Capítulo 15: Investigación
Allison
Quería pensar que eso era un sueño, que mi prometido no era mi medio hermano, pero eso no era la mayor preocupación que tenía, lo más preocupante era que tenía sentido que Fred lo supiera.
Muchas cosas comenzaron a llegar a mi cabeza.
Aún recordaba cuando Fred había sido asignado como uno de los enfermeros de mi madre por su propia petición. Al principio pensé que le había agradado o que había sentido lástima por ella y su difícil situación.
Fred se había querido acercar a mí. Mis hermanos no estaban tan locos después de todo y mi vida si parecía una telenovela.
El accidente se auto, los problemas de mi madre, el asunto con Alex y ahora eso... ¿Qué quería el universo? ¿Quería qué me suicidara? Porque una cosa más que pasara y lo consideraría una buena opción.
—Dios, esto es asqueroso —comenté—. Besé a mi medio hermano y con lengua...
—Y tuvieron sexo, supongo.
—No... Fred no quería hacerlo hasta casarnos.
Eso hacía tanto sentido en ese momento. Si Fred sabía de nuestro eventual parentesco, entonces había puesto una excusa para no tener sexo y si nos casábamos... no tenía idea de cómo seguiría su plan.
—Oh... —Alex pareció incómodo—. O sea que él...
Asentí.
—Puedo apostar toda mi fortuna a que lo sabe.
Me paré de la cama y un escalofrío me recorrió el cuerpo. Comencé a caminar de un lado a otro, pensando en todo lo que pasaba e intentando buscar una solución.
—No es tan terrible... solo fueron besos.
—¡Estamos hechos por el mismo semen! —me quejé.
—Al menos no salieron de la misma mujer...
—¿Eso debería hacerme sentir mejor?
Alex se puso de pie también.
—Tú no tenías idea y lo más terrible hubiera sido que tuvieran sexo... lo que no pasó —dijo, intentando tranquilizarme.
—¿Sabes que hubiera sido terrible? Que hubiéramos tenido hijos... —dije, asqueada—. Por suerte nunca pensé en tener hijos con él.
—¿Y con alguien más sí?
Me volteé hacia Alex con una expresión de seriedad, notando que él me miraba con curiosidad.
—No me gustan los niños.
—Lo sé, por eso me pareció raro que aclararas que era con él con quien nunca pensaste tener hijos...
—No quiero tener hijos con nadie —aclaré.
Eso era cierto, en parte. A veces pensaba las cosas y si era con el hombre correcto... podía considerar la opción de procrear.
—Bueno... en este caso, eso es bueno.
Yo asentí sin saber que más decir. Aun no podía procesar del todo lo que sucedía.
—Bien, hay que terminar con esto —dije después de un momento.
[...]
Estaba en la empresa, dentro de mi oficina de presidenta, viendo mi celular y pensando en llamar a Fred para decirle que nos viéramos.
Habían pasado dos días desde que había descubierto que mi prometido era mi medio hermano y solo había hablado con él por celular rápidamente, cortando con la excusa de que tenía trabajo.
No había podido concentrarme bien en mi trabajo en esos días, pues solo tenía cabeza para pensar en mi padre y Fred.
Además de molestarme el hecho de tener un medio hermano no reconocido, me molestaba mucho saber que mi padre, el amor de la vida de mi madre, le había sido infiel.
¿Por qué ella nunca me lo dijo? ¿Por qué no se separaron?
Sabía que el divorcio no le iba a agradar a mi abuelo del todo, pero mi padre era como yo, un rompe reglas innato, ¿por qué le hubiera importado lo que decía mi abuelo?
Mi mamá sabía todo el asunto de la otra familia de mi padre desde antes que él muriera y aún así, seguía hablando de él como si hubiera sido maravilloso.
Obviamente ella no había podido reconocer a Fred, apenas me reconocía a mí, y él sabía que ella no podría, por eso se había acercado.
Tenía la sospecha de que mi madre no había alcanzado a encarar a mi padre, o simplemente no había querido hacerlo.
Era obvio que todas las pruebas las había conseguido con un investigador privado, incluso las pruebas de ADN que debían ser ilegales y mi padre no sabía que existían.
—Mentiroso hijo de puta... —murmuré al recordar su rostro.
Con el paso de los años, mi lista de hombres decentes se hacía cada vez menor y quizás, sólo quizás, mi abuelo, quien era parte de mi lista, estaba erróneamente en ella.
La idea de mi abuelo engañando a mi abuela llegó a mi mente y comenzó a ponerme ansiosa.
