Capítulo 8: Confesión
Alexander
Allison parecía algo molesta. No dejaba de revisar su celular y no decía una sola palabra.
Yo estaba en la cocina, haciendo algo para comer, pero podía verla desde ahí, sentada en el sofá blanco mirando algo en la televisión a lo que no le daba importancia.
Imaginaba que Fred aún no le respondía y, según mi parecer, él era una pésima pareja. Incluso yo, cuando nunca fui novio real de Ally, estaba más para ella.
Cuando terminé de hacer los sándwiches, los puse en unos platos, fui hasta la sala y le entregué uno a Ally.
—No tengo hambre, pero gracias... —dijo, sin recibirlo.
—Vamos, come algo.
De mala gana, tomó el plato y lo puso sobre sus piernas, a la vez que dejó su celular a un lado.
Yo me senté junto a ella y comencé a comer, pues tenía bastante apetito, pero Ally se quedó mirando el sándwich con algo de tristeza.
—Oye, si quieres puedes pasar aquí la noche. Una de las habitaciones tiene una cama...
—No, gracias.
—Ally...
—¿Qué quieres?
—No te pongas así, quizás está ocupado y te responderá en un tiempo más —dije para intentar animarla, aunque, si yo hubiera estado en su caso, tampoco podría estar muy animado.
—Estoy bien, Alexander.
—Se nota —dije, con claro sarcasmo.
Ella volteó a mirarme, molesta.
—¿Quieres que te mienta o qué? —pregunté.
—Solo hazme el favor de cerrar la boca.
—Bien...
El mal humor de Ally había logrado ponerme de mal humor a mí también.
Para llenar el vacío del ambiente, tomé el control remoto de la televisión y comencé a cambiar de canal, deteniéndome en uno cualquiera.
Luego de un momento, caí en cuenta de que la película puesta en la televisión era una película erótica.
«No, pésima idea».
Volví a tomar el control y la cambié nuevamente, dejando una película infantil.
Aún con la película de fondo, el ambiente era realmente incómodo, por lo que me apresuré en comer mi sándwich y cuando terminé, le dije a Ally que iría a mi cuarto.
Ella no le dio mucha importancia y siguió mirando la televisión con el mismo rostro inexpresivo que había tenido durante todo ese tiempo.
Cuando estuve en mi cuarto, fui al baño a cepillar mis dientes y luego me di una ducha rápida.
No había nada que disfrutara más que un baño o una ducha de agua caliente cuando hacía frío afuera.
Cuando abrí la mampara de la ducha para salir, pegué un grito y rápidamente reaccioné a cubrir mi entrepierna.
—¡¿Qué haces aquí?!
Acababa de tener un Deja Vu.
—No creo que Fred vaya a contestar.
—¡Esa no es una respuesta!
Mientras buscaba con qué cubrirme, me reprendí mentalmente por mi costumbre de no poner seguro.
Ally rodó los ojos y me lanzó una toalla, la cual rápidamente amarré en mi cintura, y entonces pude relajarme.
—Te pusiste mejor en Nueva York —comentó Ally—. Ahora eres un cero coma un por ciento más intimidante... lo que en total da un cero por ciento.
—¿Cómo puede ser ese el total? —pregunté mientras salía de la ducha.
—Pues tu actitud le resta un cero coma un por ciento... y estoy siendo generosa.
Saqué una toalla del estante del baño y comencé a secarme el cabello, algo incómodo de que Ally siguiera ahí, ¿pero que importaba? No era la primera vez que me veía así.
Ally se sentó sobre la tapa del inodoro y suspiró.
—¿Tú y yo...? Bueno, no sé si tú a mí... o yo a ti, pero...
—No entiendo nada de lo que dices —la interrumpí.
Ella resopló y tomó aire, inflando su pecho.
—Tú y yo podemos ser considerados como algo como amigos, ¿no? —la pregunta salió con algo de temor.
Yo me quedé pensando un momento. Según yo, la respuesta era no, pero si lo pensaba bien, si teníamos una relación... de algún tipo.
—Puede ser algo así.
—Que bueno porque hay algo que debo decirle a alguien y tú eres la única posibilidad que implicaría no crear un caos.
