Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

11.

Se mantuvo en silencio mientras terminaba el café que se había servido. Su madre estaba a un costado, ya había terminado de ayudarle a comer. Realizó todo lo que debía en silencio, no se sentía bien. Parecía que los días pasaban con una lentitud que se hacía más pesada cada vez. Iba al instituto y luego pasaba a la biblioteca para no tener que volver a su casa. Ya comenzarían los exámenes, pero ni siquiera era capaz de concentrarse en ello. Lo único que pasaba por su mente era el rostro de Jungkook. Le extrañaba. Hace semanas no sabía del chico.

Ni siquiera lo había visto de reojo pasando por su casa. Era como si se hubiera desaparecido. Realmente estaba pagando el precio por cómo se había comportado anteriormente, pero Jimin creía que era demasiado. Se había visto a si mismo vagando por las calles que había visitado con su vecino, sin poder encontrarse de casualidad con la sombra del chico. Era estúpido. No tenía derecho alguno para sentir tristeza ahora que Jungkook había desaparecido de su vista, no cuando lo ignoró y entre ambos se erguía una nueva pared invisible que dejaba claro que las cosas no volverían a ser iguales.

Terminando el desayuno ayudó a su madre para sentarse frente al sofá. Ya debía irse al instituto. La mujer miraba hacia adelante, pérdida como siempre. Jimin le peinó el cabello con suavidad. Estaba largo, pronto tendrían que cortarlo. Dejó un beso en la frente de la mujer y cuando se dio vuelta vio a su padrastro mirándole.

— ¿A qué hora llegarás hoy? —le preguntó Chang Yoonhun con los brazos cruzados. Jimin soltó un desaire, no tenía ganas de hablar con él.

— Debo estudiar para mis exámenes, llegaré tarde.

Tomó su bolso y se lo colocó en el hombro izquierdo. Era mejor salir de ahí, sin embargo, su padrastro tenía otros planes. Cuando pasó por su lado, en camino a la puerta principal, el hombre le tomó del brazo con fuerza.

— Haz estado llegando muy tarde todos estos días, ¿no crees que es demasiado?

Cerró los ojos tratando de mantener la calma.

— Tengo que estudiar.

Trató de zafarse del agarre de Chang Yoonhun, pero este apretó los dedos rodeando su brazo. No pudo evitar temblar un poco. Cuando su padrastro se acercaba siempre sentía miedo y parecía que volvía ser un niño pequeño sin fuerza suficiente. Quería salir corriendo, lejos de todo. El tacto le quemaba, era tóxico.

— Vuelve apenas termines en el instituto —su padrastro estaba enojado, lo podía notar en la voz y sus manos—. No me hagas repetirlo.

Por fin le soltó. Jimin no quería pelear. Sabía que no había manera de salir ganando.

— Está bien —respondió, y fue directo a la puerta cerrándola tras de sí.

Sentía las piernas débiles, así que se quedó a un costado de la muralla esperando. Sin poder evitarlo miro hacia la casa del lado. Le buscó una vez más, esperando que apareciera. Mientras pasaban los segundos sintió ganas de llorar. ¿Qué esperaba? ¿Qué su vecino llegase de la nada y le preguntara una vez más si se quería ir con él? ¿No era él mismo quien le había rechazado? Ahora se quedaba ahí esperando algo que no llegaría. Antes de que las lagrimas empezaran a salir de sus ojos empezó a caminar rápido, directo a su instituto. Debía asumir las consecuencias de sus decisiones.

Por su mente pasó un recuerdo express. Durante su adolescencia, un viernes por la noche, su padrastro había llegado borracho a casa. Jimin se había encerrado en su habitación. Tenía trece años. Los golpes de Chang Yoonhun en su puerta lo tenían con las manos cubriendo sus oídos. El miedo podía sentirlo en su piel, recorriendo con lentitud. ¿Qué podía hacer contra aquello? No era capaz de pensar más allá cuando la voz de su padrastro era lo único que podía escuchar. Quería que todo se terminase. Quería parar con ello.

En ese momento el timbre de la casa comenzó a sonar con rápides. Se hizo un silencio de inmediato. No tenía idea de quien sería el ser desesperado que estaba frente a la puerta principal, sin dejar de tocar el timbre como si su vida dependiera de ello. Escuchó los pasos de su padrastro alejándose. Respiró un poco más tranquilo mientras intentaba quedarse quieto para escuchar que había pasado. Percibió el sonido de la prueba abriéndose.