Me levanté de la silla de mi escritorio y comencé a andar de un lado a otro, mientras mordía mis uñas con nerviosismo. Nunca había tenido esa manía de morder mis uñas, era asqueroso y, además, con una manicura de ochenta dólares no daban ganas de siquiera usar las manos.
Por suerte, hacía tiempo que no iba al spa a hacerme mis distintos tratamientos por el exceso de trabajo o el simple cansancio.
En casi todo un año no había depilado mi zona íntima, solo había recortado un poco el vello y no solía mostrar mis pies, menos en invierno, por lo que retocar mis uñas era una de mis menores preocupaciones.
«Quizás debería tener un día de spa para relajarme».
Si lo pensaba bien, era una buena solución a mis problemas, pero antes, tenía algo que hacer.
Fui por mi celular a mi escritorio y me senté en uno de los sofás de cuero sintético negros que había en mi oficina, la cual era del porte de una suite presidencial de hotel.
Comencé a buscar en Internet algún servicio de investigadores privados y cuando encontré una empresa que me gustó, entré a la página y llené un formulario con mi correo y el problema que tenía, para que luego me contactaran.
No tardaron más de media hora en enviarme un correo, dándome los presupuestos y que implicaba cada paquete.
Yo tenía mucho dinero, si quería, podía ponerme incrustaciones de diamantes en los dientes, por lo que fui a lo más seguro y decidí que contrataría el segundo paquete más caro, ya que, el primero incluía seguir a viajes, algo que no necesitaría.
Gps, instalaciones de cámaras, grabaciones de voz, videos, fotografías e información era más que suficiente para saber en qué andaban mi abuelo y Fred.
Rellené, nuevamente, un formulario para agendar una cita con los investigadores y en unos minutos, me confiaron la cita.
[...]
—Firme aquí, aquí y... aquí.
Las empresas de investigación eran mucho más complicadas que contratar a un sujeto independiente, pero era mucho más seguro que mantendrían todo en secreto. Si algo tan polémico de la familia se llegaba a saber, incluso la empresa tendría problemas en sus ventas.
Firmé el contrato y entregué los papeles.
—¿Aceptan cheques?
—Sí.
Saqué mi chequera del cajón de mi escritorio y escribí el monto de doce mil dólares. Saqué el cheque y se lo entregué a la mujer sentada frente a mí.
—Bien, el primer reporte será en dos semanas —me informó—. Si hay algo importante antes de eso, se lo haremos saber.
—Muchas gracias.
La mujer metió el contrato y el cheque en su portafolio y luego metió este en su bolso.
Acompañé a la mujer y su guardaespaldas a la salida de mi oficina y para mi mala suerte, nos encontramos de frente con mi abuelo.
—Ally... —miró a la mujer algo confundido.
—Ella es Anastasia, parte de la dirección de Maybelline —mentí.
Mi abuelo le extendió la mano fingiendo amabilidad, pero yo conocía esa expresión en su rostro, estaba desagradado.
—¿Y de que hablaron?
—Ah, nada, una ofrenda de paz...
La mujer me dio una sonrisa y luego a mi abuelo.
—Un gusto, con permiso.
La mujer camino por el pasillo seguida por su guardaespaldas para luego desaparecer de nuestra vista.
—¿Qué pasa abuelo?
—Quería saber qué harías con las cosas de tu madre y tu padre —dijo, entrando a mi oficina—. No puedes dejar esas cajas en la bodega el resto de la vida.
—Bueno, hay cosas que podemos donar... y bueno, yo me quedaré con las joyas de mamá y Max y Dave tendrán los relojes y de papá —le conté—. Las cosas más valiosas como los adornos de cristal y eso, pensaba repartirlas también, ya que, mamá no específica nada en su testamento.
Lo único que mamá había puesto en su testamento, era lo de las joyas, los relojes y la casa, la cual debíamos vender y repartir el dinero en tres partes.
—Bien, lo demás que está en buen estado, dónalo —me ordenó.
—Claro... ¿y qué haces aquí? —pregunté curiosa.
Mi abuelo ya no iba seguido a la empresa, si tenía que trabajar o ayudar en algo, lo hacía desde casa.
—Ah, iré a la casa de los Leroux, así que aproveché de pasar a verte y saber que todo estaba en orden.
—Ah, qué bueno...
No pude evitar preguntarme si me estaba diciendo la verdad, quizás iría a ver a su amante... o a su otra familia oculta... ¿y si tenía dos familias más?
«Allison, estas comenzando a sonar como una paranoica».
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