36. Vínculos
NARRADOR
Viernes, 05 de marzo
Llegada la mañana el sol se percibe tras las negras cortinas que cubren la ventana, la pelinegra sonríe al apreciar a su hijo con la cabeza inclinada en la orilla de la cama y la sabana enmarañada en su cuerpo, gatea hasta él depositando un beso en su mejilla, por un leve instante lo admira con una sonrisa en su rostro hasta que sus pequeños ojos soñolientos se abren y gira para verla, acomodándose.
-Te amo -expresa depositando un beso cercano a uno de sus ojos.
Acaricia su rostro disfrutando su calma hasta verlos cerrarlos nuevamente, seguir su pecho subir y bajar serenamente. Boca arriba sonríe en presencia de la imagen en el techo para girar la cabeza hacia su otro hombre quien aún duerme, sus bellos ojos ocultos tras esos parpados decorados con esas largas pestañas. De rodillas lo admira viendo de vez en cuando hacia su pequeño. Una risueña risa sale de sus labios antes de encaminarse a la ventana.
De pie remueve un poco la cortina apreciando los rayos de sol que iluminan el día, gozando de la vida que logra apreciarse en dicho escenario, suspira para ver a quienes yacen en la cama. Con tan solo un short y una playera del ojiazul se encamina a la cocina para beber un gran vaso con sangre, haciendo acto de presencia Artem deposita un beso sobre su cabeza antes de verlo retirarse divisando su ancha espalda perderse tras atravesar la puerta principal. Con el vaso sobre sus labios desvía la mirada percatándose en un pequeño horno artesano en la cocina que antes no había visto. Una vez termina se encamina a las escaleras buscando con la mirada a la pelirroja tras su llamado. Al ingresar a la habitación de los padres de Zia se detiene casi al instante apreciando la pintura en la pared tras la cama, una gran luna, brillosa con tonos plateados la decoran, a su alrededor rayos de sol en tonos dorados fusionando ambos iconos en un oscuro fondo; el mural le recuerda a un dije que ha visto con anterioridad.
-Zia lo hizo.
Mientras Susumu atiende su herida Akemi repasa en su memoria a las tres reinas que ha conocido hasta ahora. Su madre solía ser de pantalones, siempre casual, pero elegante utilizando rara vez vestidos de igual característica, en momentos importantes dichos vestidos mostraban ostentosidad. La Reina Erea por el contrario denota poder con su andar, siempre rodeada de joyas, vestidos largos y ostentosos. Susumu en cambio es más sencilla, de hermosos vestidos en tonos pastel y una pulsera con ese dije similar a la pintura en la pared. Artem posee uno igual, él lo porta en un collar.
Tras cubrir las nuevas cicatrices con gasa acepta la mano que la pelirroja le extiende llevándola donde el armario.
-Puedes tomar lo que te guste.
La emoción se refleja en el par de ojos rojos al apreciar la variedad de diseños en el interior del mueble; no obstante, muerde su labio inferior vacilante. Susumu sonríe interpretando su duda, selecciona entre ellos uno y se lo muestra sobre midiéndoselo.
-Eres hermosa Akemi.
Sus palabras son alentadoras para la pelinegra quien con ayuda no solo se coloca el vestido sino también permite a la mujer peinar su cabello, algo sencillo, pero hermoso.
Nerviosa, con el labio entre los dientes e ignorando el aroma a carne en el piso inferior ingresa a la habitación donde su alto y torneado chico selecciona una prenda superior, con la mirada recorre su cuerpo mordiendo ahora su labio a causa del deseo, al ascender su vista se encuentra con la de él haciendo exactamente lo mismo, recorrerla con la mirada, contemplando sus desnudos brazos, sus bien formadas piernas al encontrarla únicamente con ese corto vestido que le llega a medio muslo. Las mejillas de la pelinegra se tornan rosadas viendo como el espacio se extingue entre ambos, él acuna su rostro depositando caricias, contorneando sus carnosos labios, apreciándolos, ella posa las suyas a cada costado del cuerpo de su chico, esperando ansiosa.
-Eres preciosa -expresa rozando su nariz con la de ella, sonriendo a la par que se cierran sus ojos y sus manos descienden proporcionando caricias en los brazos de la pelinegra.
Un beso es su respuesta, casto en un inicio intensificando en lo que una de sus manos se entrelaza sujetando firme el pantalón que lo cubre, colocándose ella a su vez de puntillas.
Sonrisas y un beso en el cuello de la fémina son el cierre de sus acciones antes de aventurarse al piso inferior donde su mini hombre la recorre con la mirada plasmándose una sonrisa, brillando el par de orbes que la miran, avergonzándose aún más cuando llega el halago del mayor de los tres. Acalorada el fresco clima a su alrededor ya en el exterior la calma, sumado al distinguido aroma a tierra mojada que le recuerda al bosque que antes solía resguardarla, recordando el calor del sol, el canto de las aves y la naturaleza en general a su alrededor. En ese entonces tenía un solo hombre que la acompañara con el cual no dudaba en recorrer el reino, a quien todo le contaba. Ahora muy lejana a su hogar recorre otro reino siendo acompañada por otro par de hombres, tan importantes como aquel a quien ya no podrá ver más. En un reino opuesto al suyo, con una belleza que manifiesta poder en cualquier recóndito lugar, donde rey y reina llenan el lugar que solían ocupar sus padres transmitiéndole su cariño en cada instante, tal como sus padres hacían cada día cuando vivían.
La pelinegra detalla su entorno a cada paso dado, la edificación moderna mayormente en tonos oscuros o bien, neutros, sus habitantes sumamente altos y de cuerpo tonificado, la naturaleza en uno que otro rincón proporcionando de su color y sus característicos aromas. Su vista se dirige al frente cuando pronuncian su nombre donde uno de los gemelos le sonríe enfocándose en sus ojos al corresponderle, detallando ese verde semi oscuro con ese brillo amarillo alrededor de su pupila, bastando para identificarlo como aquel que beso la mejilla de Zia.
-Tú dime y te rapto, Akemi, -expresa Jalil tomándola de ambas manos, al rato la suelta de una haciéndola girar poniéndola aún más nerviosa en lo que lo escucha hablar sin dejar de admirarla, -estas muy bella para Zia.
Ambas féminas presentes ríen, Walid por su parte se burla de su hermano.
-Y lo dice el más feo de los tres.
-Akemi -suspira, -porque no le dices a mi hermanito -recalca, -que no es así. ¿Verdad que soy el más apuesto?
El menor fulmina a Jalil con la mirada.
-Por Zia no te preocupes, él sabe que esta feo -murmura el gemelo frente a ella.
El menor quien no le quitaba la mirada de encima alza la vista hacia su padre quien posee una ceja arqueada más una expresión divertida ante las locuras que su hermano dice.
-¿Entonces Akemi? -mueve las cejas de arriba abajo en espera de alguna respuesta dándole igual la incomodidad y rubor en la pelinegra.
Riendo, la otra fémina se acerca.
-Ignóralo, le encanta ser fastidioso.
Cuando los ojos rojos se posan en la chica Akemi queda encantada con su belleza apreciando su larga, rubia y sumamente clara melena rizada, resaltando el par de orbes cual oro su bello rostro.
-Soy Enya, pareja de Assim, hermano mayor de todos estos, aunque no se encuentre en este momento.
-Que hermosos ojos -murmura sin dejar de admirarla.
Zia, Drake y la rubia sonríen.
-¿Zia ya te dijo?
Durante el retorno a la caminata Akemi voltea para verla habiéndose mantenido al paso de Enya a metras atrás de los varones observando el trato entre ellos.
-¿Lo de las parejas destinadas?
Una sonrisa es su respuesta.
-Lo curioso es que los que menos creían en ello fueron los primeros en encontrarlo -exclama fijando los oros que tiene por ojos en Zia. -Assim solía burlarse y exactamente tal como has visto a Zia comportarse con su padre, él lo hace con el suyo, especialmente porque ambos estaban destinados a estar juntos.
-¿Cómo lo supiste?
-No lo hice, Assim me lo dijo. Que este enterada, Susumu era la única que sabía de ello, cuando llegó a Luna Gris Raven y Brígida ya eran pareja, poco a poco le fue hablando del tema, fue cuando ella se dio cuenta de ello. Desde entonces con tantos varones en su vida se dedica a contarles esperando que al igual que ellas encuentren a su pareja.
Observando a quien durante años no veía y al infante convivir con el par de idénticos, sonríe, de soslayo mira a Akemi a su lado quien igualmente los observa. Desde la llegada del barco a Luna Gris, paulatinamente todos se enteraron acerca de la muerte de todo el reino en Sol Saliente, los murmullos fueron imparables, pero ninguno de los que habían regresado y sobrevivido dio explicación alguna de lo sucedido. En cuando a la familia de los fallecidos había quienes aclamaban con regresar, deseando vengarse del Clan de la Penumbra, una vez enterados de que un Knight iría, manifestaron en él sus silenciosos deseos sabiendo todos que sangre siempre se derrama ante ellos. Los murmullos se extendían aún más ante la ausencia del príncipe, había quienes decían aprovechaba la oportunidad para viajar, otros burlones contaban que buscaba otra princesa a quien desposar, pocos expresaban su angustia ante su ausencia, muchos otros rogaban que no volviera.
Cuando su despreocupada presencia volvió a estas tierras, las miradas curiosas no faltaron tanto en su figura como en aquellos que lo acompañaban. Los adultos criticaban se comportaba de manera más altanera, todos se preguntaban la relación con la joven a quien llevaba de la mano, la sorpresa era mayor al divisar al crío que los seguía, un pequeño híbrido con el rostro marcado. El transcurrir de los días ampliaba los rumores, cada par de ojos contaba lo que veía, había quienes se alegraban de que finalmente el príncipe encontrara a una pareja, otros prometían no duraría. En cuanto al pequeño moreno a su lado las miradas disconformes no se hicieron esperar, tragándoselas al llegar a oído de todos, la aceptación del rey a con el crío al verlo muchos de la mano del pequeño.
-Akemi -Suspira una vez tiene su atención, -debes saber que todos están enterados de lo acontecido con el Reino de las Sombras.
Su nula reacción la insta a proseguir.
-Nadie sabe aún quién eres en realidad, pero una vez lo sepan iniciaran los rumores y me refiero a Drake.
Los rojizos ojos miran el piso minimizando sus pasos.
-De una u otra forma cada uno de nosotros sabemos la verdad, hasta cierto punto. No es mi intención incomodarte con lo que te digo, únicamente que tengas en cuenta que, lo mucho o nada que sabemos no influye de ninguna manera en nosotros.
-¡Zia! -grita un joven llamando la atención de todos, incluso Akemi levanta la mirada distinguiendo a quien armado camina rumbo al aludido. -Vaya, hasta que te dignas en aparecer -bufa. -¿No me recuerdas acaso?
Se frunce su ceño ante la mirada desconcertante del pelinegro.
-¿Debería?
La irrelevancia en su palabra le molesta.
-¡Me fracturaste el hombro! No tienes idea del dolor y la frustración por la que pase por no lograr la movilidad que antes tenía, las esperanzas eran nulas, incluso limitantes. Pase toda mi vida entrenando como para que un día tu vinieras y arruinaras todo lo que venía preparándome. ¿Cómo lucharía?
La inexpresión lo enfurece aún más.
-¿Crees que ser el príncipe te da el derecho de hacer lo que te venga en gana? Tienes la vida resuelta, que te va a importar.
En el momento en que Zia da pie a marcharse fúrico el joven le grita.
-¡Quiero la revancha! No vas a irte como si nada sin antes darte una paliza.
Un arma llega a manos del ojiazul una vez avanza aceptando el reto y pronto se desarrolla la contienda resonando el filo de ambas espadas ante cada estocada. Durante la lucha es notoria la escasa fuerza en el brazo derecho del joven; no obstante, lo recompensa el uso de la izquierda que si bien en notorio no era surdo, el pelinegro respeta el esfuerzo por el dominio que ha logrado con dicho brazo. Y aunque no resulta como esperaba el joven acepta su derrota.
AKEMI
La nula expresión en su rostro cuando lucha cambia una vez gira en mi dirección mostrando un divertido gesto altanero de su parte una vez vence, sonrío a la par que niego sintiéndome mejor tras la distracción que todo esto fue para mí posterior a lo que Enya revelo. Tomo su mano una vez se encuentra frente a mí, lo escucho intercambiar palabras con sus hermanos e incapaz de resistirme lo tomo de la playera atrayéndolo hacía mí. Un grito emocionado se escucha cuando lo beso, cuando lo suelto río producto de su colorado rostro. Una risa resuena cercana, además de las palabras burlonas de parte de Jalil, al descender la mirada una niña a nuestro lado nos observa con sus ojos brillando de emoción.
-¡Creí que morirías solo! -expresa saltando consecutivamente con uno y el otro pie soltando un gritito casi hasta faltarle el aliento. -Te vez muy tierno -dulzura es lo que evoca la menor.
-Misa -susurra el ojiazul esquivando cualquier mirada sobre él.
La pequeña de oscura cabellera en dos coletas sujeta mi mano, Zia suspira.
-Es Akemi.
Otro grito sale de sus labios moviéndose sin cesar emocionada contagiándome su alegría.
-Eres preciosa.
Desciendo a su altura y pronto su mano acaricia mi cabello perdiéndome en el hermoso color violeta de sus ojos, un color nostálgico para mí, paso un dedo bajo su parpado.
-¿Eres su novia?
Río por su pregunta, Zia desciende.
-Prometida.
Como si fuera posible sus hermosos ojos se expanden aún más soltando un ensordecedor grito que me causa reír. El cariño se refleja en su mirada cuando gira para ver al ojiazul.
-Me haces una madre feliz.
-¿Te cuento un secreto? -susurra el pelinegro a lo que ella asiente. -Es la princesa.
La emoción vuelve a reflejarse en su expresión cuando me mira, lanzándose para abrazarme.
-Gracias por estar con Zia -son sus palabras.
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