13.
El golpe se estampó en su mejilla de manera sonora. Apenas había llegado a casa. Sintió el ardor en su piel y pensó que aquella era la forma más cruel de haberle traído a la realidad. O al menos a su realidad.
Hace unos momentos todo era distinto.
— ¿Es muy egoísta si te pido que aún no te vayas? —le preguntó Jungkook cuando dijo que ya debía volver a casa.
— Yo tampoco me quiero ir —respondió mientras veía las manos de ambos entrelazadas. ¿Era normal sentirse tan cómodo sosteniendo a alguien? Esta pregunta se la dejó para sí mismo, no quería que sus mejillas se encendieran una vez más frente a su vecino. Debía mantener la poca compostura que le quedaba.
Se pusieron de pie al mismo tiempo. Habían estado conversando en voz baja mientras el tiempo seguía pasando. Jimin recordó la amenaza de su padrastro. Sabía que debía volver y dar explicaciones por incumplir los deseos del hombre. Ya era hora de despertar de aquel tranquilo sueño que le rodeaba.
Jungkook se acercó y le abrazó una última vez, Jimin pensó que era muy divertido la forma en que su cuerpo parecía amoldarse de manera perfecta al abrazo del chico, como si estuviese hecho para ello. Jimin rodeó la espalda de Jungkook con sus brazos esperando y le acarició despacio. Quería quedarse allí, cerca del chico, en el que parecía ser su lugar destinado.
Jungkook le tomó el rostro con ambas manos y dejó un pequeño beso en su frente.
— Ah, de verdad es difícil dejarte ir ahora. Perdón por ser patético.
Jimin se rio ante las palabras de su vecino.
— Nos veremos mañana, ¿sí? Pero ahora debo irme.
— Lo sé. Dejaré de ser patético.
Fue Jimin quien esta vez depositó un pequeño beso en la mejilla derecha de Jungkook y este último no pudo ocultar la sonrisa que se le dibujó en el rostro.
— Conmigo puedes ser patético. Me gusta ese lado tuyo.
Se despidieron, pero aún en la piel de Jimin se podía sentir el tacto de Jungkook, o al menos eso imaginaba mientras caminaba por las calles de vuelta a su casa.
Deseo haberse quedado con Jungkook un poco más.
No levantó la mirada, no era necesario. Sabía que su padrastro estaba muy molesto. Le había desobedecido y desapareció durante horas. ¿Esperaba que lo pasase por alto? No, pero tampoco se había detenido a pensarlo. Durante las horas anteriores su cabeza estaba llena de una sola cosa y esa era el rostro de Jungkook. En ese sentido, Jimin estaba listo para hacer frente a las consecuencias. Ahora que sabía que el chico estaba bien, podía volver a casa tras haber desobedecido.
Estaban en la entrada de la casa. Desde aquel ángulo podía ver la figura de su madre sentada frente al sofá viendo televisión. Era tarde, ya debería empezar a prepararla para dormir, pero su padrastro parecía no querer dejarlo pisar su propia casa. Sabía que el golpe que había recibido no era más que el comienzo del castigo que le esperaba y cómo cualquier herida, Jimin prefería sacarse la bandita de manera rápida, aunque doliese.
Podía sentir el aliento de Chang Yoonhun. Apestaba a alcohol. Seguramente había estado bebiendo fuera de la casa y al no verlo en casa habría empezado a acumular su ira. Con su padrastro en aquel estado sus pocas posibilidades de que aceptase su excusa ya se acercaban a cero. Así que se mantuvo firme, ya no podía escapar.
— Tienes muy poca vergüenza —dijo el hombre con rabia, Jimin se fijó en la forma en que los puños de su padrastro estaban apretados a pesar de que ya le había golpeado—. ¿Te causo gracia? ¿No me respetas, mocoso de mierda?
Había algo que le alegraba y era el hecho de que Jungkook había decidido ir al edificio gris antes de irse a casa, por lo que no estaba cerca para presenciar lo que pasaba. Con sus heridas y lo que había sucedido con su hermano, Jimin no quería que se preocupase por él también. De todas formas, no quería arriesgarse, necesitaba entrar a la casa lo antes posible.
— Lo siento mucho —respondió con cautela—. Hubo un accidente después de la escuela, me quede a ayudar. No volverá a suceder.
Chang Yoonhun le tomó el brazo y le apretó con fuerza. Aquello dejaría marcas al día siguiente.
— ¿Piensas que te voy a creer? ¿Qué tan estúpido crees que soy?
Había peleado con anterioridad con su padrastro y sabía que sin importar lo que dijera o hiciera, el resultado se encontraba marcado desde un principio. Por eso se quedó en silencio, a la espera de que el hombre descargase su ira y pudiesen dar por terminado aquel altercado. El agarre de Chang Yoonhun dolía y Jimin no pudo evitar quejarse. Aquello pareció avivar aún más el enojo de su padrastro.
— ¿Te haces la víctima cuando eres tu quien ha desobedecido? ¿A quién quieres engañar? Seguramente andabas prestando tu culo como la puta que eres.
Quiso reír, pero se abstuvo. Era Chang Yoonhun quien trataba su cuerpo de esa forma, quien le usaba como si se tratase de un objeto. ¿No era irónico que ahora le reclamase lo que él mismo había iniciado? Jimin pensaba en lo mucho que le odiaba. Estaba frente a un ser retorcido capaz de lo peor y no podía hacer otra cosa que quedarse en silencio y aceptarlo. Se encontraba a la merced de aquel hombre desde hacía mucho tiempo.
— De verdad lo siento, no volverá a suceder, lo juro.
— Y una mierda.
Su padrastro le arrastró dentro de la casa y cerró la puerta tras de ellos con fuerza. Caminaron hasta la sala y allí Chang Yoonhun tiró del pelo de Jimin haciendo que se miraran. Jimin siempre pensó que el rostro de su padrastro le llenaba de miedo, pero de cerca era aún peor. Los ojos inyectados de sangre como si fuesen a explotar y la piel del mismo tono demostraban que el hombre estaba fuera de sus cabales, tomando la forma de uno de los peores augurios. Le dolía la cabeza, si se concentraba podía sentir cada uno de los cabellos que estaba perdiendo en ese minuto por culpa del agarre de su padrastro.
— ¿Seguirás burlándote de mí, mocoso? ¿Quieres que te enseñe de lo que soy capaz?
El problema de tener a ese hombre tan cerca era la sensación de asco que sentía gracias a la cercanía. Con el tiempo había desarrollado una repulsión reactiva hacia Chang Yoonhun, como la fobia que una persona pudiese tener hacia los insectos.
Sintió ganas de vomitar y casi lo hizo. Por unos segundos consiguió deshacerse del agarre de su padrastro y alejarse un poco, pero eso le hizo chocar de espaldas contra el sofá donde estaba su madre. Anteriormente, cuando era más joven, Jimin se había visto a sí mismo rogándole a su madre que interviniera, pero en ese estado era imposible. Ella no estaba allí. Lo aprendió de la manera más dura. Como cuando un pajarito se cae del nido y sus llantos no alcanzan los de su madre. Sabía que sus gritos de auxilio no serían escuchados.
— ¡Ven aquí!
Chang Yoonhun le tomó esta vez por el cuello. Jimin sintió como el aire se le escapaba de la garganta con rapidez. Los ojos rojos de su padrastro eran todo lo que veía en ese momento y el pánico emergía sin control. Sus manos intentaban quitar las de su padrastro, pero la fuerza no era comparable. Las lágrimas surgían de sus ojos sin poder hacer nada para evitarlo. Golpeó el hombro del hombre en repetidas ocasiones, nada parecía sacarlo del trance de odio en el que se encontraba.
En ese momento lo pensó, o más bien lo deseó. Quiso desaparecer. Estaba cansado. Le faltaba la respiración. Quizá esto era suficiente para dejar de existir en este mundo por completo. Ya no tenía fuerzas para remar hacia otro lado. Además, era mejor así. Si cerraba los ojos, si dejaba de luchar, quizá esa sería la última vez en que vería ese rostro que aparecía en sus peores pesadillas. Ya no sentía asco, ni tristeza. No sentiría nada.
Así que dejó caer sus manos y estas chocaron contra el cuerpo de su madre que se encontraba en el sofá. Mientras Chang Yoonhun seguía gritando, la vista de Jimin se nubló. Se rio de sí mismo en su mente, porque era justo en aquel momento en que pensó una vez más en Jungkook. Su sonrisa aparecía de a poco dibujando su silueta. Estaba estirando la mano en su dirección. Jimin quería tomarla.
— ¿Vendrías conmigo, Jimin?
Era todo lo que quería. Quería estar con Jungkook, sentir el tacto de sus dedos contra los suyos. Quería esconder el rostro en el cuello del chico y esperar que la pesadilla terminase. Se conformaba con vivir una vida viendo desde su ventana el perfil de Jungkook, mientras le hablaba de cualquier cosa mientras la noche les envolvía. ¿Podría seguir viviendo en aquellos momentos si se rendía ahora? No lo tenía claro, pero lo deseaba con fuerzas. Si existía algún dios que estuviese mirando, esperaba que escuchasen sus plegarias. Jimin quería vivir en sus recuerdos, en los lugares donde fue feliz. Ya estaba cansado de la vida que llevaba. Si podía existir en el momento en que sus ojos se encontraban con los de Jungkook por el resto de la eternidad, era suficiente.
— Te esperaré el tiempo que necesites, Jimin.
Fue cuando sus ojos empezaron a cerrarse que el agarre de su cuello se detuvo y cayó desplomado al piso. Empezó a toser violentamente intentando sostenerse del sofá. En sus oídos sólo podía escuchar un zumbido. Su padrastro no estaba a su lado, ahora le daba la espalda y estaba con su cuerpo encorvado hacia el sofá. Jimin se alejó arrastrándose en el piso. No entendía lo que estaba pasando, pero quería escapar. Sus piernas parecían adormecidas y no respondían a sus intentos de ponerse de pie. El aire volvía a entrar a su cuerpo de manera seca, casi penetrante. Miró hacia atrás intentando divisar a su padrastro para así evitar que le tomará por sorpresa. Quizá hubiese preferido no mantener la conciencia en ese minuto.
Vio el cuerpo de su madre sobre el piso. Chang Yoonhun gritaba, pero Jimin apenas podía escuchar.
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