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Capítulo 24

Segunda actualización del día. ¡Yeiiiiii! No sé si las próximas serán juntas también, pero igual serán dos por semana, si tienen alguna preferencia, me dicen sin problema.

Han pasado un par de minutos y Jimin no deja de abrazarme. Si mis brazos le transmiten confortabilidad suficiente, nos quedaremos sentados en el piso hasta que se sienta en condiciones de ponerse de pie.

Nunca pensé verlo de esta forma. No es la primera vez que me muestra algo de debilidad, pero, de igual manera, me asombra. Hasta ahora lo había visto como un súper humano, alguien capaz de alcanzar increíbles alturas y brillar desde la cúspide. Jamás imaginé que esta clase de pensamientos e inseguridades se ocultaran tras esa sonrisa despreocupada y sincera. Pensar que esta probablemente no sea la única batalla que libra, solo incrementa mis ganas de permanecer a su lado y protegerlo. Ya no pensaré más en si soy o no suficiente. Este hombre maravilloso ha depositado su confianza en mí, me ha contado sus secretos; esos motivos son suficientes para dejar mis dudas de lado y dar mi todo por él.

—Kookie. —Ha vuelto a hablar. Puedo ver sus orejas rojas desde mi posición—. Voy a necesitar un favor tuyo. —Su voz es tan baja que casi es imperceptible.

—Lo que quieras, tú solo dime. —No quiero que se sienta cohibido conmigo.

—Yo… no puedo… levantarme solo. —Separó nuestros cuerpos y agachó la cabeza—. Cuando esto me pasa, necesito algo de tiempo para reponerme.

—No hay problema. —Puse mis manos en sus hombros—. ¿A dónde tengo que llevarte?

—Solo a mi habitación, después de descansar un rato, me meteré en la bañera, el agua caliente relajará mis músculos y mejoraré más rápido.

—¿Y por qué no tomas el baño ahora? ¿No mejorarías antes?

—No te preocupes. No quiero causarte molestias.

—No es molestia, ¿por qué lo sería? —Me agaché de espaldas a él.

—¿Qué haces?

—Vamos, sube a mi espalda.

—No voy a hacer eso.

—Voy a contar hasta tres, si no te sostienes de mi espalda, te cargaré como una princesa hasta tu habitación y pondré a llenar la bañera.

—¿Qué?

—Uno…

—No harás eso en serio, ¿o sí? —Lo miré a los ojos con seriedad.

—Dos… —continué mi conteo.

—Está bien, está bien. Tú ganas. —Enredó sus manos alrededor de mi cuello. Es mi victoria.

—Buen chico. —Agarré sus piernas y lo llevé a donde me indicó. —Quédate aquí mientras preparo todo —le dije, dejándolo sentado en su cama.

—Creo que ya tengo un poco más de fuerza, con solo apoyarme en ti será suficiente para llegar al baño —replicó mientras me alejaba.

—Oh, claro que no, señor Park. ¿Y si vuelves a perder la fuerza y resbalas en el baño? No voy a permitir que eso pase. Deja ese orgullo de lado…, o ¿es que no quieres que te vea desnudo? —pregunté travieso y entré al baño.

Mis propias palabras comenzaron a hacer eco en mi mente. ¡Veré desnudo a Jimin! Santo cielo, esto no puede estar pasando. Estas escenas de película no pueden seguirme ocurriendo, acabaré enfermo del corazón. Siento mis latidos cada vez más sonoros, a pesar de que el sonido del agua debería hacerlos imperceptibles. Ser consciente de la situación en la que yo mismo nos he puesto, me ha puesto los nervios a flor de piel.

«Control, Jeon. Actúa profesional, piensa que eres su terapeuta y no su novio». No sé de dónde he sacado esta loca idea para tranquilizarme.

«Pero, si soy su terapeuta, significa que puedo darle un masaje a sus músculos y tocar todo su cuerpo».

El sonido de mi frente chocando con los azulejos de la pared ha hecho eco en el baño. Ya la bañera está terminando de llenarse, tengo que controlar estos pensamientos y concentrarme en ayudar a Jimin. Al abrir la puerta, mi preocupación volvió a multiplicarse.

—¡Jimin! ¿Qué estás haciendo? —Corrí hacia él cuando lo vi casi perder el equilibrio, de pie a unos metros de la cama—. Si necesitabas algo, pudiste llamarme. Vamos, apóyate en mí. —Pasé su brazo por mi hombro y lo ayudé a volver a sentarse.

