Dos meses, cuatro días y ocho horas después...

Harry

     Me es imposible apartar los ojos de la  silueta que se entreve por las cortinas de la habitación. Me encuentro afuera de Chevy Chase, observando por la ventana a Jamie vistiéndose a toda prisa y con bastante torpeza. Sonrío de solo pensar que en pocos minutos será la señora Conner.

    El pasto verde reluce bajo mis pies y las manos me sudan de los nervios. Por mi cabeza jamas paso la idea de que algun dia me casaria con Jamie. Esto es un sueño hecho realidad.

    Le dedico una sonrisa nerviosa a Kevin. No sabria como describirlo, pero hace un mes ni siquiera me planteaba conocerlo, y ahora puedo llamarlo mejor amigo.

     —Relajate, hombre, la novia no piensa fugarse —dice Kevin mientras me palmea el hombro tratando de reconfortarme. No lo logra, ni de cerca

     Me encuentro sudando. A chorros. El sudor se desliza por mi espalda e inundaba mis ojos.

     El momento ha llegado. Lo sé perfectamente porque las luces de la habitacion donde se encuentra Jamie se han apagado.

     —Ya viene la novia, pequeño Potter —recalca Marcel, por si me quedaban dudas.

     Me coloco delante del gran arco nupcial y limpio mis manos en mi traje blanco de tres piezas. No es ajustado, mas bien me queda un poco grande, pero Jamie me ha obligado a usarlo asi. No quise preguntar los motivos.

     En unos instantes, la puerta delantera del hotel se abre y aparece la mujer de mis sueños, luciendo un vestido blanco de cola larga que le queda precioso. Lleva escote y la parte de la espalda es en forma de V que deja poco camino a la imaginación.

     Ambos nos sonreimos con complicidad. Ansiaba quitarle ese vestido y llamarla señora Conner en alto, para que todo el mundo lo escuche.

     Observo sus preciosos ojos azules que me miran expectantes. La tomo de la mano y la guio hacia delante, frente al cura. Este ultimo asiente con la cabeza y luego carraspea.

    —Estamos aqui reunidos para concertar el matrimonio entre Lesly Jamie Moore y...

    —Espere, padre —me giro para observar a Jamie con el ceño fruncido —. ¿Te llamas Lesly?

    Ella asiente y sonríe.

   —Sí, ¿qué pasa?

    Abro la boca, quizas demasiado. Tantos años de conocerla y jamas habia escuchado ese nombre.

    —Bueno, no es sencillo enterarse que tu futura esposa le ha mentido sobre su verdadero nombre justo el día de su boda. ¿Que otra cosa me escondes, Lesly?

     Las risas de los presentes hace eco en el lugar y el padre ha comenzado a poner los ojos en blanco.

     —Yo nada, pero tu eres el menos indicado para criticarme, cuando tu segundo nombre es Isidoro —finge que reflexiona un poco —. Lo omití por falta de gusto.

     —Por favor, ¿pueden terminar de una buena vez? Aqui hay personas que necesitan confesarse —replica Marcel y Jamie le dedica una mirada asesina.

     El cura carraspea y continua con su sermón.

     —Lesly Jamie Moore, ¿acepta como esposo a Harry Isidoro Conner?

    Los murmullos y las risas no cesan, pero poco me importan.

     —Sí, acepto —confirma Jamie con seguridad.

     —Harry Isidoro Conner, ¿aceptas a Lesly Jamie Moore como tu legítima esposa?

     —Por supuesto que sí, padre. ¿Quiere dejar de llamarme Isidoro? Estoy siendo el hazme reir en mi propia boda.

     El cura ni siquiera me presta atencion. Bien, genial.

    —Yo declaro a esta bella señorita y a Isidoro —lo hace adrede, poniendo mas enfasis en mi nombre —. Marido y mujer ante los ojos de Dios y la iglesia. Ya puede besar a la novia.

     Acto seguido la beso con pasion y todos aplauden. Luego mi mujer apoya la cabeza en mi hombro y me susurra que me ama en el oído. Una mano en mi hombro libre capta mi atencion, se trata de Marcel.

     —Eh, Harry, quiero hacer un anuncio, si no les importa —nos pide con sobrada amabilidad.

    Jamie le sonríe y le indica que si. Marcel sube al escenario improvisado donde antes tocaba el piano el encargado y toma el micrófono entre sus manos media regordetas.

     —Quiero pedir algo, en concreto a una persona. Soledad... ¿te casarías conmigo?

     La aludida lo observa y las flores que sostiene en sus manos caen al suelo. Miro a Jamie y esta me guiña un ojo con picardía. Lo sabía, sabía que habia algo mas entre estos dos.

     —Sole, respóndele —la insta mi esposa.

     Soledad da varios pasos hacia el escenario, pero no llega a subir del todo. Agita su cabeza y gesticula demasiado con sus manos.

     —¿Por qué? Si soy un desastre, y soy vieja y nada se me da bien y...

     Marcel le sonrie totalmente enamorado.

    —No, no eres nada de eso. Sí, eres natural, como los desastres, preciosa y todo lo que tocas con tus manos lo destruyes. Pero hay algo que no has logrado destruir, y es mi amor por ti.

    Soledad comienza a llorar a moco tendido. Marcel se baja del escenario y la abraza con ganas. Ella se deja hacer.

     —Sí, me caso contigo —responde esta.

     De más esta decir que tuve que cambiarme la ropa y entregarle mi traje de bodas a mi productor, y Jamie tuvo que hacer lo mismo por Soledad. Se casaron el mismo día que nosotros y en la misma boda. Qué emoción.

     Esto solo era el comienzo de esta historia. Porque las locuras no acaban aqui, por supuesto.