Capítulo 6 | Número equivocado
Me hallo atrapada entre montones de carpetas sobre mi escritorio. Tengo bastante trabajo pero necesito urgentemente un descanso. Me hago un té matcha, le añado un poco de miel y vuelvo a mi incómodo asiento de piel. La verdad es que nunca me ha gustado este lugar. Se que las oficinas no suelen ser precisamente bonitas, pero este despacho es demasiado deprimente. El color gris que recubre las paredes me recuerda a una sala de quirófano y la ventana que lo decora es tan pequeña que apenas entra el aire fresco. Me siento como un ratón enjaulado.
Bebo un sorbo de mi taza de té humeante y me deleito con su agradable sabor. En ese momento, recuerdo el beso de Asher y un calor incontrolable recorre cada palmo de mi piel, acumulándose en mi entrepierna. Tengo que hacer algo antes de que mi vida se desmorone por culpa de un alocado adolescente.
Desbloqueo mi móvil y se me ocurre enviarle una foto sexy de mis pechos a Paul. Nunca antes he hecho algo así, pero las situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas. Me desabrocho los botones de mi blanca camisa y enfoco la cámara en mis pechos, haciendo la provocativa foto. Le doy al botón de enviar y espero su respuesta, que no tarda en llegar.
Vaya, Jess. Big A también te echa de menos.
El mensaje me hace fruncir el ceño, sorprendida.
¿Quién demonios es big A?
Al percatarme de que no hay respuesta, reanudo mis tareas, hasta que una vibración provoca que centre toda mi atención en la resplandeciente pantalla del móvil.
Te presento a big A, Jess.
Lo siguiente que mis ojos alcanzan a ver es la imagen de unos calzoncillos negros que realzan unos abductores marcados en forma de "uve". El bóxer cubre lo estrictamente necesario para que la foto no resulte obscena, sino increíblemente atractiva. Me muerdo ligeramente el labio inferior cuando subo poco a poco la mirada y la poso sobre unos abdominales de infarto. Noto como mi respiración se agita y mi ropa interior se humedece. Sin embargo, salgo pronto de mi ensoñación al percatarme de que ese cuerpo no es el de mi novio. ¿A quién le he mandado el mensaje entonces? Alzo la vista y el corazón se me paraliza cuando me doy cuenta de que no le he enviado la foto a Paul, sino a Asher.
Abro los ojos desmesuradamente y bloqueo el móvil lanzándolo a la parte más alejada de mi escritorio. Madre del señor hermoso, ¿pero qué he hecho? Mis pulsaciones van a mil por hora cuando la puerta chirría y alguien irrumpe en mi pequeño y hosco despacho.
—Hola pastelito, ¿quieres ir a comer después del trabajo?
—¿Por qué se me habrá ocurrido hacer esa maldita tontería? —musito para mí sin apartar la mirada del smartphone.
Paul eleva una ceja ante mi pasividad.
—Tierra llamando a Jessy, ¿estás por ahí? —suelta dando una palmada para captar mi atención.
Mis ojos se desplazan hasta su rostro y me esfuerzo en sonreír, a pesar de que cada extremidad de mi delgado cuerpo tiembla.
—Perdona Paul... ¿qué decías?
—Pues te he preguntado si querrías ir a comer conmigo —dice y me guiña un ojo—. He reservado en ese sitio de comida portuguesa que tanto te gusta.
En realidad a quien le pirra es a él.
—Sí... claro. Me encantaría.
Paul me lanza un beso desde el marco de la puerta y desaparece con una sonrisa de oreja a oreja.
Intento centrar mi atención en acabar con todo el trabajo pendiente y me paso el resto de la mañana con una calculadora en la mano. Acabo antes de lo previsto y decido adelantarme para llegar antes al local de comida portuguesa de la esquina. Salgo de la empresa y los rayos solares no tardan en incidir brutalmente contra mi blanca piel. Supurada debido al calor que proyecta el sol, me cobijo rápidamente en el establecimiento. El camarero no tarda en indicarme la mesa reservada y en proveerme de una cerveza congelada. ¡Bendita cerveza!
—¿Has tenido que esperar mucho, bizcochito?
—Solo una eternidad —apunto y ambos soltamos una risotada.
Paul alza la mano y una camarera se dirige hacia nosotros.
Paul pide un plato de bacalao al horno y yo me decanto por mi habitual plato de pollo al piri piri. La especia picante con la que maceran el pollo es un digno manjar de dioses. Podría incluso afirmar que si tuviera que elegir algo que comer el resto de días de mi vida sería este plato. Amo el picante con toda mi alma.
La comida se desarrolla animosamente y decidimos pagar la cuenta a medias. Después del gran festín, Paul y yo optamos por tomar el postre en mi casa. Cuando estoy ante la puerta principal me doy cuenta de que me he olvidado las llaves dentro. Mierda. En otra vida debí romper como diez mil espejos, porque no es normal que la suerte nunca esté de mi lado. Ahogo un suspiro y toco el timbre, rezando porque Roxy se encuentre en casa. Al cabo de un par de minutos, alguien nos abre la puerta por fin.
—Hola, Jess —me saluda mi peligro andante.
Asher se encuentra apoyado sobre el marco de la puerta y está vestido únicamente con un pantalón de chándal gris, dejando su torso al descubierto. Al menos esta vez no está practicando nudismo. Mis ojos se clavan embobados en sus trabajados abdominales y Asher se da cuenta de ello, esbozando una sonrisa de superioridad.
—Tienes que dejar de colarte en mi casa —alzo la mirada hasta su rostro y él fija sus ojos azules en mí.
—Estoy haciendo un trabajo de clase con Roxy, esta vez he llamado a la puerta —dice esbozando una sonrisa que hace me olvide de mi enfado.
—¿Y tú eres...? —pregunta Paul alzando una ceja.
—Asher, un amigo de mi hermana —me adelanto.
¿Por qué demonios estoy tan nerviosa?
—¿Y los amigos de tu hermana suelen ir medio desnudos por tu casa? —inquiere Paul, molesto.
La verdad es que mi novio es un obseso de las formas y los modales. A veces creo que se ha criado en un siglo anterior.
—Creo que a ella no le molesta en absoluto, ¿verdad, Jess? —pregunta con una sonrisa maliciosa.
Instantáneamente, mis mejillas adquieren un tono rojo intenso.
—Será mejor que entremos —apunto omitiendo la pregunta.
Paso la primera a través de Asher que me cede el paso y Paul viene después de mí. Asher se sienta en el sofá del salón y se lleva el móvil a las manos.
—¿Y mi hermana?
—Está arriba haciendo el trabajo —me responde Asher sin dejar de usar su smartphone.
—¿No se supone que es un trabajo de ambos? —inquiero sentándome a su lado.
Asher esboza una sonrisa pero sigue sin despegar la vista de la pantalla.
—Yo también estoy participando. Ahora mismo estoy buscando un sitio a dónde ir a tomar algo después de que Roxy acabe el trabajo —afirma levantando el móvil en alto.
—¿Alguien quiere un té? —interrumpe Paul.
—Yo, por favor —contesto regalándole una sonrisa.
—Yo también —remarca Asher.
Paul asiente y se dirige hacia la parte de la cocina para preparar las bebidas. Mi casa no tiene propiamente cocina, sino que forma parte del salón, separada de éste únicamente por una barra lateral.
—¿Te gusta el té? —pregunto sorprendida.
—Más bien no me gusta el café.
—A mí tampoco —confieso.
Nuestras miradas se unen y me pierdo en el intenso azul de sus ojos.
—No sabes lo cachondo que me pusiste esta mañana con tu foto —afirma—. Solo con recordarla ya se me pone dura.
Su picardía provoca que sienta un cosquilleo en mi parte más íntima.
—Asher, por favor, mi novio está a solo unos metros de aquí —digo mirando en la dirección de Paul para comprobar que no nos ha oído—. Te mandé esa foto por error.
Mis palabras intensifican su sonrisa.
—¿Ese pardillo es tu novio? Te mereces a alguien mejor —opina acercándose a mí.
—¿A quién si puede saberse? —inquiero.
—A alguien que sepa leerte y complacerte —Asher posa su mano en mi pantalón y desabrocha el botón que posee—. A alguien que te folle como si fueras musa de poetas —introduce su mano y aparta la fina tela que cubre mi sexo—. Es evidente que necesitas un buen polvo.
Me quedo totalmente paralizada. El hecho de que Paul estuviese tan cerca de nosotros solo hace que me excite aún más. Cuando Asher roza mi piel con sus dedos todo mi cuerpo se estremece y mi respiración se entrecorta.
—Joder Jess... No sabes las ganas que tengo de follarte —gruñe moviendo grácilmente sus dedos por mi sexo.
Sus guarrerías logran que emita un gemido y Asher presiona aún más mi zona íntima. Sabe exactamente dónde tocar para que el placer se apodere de mí como nunca antes lo ha hecho.
—Quiero que me mires mientras te corres.
Asher atrapa mi cara entre sus dedos y me obliga a mirarle a los ojos mientras un orgasmo me posee y una descarga eléctrica me recorre desde la cabeza hasta la punta de los dedos de los pies. Joder. ¿Qué ha sido eso?
—Aquí están los tés —afirma Paul posando una bandeja sobre la mesa y provocando que Asher aparte su mano de mi ropa interior.
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¿El capítulo ha sido un poco heavy o solo me lo ha parecido a mí? JAJAJA Hasta el próximo jueves preciosos míos ❤️❤️❤️
Atte:
Wilmanet ✔️✔️
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