Para Kim Taehyung no era tan diferente a Jin.

Se quedó en casa asaltando una y otra vez su closet, buscando el atuendo perfecto con el que se podría vislumbrar ante el joven pelinegro, aquél muchacho era demasiado atractivo, y para sí mismo era como ganar la lotería, así que no dejaría ir esa oportunidad tan fácil.

Se dió un baño en la pequeña tina que se encontraba en su cuarto, echó en el agua unas cuantas bombas de jabón y aromatizante, el agua era tibia para que su piel terminara tersa y lisa. 

El olor que optó era levemente dulce, y aún así, tomó un poco de colonia entre sus manos y se la colocó en su cuello con un par de palmaditas cada lado.

Se dedicó a peinar cabello por cabello y a delinear un poco sus ojos para hacer que se vieran un poco más grandes, y pintó un poco sus labios con un suave tono rosado.

Sonrió al verse en el espejo, pero al asomarse en su reflejo salió una nueva de su rostro al ver el desastre de ropa en el suelo, sillones y cama, que había dejado tirados ante los cambios seguidos de ropa.

Suspiró y a punto de comenzar a recoger, entró en pánico al escucharse el timbre resonando en su casa.

Por favor, que Dios salve a Taehyung.