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capitulo 6

No hay nada mejor que despertar en una gran cama, cubierto con una frazada calientita, tengo frío pero no es tanto como el que pase en esa vieja casa. No quiero levantarme, quiero seguir durmiendo por un largo rato.

Mael observo el reloj de pared que esta enfrente de su cama, marca 7:00 AM.

¡Demonios, creí que era más luego! El lingote de oro dijo que pasaría por mi, y yo ni me he lavado los dientes. Adiós a la idea de dormir más.

Íbamos a ir ayer domingo por la compra de los trajes de boda, pero tuvo un imprevisto por lo que pospuso la salida para hoy, lunes.

Mael se levantó casi corriendo, fue a lavarse la cara, cepillarse los dientes. Después se dio una ducha rápida, tenía que ir a desayunar antes de que Karl vengan a recogerlo.

¿Qué me pondré? Esta ropa no es adecuada para pararme junto al gran Karl Quinn, ¿Que haré? No puedo ir a comprar ropa ahora mismo. Busquemos, aquí debe de a ver algo que no se vea desgastado.

Mael busco en toda las gavetas de su ropero, hasta que encontró un conjunto de ropa casual, y un par de tenis blancos, nuevos.

Me pondré esto, al parecer era algo que Mael cuidaba, quizás lo que iba usar para su cumpleaños. No te preocupes, le pondré algo más bonito a tu cuerpo. Me vestí rápidamente. Salí de la habitación.

—Estaba por ir a levantarte—Comento Claudio, el acomoda su mochila en el hombro, en su boca llevá un pan tostado—Mamà te espera en el comedor.

—¿Ya te vas?__Sacó la cartera de su bolsillo—Aqui tienes—Le entrego dos billetes de veinte dólares.

_—Solo tomaré veinte—Los aguarde, aún tengo veinte de la semana pasada—Nos vemos más tarde—Salio corriendo, el autobús que lo lleva al colegio está por pasar.

—Ve con cuidado.

—Si.

No iba ser necesario que Claudio se cambiara de colegio, Mael ya lo había puesto en un buen colegio, se partía la espalda para que su hermanito estudiará en un buen lugar.

Al ser alfa no les importa si es de orígen humided, más bien lo admiran porque a pesar de las circunstancias, se va superado. Claudio siempre dice que es gracias a su hermano mayor.

—Buenos días mi niño—Alin, está poniendo mantequilla de maní al pan tostado.

—Buenos días, mamá—Me senté, serví café—Esta noche iremos a la mansión Quinn—Mordi el pan tostado.

—Pero no tenemos nada presentable para usar—Alin se puso nervioso.

—No te preocupes por eso, hoy les compraré un traje. Aparte el anciano Iker, es una persona que no tiene perjuicios. Cuando lo conocí no me miró feo. Nada de eso.

—¿Qué haré si mi pregunta sobre su relación? No sé mentir.

—No es necesario que mientas, solo dile que mantenía una relación pero que nunca te dije con quién, hasta hora. Y también puedes decirle lo que sientes al respecto de todo esto, menos que me voy a casar por contrato—Aunque Alin dice que no sabe mentir, no es del todo cierto.

—Eso me pone mas nervioso, ellos son una familia formidable, aún estás a tiempo de arrepentirte, hijo.

¿Por qué me arrepentiría? Estas ofertar no las recibes diarios, aparté un año pasa muy rápido.

—Estoy bien, ya verá que el tiempo pasará en un parpadeo, el próximo año por estás fechas estaré divorciado—Sonrio para calmar un poco los nervios de su padre.

Divorciando y en una Isla, alejado de todo el mundo, donde vivire mis últimos días, espero que está vida sea la última que viviré.

—Se escucha tan simple pero no lo es, tienes que cuidar tu imagen, sobre llevar todo lo que se dirá de ti por los medios de comunicación, porque estará en los titulares, hasta te pueden tachar de casa fortunas—Alin, está preocupado de que los comentarios negativos, dañen a su hijo.

Bueno, no estarán equivocados. Después de todo es por el dinero, pero no fui yo quien los busco, fueron ellos los que me buscaron.

—No pienses en eso, esos comentarios no me afectarán. He vivido toda mi vida con críticas de las personas, unas cuantas más no me importaran.

—Hijo...

Ding Dong, el sonido del timbre no dejo terminar a mi madre, deseguro es Karl. Le di un último sorbo a mi café, fuí al lavado a cepillar mis dientes.

—Nos vemos más tarde—Beso la frente de Alin, tomo el abrigo del parchero qué está junto a la puerta.

—Buenos días joven Alaya, mi maestro lo espera en el auto—Comento Francis.

—Buenos días—Cerre la puerta, caminé hacia el auto. Subí a la parte de atrás.

—¿Llegamos temprano?—Preguntó en un tono no me interesa pero preguntó por educación.

—Si, no quería levantarme—Abostezo, sus ojos se cristalizaron—Pero ya qué—Me abroche el cinturón.

—Sabias que hoy salimos, no debistes ir a ese club.

—Todavía ni los casamos y ya está reclamandome, eso es un poco...

