Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 20: Amigos

Allison

Tenía que entender: yo y Alexander seríamos la definición de fracaso y en gran parte, sería mi culpa.

Normalmente yo pensaba que los hombres no eran lo suficiente para mí, en ese caso, era lo contrario. Yo era lo peor que le había pasado a Alexander en la vida, pero él era demasiado correcto para decírmelo.

Estaba en mi oficina, revisando las cosas que me habían enviado los investigadores, pero no había nada relevante. Me habían enviado las imágenes y papeles en sobres por mi petición, ya que, me parecía más seguro tener las pruebas en físico que almacenadas en mi laptop.

Mi abuelo no parecía estar en nada extraño, tampoco en el pasado, ya que, en cada viaje que había hecho, mi abuela estaba a su lado.

Quizás me había equivocado y mi abuelo si era decente, no como mi padre.

En cuanto a Fred, no había nada que me pudiera servir. Durante esas dos semanas se había dedicado a ir de su departamento a al trabajo y viceversa.

Necesitaba alguna prueba de su plan maligno lo más pronto posible, ya que, no podría dejarlo hasta tener pruebas concretas. Si lo dejaba antes de conseguir mis pruebas, jamás podría acusarlo de algo y muy probablemente, lo alertaría, acabando con toda oportunidad de descubrirlo. Sabía que jamás podría lograr acusarlo de algo frente a la ley, pero algo se me ocurriría para hacer que se arrepintiera de lo que pretendía hacer.

Dejé los sobres con las cosas a un lado y me quejé.

Ese día debería ir a la prueba del vestido de novia y esta vez mi abuela me había forzado a tener uno de diseñador.

Tomé los sobres para ir a hacía una pared lateral de la oficina y sacar un cuadro colgado en ella, el cual cubría la caja fuerte.

Puse la clave tocando los botones parecidos a los de un teléfono y se abrió.

Metí ambos sobres, acomodándolos con los fajos de billetes y el portafolio con los planes de nuevos productos y la volví a cerrar, cubriéndola nuevamente con la pintura.

En el momento que comencé a caminar hacia mi escritorio, alguien tocó la puerta.

—Pase.

Katherine entró a la oficina y yo la miré confundida.

—La abuela me dijo que te acompañara la prueba del vestido —me informó—. Ella y el abuelo tuvieron que ir a ayudar a unos amigos con una actividad benéfica.

Emití un quejido.

—¿Tan desagradable soy? —Kathy se sentó en una de las sillas frente a mi escritorio.

—Un poco —me senté en mi lugar, frente a ella—, pero sobre todo eres exigente y no quiero ver como miras con asco mi vestido.

Kathy rio, muy probablemente porque sabía que yo tenía razón.

—Tranquila, no puede ser tan horrendo.

[...]

—¿A eso le llamas vestido de novia?

Parecía que después de todo, Katherine si pensaba que mi vestido era horrendo.

—¿Podrías decirme el maldito problema? —pregunté parada sobre el pequeño pedestal circular.

—Es demasiado simple... así se casaría cualquier mujer de cualquier parte del mundo.

—¿Y eso qué?

—¿Qué no quieres verte especial en ese día tan especial?

Si Katherine hubiera sabido que yo no me casaría por nada del mundo y que sólo estaba haciendo eso para ganar tiempo y no levantar sospechas, no hubiera reclamado por esa tontería.

—Así me gusta. No soy una princesa.

—Pero esto es demasiado simplón incluso para ti y tu poca clase.

Bufé y me miré al espejo.

Sí, era un vestido austero, muy parecido al que había elegido para mi boda con Alexander, pero aún más aburrido, ya que, no tenía una cola de sirena.

—¿Qué cambios le harías tú? —pregunté, de mala gana.

—Bueno... —Katherine se acercó a mí y miró mi reflejo en el espejo—. Primero, le haría un escote sexy, y segundo, pondría algo de pedrería... o al menos algún encaje para que no se vea tan aburrido.

Yo sabía que a la abuela tampoco le gustaría saber que pagó una diseñadora para un vestido tan simple y aburrido.

—Bien... veré que puedo hacer.

[...]

Alexander

Por fin estaba en mi dulce hogar... bueno, no tan dulce, pero me sentía muy afortunado.

Luego de casi una semana en el hospital, habían dejado que me fuera.

La extirpación del bazo no era tan delicada, por lo que había personas a las que las daban de alta en un día, pero la razón por la que me mantuvieron ahí fue por mis otras lesiones.

En cuanto al cabestrillo, debería seguir teniéndolo durante al menos una semana más y el yeso que me habían puesto por la fractura debería tenerla por lo menos por seis semanas.

