
Parte XV
No se movió, ni siquiera cuando la vió temblar y abrazarse el torso. Él, simplemente no podía hacerlo..
Aunque su corazón había empezado a latir alocadamente de nuevo, todavía podía sentir el frío, el hielo cubrirlo. Miró fijamente su cuerpo, desde la coronilla de su cabeza hasta las puntas de sus pies temblorosos. Ella parecía algo pálida cuando le dió una mirada a través de sus pestañas llenas de lágrimas. Y aunque sintió el apretón en su pecho, no lo demostró.
—¿Qué lamentas, exactamente?— preguntó con la voz fría, con un leve arrastre de palabras.
No le importó verla temblar, no le importaba porque estaba furioso. Se mantuvo tranquilo, para no demostrar cuánto le había dolido su jugarreta.
Era obvio que ella se había ido porque quería, Hinata no parecía lastimada. Ella estaba más hermosa que nunca y él apretó los dientes cuando sintió ese cosquilleo que siempre había sentido cuando ella había estado cerca, y había desaparecido cuando Hinata también lo había hecho.
— Los dejaré solos para que hablen..
Naruto casi no escuchó a su madre cuando ella caminó hacia la puerta de la biblioteca y la cerró, dejándolos solos.
El denso silencio sólo era interrumpido por los sollozos de Hinata. Su cuerpo quiso ir hacia ella, abrazarla, y estuvo a punto pero se detuvo. Apretó los dedos en puños, y luego volvió a sentarse en el sillón. No podía seguir mirándola, así que giró la cabeza hacia la ventana, notando algunas platas que su madre tanto amaba.
Los años de experiencia, de guardar sus verdaderos sentimientos, lo ayudaron a mantener un semblante frío y tranquilo, mientras la escuchaba llorar e hipar. Pero su paciencia no era la mejor, y cansado de las rabietas de Hinata, le dió una mirada. Notando que seguía en la misma posición.
—¿Me dirás qué lamentas, o debo adivinar?— preguntó finalmente.
Hinata asintió, mientras pasaba las manos por su rostro, intentando limpiar los dos riachuelos que había en sus mejillas. Ella tomó aire varias veces, intentando recuperar la compostura y finalmente lo logró. Aunque, seguía hipando.
— Yo-o.. yo..
Naruto cruzó las piernas, apoyando con fuerza en el respaldo del sillón. Pasó su mano por su cara, intentando tener paciencia cuando la escuchó tartamudear. Apretó los dedos en su boca, mirándola, para mantenerse callado y no interrumpir lo que sea que iba a decir.
— La-lamento ser.. tan cobarde..
Naruto alzó una ceja, pero se mantuvo callado. No entendía de dónde venía eso. Hinata se abrazo el estómago e hizo una mueca. Pero cerró la boca.
—Así que..—, comenzó —. Te fuiste de mi casa, de nuestra casa—, aclaró, sintiendo que el mal humor comenzaba a burbujear en su interior. Se sintió como un volcán, a un paso de la erupción —. ¿Por qué eres una cobarde?
Hinata asintió lentamente y apretó los dientes.
—¡Mírame!— rugió, sin poder contenerse más.
Se levantó de golpe, y dió los pasos que los separaban. Vió la expresión asustada de Hinata justo cuando la tomaba de los brazos. Sus dedos se apretaron en sus tríceps, y una descarga corrió por su piel por el contacto con ella. Pero agitó eso, junto con Hinata, que pego un pequeño chillido.
— Dímelo mirándome a los ojos, maldita sea— le murmuró—. ¿A qué le tenías miedo? ¿Qué es? ¿A mí?— gruñó.
Hinata le miró a los ojos, las lágrimas bajando sin fuerza de la comisura de sus ojos. Sus mejillas y nariz respingona estaban rojas, mientras lo demás parecía demasiado pálido. Era la perfecta imagen de la vulnerabilidad.
Sus dedos se apretaron demasiado en su carne cuando ella asintió suavemente y la soltó cuando ella hizo una mueca de dolor. Él se giró, sin poder seguir mirándola. Pasó sus manos por su cabello, que caía sin gracia sobre su cara. Dió dos pasos lejos y luego se giró, mostrando su expresión furiosa.
— Así que me tienes miedo.. ¿Es eso?
Ella dió un paso hacia atrás, mientras él comenzó a caminar de un lado hacia otro, como león enjaulado y hambriento, la observaba como si ella fuera un trozo de carne cruda lista para sus dientes.
Naruto se volvió a detener, mirándola fijamente, mientras ella se había quedado quieta y también observando sus movimientos.
— ¿Y qué temías que hiciera? ¿Eh? ¿Acaso no te abrí las puertas de mi casa y te cuidé?— él dió un paso más cerca, y apretó los dientes cuando ella dió un paso hacia atrás, asustada—. ¡Detente!— volvió a rugir—. Deja de huir. ¡Habla!
Hinata bajó la mirada, pero se mantuvo quieta.
— Yo..
—¡Mírame!— exigió —. Mírame y dime todo—, dijo está vez entre dientes.
— Naruto, por favor..—, susurró con una mueca de angustia.
Naruto no se inmutó, dió un paso más cerca, su cabeza inclinándose hacia un lado.
—¿Qué? ¿Por favor, qué?
Sabía que se estaba comportando como un maniático, un imbécil, y si él no fuera parte de esta discusión hace tiempo ya se habría golpeado para que le hablara bien a Hinata. Pero no podía controlarse, podía sentir toda la tensión que había tenido esas seis semanas rompiéndose como una presa de agua. Simplemente arrasaría con todo, sin pensar ni sentir.
— Lo siento. Yo, de verdad..
—¿Qué?— insistió cuando ella guardo silencio de nuevo—. ¿Sientes tenerme miedo? ¿Sientes haber ido a mi casa? ¿Sientes que te follará en todas las posiciones posibles?— Él apretó los dientes cuando una idea surgió en su cabeza —. ¿No querías que te tocará? ¿Es eso? ¿Te follé contra tu voluntad?
Hinata abrió sus ojos enormes, como si estuviera asombrada que él dijera eso. Dió un paso más cerca, casi pegando su cuerpo a él. Naruto respiró profundamente, sintiendo su perfume a varilla llegar a su nariz. Su polla estaba dura desde que habían empezado a discutir, pero no sé movió mientras Hinata tiraba la cabeza hacia atrás para seguir mirando su rostro.
— Por favor, no digas eso. Jamás pensé eso..
Ella tomó su brazo y Naruto se estremeció, sintiendo ese toque sencillo y sobre su camisa, más profundo que una estocada. Estaba herido, y como un animal salvaje, herido y asustado, reaccionó con violencia. Se alejó de su toque como si lo quemara, notando su rostro arrugado de sorpresa por su accionar.
— No me toques—, dijo con dientes apretados—. ¿No era que me tenías miedo? ¿Cómo puedes tocarme?
— Naruto..—, ella dió otro paso, extendiendo la mano, y él fue está vez el que se alejó. Pero se detuvo cuando la escuchó murmurar:— Por favor, déjame explicar.
Él estaba de lado, para no verla directamente cuando Hinata volvió a cerrar sus dedos, está vez en su mano. Naruto se tensó, pero se quedó quieto. Necesitaba esa explicación, porque se estaba volviendo loco.
— Yo me expresé mal—, comenzó Hinata con un murmullo—. No te tenía miedo. Tengo miedo de tu reacción, cuando te enteres..
Naruto la observó de reojo, ella no lo miraba, pero tenía la mirada perdida. Él respiró profundamente, sintiendo que esas pocas palabras habían calmado un poco su volátil mal humor. Aunque seguía confundido, no se sentía insultado.
—¿Cuándo me entere, qué?— le pregunto, en voz baja, apretando su mano en la de él.
Hinata levantó la mirada, haciendo consciente a Naruto de lo cerca que estaban. Él no lo había notado, pero había inclinado su cabeza para estar casi a su misma altura. Miró fijamente sus ojos perlas, esos pequeños pozos afilados que habían dominado sus pesadillas y sueños. Observó su rostro sonrojado, sus labios rosas levemente abiertos. Simplemente, ya no pudo contenerse. Acercó su rostro a ella, manteniendo sus labios separados sólo por un respiro.
— Hinata..—, murmuró ronco, sintiendo que la necesidad iba a explotar en su pecho —. Cielo..—, gimió cuando uso su mano libre para pasarla por su suave nuca y besarla.
Sus labios no fueron suaves, había pasado demasiado tiempo sin ella. Exigió que abriera la boca mientras soltaba la mano de ella sobre su hombro y la rodeaba con el brazo por la cintura, pegando su cuerpo suave contra él. Gimió mientras su lengua exploraba el interior de su boca con avidez. Hinata contestó con el mismo fuego, con la misma pasión, lo que le hizo volar la cabeza. Apretó su polla dura contra su vientre, gimiendo con necesidad.
— Cielo.. cielo—, murmuró una y otra vez mientras bajaba sus labios por su mandíbula y le daba al cuello de ella toda su atención.
— Naruto.. yo.. yo..
— Shh— le pidió para luego morder la unión suave de su cuello con su hombro.
Ella se agitó en sus brazos, él podía sentir las uñas de Hinata clavarse en sus hombros mientras él seguía besando su piel. ¡Dios! La había extrañado tanto, no podía entrar en sí de lo feliz que se sentía tenerla en sus brazos de nuevo.
— ¡Me alegra que se reconciliaran!
Naruto saltó cuando escuchó el grito alegre de su madre y levantó la cabeza para verla en la puerta abierta de la biblioteca. Hinata soltó un chillido y oculto su rostro en su pecho. El sentimiento de protección seguia allí, se dió cuenta, ya que la abrazó, manteniéndola oculta en sus brazos.
— Madre... Podrías tocar, ¿no?
Kushina alzó una ceja, y luego entro en la biblioteca con una sonrisa.
—¿Tocar? ¿En mi biblioteca?— Naruto apretó los dientes, listo para una respuesta filosa, pero su madre siguió hablando—. Veo que está todo bien con ustedes, de nuevo.
Naruto sólo alzó una ceja. Las cosas no estaban totalmente bien, ella aún no le había dado una buena explicación, pero considero que no debía decírselo a su madre. No contestó.
— Supongo, entonces, que no tienes problemas en hacerlo oficial, ¿verdad?— preguntó Kushina mirando a sus brazos que sostenían a Hinata.
Naruto sintió a ella ponerse tensa, pero no supo el porqué.
—¿Oficial? ¿Qué cosa?— preguntó en cambio.
Kushina había tenido una sonrisa, pero se le borró cuando él dijo eso. Su ceño se frunció y lo observó como si estuviera muy decepcionada de él.
— ¡Te vas a comprometer! ¿Me entiendes?— Naruto abrió la boca, asombrado por su explosión y las palabras que había dicho.
—¿Qué...
—¡Si! No voy a tener nietos bastardos. Mis nietos tendrán una madre y un padre, y obviamente, yo seré una buena abuela. Yo...
Naruto sintió que la voz de su madre se alejaba mientras poco a poco sus palabras se sumergían en su cerebro. Se irguió, soltando levemente a Hinata, que ella también había alejado el rostro de su pecho. Bajó la mirada lentamente hacia ella, aún escuchando a su madre decir algo de clases de combate y las mejores escuelas. Hinata tenía una mirada culpable mientras lo miraba y él parpadeó, sintiendo que su estómago se revolvía.
Simplemente fue demasiado, la soltó y corrió a un lado del escritorio de su madre y soltó todo su desayuno en el cesto de basura.
Continuará...
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