Eso no me gustaba. Si estaba haciendo algo malo, mi parte moralmente correcta no podría ocultar nada.
Cuando le iba a decir que no quería saberlo, ella se me adelantó.
—Yo no amo a Fred.
Entonces un poco de saliva se atoró en mi garganta y comencé a toser, pero Ally no parecía preocupada por eso.
Se levantó de encima del inodoro y comenzó a caminar de lado a lado.
—Sé que está mal porque me voy a casar y sería la segunda vez, pero el tipo es agradable y cumple gran parte de los requisitos de mi lista —murmuró.
Cuando por fin pude detener mi tos, hablé:
—¿Y por qué demonios te vas a casar con él? —pregunté, sin poder evitar sonar molesto.
No podía creer que hubiera alguien como Ally, que no aprendiera nada de un error tan grande como el que había cometido y volviera a cometerlo.
—No lo entenderías.
—¿Cómo qué no?
—Es que... —suspiró—. Es algo que ni yo comprendo.
—Quizás si me lo dices, yo lo comprenda. No quiero ser grosero, pero, ya que, tú lo eres conmigo... Yo soy más inteligente emocionalmente que tú.
Ally me miró con una ceja enarcada.
—¿Ah, sí?
—Claro, en especial cuando se trata de amor de pareja... tú no tienes idea de lo que es eso.
No dijo nada, probablemente porque sabía que tenía razón en eso.
—Bien...
—Espera —la interrumpí—. Déjame vestirme primero.
Salí del baño, con el cabello húmedo y algunas gotas corriendo por mi cuerpo que aún no secaba bien gracias a la interrupción de Allison.
Cuando iba a buscar algo para ponerme, vi que ella me había seguido y estaba parada junto a mi cómoda.
Yo la quedé mirando, pero no pareció captar la indirecta.
—Oye —dijo después de un rato—. Ya te he visto dos veces ahí abajo, ¿es realmente necesario que me cubra los ojos?
—Preferiría que salieras, pero si tu oferta es cubrirte, entonces sí, es necesario.
Ally rodó los ojos y luego llevó sus manos a su rostro para cubrirse.
—Ya, no veo nada.
—¿Segura?
—No seas infantil, Alexander, y vístete.
Rápidamente busqué unos bóxer y me los puse. Después de eso, me pude relajar un poco más y tomé una camiseta manga larga y un pantalón que a veces usaba para dormir en esa época.
—Listo —avisé cuando terminé.
Ally quitó las manos de su rostro y se fue a sentar en el borde de la cama. Yo me senté a su lado y esperé a que hablara.
—Bueno... Resulta que creo, solo creo, que le temo a quedarme sola el resto de mi vida —confesó, claramente avergonzada—. Pasé de ser una insensible irresponsable a una patética llorona... no sé qué es peor.
—No eres patética, Ally —aseguré—. Nadie quiere quedarse solo, de ninguna manera. ¿Por qué crees que todos le tememos a perder a nuestros seres queridos y a no encontrar el amor? El ser humano está hecho para vivir en comunidad... lo dice la ciencia.
—¿Qué tú no eres humanista?
—Sí, pero soy maestro. Sé muchas cosas.
Hubo varios segundos de silencio. Ally parecía estar meditando lo que había dicho y yo, la miraba con algo de lástima.
Era obvio que Ally tenía muchos traumas debido a sus padres y era lógico que, con el paso del tiempo, ella comenzaría a darse cuenta de que su plan de vida inicial, no era el más placentero.
—¿Al menos te gusta Fred?
—Ni siquiera sé cómo se siente que te guste alguien —dije, desanimada.
—Bueno, depende de la persona, supongo —así era con todas las emociones—, pero lo más común es que cuando te guste una persona no quieras separarte de ella; que te preocupes por ella y sus sentimientos; y que te guste su risa, aun cuando a ella no.
Ally me miró directamente a los ojos, lo que me puso algo nervioso.
—Creo que jamás me ha gustado alguien.
Bueno, eso resolvía mi duda. Kathy no tenía razón, yo jamás le había gustado a Allison Roche.
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