Capítulo 1
Capítulo 1.
3/06/17
—Catalina, vamos, debes animarte —dijo la psicóloga Kalyn a quien acudía últimamente por ayuda.
—¿Enserio crees que esto va a animarme? Cada vez me siento peor, mi mundo se desmoronó en cuestión de segundos —lágrimas brotaron de mis ojos al recordar la muerte de Tomas.
—Querida, sé que es difícil perder a un ser querido, pero son lecciones que nos da la vida para un mejor futuro —sobó mis hombros.
—Yo lo quería, aún no puedo creer que se haya ido —bajé la cabeza.
—Dios suele ponerles los retos más difíciles a las personas más fuertes, no te desanimes. En el mundo hay obstáculos que debemos cruzar, historias que debemos contar, versiones que debemos escuchar, mentiras que debemos creer, sueños que debemos realizar, y, sobre todo, dolores que debemos afrontar ¿te gustaría hablar de ello? De la relación que tuviste con él —sonrió tiernamente.
—No lo sé, aún no lo he superado —me encorvé de hombros.
—Entonces ¿podrías hablarme de lo que te pasa ahora? —ladeó el labio.
—Pues verás ¿qué puede ser peor que en la mañana justamente cuando te levantas, te llega la noticia de que tu mejor amigo ha muerto? —levanté el tono de mi voz.
—¿Cómo te sientes con ello? —bajó la cabeza.
—Me siento tan devastada, tantos momentos, risas, tantos años amistad, y la muerte más dura y devastadora. Me siento tan mal —lágrimas y más lágrimas brotaron.
—No es conveniente sentirte así, no fue tu culpa —frunció el ceño.
—¿Por qué no lo sentiría? —dije con inquietud.
Las pérdidas dejan un gran vacío, uno que nadie puede llenar, oía a gente hablando sobre lo mucho que quiere llegar a tener, pero no lo mucho que le gusta lo que ya tiene. Lamentablemente yo tuve que aprender a la mala. Con Tomas a mi lado lo tenía todo, absolutamente todo, y no me di cuenta, siempre anhelé otras cosas mientras estaba a su lado, como un auto nuevo, otra carreara que estudiar, nuevos viajes que realizar. Y lo sé, estoy consciente de que en diversas ocasiones no valoré lo que tenía, pero si de algo estoy segura, es de que amé a Tomas con todo mi ser, incluso, en todos los sueños que anhelaba, ahí estaba él. Había momentos en los que realmente estar a su lado parecía un mundo color rosa, pero era demasiado hermoso para ser real.
—Tengo una idea ¿te gustaría oírla? —asentí con la cabeza —. Cierra los ojos y piensa en cómo comenzó todo, por favor no protestes, sólo recuérdalo y piénsalo detalladamente.
El hecho de protestar no era una mala idea, puesto que ¿de qué me servía recordar los buenos momentos si al final eso me iba a hacer sentir peor? Pero ya nada podía hacerme sentir peor que cargar con la culpa de haberlo matado.
Cerré mis ojos, y a pesar de que me costara trabajo, comencé a recordar aquello.
Cómo comenzó todo...
<<y pensar que sería mi perdición>>
Recordaba que fue en la escuela, tenía al rededor de cuatro años, acababa de entrar al kínder, recordaba que me encantaba molestar a un niño llamado Tomas Vela, mi Tomas... Sonreí al recordar aquel momento.
"—¡Hola! —dije jalando sus cabellos rizados. Diciendo aquello con aquella voz chillante y nefasta.
—Ya déjame en paz ¿no? —se cruzó de brazos.
—¡Eso nunca! —salté.
<<No se el porque hice eso, estaba loca, realmente loca>>"
De pronto, muchos bellos momentos regresaron a mi mente, aquellos recuerdos que ni siquiera sabía que tenía, aquellos recuerdos con Tomas, el cual ya se había ido.
—¡Ya no puedo hacerlo! —le grité a Kalyn al abrir los ojos.
Ella parecía estar tomando anotaciones en su pequeña libreta de tercio pelo rojo. Completamente en estado de paz y tranquilidad.
—Se ha acabado la sesión. Catalina, promete que practicaras esto en tu casa, te prometo que te ayudará —sonrió con lastima. Lo podía ver perfectamente en sus ojos color avellana.
—¿Acaso sirve de algo recordar que maté a Tomas? —mi cuerpo comenzó a temblar al haber dicho aquello en voz alta.
—Catalina, tú no lo mataste, entiéndelo, Tomas no querría que... —suspiró—. Sólo hazlo ¿quieres?
—Bien —la fulminé con la mirada y me marché.
Subí a mi auto y me dirigí a mi casa.
Tenía diecinueve años, pero aún así, no estaba en la universidad, ni en ninguna otra escuela, tras la muerte de Tomas, me encontraba tan mal, que decidí posponer la universidad.
¿Cómo se suponía que iría? Me sentía cada vez peor. Cuando me levantaba sentía un enorme vacío, estaba triste, me salían lágrimas de la nada, y no me apetecía hablar con nadie.
Al llegar a casa, me estacioné y bajé del auto. Me dirigí a la puerta sin ánimo, con las piernas pesándome a cada paso que daba, luego vi a mis padres esperándome con un gran sonrisa, que claramente era falsa, me sentí mal por no poder hacer nada por ayudarlos sabiendo que la razón de su tristeza, era la mía; pero hacía el esfuerzo por aparentar estar bien, aunque eso no servía de mucho, mi caminata, mis ojeras y mis excesivas ganas de dormir me apuñalaban por la espalda y me hacían ver transparente.
