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34. Parentesco

NARRADOR

Durante la tarde a horas de caer la noche, excluyendo la vergüenza proporcionada por el lío de retratos de su persona insta al par a seguirlo hasta una casa a la cual sin permiso alguno ingresan, velas iluminan y aromatizan la estancia donde pocos muebles se visualizan junto a lo que parece una camilla y ordenadamente en repisas artículos que parecen de medicina.

—Supuse que vendrías, tus hermanos me dijeron que habías llegado.

Una mujer de apariencia madura, cabellera castaña sobre sus hombros les da la bienvenida dejando absortos al par ante su nada envejecida apariencia. Cuando la mujer desciende a la altura del menor este la mira recibiendo una mano en su mejilla y un dedo acariciar su delicada cicatriz, por su parte la pelinegra observa atenta cada movimiento de su parte, detallando toques amarillos en los ojos almendrados de la mujer.

—Eres un gran ejemplar, no cabe duda de que serás poderoso, también tienes cierto parecido con tu abuelo materno.

Curioso el menor inclina levemente la cabeza.

—Y, ¿cuál es el nombre de mi primer bisnieto?

—Drake -responde el ojiazul.

—¿Qué edad tiene?

—Cinco.

—Akemi, eres idéntica a tus padres.

Se escucha a la mujer una vez se encuentra frente a ella acunando su rostro entre sus manos mientras ella nerviosa la mira. La abuela le sonríe distinguiendo en ella un poco de la actual reina; sin embargo, sus ojos también le transmiten poder aclamando la fortaleza que posee.

—Oh mi niña, tu camino está aún por iniciar, aunque te encuentro aún algo confundida, pero tu tranquila, nada de lo que te debas preocupar. ¿Algo en especial que quieras decirme Akemi?

Aturdida ella duda con las palabras en la punta de la lengua. Carismática la mujer le sonríe.

—Tranquila, ya lo harás.

Al voltear para ver a Zia se acerca a él y de improvisto golpea con fuerza la frente del joven quien no duda en quejarse sobando la zona afectada.

—Te lo mereces por malcriado, cínico y sinvergüenza.

—¿Qué? -exclama él confundido.

Elly niega antes de cruzarse de brazos.

—Has cambiado, convivir con ellos te ha ayudado a ver la vida en otra perspectiva, también te ha vuelto más sensible.

Su gesto incomodo ante lo que la abuela le dice plasma en ella una sonrisa.

—Me alegra ver que ahora aceptes la idea de tomar el papel que te corresponde, aunque aún surjan algunas dudas, en ambos en realidad -dice desviando la mirada de uno al otro.

No dice nada sabiendo que ella todo lo sabe, no solo fue la primera en percatarse además de su madre, no lo alentó, pero tampoco lo desmotivo al enterarse, simplemente lo apoyo y siempre estuvo ahí cuando él así lo requería, también fue quien lo animo a sacar las lágrimas y no ocultarlas tras arranques de furia contenida.

Permanecen a su lado lo que resta del día mencionando casi al final la pelinegra acerca de su cicatriz, bajo la tímida mirada de la chica la mujer acaricia la zona palpando lo que a ella tanto le molesta haciéndola sentir mal hacía ella misma la rugosidad en aquella herida.

Antes de marcharse resuenan las palabras de la abuela en su cabeza, el próximo día durante la noche ella hará posible por lo que tanto sueña; la marca no será borrada, pero puede ser reparada.

ZIA

—Buenas noches Aliénor -Saludo a la agradable mujer una vez abre la puerta.

—¡Zia! -Sonrío al escucharla gritar con emoción. —Que alegría verte nuevamente -exclama abrazándome para tomarme de la cara posteriormente. —Mírate nada más, sigues igual de apuesto que siempre, y ese cabello tan extraño como siempre -río mientras ella prácticamente me observa a detalle. —Ven -Me jala al interior de la casa, al hacerlo es inevitable no ponerme nervioso con su habitual comportamiento mientras camina a mi alrededor escaneando minuciosamente. —Te miras extraño con ese pelo, pero ese par de ojos son innegables. Dice Atticus que vienes acompañado.

Asiento con una sonrisa. Vuelve a gritar y me abraza nuevamente.

—Aliénor ya déjalo.

Escucho la voz despreocupada de Atticus, al voltear a verlo me saluda, cuando voy a responder su esposa gira mi cabeza.

—¿Es Akemi? ¿Cómo esta ella?

Río por su efusividad.

—Está bien.

—¿Y el pequeño?

—Es Drake, tiene cinco.

—Ya los saludaré en otro momento.

Asiento.

—Pero no has venido solo a saludarme, ¿o sí?

Niego mientras río.

—¿Terumi? -pregunta con cautela, asiento.

—¿Cómo esta ella?

Su madre suspira.

—Triste desde que llegaron, casi no ha salido. Walid suele venir, pero termina quedándose aquí ya que ella no salé.

—No está bien que se resguarde, intentamos hacer que saliera, pero suele ponerse agresiva. Y sin Karim a su lado...

Comprendo lo que dice su padre, salir le hubiera ayudado a despejarse.

—Supongo entonces que está en su cuarto.

—¿Crees que sea buena idea que te vea? -pregunta Atticus.

—Debo hablar con ella.

—No lo sé Zia, ni siquiera le he dicho que has llegado. ¿Akemi sabe?

Suspiro.

—Aun no. Terumi estará bien, quizás se vuelva más loca de lo habitual, pero no le pasara nada. Sobre Akemi, dijeron que podría tener recaídas, así que lo haré después.

—Está bien -Accede su padre, —atente a las consecuencias.

Al ingresar a su habitación la encuentro acostada sobre la cama con brazos y piernas ocupando todo el espacio, su mirada perdida en el techo.

—Terumi.

Sus ojos se expanden al escucharme y con lentitud se apoya sobre sus codos observándome con asombro.

—¿Zia?

—El mismo.

Con rapidez toma asiento sin dejar de mirarme.

—¿Cuánto tiempo ha pasado?

—Casi dos años.

—Dos años -repite pensativa, con lentitud me percato que comienza a molestarse. —Te marchaste por dos años, así sin más. Causaste que Karim se marchara, se fue porque no estabas tú para resolver el problema que debías hacer y ahora vienes como si nada diciendo simplemente que han pasado casi dos años, ¡dos años Zia?

—¿A qué has venido? -pregunta más tranquila evitando verme.

—En primer lugar, eres mi amiga.

—Amiga -refunfuña molesta.

—Sé que tuve la culpa, no debí darte esperanzas.

Me fulmina con la mirada.

—¿Esperanza?

Toma una almohada y la avienta.

—Siempre creí que podría haber algo, te comportabas como un tonto, siempre lo has hecho, creí que simplemente evitabas a las demás, creí que te gustaba incluso antes de que me lo dijeras.

La miro confundido tomando entre mis manos la última almohada que avienta en mi dirección.

—Nunca hice nada para incentivar esa idea, quizás la tontería que te dije, pero nada más. Eres mi amiga Terumi, casi mi hermana.

—Hermana -gruñe molesta, aún más al no poseer nada que aventarme. —Sabías que me gustas.

—No hice nada para alentarte, solo eso, no lo pensé -exclamo exasperado.

—¡Solo eso! ¡Que sencillo! ¿Y a qué has venido? ¿A decirme que soy tu hermana?

—¿Ya olvidaste a Akemi? -pregunto jugando con la almohada entre mis manos.

—¿Akemi?

—En Sol Saliente.

—Es Akemi -repite más para sí misma bajando la mirada.

—¿Ella...?

—Está bien. Sería mejor si pudiéramos ser todos nuevamente, eso de haberte encerrado... Tenías a Walid y Jalil contigo, a nuestros padres. Quizás Karim no estuvo este tiempo, igual que Assim, pero se han tenido únicamente ellos, tú podías salir y esperar a que llegara para gritarme, en cambio te encerraste. ¿Qué va decir Karim cuando llegue?

—¿Quieres que sea cómo antes?

Me acerco para tomar asiento en la cama.

—Bueno, ahora también esta Akemi, y Drake.

—¿Drake? -pregunta con intriga.

—Es híbrido.

Me mira con asombro humedeciéndose sus ojos.

—¿Cuánto?

—Tiene cinco, los cumple cada dos años.

—Hace diez... -murmura, desvía la vista. —Artem dijo...

—Es ella.

La veo suspirar.

—¿Y el niño?

—Lo adopte.

—Terumi -llamo su atención luego de un breve silencio, cuando me mira acaricio su mejilla. —Sabes que te quiero -Sonríe. —Aún no le digo a Akemi, así que, no sé cómo reaccione, tampoco sé si reconozca a Karim.

Asiente.

—Intentare portarme bien.

Sonrío.

—Y a salir de aquí, seguro a Assim y Karim no les tomara mucho volver.

La escucho reír mientras me pongo en pie. Antes de marcharme me toma desprevenido abrazándome.

—En caso de que no pueda hacerlo más por Akemi.

Una vez afuera miro el cielo despejado, oscuro, iluminado únicamente por la luna, extrañaba esa imagen, el clima fresco, el aroma a tierra mojada y la lluvia, el ambiente proporciona de calma. Supongo que no es extraño que Akemi prefiera el sol, ambos transmiten alegría, todo brilla ante su presencia; además, suele pintarse roja como el mismísimo sol.

★★★

—¿Y el compromiso?

Permanezco apoyado en la entrada curioso con la pregunta mientras los veo alrededor de la mesita con un juego de mesa.

—Fue idea de Artem -responde mi madre.

—¿Por qué? -pregunta viendo a mi padre.

—Supongo que fue una manera de apropiarme de ti -dice con sus ojos puestos en Akemi llamando mi atención. —Intente imaginarme como sería si tú y Zia se hubieran conocido antes, ambos en el sillón, él leyendo uno de sus libros en voz alta mientras escuchas. Era muy difícil que ambos pusieran atención durante las clases, pero seguramente se habrían apoyado mutuamente. Habrías coloreado lo que él dibujara, la idea de imaginarlos juntos me agradaba.

La veo sonreír.

—A tu padre le di el pretexto de que sería otra manera de unir ambos reinos, pero la simple idea de que terminaran con alguien más y no juntos, no me gustaba mucho.

Sonrío pensativo con su respuesta, desde un punto de vista podría resultar egoísta, antes lo habría considerado una tontería y me hubiera molestado aún más de habérmelo dicho, ahora creo que aún si no fuera mi pareja me habría enamorado de ella, así que supongo que debería agradecer a mi padre, aunque sinceramente no lo haré en voz alta.

Con una sonrisa en el rostro me retiro rumbo a mi habitación donde observo el techo vagando entre recuerdos, pensando en momentos con el par, cuando se presentaba la incógnita de si volver o no, el problema de ocultar y reprimir lo que siento por Akemi, sé que de ser por mí no habría tomado la iniciativa, daba por sentado que no ocurriría, planeaba la manera de rechazar y dejar mi lugar a alguno de mis hermanos, que tomaran el lugar de rey cuando fuera necesario, incluso ese día lo pensé. Ni siquiera cuando parecía que podía haber algo con Akemi cambie de opinión, que tomáramos el lugar de rey y reina era muy distinto a estar juntos, tampoco es algo que me emocionara, pero en este tiempo conociéndola he logrado percatarme que, si bien tenemos diferencias, también hay cosas en las que tenemos similitudes y durante todo este tiempo únicamente habíamos convivido con humanos y para ambos es algo que resulta sencillo.

Ahora poco a poco ha ido recuperando sus recuerdos, ya no se culpa por lo sucedido y antes de siquiera saber quiénes se encuentran en Sol Saliente le comenté que lo más probable es que alguien se estuviera haciendo cargo de lo que la ciudad necesita y, por ende, impidiendo que el Clan de la Penumbra haga lo que se le plazca.

Percibo cuando suben a la cama viendo en poco a Akemi colocarse a horcajadas sobre mí, sonríe.

—¿Lo escuchaste?

—¿Qué te hace creer que lo hice?

—Ya habías llegado.

Enarco una ceja.

—Es imposible no saberlo, hueles delicioso.

Río cuando su nariz roza mi cuello ante su respuesta, sus labios rozan mi piel y sus dientes mordisquean mientras su mano acaricia el otro lado de mi cuello.

—¿Mañana?

Sonrío a su susurro, es muy provocativa; sinceramente, nunca me había sentido tan nervioso y avergonzado como ella me provoca, pero la amo.

—Mañana -respondo mirando sus intensos ojos rojos mientras acaricia mi rostro, acto seguido degusto sus suaves y carnosos labios.

AKEMI

Boca arriba sobre su anatomía cierro los ojos, la yema de mis dedos se desliza de su mejilla a su cuello proporcionándole caricias, sé que le gusta. Elevo la vista para verlo, sonriendo al distinguir su expresión tranquila y sus ojos cerrados, mientras tanto su mano hace lo mismo sobre mi vientre instalándose en mí cosquilleo, dejándome llevar al cerrar los ojos en lo que su perfume invade mis fosas nasales. En calma, el silencio, la tranquilidad envuelven la estancia guiada únicamente por su contacto la cual comienza a volverse más placentera a cada segundo y con mi otra mano lo insto a descender.

Jadeo disfrutando del contacto, sonriendo, soltando un gemido a la par que mi cuerpo se arquea una vez sus dedos incursionan en mi zona intima envolviéndose la habitación con mi gemidos y suspiros. Mi mano tras su cuello rasguña de vez en cuando disfrutando de las sensaciones en lo que su nombre es expulsado por mis labios de vez en cuando.

Su abdomen sube y baja con sutileza en lo que suaves caricias se perciben en mi cuerpo causándome cosquilleo y mayor placer instalándose una sonrisa en mi rostro al escucharlo pronunciar mi nombre junto a dulces palabras pronunciadas por sus labios.

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