Capítulo 25 | Boxeo
Tomo aire y me dirijo firme y decidida hacia el foco de mi desesperación, pero tan rápido como avanzo en su dirección, las chicas comienzan a disiparse a su alrededor. Cuando me doy cuenta, estoy a tan solo unos pasos del ahora solitario Asher.
Me doy la vuelta velozmente en un intento patético de pasar desapercibida ante sus ojos, pero en cuanto comienzo a andar alguien me agarra del brazo con fuerza, impregnándome las fosas nasales de un sensual aroma masculino. No me hace falta girarme para saber a quien pertenece ese inconfundible olor.
—¿Me buscabas? —me pregunta Asher con su característica voz ronca. Tengo que admitir que esa es una de las cualidades que más me atraen de él. Siempre he sentido predilección por las voces masculinas graves.
Asher tira de mí con tanta fuerza que acabo chocando contra su duro pecho. Alzo la cabeza y mis ojos se encuentran con los suyos. Desde esta posición se ven incluso más azules.
—No... yo solo... —titubeo con las mejillas encendidas de la vergüenza.
—Eh, Jessy, te he traído otra bebida... —reconozco la voz de Ben a mi espalda.
Salvada por la campana.
Ben permanece frente a nosotros, sosteniendo un vaso rojo de cerveza en la mano derecha y mirándonos con un extraño brillo en los ojos, expectante.
Doy un paso atrás deshaciéndome del agarre de Asher y doy una gran zancada hacia donde se encuentra Ben. En ese momento una bombilla amarilla se enciende sobre mi cabeza y tengo la mejor —nótese la ironía— idea de la noche. Rodeo con mi brazo a Ben y él me mira sonriente, devolviéndome el gesto y abrazándome por la cintura.
Sí, he tenido el brillante plan de coquetear con Ben delante de Asher para que me deje tranquila y no indague más en las razones de por qué le estaba buscando. Y de paso que pruebe un poco de su propia medicina.
Asher nos observa en silencio, serio y con los brazos cruzados. Escruto su rostro intentado encontrar algún resquicio de celos o rabia, pero su expresión roza la confusión. Cuando creo que está a punto de decir algo, su comisura derecha se eleva hacia arriba formando una sonrisa de superioridad.
¿Pero qué?
—Pasadlo bien —suelta y se larga por donde ha venido, de manera que me quedo a solas con mi acompañante.
—Bueno, Jessy, cuéntame —Ben afianza su agarre y ladea la cabeza en mi dirección—. ¿Sigues con Paul?
—No... lo dejamos hace algún tiempo.
Al decirlo en voz alta me doy cuenta de que ya no duele. Supongo que el luto de una relación muerta ya ha pasado.
—Vaya —dice y se posiciona frente a mí—. Yo no sería capaz de dejar a una chica como tú —pongo los ojos en blanco y Ben me mira divertido.
¿Desde cuando Ben Valdemount se ha vuelto tan baboso? Toda la culpa es de Paolo y de este maldito vestido negro ajustado.
Mi mirada se desvía a unos metros de nosotros, donde se encuentra Asher con dos chicas a cada lado, cobijadas bajo sus musculosos y anchos brazos. Sin darme cuenta una expresión de rabia inunda mi rostro. ¿Por qué parece que tenga ganas de vomitar?
—¿Jessy, estás ahí? —pregunta Ben chasqueando los dedos frente a mi cara y consiguiendo sobresaltarme.
—Sí, perdona —me disculpo, pero soy incapaz de apartar los ojos de la escena.
—¿Te he dicho ya lo guapa que estás? —mis ojos ruedan hacia él ante su peligrosa cercanía.
Me siento tan incómoda que me obligo a dar un paso atrás. Miro de nuevo a donde se encuentra Asher pero me percato de que ya se ha ido. Genial.
Un olor familiar vuelve a penetrar mis fosas nasales, logrando que gire involuntariamente la cabeza. Sigo el adictivo aroma y me encuentro directamente con los sensuales y perturbadores ojos de Asher.
—Tendrás que hacerlo mejor si quieres darme celos con el pardillo de Ben —advierte con una sonrisa maliciosa mientras se aleja con las dos chicas escaleras arriba.
Maldición.
Estoy tan indignada y afligida que dejo a Ben con la palabra en la boca y voy directa hacia la barra del bar colocada en el centro del jardín. Para mi sorpresa, Owen es el encargado de servir las bebidas.
—¿Owen? ¿Qué haces tú sirviendo bebidas alcohólicas?
Owen suelta una carcajada y casi como si me hubiese leído la mente, me ofrece un cóctel anaranjado.
—Eres demasiado... —Owen se da pequeños golpecitos en la barbilla, buscando las palabras adecuadas— responsable.
—¿Se puede ser demasiado responsable?
Owen muestra una sonrisa amigable.
—Es una fiesta y aunque los adultos no queráis verlo, los adolescentes bebemos toneladas de alcohol. ¿No es mejor que lo hagamos supervisados y de manera controlada?
Hay un duelo de miradas como consecuencia de su respuesta y finalmente me doy por vencida.
—Touché —zanjo esbozando una pequeña sonrisa mientras remuevo la bebida con la pajita multicolor—. ¿Qué es esto? —pregunto señalando el cóctel con la cabeza.
—Yo lo llamo la bomba atómica. Está bueno, pruébalo, casi no se nota el alcohol.
Sigo los consejos de mi nuevo amigo y le doy un sorbo a la bebida. Está realmente buena, tanto que me pido tres más. Involuntariamente y cuando ya comienzo a marearme y a perder el sentido común, desvío mi mirada hacia las escaleras de la entrada, volviendo a beber de mi vaso y acabándome la bebida de un largo trago.
—No te preocupes, solo está jugando contigo —suelta Owen logrando captar toda mi atención—. Has intentado darle celos con Ben y ha querido devolvértela. No tiene importancia.
¿Si no tiene importancia por qué me siento tan mal?
—Pues lo ha conseguido —afirmo en un suspiro. Vuelvo a mirar hacia atrás y veo a Asher escabulléndose entre las sombras por la puerta trasera.
—¿A dónde demonios va ahora?
—A boxear. Hoy tiene una pelea con Jack el destripador, dicen que es una máquina de matar. Por ahora no ha perdido ni un solo combate, y al último contrincante lo dejó en coma.
—¡¿QUÉ?! —gruño en un alarido tan sonoro que todos los invitados se giran para mirarme.
—Mierda, pensé que lo sabías. ¿Acabo de cagarla, verdad?
La expresión de mi rostro despeja todas sus dudas.
—Llévame al combate.
—¿Qué?
—Que me lleves al maldito combate, Owen.
Le lanzo una mirada asesina ante su pasividad y Owen suelta un suspiro de resignación.
—Está bien, pero yo conduciré. Tú vas como una cuba.
Asiento y ambos nos ponemos en marcha hacia el ring de boxeo. Aparcamos frente al Marymount y casi se me sale el corazón del pecho.
—¿Qué demonios hacemos aquí?
—La pelea es en un club oculto que hay en el sótano del edificio de ciencias. Nadie va nunca allí y el hijo del director ha montado su pequeño antro particular. Se lleva mucha pasta.
El desconcierto se apodera de mí tan rápido como se consume una cerilla. No puedo creer lo que estoy viviendo. Es como si estuviera inmersa en uno de esos libros malos de wattpad sobre adolescentes problemáticos.
—Vamos.
Owen me guía hacia el interior del club, dice la contraseña en un idioma que creo que es ruso y un chico corpulento y vestido de negro le abre la puerta. El portero me mira con recelo pero me deja pasar. Supongo que he pasado desapercibida, ya que voy vestida igual de provocativa que todas esas chicas que se pasean de un lado a otro del sótano gritando el nombre de Asher y declarándole amor eterno.
Genial, ahora también tiene groupies.
Owen me agarra de la mano y se abre paso entre el gentío. Se para en seco y alza la vista hacia arriba, invitándome a hacer lo mismo. La imagen que vislumbro me paraliza. Asher lleva unos pantalones cortos y unos guantes de boxeo rojos, decorados con una llama ardiendo en el borde. El pecho el sube y baja con intensidad, y el pelo se le pega a la frente del sudor. Su contrincante le supera en altura y músculo, y su expresión es igual a la de un toro en una plaza: desafiante, implacable y aterradora. Ahora entiendo por qué le llaman Jack el destripador.
A pesar de que todo parece estar en contra de Asher, su enemigo parece estar mucho más magullado, incluso le sangra la nariz por un orificio y tiene un ojo morado. Alguien toca un silbato y ambos comienzan a pelear, volando puños en una y otra dirección, consiguiendo que el estómago se me contraiga de puro terror. Asher le asesta dos puñetazos en el abdomen y Jack cae contra las cuerdas, rebotando en ellas. Toma impulso, dirige su guante contra Asher y consigue rozarle el hombro.
—¡¡¡Asher!!! —vocifero notando como las lágrimas comienzan a deslizarse por mi rostro. Al escuchar mi voz, él gira la cabeza hacia mí y pone cara de: ¿qué coño haces aquí?
En ese momento, el rival aprovecha su distracción asestándole un golpe directo en el pecho y haciéndole caer.
Eso es lo último que veo antes de que mi visión se vuelva borrosa y me desmaye.
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¡Hola mis bellos! Siento tardar en actualizar pero ahora mi vida es un completo caos. Espero que lo entendáis, aunque ya se que sí porque sois los mejores ❤️ Sea lo que sea, os prometo al menos un capítulo semanal.
Pronto subiré nuevas pistas a mi instagram @wilmanetwattpad.
Porsiertoo, id mentalizandoos para la continuación de la historia, ya os digo que va a ser fuerte y va a haber mucho salseo 🔥🔥🔥
Y ahora... quiero dedicar el capítulo a una de mis lectoras favoritas:
💥 Capítulo dedicado especialmente a @TU_TOXICA 💥
Dadle muchas 🌟 y cometad mucho 💬
Hasta el próximo capítulos asherianos ❤️
Atte:
Wilmanet ✔️✔️
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