—¡Hija! ¿cómo te ha ido? —preguntó mamá con sus ojos cristalizados. <<Había estado llorando>>
Ella sabía lo mal que la estaba pasando; se arrepentía de no haber detenido a Tomas al cometer ese acto, habían pasado seis meses desde su muerte y aún seguía sin poder prosperar, sin poder prosperar con Tomas; pero no quería defraudar a mis padres, ellos siempre habían sido muy lindos conmigo, me mostraron su lado más bello, siempre, en cada instante y momento estuvieron para mí. De no ser por ellos no hubiera podido seguir. Incluso mi padre casi pierde su trabajo por su preocupación excesiva, y mi madre ya ni siquiera dormía.
<<Y todo gracias a mí>>
—Bien, he prosperado bastante —mentí.
—Bueno, debes comer algo, mira lo delgada que estas —dijo papá señalándome de pies a cabeza.
—No —suspiré—. No tengo hambre, comí en un puesto de comida cuando llegaba —mentí nuevamente.
—Bueno —sonrió—. Te queremos Catalina, lo sabes ¿no?
—Si, lo sé, yo también los quiero a ambos —sonreí lo más que pude.
—Te hicimos tu comida favorita —papá alzó su ceja izquierda.
—¿Enchiladas? —reí.
—¿Hace falta que preguntes? —dijo señalando a la mesa.
Me senté en el comedor, pues realidad, no había comido antes.
Comencé a ingerir la comida rápidamente.
<< ¿Pero qué estás haciendo? Eres una bola de grasa andante, no puedes seguir así ¡detente!>> Aquella voz apareció en mi cabeza, estrujando cada parte de mi ser, apareciendo como una bala de cañón llegando a derrumbar todo. Y comencé a hacerle caso sin saber que cometería un grave error.
—Terminé —sonreí y me marché directamente hacia mi habitación.
Durante esos últimos meses había empezado a dudar sobre mi cuerpo, sobre mí. Me metí al baño y tomé uno de mis muchos cepillos de dientes y lo introduje en mi boca provocándome el vómito.
<<Estoy bien>> me decía a mi misma <<Solo debes bajar 28 kilos para llegar a tu meta>>
—¿Hija? —preguntó mamá tocando la puerta.
—¿Qué pasa? —dije cepillando mis dientes sin abrir la puerta de mi habitación.
—He escuchado unos ruidos ¿está todo bien?
—Claro, está todo bien —tartamudeé.
—¿Puedo entrar? —preguntó girando la perilla.
—¡No! —grité sin pensar—. Es decir, sí, pasa —me levanté rápidamente del baño, acomodé mi pelo, cerré la puerta del baño y me acomodé en mi cama.
—Catalina, necesito hablar contigo sobre algo. —asentí—. Estuve hablando con tu padre, y es hora de que entres a la universidad.
Di un largo suspiro.
—Está bien —sonreí.
<<Realmente no quería hacerlo, aún no estaba bien, aún no superaba la muerte de Tomas>> pero nuevamente, no me permitía decir la verdad.
—¿Enserio? Creí que no te lo tomarías nada bien.
—Mamá, enserio, quiero hacerlo —sonreí con falsedad.
—Bueno, debo irme al trabajo, te veo más tarde —me dio un beso en la frente y se marcho de mi recámara.
Mis padres solían trabajar bastante, pero jamás llegó a faltarme su cariño y apoyo incondicional, mamá tenía una pizzería, en la que le iba bastante bien, generalmente todo el día estaba ahí, aunque esos últimos meses no, debido a la condición en la que me encontraba. Papá solía ser un exitoso empresario. A simple vista, con su pelo, ojos negros, pestañas largas y siempre vestido de traje, parecía un hombre bastante sofisticado y frío, pero la realidad era que no, era el mejor padre, cualquier chica lo quisiera tener; Mamá, era carismática y siempre suele usar vestidos, no suele ponerse maquillaje, pues con su hermoso rostro, hermosas facciones, ojos miel y cabellera larga, lacia y pelirroja, no lo necesitaba; Pero yo, era estatura promedio, mi cara no contaba con facciones lindas, mi nariz respingada, mis cejas gruesas, mis cabellos rojizos no resaltaban, mi pelo era corto, quebradizo y usualmente se esponjaba, además de que tenía ojos cafés fuerte y gorda además...
No entendía la razón por la que las personas me repetían una y otra vez lo delgada que era, yo no pensaba eso.
Mi madre me decía que era afortunada por ser bonita y tener un gran carisma, pero cuando me miraba en el espejo, sólo podía observar mi rostro horrible, mi cabello maltratado y mi cuerpo lleno de grasa, y aunque costara pensarlo, de alguna manera, Tomas quitaba todos esos pensamientos.
<<Pero Tomas ya no estaba>>
Comencé a escuchar música y luego de un rato, a pesar de que no fuera lo suficientemente tarde, me dormí, esperando un nuevo día, un nuevo día en el que comenzaba mi verdadero sufrimiento.
<<Estás jugando con fuego, y entre más juegues, más te quemarás>>
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