—Solo son unas vitaminas. —Agitó el frasco en su mano, lo suficientemente rápido como para no dejarme ver la etiqueta—. Estaban cerca, en este cajón —señaló el estante a su lado—, no creí preciso llamarte.

—¡Pudiste lastimarte!... Por favor, ponte en mi lugar. ¿Cómo crees que me sentiría si algo te pasa mientras estoy aquí?

—Lo siento. —Mostró una sutil sonrisa comprensiva.

—Déjate ayudar, es todo lo que te pido. —Le dediqué la mejor mirada de cachorrito de mi repertorio.

Verlo nuevamente ha hecho que toda la sangre que se me había subido y no me dejaba pensar bien, se bajara. Tengo que ser su soporte y brindarle sostén, tal y como él ha hecho conmigo en innumerables ocasiones. Si tengo que lavar su cuerpo desnudo…, ya pensaré una manera de volverme buda o algo así, pero no puedo permitir que se sienta inseguro en mis manos.

Lo volví a subir en mi espalda para llevarlo al baño. Estar más calmado me deja sentir el palpitar desenfrenado de su corazón en mi dorso. Está nervioso también, eso hace que regrese un poco el mariposeo en mi estómago. Sé que no sucederá nada, pero no puedo evitar tragar grueso.

Lo ayudo a sentarse en la tapa del inodoro y mis manos, algo temblorosas, levantan su pullover, dejando descubierto su torso. Su figura es esbelta y definida, sus músculos están tonificados a pesar de no estar hipertrofiados; su piel se aprecia suave y tersa. Hermoso.

Mis dedos, antes de poder pensar en detenerme, dibujaron una caricia desde sus pectorales hasta sus abdominales, recorrieron el borde de su cinturón y comenzaron a acercarse peligrosamente a su entrepierna por encima de su ropa.

—¡Jungkook! —Se tensó y trató de levantarse, como por acto reflejo—. ¡Ahh! —Un grito de dolor ha escapado de sus labios y se ha desplomado en mis brazos, sosteniendo con fuerza sus piernas.

—¡Jimin! ¿Qué pasa? ¿Ha sido mi culpa? ¡Qué he hecho!

—Por… favor, ve a mi cuarto y… trae una jeringuilla y una cajita de cartón… que está a la izquierda en la gaveta... —La dificultad para pronunciar cada palabra es obvia—. ¡Ghmm! —Mordió su labio para acallar un nuevo grito de dolor.

—Pero… No puedo dejarte así, yo…

—¡Jungkook! —gritó mi nombre, casi como una súplica. Se encorvó y comenzó a golpear su puño contra el suelo.

Salí disparado y con gran nerviosismo abrí el cajón. Tomé la jeringa y la caja de cartón que me pidió. Se siente como alguna clase de recipiente de cristal se mueve en su interior. Ver el nombre del medicamento en una etiqueta en la esquina, hace que mi corazón de un vuelco. “Morfina”.

«¡Mierda!».

Nota de la autora: Bueno, explicaré un poco el estado de salud de Jimin. Cuando hay desgarros musculares frecuentes y no tratados, la cicatrización, en vez de regenerar la masa muscular, produce fibrosis, que es cuando el tejido que sustituye al dañado es más rígido y con propiedades diferentes al original. Como la masa muscular disminuye por dicha sustitución, el dolor se puede volver sumamente intenso por una deficiente llegada de oxígeno al músculo —isquemia muscular— (es un efecto similar al que se produce en el corazón durante un infarto, pues el resto de los músculos se infartan de esa misma manera, por lo tanto, el dolor puede compararse al de uno). La neuropatía es la causante de los espasmos y parestesias (que es esa sensación de hormigueo a la que llamamos calambre) en su mayoría, además de que puede provocar algo de dolor. En el caso de Jimin, sumando esas afecciones, obtenemos este resultado.

Nota 2: Quizá esto no sea necesario decirlo, pero igual lo aclaro por si alguien tiene la duda. La morfina es un opiáceo. Estos son medicamentos que se usan como sedantes y la morfina es uno de los más fuertes.

PD: No sé si la explicación se entendió (al menos lo intenté XD), o si alguien la consideró necesaria, pero cuando uso referencias de este tipo, siempre me gusta hacer estas aclaraciones.

Por cierto, como tuve que copiar el documento de la laptop al teléfono, no revisé si se desconfiguró o se cambió algo. Perdón si hay errores.

Chao chan 😘

Hasta la próxima actualización.

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