Capítulo 23: Señal
Alexander
Debido al apagón, decidí sentarme en el balcón a mirar el cielo estrellado, el cual se veía como nunca gracias a la falta de iluminación de la ciudad.
Había quedado algo preocupado después de mi última conversación con Allison. Sentía un pequeño vacío en el estómago y me estaba comenzado a arrepentir de haber sido tan duro con ella.
«No, se lo merece, ella hubiera sido peor contigo».
Asentí ante lo dicho por mi conciencia.
—No puedo ser tan débil.
Allison se había equivocado, ella era la que debía sentirse mal y preocupada.
Me levanté de mi asiento y comencé a caminar de un lado a otro por el balcón.
—Sí, ella tiene la culpa... ¡está loca!
«Pero quieres a la loca».
—¡¿De qué lado estás?!
Cuando me volteé, me di cuenta de que mis vecinos estaban mirándome desde su balcón, mientras fumaban unos cigarrillos.
Les di una sonrisa nerviosa y no me quedó de otra que entrar a la sala lo más rápido posible.
Luego de esa gran vergüenza, me tiré en el sofá y me quedé mirando el techo, pensando en algo que me asustó un poco.
Después de lo que le había dicho a Allison, casi podía sentir que no la volvería a ver. Conociéndola, se dedicaría a evitarme y cada vez que me viera por accidente, me ignoraría.
«Está bien, ella se lo pierde... tú también, pero al menos lo hiciste con dignidad».
—Gracias, voz de mi conciencia.
[...]
—¡Yo! ¡Yo! —decía Stephanie mientras agitaba su mano alzada con entusiasmo.
—¿Alguien que no sea Stephanie?
La chica había respondido ya tres de las preguntas que había hecho y comenzaba a darme cuenta de que los demás se aprovechaban de eso.
Ya que, Stephanie siempre lo sabía todo, los demás miraban por la ventana casi quedándose dormidos o jugaban con sus útiles sin prestar atención.
Comencé a pasear mi mirada por la sala, hasta que me fijé en una chica que tenía puestos sus audífonos, intentando ocultarlos con su cabello.
¿Creía que yo era idiota? Yo me sabia todos los trucos posibles que se usaban en clases para oír música, copiar y usar el teléfono.
—Daniela —la llamé, pero ella ni siquiera me miró, por lo que tomé el libro de la clase y me acerqué a ella para golpearlo sobre su mesa, provocando que diera un salto, asustada—. Nunca dije que oyeran música, ¿por qué lo estás haciendo?
La chica quedó en shock y luego de unos segundos se quitó los audifonos y comenzó a vacilar.
—Si respondes la pregunta, te ahorrarás el reporte.
—¿M-me repite la pregunta?
—¿Qué es una antítesis?
La chica quedó en blanco y después de que estuviera varios segundos pensando, volví a hablar:
—¿Alguien más que Stephanie sabe que es?
Gracias al golpe del libro en el pupitre, la atención de todos estaba sobre mí, pero ninguno tenía la respuesta.
Sabía que la antítesis no era la figura literaria que más recordarían los chicos, ¿pero realmente sólo una lo sabía?
Volví al frente de la sala y me paré en medio.
—La antítesis es una oposición entre dos términos contrarios, por ejemplo: la dulce amargura —expliqué.
Todos comenzaron a escribir en su cuaderno sin que siquiera lo pidiera y cuando terminaron, volví a hablar:
—Quiero que para mañana todos me traigan al menos tres ejemplos de antítesis en algún poema —ordené—. Y no quiero que se las compartan y copien, o los haré traer otras tres más, ¿quedó claro?
—¡Sí, profesor!
En ese momento, sonó el timbre y todos comenzaron a tomar sus cosas para ir a sus casas.
—Nos vemos mañana, que tengan linda tarde.
Todos se comenzaron a despedir y a salir del aula. Yo me senté en el asiento del escritorio del maestro y me quedé mirando la planificación de la clase para saber lo que debía pasar la siguiente clase.
—Que sexy suenas cuando te enojas.
Di un salto y me volteé a ver por la ventana, donde Allison estaba apoyada.
—¿Ally? —pregunté extrañado—. ¿Cómo entraste?
—Yo entro a donde quiera cuando quiera... —dijo, subiendo a la ventana y pasando hacia adentro.
Allison corrió mis cosas del escritorio y se sentó sobre él, dejando cada una de sus piernas a un lado de mi asiento.
—¿Q-qué haces? —pregunté con nerviosismo.
—Ya sé que estuvo mal lo que hice..., pero eso no te quita lo mentiroso.
—No te mentí.
—Me ocultaste información, eso es mentir.
Tragué duro. Me sentía algo incómodo de estar en esa posición, en especial cuando estaba en una sala de la escuela. Sí alguien nos veía así, tendría grandes problemas.
—Yo no te debo explicaciones —me excusé.
—Solo por eso te perdono...
—¿A eso viniste hasta acá? ¿A perdonarme algo que no tendrías por qué perdonarme porque no hice nada malo?
Ally rodó los ojos.
—Me tomé el día libre por quedarme atascada en el ascensor de la empresa ayer —me contó, cambiando de tema.
—¿Qué? —pregunté con algo de preocupación.
—Fue por lo del apagón —explicó—. Pero estoy bien, no te alteres —dijo con un tono burlesco.
—Bueno... ya tengo que irme.
Intenté ponerme de pie, pero Allison me empujó hacia abajo y volvió a dejarme sentado en la silla.
—¿Tú y Miranda están saliendo? —me preguntó, seria.
—No, solo somos amigos, pero no sé qué tanto te importa.
Allison negó con una sonrisa.
—No es que me importe, solo es curiosidad.
Claro, no le importaba, pero enviaba un investigador a seguirme.
—¿Puedo irme? —pregunté. Con cada segundo que pasaba me ponía más nervioso.
—¿No me vas a reclamar o algo?
—Porque haría eso.
Ally soltó una risita.
—Es obvio que acabo de mentirte y sé que tú lo sabes. Nadie contrata un investigador privado por simple curiosidad.
Sí, eso ya lo sabía, ¿pero que ganaba con sacarle la verdad? Además, si ella no quería que yo supiera la verdad, no la convencería de decirme la jamás. Ahora, ¿por qué sonaba como si quisiera que la supiera?
—¿Cuál es la razón entonces?
Allison se me quedó analizando un momento.
—Vamos, Alexander, tú no eres estúpido. Después de todo este tiempo y las cosas que han pasado entre los dos, creo que sospechas lo que quiero y cual es mi problema con Miranda —se bajó del escritorio—, pero sea cual sea la decisión que tomes, la voy a respetar.
Dicho eso, caminó hasta la puerta, me dio una sonrisa amable y salió de la sala como si nada.
Yo me quedé pensando las palabras de Allison, las cuales no estaba seguro de que significaban, ¿por qué tenía que ser tan ambigua?
Después de casi un minuto pensando, tomé mis cosas y fui hacia el subterráneo.
Se refería a que yo le interesaba, y que tenía que elegir entre ella y Miranda, ¿no? Lo cual era una estupidez, yo no tenía que elegir entre ellas dos porque sólo Allison me gustaba románticamente. El problema elegir entre intentarlo con Ally o no hacerlo.
Los pros de Allison era que era inteligente, independiente, fuerte, hermosa y amaba leer. Los contras eran que era caprichosa, violenta, celosa, extraña y cambiante.
«¡Dios, dame una señal!».
En ese momento, bajé del vagón en la estación correspondiente a la que quedaba cerca de mi departamento e inmediatamente me topé con un cartel que decía "Athena. Esencia divina".
Hasta las señales de Dios eran ambiguas también. ¿Qué significaba eso? ¿Que debía comprar la nueva base aprueba de agua o que debía intentarlo con Ally?
Comencé a caminar hacia la salida, cuando oí la conversación de unas chicas a mi lado.
—¿Oíste que ayer Allison Roche se quedó atrapada en un ascensor?
La otra chica hizo un sonido de sorpresa.
—¡Que horror!..., pero ella es tan valiente que dudo que se haya asustado.
Cuando salí a la superficie, lo primero que vi fue como ponían un nuevo cartel sobre unos edificios de cosméticos Athena.
—Okey, suficientes señales.
Caminé rápidamente hacia mí departamento, intentado evitar cualquier otra clase de señal que me dijera: "inténtalo con Allison".
Yo quería a Allison, la quería mucho, pero había que decirlo: ser pareja de ella debía ser como una sentencia de muerte.
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