— ¿Quién anda ahí? —preguntaba su padrastro— ¿Quién está tocando el timbre?

Le tomó unos minutos hasta que cerró la puerta. Cuando Jimin pudo oír que venía devuelta a su habitación, el timbre empezó a sonar de nuevo, mucho más rápido que la vez anterior.

— ¡¿Quién mierda está jugando a esta hora?!

Su padrastro estuvo buscando al culpable por una hora, gritando en la calle. Otro vecino tuvo que salir a callarlo y solo en ese momento se dignó a entrar a la casa y se encerró en la habitación matrimonial. Jimin seguía despierto, salió de su habitación sin hacer ruido. Fue hasta la cocina, allí había una ventana desde la cual se veía la calle. Sentía curiosidad por el bromista, al cual le debía una. Se quedó así, mirando a la oscuridad infinita. Fue después de unos minutos que sus ojos captaron movimiento. Venía de los arbustos de la casa de al lado. La figura de un chico se asomó y venía directo a tocar el timbre de su casa. En ese minuto Jimin abrió la ventana y dijo:

— ¡Ya no! ¡Se fue a dormir!

El chico se detuvo y le miró. Jimin pudo notar los ojos de Jungkook a pesar de la oscuridad. Se quedaron así hasta que su vecino le regaló una sonrisa mientras se metía las manos en los bolsillos de los pantalones que parecían muy grandes para él.

— Bien.

Eso fue todo. Luego Jungkook volvió a su casa trepando por la ventana. Jimin se le quedó mirando hasta que desapareció por completo. ¿Cuántos recuerdos así tenían? Más de los que podría admitir. Nunca necesitaron compartir más palabras. No cuando parecía que compartían el mayor secreto del mundo entre ambos.

Al otro día Jimin pensó en la forma de agradecerle a su vecino, pero no se le ocurría nada. No tenía dinero para comprarle algo. Ni siquiera sabía si Jungkook le recibiría lo que él tuviera para darle. Estuvo dándole vueltas durante su clase hasta que vio a una de sus compañeras mostrándole a un grupo de chicas un amuleto color rojo que ella misma había confeccionado para darle a su novio que iba en un curso más arriba que ellos. Se río de si mismo cuando se dio cuenta que lo estaba considerando. No era bueno con las manualidades, en clase de artes apenas si podía pasar con notas mediocres. El ojo creativo claramente no era algo que poseía, por lo que hacer algo con sus manos para darle a su vecino era una muy mala idea.

Y a pesar de que tenía claro lo anterior llegó a su casa buscando diversos rastros de materiales que había ocupado para sus trabajos del instituto. Estuvo casi tres horas tratando de que su intento de regalo se pareciera, aunque sea un poco al amuleto que le había visto a la chica. Claramente, como era de esperarse, falló. El objeto tenía una forma extraña, era de color rojo, pero el pegamento opacaba demasiado el material. Además, a pesar de que había ensayado muchas veces la palabra "SUERTE", no fue capaz de escribirla de manera prolija. Ahora en sus manos tenía el triste fallo de un amuleto. Estaba seguro de que aquello tendría el efecto contrario al que buscaba.

Quizás eran sus ganas de agradecer al chico que no le dejaban tranquilo lo que le llevo a colgar de todas formas el objeto en la ventana de su vecino durante la noche sin que nadie se diera cuenta. También dejó una nota que decía:

"Gracias por lo de anoche. No quedó bien, pero acéptalo."

Hasta el día de hoy no tenía idea si el amuleto había llegado a las manos de Jungkook, ni siquiera se le había ocurrido preguntar, podía sentir sus mejillas calentándose gracias al recuerdo de lo ridículo que fue. El paso de esas imágenes por su mente dejó otra sensación de vacío en su interior. Su vecino siempre había estado ahí, en los momentos en que parecía que nadie podía escuchar sus gritos de auxilio. Si era sincero, por mucho tiempo pensó que eso bastaba. Que Jungkook apareciera en su vida de vez en cuando, trayendo con él un rayo de esperanza, era suficiente. No podía ser codicioso. Eran sus problemas, debía encargarse de ellos por su cuenta. Con tan solo saber que había un chico allí afuera que sabía lo que pasaba en realidad, era todo lo que necesitaba para que su corazón pudiese encontrar la quietud durante unos momentos. Pero Jimin podía mentirse todo lo que quería. Eso no cambiaba su destino.

En el instituto se dedicó a pasar las páginas de su libro sin prestar atención al material o la voz de sus profesores. Era un desastre andante, lo podía percibir. Había tropezado con varias personas y durante el almuerzo se le cayó la bandeja de comida antes de llegar a la mesa. Definitivamente no era su día. El solo hecho de pensar que tenía que volver a su casa, para escuchar a su padrastro mientras se le acercaba, le estaba afectando mucho más que antes. Aquel día, a pesar de su torpeza, esperaba que la hora de salida no llegase tan pronto. Pero Jimin no controlaba el tiempo.

Cuando las clases terminaron, salió del edificio con lentitud, poniendo énfasis en cada paso. Parecía un perro viejo que se tomaba cada movimiento con calma. La diferencia era que no estaba tranquilo. Cada paso pesaba más que el anterior. Realmente no quería llegar a casa. Le dolía la cabeza. Tuvo que detenerse un poco porque se mareó a medio camino. Hasta su propio cuerpo estaba rechazando la idea con fuerza. En esos momentos podía jurar que saldría corriendo sin mirar atrás. Hasta el momento la valentía no había llegado a ser suficiente, pero parecía que cada día se acercaba más al limite de lo que podía soportar. ¿Qué pasaba si desaparecía? ¿Sería capaz de vivir una vida nueva, dejando todo atrás hasta a su madre, sin remordimiento alguno? ¿Esa era la respuesta para llegar a ser feliz?

Fue un empujón el cual le sacó del trance al que había entrado gracias al mareo. Casi pierde el equilibrio, pero se mantuvo de pie. El tipo que le empujo se detuvo. Era mucho más alto, así que le miro hacia abajo como si se tratase de la peor escoria del mundo. Jimin le miró de vuelta y tembló un poco.

— Ten cuidado por donde caminas, idiota.

Así como podía reconocer a Jungkook con facilidad, pasaba lo mismo con el hermano mayor de este. Jeon Sunwoo era una figura intermitente en la casa de su vecino. Lo único que sabía con certeza sobre esa persona, era que cada vez que volvía al lugar se armaban grandes peleas y a los días siguientes Jungkook andaba con moretones nuevos en el rostro. Sus otros vecinos se advertían entre sí que aquel chico era solo malas noticias y siempre le veían con pandillas peligrosas. A Jimin no era necesario advertirle. Podía darse cuenta de inmediato el tipo de persona que Sunwoo era. Por ello intentaba no topárselo.

— Lo siento —se disculpa con voz entrecortada.

Sunwoo le mira de pies a cabeza, con desprecio. En ese minuto Jimin se da cuenta que traía los nudillos rotos y con sangre fresca. Tragó saliva. Quería alejarse lo antes posible.

— ¿Te conozco? —pregunta Sunwoo tomándole por sorpresa. Jimin niega con la cabeza. No saldría nada bueno de aclararle que eran técnicamente vecinos.

Con eso Sunwoo le da una última mirada y comienza a caminar en dirección opuesta. Soltó un suspiro de alivio cuando estuvo lo bastante lejos. Si el hermano de su vecino se encontraba en los alrededores, significaba que volvería a casa pronto. No pudo evitar preocuparse por Jungkook. Quería saber cómo estaba. Dio unos pasos, se sentía decidido. Quería ver a su vecino y si era necesario buscarlo, lo haría. Se disculparía por lo que había pasado y le pediría que todo volviese a la normalidad. Ahora que habían entrado en la vida del otro, Jimin quería ayudarle en lo que necesitase.

No sabía de qué manera calificar lo siguiente que pasó. ¿Se trataba de algo bueno que fuese él quien había escuchado unos quejidos provenientes del callejón que estaba un poco más delante de donde chocó con Sunwoo? ¿O se trataba de una desgracia que la única forma de encontrar a su vecino fue escarbar entre unas bolsas de basura y encontrarlo empapado en sangre respirando con dificultad? No sabía que pensar en realidad. En ese momento actúo en forma automática, mientras lloraba una vez más frente a Jungkook.


✰ ⋆ ✰ ⋆✰

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro