42. Enfrentando miedos
NARRADOR
Jugando, una pequeña niña da saltos descendiendo por las escaleras con la vista en los macizos peldaños causando el mover de su negro vestido, sus pies pequeños a comparación de los escalones le permiten la estabilidad que requiere para dicho juego a la par que observa sus zapatillas preferidas, un par de tenis negros tal como el conjunto que lleva. Una vez sus pies tocan el piso sonríe, elevando la vista para encontrar frente a ella a su hermano con una agradable sonrisa. Cuando sus rojizos ojos se entrecierran una ceja del joven se eleva, con velocidad toca a su hermano expulsando la palabra congelado antes de correr rumbo a la cocina, donde antes de siquiera llegar a su destino grita seguido de risas para acto seguido, llegar en brazos de Adel recibiendo su vaso con sangre de parte de su padre. Una sonrisa decora su rostro cuando labios se presionan contra su mejilla.
En brazos del ojiazul sus diminutas manos se adentran entre la corta cabellera del hombre jugando con mechones, deteniéndose cuando este gira el rostro para verla regalándole una sonrisa ante los ojos curiosos que la miran, sus carnosos labios depositan un beso muy cercas a uno de sus parpados.
Los varones se despiden de la mujer llevando aún consigo a la pequeña en brazos quien admira a su alrededor desde la altura en la que se encuentra producto del alto hombre que la sostiene. Cuando sus ojos se posan en el piso viendo a la par el mover de los pies de este, le sonríe al escuchar su voz, viendo la expresión divertida por la extrañeza de la pequeña, pues aquel hombre de ojos a los cual admira es muchísimo más alto que su padre y hermano. Fuera del reino y antes de adentrarse al bosque se encuentran con el alfa y algunos de los jóvenes que los acompañaban aquel día, más algunos otros, pero curiosa observa al lobo de pelaje café claro frente a ellos, pidiendo descender de los brazos de Artem al reconocer al chico tras la transformación a través de sus ojos.
Bajo la atenta mirada de todos los varones, se acerca al can distinguiéndose la gran diferencia en la altura, el animal baja el rostro acercándose a ella con cautela, rozando apenas su rostro con la húmeda nariz, recibiendo en un momento ambas diminutas manos junto a una sonrisa que basta para el animal, para restregarse contra la pequeña causando risas en ella quien igualmente disfruta del contacto con su pelaje.
Sobre el frío piso mira la nada pese a que su vista se encuentre en el techo sobre ella, pensativa por aquel recuerdo. Días, ya van días en los que ha intentado dispersar aquel miedo frente a hombres lobo en transformación, miedo causado por los constantes abusos que sufría por parte de Kyle en dicho aspecto. Su confianza en la rubia la insto a pedírselo por dos razones, la primera es Drake, si bien no tiene problema con ver y mimar al pequeño cachorro que de vez en cuando se muestra, sabe que algún día crecerá y no desea que cuando dicho día llegue aquel temor le impida acercarse a él. La segunda razón es el Clan de la Penumbra, si bien ya no posee ese miedo hacia los varones y puede estar cerca de los miembros de Diero, no es lo mismo cuando optan por dicha apariencia y lo que menos desea es presentarse mostrando dicha debilidad frente al clan que la mantuvo cautiva.
Suspira girando levemente el rostro para ver a Walid mirarla con una ceja elevada al llamar su atención.
-¿Seguimos?
Sonríe aceptando la mano que le ofrece a la par que toma el arma a su lado lista para seguir entrenando. Todos sin excepción se encuentran en el salón de entrenamiento, incluso la castaña con quien, si bien no posee contacto, tampoco posee sentimientos negativos, pero tampoco implica sentirse cómoda para establecer una relación con ella; aun así, su presencia ayuda no solo a conocerla desde la lejanía, sino a aceptarla y minimizar esas emociones que estrujan de vez en cuando su pecho.
Desvía la vista de la chica quien lanzan ataques furiosos hacia un divertido Jalil quien disfruta molestándola, hacía Drake quien entrena junto a Zia, Assim y Enya.
Negando con la cabeza ante el espectáculo de su hermana y el trillizo, Karim se acerca a ella ofreciéndole enfrentarse ambos contra Walid, acepta centrando toda su atención en la batalla, haciendo uso de toda su fuerza y destreza ya acostumbrada al feroz entrenamiento que cada uno de ellos posee, nada comparado a cuando entrenaba en Sol Saliente, o al combate entre miembros del reino. No, un enfrentamiento entre ellos no es simple entrenamiento, son arduas batallas donde las heridas son bienvenidas, donde el propósito es vencer con rudeza al oponente como si realmente lucharan a muerte, volviéndose incluso más voraz cuando el enfado prevalece en uno o más de ellos, acto muy habitual cuando de Zia y Assim se trata, ambos determinantes y con un pasado lleno de disputas entre ellos que según el resto deben interferir una vez se vuelve serio. Cuando aquello ocurría muchas veces era necesaria la presencia de sus padres para detenerlos, pues ellos no solían ser suficiente, extrañamente para ella, pese a ello su vínculo parece ser mayor entre ellos a con el resto de los hermanos, aunque con cada uno es distinto.
Su pecho se agita viendo como el par sigue con la lucha, ninguno ha hecho pausas, tan solo la chica de quien Jalil se burla y obviamente el menor; sonríe, es lo que le agrada del trillizo de en medio, su cómico carácter y la personalidad atrevida que posee. Una vez recuperada se interna nuevamente en la lucha, centrada, pero al mismo tiempo con la mente en aquellos días, hecho que la ayuda a despojarse de la frustración que la envuelve por ello.
El primer día fue Sirina quien cambio, todo estuvo bien, se mantuvo en clama frente al blanco pelaje de su lobo a quien acaricio percibiendo la suavidad de su pelo, Zia permaneciendo a su lado en todo momento. Frente a su comportamiento producto de la seguridad que ella le provee la rubia llamó a Aston, a quien como a ella conoce desde su estadía en Diero. Sin embargo, a diferencia de con el lobo blanco fue incapaz de aceptar su cercanía cuando su mente comenzó a ser invadida de imágenes con Kyle en transformación. Regresando a su estado humano, tanto Zia como Sirina la tranquilizaron en lo que el joven lobo retrocedió otorgándoles del espacio que requerían.
Sus intentos por lograr llevar a cabo su objetivo se ven interrumpidos cada vez que el miedo se instala en su cuerpo y mente interponiéndose súbitamente en sus planes.
Walid alza ambos brazos cuando logran despojarlo de su arma, cansada, pero contenta se deja caer una vez más al piso teniendo en poco al par junto a ella mientras escuchan los frenéticos gritos de la castaña y la risa de Jalil.
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