Una mujer de baja estatura y tez almendrada se encontraba cubriendo su rostro ocultando sus lágrimas.

—Mamá, no llores, estaré bien —intentó sonreír delicadamente, pero sólo logró una mueca.

—Lo siento pero... No puedo soportar el saber que te vas a ir de casa... —decía entre hipidos— Taehyung... Eres mi primer hijo... Y el saber que no solo te irás del campo... ¡Si no que te irás de la ciudad! Seúl queda muy lejos —al terminar cada frase sus sollozos se hacían cada vez más fuertes.

El joven castaño observaba con preocupación a su madre, quién se encontraba sollozando desde que se enteró de que se iría hasta la capital de Corea del Sur a estudiar psicología en la Seoul  National University.

—Mamá, Tae Tae se irá pero va a volver cuando termine —una niña de unos ocho años al menos lo volteó a ver— ¿Verdad?

Taehyung la miró con ternura.

—Claro que si MinMi —volvió a mirar a su madre y procedió a sujetar ambas manos con delicadeza, cómo si con el mínimo toque estás se pudiesen romper.

—Vendré en las vacaciones mamá, de eso no te preocupes —dijo tratando de calmar a la mujer de negros cabellos—, estaré bien.

La madura mujer sólo atinó a asentir y abrazarlo, durando un par de minutos hasta que el castaño chico la alejará un poco tomando sus hombros con suavidad. Tomo con su mano izquierda la barbilla de la mujer para hacerla mirar a sus oscuros ojos.

—Mamá... Te amo, ¿si? No te olvides de ello —y le dió un beso en la frente.

Durante la tarde, comieron, jugaron un poco, rieron, lloraron, y así siguieron los tres hasta el anochecer.

El castaño se sujetó de sus rodillas cansinamente y tratando de recuperar la respiración. Observó con perspicacia el lugar y en cuanto su mirada enfocó la única foto donde estaba la familia completa, dejó de sonreír.

—Madre... ¿Papá regresará hoy?

La madre lo miró con tristeza —lo siento hijo... Pero dijo que tomaría horas extras, es probable que vaya a estar quedándose por unos días más en su apartamento en Daegu—, contestó con tristeza al ver los ojos dolidos de su hijo mayor.

El hombre de familia, padre de Kim Taehyung y Kim Minmi, y marido de YoungMi, era Jungkyung, un campesino que logró entrar a trabajar en una empresa para ganar el suficiente dinero para ayudar económicamente a su familia.

¿La razón? Su sola presencia era imponente, y a pesar de no tener estudios, demostró que su inteligencia era superior, por lo que lo colocaron como sub-director en la empresa. Vaya suerte, ¿No? Lastimosamente, desde que entró a trabajar ahí, su vida se redujo casi por completo a trabajar, olvidándose a veces de su familia.

Por ello mismo, al principio Taehyung se encontraba reacio a entrar a la universidad; para poderle ayudar a su madre y hermana con las labores del campo.

Cabizbajo por la decepción de no poder despedirse de su padre como era debido, se dirigió a su habitación con el fin de descansar un poco de la tristeza y la nostalgia antes de su vuelo a las nueve y media de la mañana.

Cerró sus ojos, y dejo caer una lágrima rebelde antes de sumergirse en  los brazos de morfeo.

* * * * * * * * * *

En un lugar de Seúl, a las ocho de la mañana se encontraba abriendo un pequeño local un jóven azabache y un hombre treintañero de piel morena.

—¿Cómo te ha ido en la escuela?

—Muy bien hyung.

—¿Sigues teniendo problemas con los gastos?

—Ya no tantos, estoy buscando un compañero de cuarto para repartir los gastos, pero nadie parece interesarse —respondió cansino el chico de piel blanca.

—Ya veo. Por cierto, Seokjin, hoy tendré que retirarme más temprano, ¿te puedo dejar a cargo de la tienda por hoy, y podrías cerrarla tú?

—Claro señor Choi, será un placer.

Y acto seguido, Seokjin se inclinó frente al hombre de porte firme para mostrar respeto.

—Confíe en mi, no hay problema.