—No lo dije de ese manera—Aclaro.

—Aja, si. ¿Queda lejos a dónde vamos?—Tengo sueño.

—Solo faltan 30 minutos.

—Entonces me despierta cuando lleguemos—Mael apoyo su cabeza en el asiento, metió sus manos en los bolsillos del abrigo. Cerró los ojos.

No tardó ni tres minutos cuando ya estaba dormido, su expresión es relajada, puedes apreciar lo hermoso que se ve.

—¿En verdad se durmió?—Preguntó Francis.

—Eso parece—Respondio Karl, sin interés alguno, su mirada esta en su celular, como si esperara algo.

Maestro, ya es hora que se deshaga de ese viejo celular, me agradaba Cade, pero desde ese día todo mi panorama relacionado con el, se vino a bajo.

Francis había querido decirle esto muchas veces a Karl, pero mejor de decide callar, porque Karl, se pondría molesto si mencionas el nombre de Cade.

—¡Marcello!—El nombrado había frenado de repente—¿Que demonios te pasa...?—La cabeza de Mael era sostenida por el hombro de Karl, ese pequeño frenó lo había movido de esa manera pero no sé despertó. Vaya piedra.

Podía oler tan claramente la fragancia que dejá el shampoo después de bañarse, era un olor a sábila y aguacate, por más barato que sea, olía bien.

De cerca sus pestañas se ven más largas, al igual que sus rasgos fáciles, son mucho más finos, su nariz no es grande ni pequeña, es como si hubiera sido sincelado a la perfección—Karl, iba a pinchar la mejilla de Mael, pero la voz de Marcello evitó que cometiera tal locura.

—Maestro, lo siento. No podía atropellar al pequeño gatito que se cruzó... Francis, mueve a ese joven del cuerpo de nuestro maestro—Susurró.

Francis se giró desde el asiento delantero, solo para ver a Mael apoyando su cabeza en el hombro de su jefe.

¿Por qué me pides que haga algo? Tu fuistes el culpable que eso pasara, yo no voy hacer nada.

Eso fue lo que expresó, con su mirada, suficiente tenía con la mirada de su jefe como para decirle que le ayudará a mover a Mael.

Karl frunció el ceño, con cuidado empujó a Mael, solo así se lo quitó de encima. Mael volvió a la posición que anteriormente estaba.

El alfa volvió a mirar ese viejo celular de último modelo, lo a usado desde que asistió a la secundaria, era un regaló si aún no lo tira, es porque la persona que se lo dió es muy valiosa para el.

—Llegamos—Marcello se estacionó en frente de una lujosa tienda de ropa para hombre.

—Joven Mael—Karl iba a sacudirlo un poco.

—¡No me toques!—Mael sostuvo con fuerza la mano de Karl, sus ojos se volvieron más oscuros, como los de un guepardo.

—Lo siento, no vuelva hacer eso—Solto la mano de Karl—¿Ya llegamos?

Todos se sorprendieron, ya qué no se despertó por la brusquedad de Marcello al conducir, si no qué por el pequeño movimiento que hizo Karl son su mano.

—Si, ya llegamos—Su fuerza no es una broma, ¿Entrena?esa mirada no era de alguien normal—Salgamos—Karl salió, Mael lo siguió de secar.

Marcello se quedó a fuera del lugar, para supervisar la seguridad de su maestro, Francis los cuidaría desde adentro.

—Bienvenido, Maestro Quinn ¿Y el es...?—La señora observo a Mael, al igual que las demás personas que se encuentran en ese lugar.

“Deseguro solo es alguien que subió a su cama y hoy está disfrutando de las comodidades que el maestro Quinn le esta ofreciendo” eso es lo que está pensado está gente metida.

—Mi prometido—Lo abrazo de la cintura.

Mael se volvió a meter en su papel de prometido enamorado, miro con dulcera a Karl.

—Mucho gusto.

Mael solo asíntio, todas las personas que pensaban que solo un joven que trepó a la cama de Karl, abrieron su boca por el asombroso.

—Por aquí por favor—Los guió hacia un lugar privado.

Este lugar es muy lujoso, por todo el lugar puedes ver ropa de la más alta costuras. Entramos a lo que parecía ser una sala privada.

—Muestre sus mejores trajes—Karl se sentó, palmeo sus piernas, indicadole a Mael que se sentara.

Ni creas que pondré mi culo en tu regazo, eso es peligroso, aunque no sintamos nada el uno por el otro, apuesto que su cuerpo sí sentirá a la perfección.

—Estamos en público, Cielo—Se sentó junto a el.

—No veo personas aquí—Acaricio el rostro de Mael, este cerro sus ojos, sonrió de una manera tierna, como un gatito negro feliz por las muestras de atención de su amo.

¡¿Mi maestro está sonriendo?! Necesito limpiar mis lentes—Francis limpio sus lentes—Si, solo fue mi imaginación, su expresión sigue igual.

Mael abrió sus ojos de una manera que sus pestañas vuelan igual que las alas de una hermosa ave, el color lila se cruza con el dorado, creado un duelo de miradas. Como si el que pardee primero pierde.

—Coff, coff—La señora Margaret, fingió toser para que le presten atención—Aqui están los mejores.

—Entiendio—Karl se levantó, fue directo hacia los trajes.

Suspirar, espero que ese pequeño acto haya sido creíble, para que no tenga dudas de que "No gustamos" porque ese es el motivo por el cual salimos juntos a comprar.

—¿Quieren algo de tomar?

—Dos limonadas—Respondió Mael.

—Enseguida—Margaret no espero la afirmación de Karl, ella si es una mujer inteligente, si esperaba la confirmación del alfa, eso seria faltarle el respeto a Mael como su prometido.

—¿Usare esmoquin?—No me gustan los moños.

—Si, o ¿Quieres usar vestido?—Se burlo.

—Si fuera más lindo como son la mayoría de los omegas, y más pequeño. Si, si lo usaría—Hablo sin pensarlo.

Karl dejo de ver los trajes para ver a Mael, este estaba hojeando la revista de una manera elegante. En el no se podía ver imperfecciones, el aura a su alrededor es la de una persona de linaje muy noble.

—Probarte este, o ¿quieres esté?—Mostro el de color rosa pastel.

—El blanco—Es un esmoquin de tres piezas, terminemos con esto rápido.

Mael se levantó, tomó el esmoquin para ir directo al probador.

Me desvestí con delicadeza, doble la ropa para dejarla a un lado, me puse el pantalón así sucesivamente. Me vi en el espejo de cuerpo completo que esta aquí adentro, me queda perfecto. Soy hermoso.

—Creo que este esta bien—Salio del probador.

Karl, observó de pies a cabeza al Omega, su cara sigue sin expresión, es todo un cubito de hielo.

—Si, te vez bien.

—¿Bien? Me veo espectacular—se alabo a si mismo—Francis, tu maestro necesita lentes, prestarle los tuyos.

—¡Oh, mi dios!—La señora Margaret entró a la sala—Sebe hermoso—Dejo las bebidas en la mesita—No puedo creer que tenga un cuerpo tan perfecto, ya quisiera yo esa cintura.

Margaret comenzó a tomar las medidas de Mael, causando que Karl, frunciera el ceño.

—Señora margaret, podría de dejar lo que esta haciendo—No puedes ver que mi maestro esta molesto.

—Lo siento, ya saben, soy una persona que se dedica a la moda. Y el joven Alaya tiene las características de un modelo—Se excusó—Me retiró—Ella se marchó.

—¿Que color usará?—Mael comenzó a buscar el indicado para Karl—¿Negro? Después de todo para usted es como un funeral—Hablo como si nada.

—Negro azulado—Respondió, a la vez que veía el sedoso cabello de Mael.

—Es muy guapo así que sin importar que use, su elegancia hará brillar así sea un trapo viejo el que usé. Este, me gusta este—Se lo entregó—Saldre rápido—Volvio al probador.

Acaba de coquetear con mi maestro como si nada, Mael Alaya, me sorprende cada vez más.

No parece ver a mi maestro con otros ojos, es como si decir lo que piensan es algo normal para el, nadie dice las cosas sin antes meditarlo. Pero el es diferente, dice lo que piensan sin importarle la reacción de los demás.

—Ya puedes entrar, ¿Dónde pongo esto?

—Darmelo a mi—Francis tomo el esmoquin de Mael.

—Gracias—Me senté, mientras esperaba que saliera mi lingote de oro, comencé a disfrutar de la limonada y la revista de modas, estos modelos si que están como quieren, ese abdomen marcado.

Me gusta apreciar el cuerpo humano, todos somos hermosos de maneras diferentes, como este por ejemplo; su cabello es color caoba oscuro, tiene unos bonitos ojos claros. Pero lo más llamativo es su cuerpo, vaya cuerpo.

Francis solo miraba a Mael, de como el omega veía minuciosamente al modelo de ropa interior para hombres.

—¡Waoh! En verdad es todo un Adonis—Mael, levanto su pulgar.

Como ya dije, este hombre hace brillar hasta la ropa más fea, la camisa está pegada a su cuerpo, mostrado que tan firmé están sus pectorales y ese abdomen bien marcado que es cubierto por el chaleco que define su cintura.

Luego está el pantalón, resalta más que solos sus largas y fuertes, piernas, ¿esa cosa entre sus piernas es una nariz de elefante o qué? Demasiado anormal.

—Joven Alaya, ¿Esta bien?

—Si ¿por qué?

—Su nariz está sangrado—Le paso un pañuelo.

—¿Eh? ¿Un golpe de calor?—Tome el pañuelo, limpié mi nariz.

—No cree que eso es imposible, este clima está demasiado frío.

—Entonces soy débil al frío—No diré que tuve esta reacción por culpa de tu maestro.

—Entonces me llevaré este—Mael asintió, Karl volvió al probador.

Karl, por un momento se quedó mirando su reflejo en el espejo, al recordar el como Mael tuvo una hemorragia nasal, una sonrisa pequeña que ni el mismo podía creer, apareció en su rostro.

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