Capítulo 18 | Tatuaje
Me armo de valor y sigo el camino que Asher ha tomado en dirección a la salida. Abro la pesada puerta de metal y lo encuentro apoyado en la pared mientras se lleva un cigarrillo a los labios y lo enciende.
Conforme me voy acercando a él me voy dando cuenta de que eso no es solo tabaco. El olor que invade el frío ambiente apunta hacia otra cosa: Marihuana. Solo cuando estoy a centímetros de él puedo percatarme de que sus manos no paran de temblar en ligeras sacudidas.
—¿Qué te pasa? ¿Por qué estabas sangrando?
Asher desvía lentamente sus ojos irritados hacia mí mientras le da una profunda calada al marley que sujeta entre los dedos. Conforme suelta el humo gris espeso sus manos empiezan a controlarse y a parar de agitarse.
Está claro que no va a decirme nada.
—Ya que no piensas contarme qué te pasa, al menos dame una calada.
Asher eleva sus espesas cejas sorprendido y esboza una perversa y débil sonrisa. Esa respuesta no se la esperaba.
—No sabía que te iban los canutos —apunta sujetándolo con dos dedos frente a mí para que yo lo atrape.
—Hay muchas cosas de mí que no sabes —respondo logrando que se ensanche su sonrisa. Hasta en ese estado es sexy.
Aspiro un poco de esa sustancia a través de la boquilla, inspiro, y exhalo todo el humo emitiendo una tos seca. Asher suelta una carcajada mofándose de mi reacción.
Maldición. Está realmente fuerte.
—Creo que necesitas más practica, chica rebelde —afirma quitándome el canuto de mis labios y llevándoselo a los suyos.
Así nos pasamos un rato, entre caladas, humo y silencio. Cuando estoy a punto de caerme en redondo por el mareo que me produce la marihuana, Asher suelta una gran cantidad de humo antes de abrir la boca para hablar:
—¿Es raro, sabes? —dice mirando al frente hacia algún punto de la calle. Sus ojos parecen cansados y derrotados.
—¿El qué? —pregunto girando la cabeza en su dirección.
—Todo esto. El estar ahora aquí contigo. El vivir en Beverly Hills e ir a un colegio de niños pijos que no saben ni hacer su propia cama. No llego a acostumbrarme.
Su confesión me deja perpleja.
—No lo entiendo... ¿no ha sido siempre esa tu vida?
Asher suelta una profunda carcajada tras darle la última calada al canuto y aplastarlo con el zapato.
—Ya te dije el otro día en mi casa que no sabías una mierda. Me he pasado casi diez años de mi vida viviendo en un zulo en las afueras de Los Ángeles —sus ojos se vuelven ligeramente vidriosos al recordarlo—. Mi madre dormía con una pistola debajo de la almohada, y ya puedes imaginarte por qué.
Tengo que tomarme unos segundos para procesar la información. Es demasiado duro incluso para él.
—¿Y cómo pasaste de los suburbios de Los Ángeles a vivir en una de las mansiones más lujosas de Beverly Hills?
—Cuando mi padrastro, Ástor, se casó con mi madre, todo cambió para nosotros. Aunque no podría decir que fue un cambio a mejor.
—¿A qué te refieres?
Se oye un chirrido y una mujer rubia y bien vestida asoma la cabeza a través de la puerta metálica, clavando su imponente mirada en mi pecado favorito.
—¡Asher! ¡¿Dónde demonios te habías metido?! Hay un hombre ahí que quiere comprarte uno de tus cuadros por cinco mil dólares. Será mejor que te des prisa —anuncia dando un portazo tras de sí.
Asher se dirige velozmente a la puerta bajo mi atenta mirada, y justo cuando va a abrirla, se detiene y se voltea hacia mí.
—¿No vienes?
Asiento y sigo sus pasos. Él me coge de la mano provocándome un ligero cosquilleo en el estómago y entra a la gran sala a mi lado. La sensación de su contacto para mí es como la kriptonita para superman: Me debilita.
Le sonrío nerviosa y él me devuelve la sonrisa haciendo que se le marquen sus tan sensuales y conocidos hoyuelos. En ese momento, puedo ver el cielo y el infierno reflejados en sus pupilas.
Pero entonces... ¿qué es él? ¿Un ángel o un demonio?
La puesta en escena de Paolo me saca de mi ensoñación. Tuerzo mi cabeza desconcertada cuando veo a su acompañante. Al parecer ha sustituido a Bruce alias Ken por un... ¿modelo? sudafricano. El pelo rizado y afro le dan un toque elegante y sus ojos verdes contrastan con su piel oscura.
Vaya, Paolo sí que tiene buen gusto.
—¡Hola cariño! ¿Qué haces tú aquí? —Paolo me escanea con la mirada hasta clavar sus ojos en nuestras manos entrelazadas. Primero frunce el ceño como si no comprendiera nada, después abre los ojos desmesuradamente, y por último, abre la boca reproduciendo una "O" gigantesca.
Asher ríe por lo bajo y sin despegar los labios al presenciar la reacción exagerada de Paolo. ¿Por qué demonios tengo que tener un mejor amigo tan expresivo? ¿Es otra prueba más, universo? Mis mejillas me arden de vergüenza al instante.
—Solo he venido a ver la exposición en calidad de profesora de clases particulares —explico haciendo hincapié en las últimas palabras mientras me zafo del agarre de Asher—. Ya me iba.
Paolo esboza una sonrisilla traviesa que dice: Eso no te lo crees ni tú.
—¿Has venido en tu coche? —pregunta mi curioso amigo.
Niego con la cabeza.
—¿Por qué?
—Porque acaba de empezar a llover como si no hubiera un mañana —afirma señalando las gotas de agua que caen en cascada por una de las ventanillas de la Galería—. Si quieres puedo acercarte. ¿Te importa, Mark?
—En absoluto —remarca el esbelto y sonriente acompañante de Paolo.
—No es necesario, yo la llevaré. Su casa está en dirección a la mía.
Paolo mira a Asher y luego se voltea hacia mí esperando una respuesta por mi parte. Asiento y Asher vuelve a atrapar mi mano para guiarme hacia la puerta principal.
—¿Y el comprador de tu cuadro?
—Allison se las arreglará con él —afirma guiñándome un ojo. Si hiciese un poco más de calor estoy segura de que me derretiría a sus pies.
Asher parece darse cuenta de que lo miro embobada y esboza una sonrisa de superioridad antes de accionar las llaves de su coche y abrirme la puerta del copiloto.
Entro al opulento vehículo a toda velocidad para evitar mojarme y me acomodo en el mullido asiento de cuero. Asher lo rodea, ocupa el asiento del conductor y pone rumbo a mi casa. Durante el camino, apoya su mano en mi muslo y yo poso la mía sobre la de él. En un momento dado, me la atrapa y me besa los nudillos, haciendo que se me acelere el corazón.
—¿Por qué dijiste antes que mudarte a Beverly Hills con tu padrastro no fue un buen cambio? —inquiero.
Al hacer la pregunta, noto como Asher tensa el brazo con el que conduce y como sus fosas nasales comienzan a ensancharse.
—Hay muchas cosas que no entiendes —afirma soltándome la mano. Una punzada de dolor se apodera de mi estómago ante la falta de contacto.
—¿Cómo qué? ¿Acaso tener dinero y una vida cómoda no es lo que todos desean? —replico intentando entenderle.
Asher me lanza una irritada mirada tipo: ¿Y tú no te cansas nunca?
—A veces las personas que tienen mucho dinero creen que pueden hacer lo que les plazca sin importarles nadie más que ellos mismos. Ese es el verdadero problema. El dinero te da poder y el poder te vuelve invencible.
—¿Acaso tu padrastro...?
—Mi padrastro no es tan maravilloso como todos creen que es. De hecho, es un verdadero hijo de puta —zanja evitando que pueda preguntarle nada más.
Asher aparca el cadillac frente de mi casa, y justo cuando va a apagar el motor, vislumbro algo a través de sus luces delanteras.
—Vuelve a encender las luces.
—¿Qué? ¿Para qué?
—Solo hazlo.
Asher hace caso a mis súplicas y vuelve a encender ambos focos, permitiéndome ver como un pequeño gato se encuentra atrapado en una de las ramas del árbol de mi jardín. La lluvia acompañada de un fuerte viento zarandea el árbol en fuertes sacudidas, provocando que el diminuto minino tiemble con intensidad.
—¡Allí hay un gato atrapado! ¡Tenemos que ayudarlo! —exclamo asustada y señalando el origen de mi temor con el dedo índice—. ¡Llamaré a los bomberos!
Saco mi smartphone y comienzo a teclear el número local de los bomberos, pero Asher me arrebata el teléfono móvil antes de que pueda terminar de marcarlo.
—No hace falta que llames a los bomberos, yo lo bajaré de allí.
—¿Qué? —una expresión de horror cruza mi rostro—. Está lloviendo mucho y el viento puede hacerte caer.
—No me va a pasar nada. Confía en mí.
Asher sale del coche antes de que pueda impedírselo y comienza a escalar el árbol. Por un momento el viento lo azota tan fuerte que creo que va a caerse, pero consigue aguantar el equilibrio y llegar hasta la rama donde se encuentra el gato. Lo atrapa en un solo movimiento y lo cobija en el interior de su camisa, protegiéndolo de la lluvia torrencial y del gélido aire exterior.
Salgo del coche y voy rápidamente a ayudarlo. Él baja con cuidado, pero una rama sobre la que se encuentra apoyado cruje y se rompe, precipitándole al vacío.
—¡Oh Dios mío! ¡Asher! —me acerco a él y uso la linterna del móvil para alumbrarle y comprobar que está bien—. ¡Te dije que no era buena idea!
—Tranquilízate, Jess —dice incorporándose y dejándome ver la cabeza del gatito que se asoma a través de su camisa. Asher le da una rápida ojeada y clava sus ojos en mí—. Estamos bien, ¿ves?
Suelto un suspiro y le ayudo a levantarse.
—Vamos dentro, te daré ropa seca.
Nos movemos con rapidez para evitar empaparnos pero no lo conseguimos. Una vez dentro, chequeo el móvil para ver dónde se encuentra Roxy y descubro que me ha enviado un WhatsApp avisándome que se quedaría a dormir en casa de Mery. Gracias a Dios.
Después de comprobar que estamos solos, enciendo la chimenea del salón y coloco al gatito en un cojín cerca del fuego. ¿Cómo habrá acabado arriba de ese árbol? Es tan pequeño que me cabe en una sola mano, y su espeso y blanco pelaje me recuerda a la nieve.
—¿Cómo vas a llamarle?
La voz ronca y masculina de Asher me hace volver a la realidad.
—Nevado.
Asher se sienta junto a mí delante del fuego y se pasa la camisa mojada por encima de la cabeza. Al hacerlo, no puedo evitar observar la manera en el que el fuego se proyecta en sus elegantes tatuajes. Es casi celestial. Mis ojos se clavan en sus anchos hombros y en la herida que posee en el derecho.
—Te has hecho un arañazo al caerte del árbol. Te lo curaré.
Voy al baño a por un botiquín de primeros auxilios y vuelvo al salón. Al caminar hacia él, observo otra herida en su espalda. Me arrodillo en el suelo, empapo un poco de agua oxigenada sobre un algodón y comienzo a limpiarle el corte. El contacto del algodón con su piel hace que se estremezca un poco.
Le hago un rápido recorrido a su dorso y vislumbro el increíble tatuaje que lleva en él. No me he dado cuenta hasta ahora. Se trata de la obra El jardín de las delicias pintada por el Bosco.
Guau.
El tatuaje le ocupa toda la espalda, y parece que pudieras meterte dentro del cuadro con solo mirarlo. Te hipnotiza y te asombra a partes iguales. Asher es una jodida obra de arte en todo su ser.
—¿Por qué el jardín de las delicias?
Noto como una sonrisa se proyecta en su rostro.
—Esta obra consigue pintar al hombre por dentro, más allá de meras apariencias absurdas. Representa al mundo entregado al pecado, a la lujuria —explica y puedo notar la pasión en su voz—. El pecado está presente en el mundo, pese a que se muestre como un paraíso terrenal engañoso a los sentidos, y tiene su castigo en el infierno.
Su explicación me deja atónita. Mis ojos se desplazan lentamente por toda su espalda y un pensamiento recurrente me viene a la mente por cada palmo de su piel tintada que recorro: El cuadro en la espalda de Asher resulta incluso más impresionante. No me queda más remedio que admitir que el cuerpo humano puede ser el mejor de los lienzos.
Me doy la vuelta y me siento junto a él bajo la luz tenue que proyecta la lumbre. Puedo ver como las llamas se reflejan en los ojos todavía enrojecidos de Asher, incendiándolos aún más. Vuelvo a mojar el algodón en agua oxigenada y presiono la herida del hombro bajo su intensa mirada.
—¿A eso quieres dedicar tu vida? ¿Al arte? —pregunto retirando el algodón de su piel y tapando la lesión con una tirita.
Sus ojos hundidos y pensativos se mueven en dirección al fuego antes de hablar.
—Quizás.
