te traeré tu violín.
—Adiós —nos abrazamos y se marchó.
Era de noche y había sido un largo día. Me recosté en la incomoda camilla y me tapé con la sábana azul. Cerré los ojos.
"Después de la muerte de Tomas, me la pasaba día y noche derramando lágrimas, deprimida, recostada en mi cama. No quería ni siquiera pararme, pero cuando una persona muere. Claramente se hace un funeral.
—¿Ya terminaste? —preguntó mi madre.
—En un momento —terminé de ponerme el saco y la boina color blanca.
Bajé las escaleras y en la entrada principal, me esperaba mi madre, mi padre y mi abuela.
—¡Abuela! —le di un fuerte abrazo. Ella devolvió el gesto—. Hace bastante tiempo que no te veo.
—Es que la vida es muy corta, así que me la he pasado en diferentes lugares. Pero siempre hay tiempo para la familia —sobó mis mejillas. La abuela se había ido a Luxemburgo cuando el abuelo murió. Yo tenía ocho años, desde entonces no había vuelto.
<<¡Vaya que la vida es corta!>>
Subimos a la camioneta azul marino de mi padre y nos dirigimos al funeral. Al llegar no me parecía extraño el olor a hortensias, pues en Nueva Adlia era muy común, en vez de ir con un ramo de rosas o girasoles, íbamos con un ramo de hortensias.
Veía a todos con ropa negra como se acostumbra en los funerales, pero yo no, yo iba de blanco, porque morir, morir no es malo, al contrario, es bueno, tienes la oportunidad de comenzar de nuevo, de tener una nueva vida, lo malo, es los que nos quedamos aquí. No sufrimos por el hecho de que esa persona haya muerto, si no, porque sabemos que a pesar de todo nuestro esfuerzo ya no lo veremos más.
—Lo siento mucho —dijo Hannah, una ex compañera de la preparatoria.
—Igualmente —sonreí y me adentré al cementerio.
Era un poco extraño, pues generalmente la misa se hace en la iglesia y no en un cementerio. Perdí de vista a mis padres y a mi abuela, pero seguramente los veía en unos cuantos minutos. Seguí los pasos que daba la mayoría de la gente, seguro era ahí. Y así fue, estaba un padre sentado en una silla de plástico negra. Me acerqué a su lápida. La cual estaba grabada con las palabras "Tomas Vela Stills , un gran héroe." Sonreí, <<Un gran héroe>> Y una lágrima brotó. El héroe que salvó mi vida.
—Es un bello día como para derramar lágrimas —dijo aquel.
—Señor Vela, lo lamento —bajé la cabeza.
—No debes de lamentarlo, no pudimos hacer nada, fue su decisión —declaró—. ¿Puedo pedirte un favor?
—Claro, ¿cuál? —lo miré. El estaba vestido al igual que yo, totalmente de blanco. Y eso me alegró.
—¿Podrías dar un discurso? Sé que el hubiera querido escucharte.
—Pero... No tengo nada preparado —sinceré.
—No lo necesitas, por favor, estoy seguro de que le agradaría escucharte una última vez.
—Bueno, acepto —sonreí no muy convencida de lo que estaba haciendo.
—Te llamaré cuando te toque —me devolvió el gesto y se fue.
Mis padres y la abuela me encontraron, y comenzó la ceremonia. El padre dio un discurso. No escuché, ni puse la mínima atención pues estaba demasiado distraída con lo que podría decir. Cuando miré hacia los padres de Tomas, su padre me hacía una seña. Era mi turno. Subí a una pequeña tarima café que estaba a unos cuantos metros de la lápida.
—Bueno —suspiré—. Hola a todos, primero que nada, me llamo Catalina, era la novia de tomas, y mis mayores buenos deseos a Todos. Tomas, Tomas era —cerré los ojos y al abrirlos, proseguí—. Es un gran amigo, un gran compañero, un gran novio, un gran hijo, el me donó un corazón, su corazón, dio su vida para que yo pudiese tener una vida. Tomas dio su vida por mi, sin que yo lo pidiera. Vivimos tantos buenos momentos. Me dio siempre su apoyo incondicional, y se que con ustedes también lo hizo. Lamentablemente no pude despedirme de el, así que tomas, si estas aquí quiero decirte cuanto lo lamento, diste tu vida, para salvar la mía, y no, que no podamos ver a Tomas, no significa que no este aquí, el vive y vivirá siempre con nosotros, en nuestros corazones, hay que recordarlo como el héroe que es, como el que siempre contaba sus chistes, el que siempre te sacaba una sonrisa, el que siempre estaba ahí para todos, sin importar que, así que no, esto no es un adiós, si no, un hasta pronto, ahora Tomas esta en un lugar mejor, un lugar donde no hay sufrimiento, así que no lloren o se preocupen por el, ni por los otros, preocúpense por ustedes mismos, no lloramos por el hecho de que alguien querido a muerto, si no, porque sabemos que no lo volveremos a ver. Espero que esto lo tomen como una lección de vida, y no sólo como una pérdida. Gracias. —bajé de la tarima."
<<Como hubiese querido tomar mis propios consejos>>
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