capitulo 11
Los días pasan en un parpadeó, solo faltan dos día para la ceremonia de bodas, cada vez más cerca para tomar la mitad de mi dinero.
Estos últimos días he salido a almorzar, cenar, con Karl y su amigo, Donovan. Para darle más de que hablar a la prensa, pero en ninguna de las fotos se muestra mi cara.
Por más que quieran averiguar mis antecedentes, Karl ya se preparó para todo eso, nadie a podido lograrlo. Lo cual es bueno, no tengo que lidiar con reporteros en el patio de mi casa.
También le entregué la invitación de bodas a Alden, las invitaciones era bonitas blanca con copas y rosas, el anciano Iker de movía rápido, cuando se la entregué, Alden la acepto con algo de emoción su mirada era un poco rara, no tenía malas intenciones por lo que no me importó y no iba seguir indagando en eso.
Estaba el otro problema llamado René, no a dejado de llamar, preguntado a donde me mudé, ¿que por qué soy asi con el que es mi mejor amigo? Igual no le respondí, le advertí a Alden y a los demás que no le contarán donde me estoy quedando.
Ellos contestaron que serían una tumba, que no dirán nada.
—¿Sucede algo?—Preguntó Donovan—¿No está buena la comida?
A Karl le gusta salir con Donovan porque así el ambiente enteré el y Mael, no están silenció.
—Aveces suelo perderme en mis pensamientos, la comida está deliciosa—Solo quiero irme a adormir, ya hemos salido a cenar durante muchos días, ¿Por qué lo seguimos haciendo? Ver a Donovan no causa nada en mi, pero tampoco me gusta ver la cara de mi hermano en el.
—Eso es de mala educación—Hablo Karl.
—Aja, como diga—Corto el filete, llevo un pedazo a su boca.
—Kal, no deberías hablar de educación cuándo tú eres igual—Bufo—Se te olvida que siempre que me veías andabas con ese...—Calló, no quiere recordarle que tiro el celular.
—Don, eres mi amigo o su amigo—Corto con molestia el filete.
Suspirar, hay van de nuevo, en todas las veces que hemos almorzado, cenado, siempre terminan discutiendo, luego sonriendo como si nada hubiera pasado. Es un fastidio el tener que soportarlos, solo quiero irme a casa.
Mael saborío su comida, dejo de prestarles atención, bebió un gran sorbo de su copa de vino del más caro, su sabor era esquisto.
Lo único bueno de todo esto es que puedo comer, beber, las cosas más cara de este lugar, ahora entiendo el porque tengo este cuerpo, el anterior Mael si que comía mucho, teníamos algo en común. La segunda cosa en común es qué hacemos ejercicio en casa, después de todo no queremos estar rellenitos.
—¿Cuál es su color favorito?—Preguntó.
—El dorado—Respondió sin interés de seguir conversando.
Donovan miro a su amigo con una sonrisa pícara, creía que lo decía por los ojos de Karl, estaba creando una historia en su cabeza.
—¿Por qué?—Volvio a preguntar.
—Es como estar viendo lingotes de oro, por eso.
Karl fingia no importarle la conversación que ambos están teniendo, pero la verdad el está poniendo mucha atención aunque no lo parezca.
—¿Solamente por eso?—Preguntó con más curiosidad.
—Si—Lo miró a los ojos—¿Tengo que tener otra razón?——Eres tan preguntó cómo mi irritable hermano.
—Supongo que no.
—Supone bien—Le di el último sorbo a la copa de vino—¿Nos vamos?
Mael observó el reloj en su mano, ya eran más de las nueve de la noche, al Omega le gusta dormir antes de las diez, pero al parecer está vez dormirá más tarde como los últimos días atrás.
—Si, ya es tarde—Comento Karl—Mañana no saldremos, tiene que estar lucido para el día de la boda.
Los tres se pusieron de pie, caminaron hacia la salida, las personas que los ven pasar suspiran por ver tanta belleza. La mayoría solo vienen a cenar a este restaurante porque sabían que estos tres venían todos los días.
Algunos son reporteros querido tomarle fotos a Mael, pero siempre es en perdido por Marcello y Vance, el guardespaldas de Donovan, es un hombre con un rostro que da miedo, no por feo, si no qué no sonríe. Tiene una figura robusta.
—Entonces nos vemos pasado mañana—Comento Donovan—¿Qué les gustaría de regalo? O ¿Que sea sorpresa?
—Lo qué sea está bien, recuerde que esto solo es una asociación—Susurró Mael.
—Lo sé, pero quiero regalarles algo.
—Ya sabes mis gusto—Hablo Karl.
—Por eso le pregunto a Mael, porque no sé que le gusta—Hemos convivido por casi una semana, pero el ni habla mucho a menos que le hagas preguntas, si no es así, solo se queda en silencio mientras nosotros dos conversamos.
—Dinero, despues de todo por eso me caso. Buenas noches—Subio al auto, ya no quería seguir conversando.
Este niño es tan difícil de tratar, se que dijo dinero pero siento que no quiso decir eso. Mael a puesto un muro enorme enfrete de Donovan, y de mi, es como un escudo que no te permite ir más allá, cuando quieres treparlo para ver qué hay detrás de él, otro más se colocó encima del primero, impidiendo que lo sigas escalado.
—¿No sabes que le gusta aparte del dinero?
—Toda la información que tengo de el es una mentira, no sé nada de el, tampoco me interesa. Así que trae lo que te parezca conveniente.
—¡¿Es enserio?! ¿Qué pasó con tu poco de tacto?—Suspiro con frustración—Como sea ya veré qué les regaló, que llegues con bien a casa—Subio a su auto.
Karl tambien subió al auto, cerró la puerta, Marcello se puso en marcha, el también quería llegar rápido a la mansión Quinn.
—¿Qué le gusta o disgusta?—Preguntó Karl.
Preguntó porque Donovan quería saber, a mí me da igual, pero mi amigo no se sentirá agusto si no regala algo que nos guste.
Marcello casi frena de una manera abrupta, se sorprendió que su maestro pregunté estás cosas a Mael, ya qué eso no es algo que el haría.
¿Qué me gusta, eh? Me lo preguntan dos veces en la misma noche, ¿Cuándo fue la vez que dije que me gustaba algo? Algo que en verdad quisiera, no lo sé, ya lo olvidé. Tampoco quiero recordar.
Con gran concentración Mael observa la fría noche que ve pasar frente a sus ojos, se siente tan identificada con ella. El negro fue lo que utilizó por casi treinta años, no hubo día en el que no le rindiera luto a su familia.
Mientras Mael observa la noche fuera de la ventana, Karl está mirando el rostro de Mael, uno que es reflejado en la ventanilla cuando es iluminada por las luces de la carretera.
Se refleja una mirada color lila, ese pequeño lunar bajo su ojo izquierdo lo hace ver de una manera encantadora, su nariz respigada tiene un puente firme, luego están los labios, son tan finos con un arco perfecto de cupido.
¿Cómo puedes evitar no verlo? Imposible, aunque no quieras es difícil el no apreciar su belleza, es hipnotizante, más sus ojos color lila, un color que no es nada común.
—Los gatos—Son igual de perezosos que yo, también huraños, igual que yo, comen mucho, igual que yo, odian a las personas, igual que yo. En definitivamente en mi primera vida de vi de ser un gato.
—Crei que sería más de perros.
—Son lindos, pero prefiero los gatos.
—¿Por qué son igual de perezosos?
—No—Lo miró a los ojos—Porque odiamos a las personas—No había mentira ni burla en sus ojos.
—Somos seres que se nos hace difícil confiar, porque las personas son traicioneras, repugnantes, mentirosas—Su mirada volvió hacia la ventana—Estoy bromeando.
Pero la mirada fría que se refleja en la ventana dice otra cosa, no estaba bromeando.
Eso logro que la mirada sin expresión de Karl, se sorprendiera un poco, cada vez se le hacía difícil leer a Mael, se dio cuenta que tras esa fachada de estar loco por el dinero, se escondía una verdad que lo convirtió de la manera que es.
Por un segundos pensó que quería saber la razón, pero tiró esa idea al segundo después, ya no quiso seguir preguntando más, como ya había dicho, a ninguno de los dos le importa la vida personal del otro.
¡¿Pero que demonios?! Ese niño si que está desquiciado, ¡¿Cómo puede decir tan casual que odia a las personas?! Mi Maestro se casará con lunático, dios, cuidalo por favor.
Marcello manejó más rápido no quería seguir en el mismo espacio que Mael, presentía que se podía volver loco y atacarlos. Estaba exagerado mucho.
Por hablar cosas sin sentidos se me olvidó darle el celular a Karl, se lo daría después de la boda pero ya no quiero tenerlo.
Mael metió su mano en el abrigo, tomo ese celular que compro hace unos días.
—Esto es para usted—Le entregó el celular—Se lo daría después de la boda pero ya me cansé de tenerlo. Quiero que le aregre mil dólares más a lo acordado, gaste mucho para recuperar todo, fue tanto que solo me quedo para comprar ese estilo.
Limpia sus lágrimas fingiendo que le dolía haber gastado tanto dinero.
—¿Esto es?—Por primera vez el alfa está confundido.
—Lleve el celular que Don tiro del tercer piso, a una tienda de reparaciones, quería saber si tenía arreglo. Lastimosamente dijeron que no pero si podían recuperar todo los datos perdidos o lo que sea, por lo tanto los puse en ese que le estoy entregando.
Karl se quedó viendo ese sencillo celular pasado de moda, luego miro a Mael, este también lo veía. Sus miradas era una, el alfa sintió un poco de calidez en su frío corazón.
—¿Por qué se tomaría tantas molestías?
—No lo hice por usted, lo hice por mí—El auto fue estacionado, ya habían llegado.
No habían tantos números, solo tres pero uno era el que estaba registrado solo con una inicial.
—No se olvidé agregar el dinero gasto en eso—Salio del auto—Nos vemos—Cerro la puerta.
Mael corrió hacia la puerta, moría por estar acostado en su cama, cubierto por su peludita frazada.
¿Eh? Mi maestro esta sonriendo, no es una sonrisa diabólica o fría, es una sonrisa normal. Justo como la que tenía cuando pasaba tiempo con el joven maestro Cade.
¿Que esta pasando aquí? ¿Esta feliz por qué recuperó los datos de su celular que tanto apreciaba o por qué Mael se lo regaló?
—¿Qué es esperas para conducir?—Volvio a su yo habitual.
—Nada—Marcello salió de la propiedad Alaya, condujo en dirección a la mansión Quinn.
¿Mil dólares? Esta cosa vale unos 25 dólares, más ahora que se acerca navidad, las cosas están en oferta. Pero el quiere mil dólares vaya estafador. Pero no me esperaba esto.
Karl subió la tapadera del celular, causando sorpresa en esos ojos dorados, no era tan barato después de todo. En el se podía ver una foto de pantalla, nada menos que de Mael con unas orejeras de gato en sus oídos para el frío.
En ella también decía "no olvides agregar mi dinero a mi cuenta bancaria"
Una sonrisa fugaz apareció en los labios de Karl, no reviso nada en el, solo se quedó mirando esa bonita foto. Mael se veía adorable, más con sus mejillas un poco rojas por el frío.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro