Camareros y decoradores iban por todo el lugar, recorriendo cada pasillo de la mansión y sus alrededores. Aún faltaba un mes para el evento, pero la isla era tan grande que siempre era necesario empezar con los preparativos con mucho tiempo de antelación. Los vestuarios, los detalles de infraestructura, las cabañas privadas para los invitados, joyería y paisaje, nada podía estar fuera de su lugar o no coincidir con la temática. No cabía el más mínimo error, de lo contrario el pago por ello siempre era el más elevado.

Todos lo sabían, estaban al tanto que el organizador y dueño de todo el lugar no era una persona de juegos ni perdón. Tenía una mente calculadora, crítica y muy meticulosa, de corazón frío e impenetrable, si es que había uno en su pecho.

AltiMort, ese era su nombre o como quería ser llamado por los demás. Su rostro era con facilidad un completo misterio, nadie más allá de su mano derecha y unos pocos más contados con los dedos eran los únicos que podían decir haberle visto. Nadie a parte de ellos sabía quién era, a que se dedicaba fuera de las fiestas y subastas, y la razón por la cual era perpetrador de tal acto tan desquiciado.

Todo comenzaba como una fiesta cualquiera de ricachones y empresarios de todo el mundo, reunidos en una gran mansión rodeados por nada más que el vasto y oscuro océano, sin restricciones ni reglas, fuera de toda ley existente. Allí, con una temática diferente cada tanto, se dejaban llevar por los placeres del alcohol, sexo, juegos y ciertas sustancias. Sin embargo, lo que hacía de esas reuniones el elixir de la excentricidad era su acto principal: la subasta.

A media noche se abría apertura al gran show, luces y bebidas brillaban dentro del gran salón, donde muchas jóvenes desfilaban y lucían bellos atuendos para realzar sus atributos, la mayoría de ellas siendo solo niñas asustadas y vulnerables. Y luego, las pujas se elevaban cada que aparecía una virgen y pura, inocente y bella. Esas eran las más costosas, exquisitas y mejor pagadas.

AltiMort se encargaba de hacer tal fiesta tres veces al año, contratar y delegar las tareas vitales para que todo se diera a la perfección, no aceptaba menos que eso. El primer paso estaba en proceso, la ambientación; el segundo, debía ejecutarse cuanto antes.

Este, sin duda alguna, era uno de los momentos más cruciales para todo el evento, y no encontraron a nadie mejor para la tarea que «El Topo». ¿Quién podría ser tan sádico y a la vez suicida como para hacer tal cosa? Solo ese degenerado, porque de su desempeño dependía toda la fiesta y nunca fallaba.

Misión: búsqueda de tesoros

Premio: 200.000.000 usd

Lleva a tus perros de caza y trae la mejor mercancía que encuentres; no falles o serás castigado, trae lo pactado y serás muy bien recompensado.

«AltiMort»

La seguridad estaba en sus venas, no aceptaba respuestas negativas ni vacilaciones. AltiMort siempre conseguía lo que quería, sin importar el costo o quien debía hacerlo. En cuanto encargaba alguna tarea, esta debía hacerse al pie de la letra a la buenas o a la fuerza. Y esa no sería la excepción.

¿Quién dijo miedo?

«Topo»

Una amplia sonrisa de satisfacción brilló en su rostro, con los puntos más cruciales en marcha y el éxito de los mismo asegurado, no quedaba más que dar por sentada la gran reunión. En su mente, una lista de más de cien empresarios y magnates de gran calibre de todo el mundo figuraban como invitados, muchos de ellos yendo por segunda e incluso quinta vez consecutiva. Nadie se negaba a sus invitaciones, a los placeres escondidos y sin restricciones de su magnífica isla. Allí en Zevk Cenneti podían ser ellos mismos, gozar de sus más bajos instintos y deseos, dejarse llevar por el descontrol y el placer.

Aun así, dentro de aquella isla había niveles que debían respetarse, siendo God el más alto y los únicos que disfrutaban de todos los beneficios de aquella fiesta. Solo unas treinta y cinco personas hacían parte de esta lista, los de mayor confianza y valor, a quienes atendían como verdaderos dioses.

Ese mismo día salieron a circulación ciento veinte invitaciones, solo treinta y cinco de ellas con cubierta dorada, pero todas con diferentes destinos alrededor del mundo y un mismo fin.

Has sido invitado a la gran gala de Zevk Cenneti con pase GOD

Fiesta privada con temática del antiguo Egipto

¡No faltes!

Nada se tomaba a la ligera, incluso la entrega de la invitación se consideraba una misión de complejidad, por eso siempre tenía a los mejores haciendo la tarea.

Con la llegada de las invitaciones a sus destinos, no había más que esperar al gran momento, la apertura del evento y los miles de sensaciones que explotarían. Él, en su habitación de juegos privada, sintió el poder y placer de la anticipación correr por sus venas.

—¡Que delicia! —murmuró en la sombra de su oficina privada.