—Creo que esto ya está —anuncio mientras paso los dedos por la superficie de la tirita para que se adhiera bien a la piel. Cuando estoy a punto de levantarme, Asher atrapa mi mano con la suya y me obliga a mantenerla inmóvil contra su pecho. Puedo notar su corazón palpitar bajo mi piel.
—¿Y tú, Jess? ¿Qué quieres hacer tú con tu vida? No me creo que dar clases particulares a adolescentes salidos sea tu sueño, por muy buena que seas haciéndolo —dice y me guiña un ojo, provocando que me sonroje al recordar nuestra pequeña aventura.
—Me encantaría trabajar en una ONG y poder ayudar a los más desfavorecidos. La verdad es que es lo que llevo queriendo hacer desde que tenía cinco años y me apunté a los Scouts.
—No esperaba menos de ti.
Una sonrisa involuntaria se forma en mi rostro, pero rápidamente desaparece.
—Lo extraño es que nunca se lo había dicho a nadie —musito y clavo los ojos en los suyos, haciendo que nuestras miradas conecten.
Asher me libera la mano y sus dedos toman suavemente mi nuca antes llevar sus labios a mi oído.
—Eres la chica más increíble que he conocido, Jessy Moore —confiesa en un susurro. El roce de sus labios sobre mi oreja me obliga a emitir un quejido—. ¿Cómo es posible que tu inocencia me ponga tan cachondo? —continúa diciendo a pegado a mí.
Sus labios se posan sobre la base de mi oreja y plantan un beso húmedo debajo de ella antes que morder suavemente mi lóbulo con los dientes.
Esa sensación de plenitud que me invade cuando estoy cerca de él me envuelve por completo y giro la cabeza para que nuestros labios se encuentren. Asher alcanza mi mano y la guía por su musculoso torso, hasta llevarla a su cuello.
Solo Dios sabe cuanto he echado de menos su aroma, y lo suaves y cálidos que son sus labios contra los míos. Siento un placer agudo cuando su lengua entra en contacto con la mía y puedo notar el sabor a tabaco mezclado con alcohol.
Noto una mano en mi cintura, y la otra en mi cuello, mientras Asher profundiza el beso, anhelando más de mí. Tardo un segundo en darme cuenta de que le estoy devolviendo el beso con la misma intensidad.
Ignorando mis sentidos racionales, mis brazos se aprietan alrededor de su cuello mientras él me alza un poco y me coloca sobre su regazo, asegurándose de que nuestros labios no se separan. Un calor se apodera de mi cuerpo, haciendo que mis mejillas me ardan. En ese momento lo tengo claro, Asher es la deliciosa transformación del mandamiento al pecado, del ángel al demonio. El jardín de las delicias le representa a él más que a ninguna otra persona.
Mis manos descienden de su cuello a su torso, y de su torso a la superficie abultada de sus pantalones. Le desabrocho el botón y deslizo mis dedos a través de su bóxer, rozando la piel desnuda. Noto como su respiración se acelera cuando lo hago y gimo contra su boca.
Cuando me dispongo a rodearle su duro miembro con mi mano, el sonido de un maullido hace que me detenga. Abro los ojos y veo al pequeño gato sentado frente a nosotros. Repite el mismo sonido y logra que me separe de Asher, volviendo a poner los pies en la tierra. Un repentino sentimiento de culpa se apodera de mí y me levanto a toda velocidad alejándome lo máximo posible de la mayor de mis tentaciones.
—No lo digas —ruega acercándose a mi posición, pero le detengo estirando un brazo delante de mí.
—No podemos hacer esto, no está bien.
Mis palabras son el detonante perfecto para que él recoja su camisa, y sin ni siquiera devolverme la mirada, desaparezca por la puerta bajo la intensa tormenta.
En ese instante me siento como la triste niña a la que le arrebatan de las manos su piruleta favorita solo porque tomar dulce no es bueno para ella.
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¡Hola mis bellos! ❤️ ¿Qué tal estáis? ¿Tenéis ya alguna teoría sobre el padrastro de Asher? 😱💬
Hoy os traigo un juego respecto a la novela: Voy a ir subiendo imágenes y vídeos de la vida de los protagonistas en mi instagram @wilmanetwattpad para ver si sois capaces de adivinar el misterio que envuelve a Asher antes de que acabe la historia.
Y... la primera pista ya está subida 🔥 (fijaos muy bien en todos los detalles).
Good luck 🍀
Me dice Asher por aquí que os mande muchos besos sensuales de su parte:
Atte:
Wilmanet ✔️✔️
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