De todas maneras, estaba feliz de poder haber salido de ese aburrido hospital. Estando en mi departamento podría hacer muchas más cosas para divertirme, incluso sentarme en el balcón a mirar.

Estaba en mi cama mirando televisión cuando apareció un comercial de café.

Extrañaba ir a una cafetería e inhalar ese aroma tan exquisito.

De pronto, sentí un antojo de una buena taza de café y una dona.

Tenía la posibilidad de pedir mi antojo a domicilio, pero en el fondo quería salir y tomar aire puro.

—Solo serán unos minutos...

Fui al baño para darme una ducha lo más rápido que podía. Era algo difícil hacerlo solo, pero ya había aprendido en ese tiempo.

Luego de terminar mi baño, me vestí, usando lo menos posible mi brazo izquierdo, y luego puse el cabestrillo en su lugar.

Ya que, me había quedado sin auto por el momento y como, de todas maneras, no podía manejar, decidí usar el subterráneo.

Para ayudarme a caminar tenía que usar muletas, algo que realmente detestaba, pero no me quedaba de otra, así que, lentamente, caminé por la calle hasta llegar a la estación más cercana.

Debido a que no era horario punta, los vagones del subterráneo iban bastante vacíos e incluso había podido sentarme.

Cuando llegué a mi estación de destino, subí lentamente por las escaleras hasta salir a la superficie y caminé unos minutos hasta que llegar a la misma cafetería que solía ir con Ally a fingir nuestras citas.

Había un par de personas sentadas en las mesas del lugar, la mayoría estaban en silencio, leyendo un libro o viendo sus teléfonos.

Luego de sentarme en una mesa, pedí mi orden y esperé a que la chica que la tomó volviera.

Cuando probé el café, con cuidado de no quemarme, una sonrisa se formó en mi rostro. Había extrañado esa sensación.

Estaba por terminar, cuando alguien pasó por el lado mío y dijo:

—Hola, Alex.

Levanté mi vista y vi a Miranda sentarse una mesa más allá.

«Oh, Dios mío, ¿debería correr?», no sabía por qué me había preguntado eso, si de todas maneras no podía correr.

Solo pude darle una sonrisa, la cual ella respondió amistosamente.

Miranda era una chica agradable, pero yo ya no la veía de ninguna otra forma que no fuera una amiga y, por lo tanto, era una pésima idea volver a acercarme a ella.

En el momento que terminé, pagué la cuenta y me puse de pie para irme.

Cuando salí del lugar, mi celular comenzó a sonar, así que lo saqué de mi bolsillo de la chaqueta y contesté la llamada.

¿Por qué no estas en casa, niño?

—Mamá, soy un hombre adulto e independiente, puedo hacer lo que quiera.

¡Esa no fue mi pregunta!

Rodé los ojos y maldije en mi cabeza.

Mi madre debía haber ido a prepararme el desayuno porque creía que yo era casi completamente inútil en ese momento.

—Ya voy, mamá.

Colgué antes de que me dijera algo más y cuando estaba por caminar hacia la estación del subterráneo, la voz de Miranda se oyó a mis espaldas:

—¿Necesitas que te lleve?

¿Me había estado escuchado?

Me volteé a verla algo nervioso.

—No, no es necesario...

—¿Tuviste un accidente? —preguntó, mirando mi brazo y luego mi pierna.

—Es una larga historia.

—Quizás podrías contármela camino a tu departamento.

—No, no te...

—Insisto —dijo, con una sonrisa.

—¿No tienes cosas que hacer?

—Más tarde, no me cuesta llevar a un amigo a su casa —respondió—. Vamos.

No me pude seguir negando, por lo que fui con Miranda hacia su nuevo auto y le permití que me llevara.

Pensé que el viaje sería incómodo, pero no lo fue ni un poco.

Le conté lo de mi accidente en auto y ella me contó lo que había estado haciendo en ese último tiempo.

Hablábamos cómo si nos conociéramos, y bueno, así era. Quizás no habíamos sido amigos mucho tiempo, pero nos conocíamos un poco.

—Bien, ya llegamos —avisó deteniéndose frente a mí edificio—. Fue un gusto verte.

—Igualmente, Miranda.

Nos despedimos con un beso en la mejilla y me bajé para ir a mi departamento y enfrentar una vez más, la fuera furia de mi madre.

¡Holis!

Como claramente ya han notado que Allison y Alexander son muy malos para entender sus sentimientos o simplemente no quieren hacerlo, quiero preguntarles: ¿cuál es el que los saca más de quicio? ¿Cuál actitud les parece más irritante?

Yo depende. Me irrita que Alexander sea tan inseguro y no comprenda sus propias emociones; y me molesta que Allison no pueda aceptar sus sentimientos y dejarse llevar por ellos sjsjsj

¡Besitos!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro