Capítulo 2
Taehyung se levantó con el sonido de su alarma, nueve y media de la mañana exactas, tomó una ducha y tomó sus cosas, no quiso despedirse porque su padre estaba en casa, dejó en cambio una carta debajo de su almohada dónde sabía que su hermana buscaría.
Salió de la casa con mochila y maleta en mano, cuidando de no hacer ruido al cerrar la puerta.
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Había llegado a la estación, y tomó a bordo, sería un viaje de unas 8 horas al menos, pero estaba listo para empezar, era momento de alejarse de casa y crear su propio guión.
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Pasaron horas, el restaurante tuvo clientela durante todo el día, y había faltado uno de los meseros, vaya problema, por lo que Seokjin, y uno de sus compañeros se la tuvieron que apañar solos.
Jin juntó suficiente propina, e incluso le avisaron de un aumento, esto le iba a servir para la escuela y el abono que debía de dar en ella. Trabajar y estudiar no es cosa fácil.
A eso de medio día había comenzado a llover, el cielo se nubló y la vista hacia afuera por medio de los ventanales se habían apañado un poco, su ventaja fue haber checado el canal del clima antes y así llevarse un paraguas, aunque la gente que lo veía lo tomaban por loco, el día se veía por completo despejado, pero nada que al final ellos se habían equivocado.
El karma por criticar.
-Seokjin, ya me voy, te dejé las llaves en el almacén.
Dijo su jefe, quien horas antes le había pedido de favor, ahora avisaba que ya se iba a retirar del lugar.
-No se preocupe Hyung, yo me encargo.
Durante la tarde, cerca de la hora de cierre, ya casi no había movimiento, por lo que le permitió a Seokjin avanzar bastante en la limpieza sin tener que molestar a los comensales.
Ya para la hora de irse, se quitó en el almacén su uniforme (su compañero ya se había retirado unos minutos atrás, al igual que el jefe de ambos), y se colocó encima su abrigo y agarró su paraguas y las llaves del establecimiento.
Salió del lugar y aprovechando el techo de plástico que cubría la entrada, pudo cerrar sin problemas el lugar, pero cundo se dió media vuelta mientras abría su paraguas, observó en la acera, afuera del lugar, un chico castaño, sentado y cabizbajo, sin nada que lo cubriera de la lluvia, mojando así su ropa y pertenencias.
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