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Zaldrit mismo se había encargado recuperar, organizar y trasladar toda su investigación a una oficina diferente, en otro pabellón y bajo el anonimato de la noche. No iba a permitir que sucediera dos veces, mucho menos frente a sus propias narices. Sin embargo, debía enfrentar las consecuencias de ello y avisar el retraso, su informante merecía saberlo.
—¿Hay forma de recuperar esa información? —indagó Han, su informante.
—Es probable, la mayor parte la pude recuperar a base de copias previas que había sacado, pero... —titubeó, se sentía frustrado e inútil, jamás en toda su carrera había pasado algo como aquello—. Necesitamos tiempo, solo un par de semanas más antes de iniciar el verdadero operativo, además, nos falta información sobre ese AltiMort, son todos al tiempo o nada.
—Lo sé y entiendo, pero créame que es difícil saber quién es —expresó entre susurros, agobiado—. En estos tres años de este infierno poco he sabido de él, ni siquiera los más antiguos han visto su cara, si es que alguna vez ha estado entre los participantes de la fiesta.
—¿Podemos inferir eso?
Un suave sonido de fondo le zumbó en el oído, era casi imperceptible, pero en una frecuencia tediosa para el ser humano. Parecía interferencia, y luego de eso, un largo silencio que le llegó a preocupar de verdad.
—No me arriesgaría, como le dije, nadie sabe quién es a ciencia cierta y no confío mucho en los rumores —bufó Han, pero en su voz una mota de preocupación le hizo vacilar—. Han llegado a decir que no es solo una persona, que podría ser una mujer e incluso un reptiliano de los illuminati.
—¡¿Perdón?!
—Sí, hasta los más ricos y poderosos magnates del mundo caen en esas estupideces conspiranóicas —se burló con amargura—. En cuanto tenga una pista real, no dude que se la haré llegar, pero por favor, necesitamos agilizar las cosas. El peligro está más cerca de lo que cree, esta vez no creo ser capaz de aguantar.
—No te preocupes, haré todo lo posible por terminar esto ya.
—Otra cosa —expresó Han con urgencia—, tengo una dirección a la que debe ir con todo el equipo posible. Di con ella casi por accidente y estoy seguro que nadie sabe que tengo conocimientos de eso, así que es seguro hacerlo.
—Soy todo oídos.
Escuchó atento, la dirección, descripción y lo que con toda probabilidad podría encontrar allí. De ser cierto sería, para su buena suerte, la evidencia más grande que avale toda su investigación y el por qué se ha invertido tanto tiempo en ella.
Colgó la llamada, limpió el teléfono de sus posibles huellas y miró en todas las direcciones. Lugar céntrico, sin cámaras de vigilancia cercanas y alejadas de la comisaría y de cualquier otro lugar donde se le veía con frecuencia. A menos que también lo estuviesen siguiendo a todas partes, no había forma de saber que estuvo allí haciendo una llamada desde un teléfono público, mucho menos a quién.
Se dirigió de regreso a la comisaría, llamó a varios de sus colegas de investigación, los de mayor confianza y veracidad.
Cáñamo y Saldarriaga, los necesito de inmediato en mi oficina de carácter urgente.
Aquel mensaje debía bastar para ser atendido de inmediato, sin importar que hayan estado haciendo antes, cualquier cosa superaba lo que tenía entre manos.
—¿Nos llamaba, señor? —indagó Cáñamo entrando, y detrás de este Saldarriaga, sus hombres de confianza.
—Sí, entren, les tengo una tarea de suma importancia y confidencialidad —anunció Zaldrit—. Después del chasco Pertuz y la perdida de material importante, Chris se dio cuenta que todo este tiempo me han estado espiando, encontró micrófonos en esta oficina que ya fueron removidos.
Ambos mostraron expresiones de sorpresa e indignación, de no ser porque tenía conocimientos en lenguaje corporal los hubiese pasado como falsos, pero esta vez parecían genuinos.
—Sin embargo, he logrado recuperar gran parte de esa información y obtenido nuevos datos, por eso necesito de ustedes y de extrema confidencialidad. —Los observó atento a cada cambio de expresión, cada mínimo movimiento—. Se hará un operativo encubierto, todo un equipo de rescate y cuerpo médico de acompañamiento, pero ninguno podrá saber a dónde se dirigen. ¿Estamos?
—¿Exactamente que deben saber ellos sobre esta misión? —indagó Saldarriaga.
—Misión de recate de emergencia, solo eso, es más que suficiente para que estén preparados —contestó con naturalidad, sin dejar de observarlos con intensidad.
—¿Nos encargamos de la preparación? —preguntó esta vez Cáñamo.
—Exacto, necesitamos salir esta misma noche y caer en emboscada, mientras más pronto se haga mejor —expresó con una pequeña sonrisa de suficiencia.
Sobre el escritorio abrió una serie de mapas, imágenes y fotos satelitales, en ellas se veía una amplia zona boscosa casi inaccesible y muy remota. Sin embargo, en medio de todo ese entramado de árboles se encontraba una gran casa de apariencia rustica. Parecía una construcción de cemento y piedra, pero de gran tamaño y ancho, además, con amplias zonas limpias de árboles rodeando el lugar.
—Esta es la ubicación, podemos llegar en helicópteros hasta esta zona de ahí caminar hasta rodear todo el lugar —explicó Zaldrit, señalando y marcando puntos clave—. Según tengo entendido, hay algunas trampas rodeando estos árboles, detectores de movimientos y algunas cámaras de vigilancia, así que necesitamos el mejor equipo de camuflaje que tengamos disponible.
—Tengo los hombres perfectos para esta misión, señor —anunció Cáñamo—, ya han trabajado para usted con anterioridad.
—Perfecto, encárgate de eso —exigió Zaldrit—. Saldarriaga, necesito que consigas ese equipo, yo me encargaré del trasporte para esta noche. ¿Alguna duda?
—No, señor —contestaron ambos.
—Bien, deben estar preparados para cualquier cosa, lo que encontraremos aquí no será nada agradable y con toda probabilidad, que es lo que espero, no estará tan vacío como se ve en estas imágenes —continuó Zaldrit.
Dentro de su pecho, la expectativa y adrenalina por las posibilidades a ver en esa nueva misión se removían con violencia. Había llegado el momento que esperaba, tenía una oportunidad más de encontrar a su hermana. También debía pensar las demás posibilidades, después de tanto tiempo era casi imposible encontrarla con vida, pero él no perdía la esperanza.
Iba a encontrarla, sin importar qué.
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